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Ese demonio... Me pertenece por SebbyPhantomhive

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Notas del capitulo:

Esta historia se actualiza primero en wattpad :/ Gracias por su atención

La dulce y casi adictiva sensación de ese apasionado beso hacían sucumbir al joven demonio que se reprochaba internamente a si mismo el ceder ante los encantos de su impetuoso mayordomo, pero le era imposible resistirse ya que de alguna forma esos exquisitos labios eran su nuevo "postre" en el infierno y se sentía un poco hambriento.

Separándose sutilmente ambos se miraban como incrédulos de lo que hacian, porque parecía que por momentos recordaban su antigua formal posición de amo y mayordomo.

—Cuánto tiempo perdimos —Con un gesto de satisfacción y picardía Sebastian le insinuaba ante sus palabras su amo que entendió lo que le trataba de decir solo apenado desviaba la mirada y en un gesto infantil se limpiaba con la mano sus labios como si eso bastara para quitar el hecho de que se habían besado.

—Siendo humano jamás te hubiera permitido siquiera rozar un dedo en mis labios.

—No comencemos a discutir por algo así —Con una sonrisa el demonio le hablaba mientras retomaban su camino a paso firme— Quizás perdimos tiempo pero creo que el momento perfecto para nosotros es ahora. ¿No lo crees?

En medio de un suspiro el joven prefirió callar para no decir alguna estupidez que en lugar de hacerle ganar la discusión solo lo avergonzaría por lo que sentía. Miraba atento delante suyo ese sendero semioscuro por el que era cargado.

Al parecer la oscuridad había alentado que dentro de su ser este confuso sentimiento naciera, aunque era un poco ilógico si lo pensaba con cabeza fría ¿Cómo al morir algo dentro suyo podía nacer tan noble sentimiento? ¿Era posible? ¿Era amor lo que sentía o simplemente un impulso banal de su cuerpo demoníaco? Ciertamente pensaba que siendo humano se hubiera resistido a amar, se hubiera resistido a caer en la tentación de su demonio ¿Es tan complejo ser humano? ¿Los prejuicios son tan fuertes que impiden que algo bueno renazca?

—Vaya creo que te dejé pensando con lo que dije.

Un poco burlón el demonio le hablaba sacando a su joven amo de sus pensamientos llenos de duda y confusión.

—Claro que no... Solo me dio sueño.

—Si como no... —Con una sacarrona sonrisa el demonio le susurraba— Pero no te duermas ya vamos a llegar al lugar que te dije.

—Ya era hora.

—Tu no dejas de ser tan gruñón. Me pregunto... ¿Si algún día eso cambiara?

—¿No te gusta como soy?

—No te enojes... —Un poco nervioso el demonio le trataba de calmar al notar su gesto de enojo— Me encantas así como eres.

—Y yo me pregunto ¿si algún día tu dejarás de ser tan idiota? —Un poco coqueto el ex conde le cuestionaba como una forma de desquitarse por su anterior insinuación.

—Lo que yo tengo de idiota tú lo tienes de gruñón por eso seriamos la pareja perfecta porque mi idiotez hace que tu malhumor me parezca simplemente adorable.

Ciel al escuchar aquello solo le miraba de reojo mientras parecía esbozar una pequeña sonrisa.

—¿Te pareció lindo lo que dije? Vaya a mi amo le gusta que le digan cosas así, ridículas y cursis.

—Me encanta ver como expresas tu idiotez con palabras...

—Sabes cómo provocarme por eso nunca me fue aburrido permanecer a tu lado tanto tiempo, aunque francamente me moría de hambre pero creo que tenerte cerca era mi alimento. —Con una extraña sonrisa tímida el demonio le aclaraba dulcemente.

Sonrojado atento el joven le escuchaba emocionándose discretamente ante cada palabra suya que parecían ser pronunciadas con sinceridad, al complementarse con ese extraño brillo en su mirada le estremecía sutil, esa mirada, esa sonrisa; le reconfortaban en gran manera pero que solo lo contempló embelesado por escasos segundos porque de inmediato desvío la mirada.

—¿Ya vamos a llegar?

En un tenue murmullo el joven le cuestionaba para cambiar de tema y que su demonio notara lo que había provocado pero era muy tarde porque este bien lo había notado pareciéndole adorable su actitud aún así no quería arruinar el momento solo le siguió la corriente.

—Si estamos a unos metros, ya vamos a llegar —Le respondía con su amabilidad característica aunque ahora no era fingida— ¿No te da miedo que lugar sea?

—¿Por qué tendría miedo? ¿Vas a lastimarme?

—Claro que no... Nunca te lastimaría, si antes que no sentía esto por ti lo hice ¿Por qué lo haría ahora?

—¿Qué sientes por mi?

—Te lo diré cuando lleguemos al lugar, quiero que nuestra declaración amorosa sea memorablemente romántica. —Le decia el demonio mirando el gesto de disgusto de su pequeño amo— No te enojes, solo tengo la leve esperanza que hoy concretemos algo entre nosotros.

—Pues no te hagas muchas ilusiones...

Musitaba malhumorado el ex conde disimulando lo bochornoso que era el oír sus expectativas, aunque ahora lo negaba con su boca no confiaba en su razón porque por algun motivo esta se bloqueaba al estar cerca de su demonio.

Pasaron largos segundos en silencio entre los dos mientras caminaban, cuando detuvieron su andar en un hermoso paramo teñido en una especie de azul mientras titilantes luces revoloteaban alrededor de ellos, el ambiente no era ni frio, ni cálido; bastante reconfortante al roce de su cuerpo. Algo ambiguo pero hermoso pensaba para si mismo el joven cuando se acercaban a una especie de barandal y el sonido tenue de agua corriendo le daba la impresión de que estaban al pie de un río o algo parecido.

—Aqui puedes caminar, aunque no me molesta el seguir cargándote.

—Caminaré... —Murmuró el joven haciendo intención de bajarse, su demonio le entendió y lo dejaba con delicadeza de pie sobre el frío suelo.

—Es cierto aquí no me duelen tanto los pies, no está tan frío.

—Debe ser por el río que pasa justo bajo nosotros. —Tomándolo de la mano caminaban hasta la baranda para observar el río.

Ciel se dejaba encaminar por su galante mayordomo llegando al borde del frio barandal notaba un río oscuro teñido de pequeños destellos de colores tenues, como una especie de arco iris diluido en tono suave sin ser tan llamativo pero hermoso a la vista.

—Ya había olvidado como se veían los colores... Todo es tan oscuro aquí —Con un tono nostálgico el conde hablaba mirando esas aguas coloridas moviéndose sutilmente, el demonio a su lado lo miraba embelesado, que hermoso era su amo aun cuando entristecía pensaba para si mismo sin dejar de verlo.

—¿Te desagrada estar aquí?

—Al principio si... Pero ahora aquí contigo pienso que esto no es tan malo.

—Me halagas querido amo.

Ciel lo miraba de reojo, pocas veces podía fijar su mirada en el y no era porque le resultara repudiable el verlo al contrario le emocionaba al punto de sentir como su corazón latía con fuerza si lo observaba por mucho tiempo.

—Sebastian... —Le llamaba en voz baja aun sin mirarlo.

—Digame.

—¿Siempre será así?

—¿Qué cosa? ¿El estar aquí? —Un poco confundido el demonio le cuestionaba.

—Esta maldita y estúpida confusión... Este cúmulo de sentimientos y emociones que duelen pero a la vez reconfortan cuando te tengo cerca y aun cuando no lo estás. —Con evidente frustración el joven le hablaba apretando los puños— ¿Siempre será así?

El demonio lo miraba fijamente no sabía que responderle... ¿Cómo dar respuesta a la misma duda que le embargaba?

—No lo sé... Solo sé que el dolor de esta confusión se calma cuando veo tu linda carita, cuando chasqueas esa traviesa lengua tuya hasta cuando me miras mal, solo un gesto tuyo bueno o malo hace que todo deje de ser frustrante, y cuando rozo tu piel, cuando beso tus labios siento tocar el cielo inalcanzable para mi, irónico viniendo de un demonio que solo conoce el infierno. ¿No lo crees? Eres mi cielo en este infierno.

Ciel sonreía un poco emocionado ante esa respuesta, su demonio parecía amarlo y aunque había dicho antes que no tenía una respuesta clara, dio la respuesta perfecta. Se sentía un poco aliviado al darse cuenta que no era el único enamorado confundido porque entendió que su Sebastian compartía esa misma frustración y la extraña manera de calmar esa ansiedad de amor. Sin notarlo unas lágrimas rodaban por sus mejillas; al darse cuenta apenado trataba de secarlas.

—No debes llorar, amarme no debe ser tan malo... Eso creo... —Con un tono burlón el demonio le decía agachandose secaba sus lágrimas con su mano enguantada.

—Ya crees que lloro por ti... —Sarcástico Ciel le refutaba dejándose consentir por las suaves caricias de su querido demonio.

—Si esto es estar enamorado... Estoy enamorado de ti infinitamente... —Dulcemente Sebastian declaraba rozando los labios de su pequeño amo que sonrojado y con los ojos bien abiertos le miraba tímido ante sus palabras— Podría decir que te amo...

Confesaba abrazándolo arrodillado ante él, mientras seguía rozando sus labios a los suyos con mezcla de devoción y amor cuando de pronto solo sintió como su querido Ciel correspondía a ese beso entre lágrimas de evidente felicidad como una sutil manera de que aceptaba sus sentimientos.

 


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