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Ese demonio... Me pertenece por SebbyPhantomhive

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El joven Phantomhive sonreía en una extraña mezcla de felicidad, amor y nostalgia, era un tanto irónico que el infierno se convirtiera en el lugar donde sus más profundos sentimientos fueran revelados de esta forma. Sentir sus labios en los suyos rozar con tal firmeza hacia que su ser entero se estremeciera gratamente tanto que deseaba sentirlo un poco más, enredando sus delgados brazos a su cuello pretendía abrazarlo amoroso pero por su torpeza e inexperiencia en estos asuntos solo se tensaba haciendo que ese abrazo fuera un poco rudo.

—No vayas a ahorcarme... —Murmuraba burlón Sebastian con su caracteristica sonrisa provocando que su tímido amo se sonrojara aún más este se apartaba avergonzado entre refunfuños lo maldecía.

—Ojalá pudiera matarte.

—Puedes hacerlo de otra forma. —Seductoramente el demonio mayor le susurraba al oido atrayéndolo de nuevo a su cuerpo en un abrazo.

—No será de ninguna forma... No por ahora. —Mascullaba el joven desviando la mirada, cuanto deseaba dejar que su cuerpo sucumbiera a las ardientes llamas del placer que su demonio podía regalarle pero aun era todo tan confuso, por muy enamorado que se sintiera parecía aún racionalizar el amor con su lógica humana—Tienes a tu esposo y yo no quiero ser tu amante. Si debes ser mío tiene que ser en todo el sentido de la palabra.

—¿Me estás pidiendo que lo deje? —Este le tomaba del mentón obligando que lo viera, en una actitud poco sutil, esperando su respuesta.

Esa extraña e inesperada actitud Ciel se la reprochó con la mirada, para notar como su demonio le sonreía y lamía los labios con sensualidad para provocarlo.

—Pensé que te habías enojado...

—No... Creo que me vuelvo un poco agresivo cuando me excito.

—¿Y qué te excitó? ¿Se puede saber? —Un poco coqueto Ciel le insinuaba.

—Lo posesivo que te pones conmigo... No hace falta que me pidas que deje a mi esposo, lo iba hacer de todas formas así tu me quieras o no, ya lo había decidido.

Ciel se estremecía al sentir las caricias firmes de su demonio mientras le daba esa respuesta, esas manos que lo tocaban ansioso lo enloquecían. Al terminar de hablar sintió como sus labios rozaban traviesamente los suyos en medio de pequeñas lamidas. Esa era la forma perfecta de callar la voz que le dictaba pensar razonablemente, comenzando a ceder a sus provocativos encantos a la vez que su cuerpo reaccionaba.

—¿Lo... Dejarás? —Le cuestionaba entre besos como dándose permiso a si mismo de seguir para así confirmar que Sebastian al final sería solo suyo.

—Si... lo dejaré... —Excitado el demonio le respondía acorralándolo contra las barandas que estaban cerca.

—Entonces... Cuando lo dejes estaremos juntos.

En una especie de orden el ex conde advertía mientras se apartaba de él con sus pocas fuerzas parecía que el orgullo y su recelo se anteponía al deseo y el amor que le consumían el ser entero.

—Eh... Eres muy cruel. —Le reprochaba el mayor con cierto resentimiento a la vez que con disimulo se arreglaba el pantalón enfocándose en el area de su entrepierna— Frustrar sexualmente a alguien debería ser castigado.

—¿Castigo? ¿Cual sería? ¿Enviarme al infierno?

—Todavía te burlas cuando me dejas todo alborotado y con una erección tremenda.

—¿Pensabas tomarme aquí? —Ciel borró la sonrisa burlona de sus labios para gesticular enojo en su bello rostro sonrojado— ¡Es mi primera vez idiota, no lo ibamos hacer afuera, no somos animales!

—Pensé que este ambiente romántico te iba a gustar. —Murmuraba pensativo Sebastian— Además nadie viene por aquí, solo estamos los dos.

—Idiota... —Apenas en un susurro se le escuchó al joven mientras desviaba la mirada, era tentador ver a su demonio excitado y ya que había señalado el detalle de su erección le era más penoso el verlo.

Porque recordaba cuando lo vio teniendo sexo con su estúpido esposo aquella vez y si su hombría era destacable, pasando saliva se avergonzaba más por los lascivos pensamientos que se cruzaron en su ya poca inocente mente.

—Volvamos a casa... —Sugirió el pequeño demonio mientras caminaba con prisa sin levantar la mirada.

—Ciel, querido mío...

—¡No me llames así!

—Estás yendo por el camino incorrecto, la casa está por acá.

—Tsk... Es que tu me pones idiota.

—Tu me pones caliente... —Le susurraba al oído del ex conde que se estremeció al sentirlo tan cerca— No tendré más opcion que desfogar este problemita con mi esposo.

Le insinuó con evidente intención de fastidiarlo y obviamente lo consiguió pues solo sintió la mirada de odio de su pequeño que de inmediato se calmó suspirando.

—No caeré en tu jueguito... Dices eso para que yo me baje el pantalón, levante el trasero y diga "mételo ya... Sebastian" —Lo último lo decía con fingida voz de deseo— Pues no... Puedes ir a meter tu cosa dura donde quieras, no me importa.

—¿Es una orden? —Con seriedad Sebastian le preguntó, su pequeño dándole la espalda levantaba los hombros como respuesta de que no le importaba, era obvio que no lo decía en serio— Tu lo ordenaste.

—¿Qué haces? —En un sobresalto Ciel le preguntó al ver como su demonio lo abrazaba por la espalda levantándolo un poco sentia como esa erección lo rozaba sobre su trasero, provocando que se estremeciera.

Pasaron unos segundos en ese extraño forcejeo que solo parecía extasiar a ambos, el joven demonio trataba de zafarse de ese abrazo forzado pero no podía, la sensación que provocaba era demasiado exquisita y excitante que ya sentía que estaba a punto de correrse en sus pantalones.

—Ngh... Sebastian... Detente...

—Si lo dices así... Me es imposible obedecerte...

—No quiero... No aquí... —Ciel trataba de resistirse, como le golpeaba en el orgullo lo que hacia cuando minutos atrás había dicho que no lo harían allí porque no eran animales.

El demonio bajaba el pantalón de su amo con prisa, pues a pesar de la negativa rogada, ya sabía que este había accedido a complacerse mutuamente de esta forma porque no ponía resistencia alguna.

—No somos animales... —Murmuraba sonrojado Ciel en medio de jadeos al sentir como se deslizaban al suelo las prendas que cubrían sus partes bajas dejándolo semidesnudo frente a su demonio que por tanto tiempo lo había vestido mas no desvestido, no al menos de esa manera.

—Solo somos demonios que es casi lo mismo... —Le susurró con voz sensual en respuesta, levantándolo lo abrazaba caminaban hacia la baranda del puente donde lo sentó.

—Está frío... Se me congela el trasero. —Con fingida inocencia le decía sin dejar de abrazarlo lo miraba fijamente, sus miradas carmesis se cruzaban.

—Ya lo voy a calentar, no te preocupes. —susurró mientras lo abría de piernas para con la punta de su miembro que urgía en entrar lo rozaba, besándolo se apegaba a su cuerpo.

—Se gentil... Es mi primera vez... —Con la mirada llorosa el pequeño hacia su petición a la vez que se le abrazaba con fuerza por el cuello, anhelaba ser tomado de esa forma por su demonio que le provocaba todo un sinfín de sensaciones y emociones, por ahora el orgullo no se interpondría.

Lágrimas rodaban por sus mejillas que se teñían de un intenso rubor al sentir como Sebastian lo corrompía lentamente, cada centímetro que de su interior era invadido sentía como su inocencia se desvanecía y el amor que le embaragaba se fortalecía.

—También es la primera vez para mi... —Sonrojado Sebastian le susurraba sobre sus jadeantes labios mientras su mirada carmesi brillaba pero no de malicia como antes sino un brillo acogedor que hizo sonreír al joven, ambos estaban enamorados o por lo menos eso quería pensar para seguir en esa entrega, en medio de un dulce beso se callaron por unos segundos mientras sus cuerpos se volvían uno solo en esa intensa y romántica noche.

Un tenue brillo carmesi se deslumbraba entre la oscuridad a unos metros, detalle que no fue percibido por la pareja ya que por ahora no existía más infierno, más que el suyo donde se entregaban al placer al pie de ese río destellante en tenues colores.

 


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