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Ese demonio... Me pertenece por SebbyPhantomhive

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¡No soy y nunca seré amante de este idiota!


Con esa aclaración tan abrupta dicha por el ex conde ambos demonios mayores parecían mirarse entre si un poco sorprendidos.


—¿Dejas que este niño te hable de esa forma? —Con un tono de molestia le cuestionaba a Sebastian su supuesto esposo.


—Bueno el era y es mi amo puede tratarme como le plazca.


—Ya veo... Pero rogaría a tu "amo" —Algo sarcástico le hablaba— que no se exprese así de ti dentro de esta casa ya que luego tu hijo podría aprender eso, faltarte el respeto, no permitiré eso en mi casa.


Ciel no le agradaba nada esta presencia que se hacia llamar el esposo de su mayordomo, al parecer ya le estaba aclarando la situación "Su casa, sus reglas" y esa idea no le agradaba para nada porque en los ultimos años había tenido la libertad de hacer y deshacer en su mansión de acuerdo a su voluntad.


Apenas se conocían y parecía que el fastidio era mutuo se podía percibir a simple vista la tensión entre los dos mientras Sebastian suspiraba resignado.


—No te preocupes hasta conseguirle un lugar apropiado a Ciel vivirá aquí, será por poco tiempo ya lo verás.


Al escuchar aquellas palabras de su mayordomo el ex conde las resintió un poco  desviando la mirada no acertaba que decir porque no quería que notaran su molestia. ¿Su mayordomo pensaba deshacerse de el?


—Tengo frío... —Fue lo único que se le ocurrió decir para terminar la incómoda conversación.


—Si está haciendo algo de frío, entremos. —El demonio de nuevo lo tomaba de la mano y lo invitaba a pasar— Bienvenido a mi humilde morada.


Sebastian tronaba los dedos a la vez que el interior de la casa se alumbró tenuemente a cada paso que daban ya que al parecer permanecía en las penumbras mientras tanto el otro demonio tomaba una forma humana, un hombre joven de atrayente apariencia se aparecía frente a ellos.


—Ya había olvidado como te veías en tu forma humana —Un poco coqueto Sebastian le halagaba con una sonrisa— Te ves bien como siempre.


—Tal vez de esta forma si te provoque abrazarme y saludarme como se debe.


El joven los escuchaba en su insinuante conversación notando como este dwmonio se acercaba provocativo a su mayordomo enredando sus brazos a su cuello lo abrazaba regalándole a la vez un beso en los labios que fue sutilmente correspondido.


Sebastian de reojo miraba a su amo quien desviaba la mirada a la vez que se soltaba de su mano con disimulo y caminaba lento hasta una pared cercana donde se encontraba un cuadro colgado, fue el pretexto justo para alejarse mientras la pareja se saludaba cariñosa, no podía evitar sentirse enojado al escuchar el sonido de ese beso que lo llenaba de celos pero suponía que era normal en una relación normal de esposo las muestras físicas de afecto.


Pero aunque fuera normal eso no le restaba que era muy molesto y le frustraba en gran manera el hecho de tener que reprimir estos extraños sentimientos que en su interior comenzaban a aflorar.


—Luego seguimos querido... —Le susurraba Sebastian apartándose de su esposo que sonreía relamiéndose los labios.


—Si después seguimos... —Le aclaraba mientras observaba también al joven con un poco de malicia.


—Joven amo... Digo Ciel... —Sebastian lo llamaba al acercársele con una sonrisa— No me acostumbro a llamarte de esta manera, voy a llevarte a tu habitación.


El conde asentía con la cabeza afirmando lo que le dijo aún así no se atrevía a fijar su mirada azulina en los ojos de su demonio entonces intuitivamente al sentir que resbalaba tomó su mano para empezar a caminar pasando junto al otro que con seriedad los miraba subir por las escaleras.


—No tardes mucho... El hijo por quién no has preguntado está por regresar en unos minutos. —Le decía este en un tono serio mientras los veía alejarse.


—Supuse que no estaba por eso no pregunté por el... Si hubiera estado en casa me hubiera saltado encima a saludarme y sé que está bien porque si no lo estuviera me lo habrías dicho apenas me viste ¿No? —Le respondía Sebastian con una sonrisa seguía subiendo las escaleras tomado de la mano de su pequeño amo que estaba más serio de lo normal.


Los dos llegaron al segundo piso de la casa perdiendo de vista al otro, caminaron hasta una habitación al final del pasillo entrando en ella, de nuevo el demonio chasqueaba sus dedos para que esta pareciera a su antigua habitación.


—Espero que no te de mucha nostalgia esta decoración que acabo de darle.


—No importa... Igual no me quedaré mucho tiempo aquí. ¿No?


—¿Te enojaste por lo que dije antes? —Le cuestionaba Sebastian en un murmullo— Debes saber que lo dije solo para calmar un poco la tensión, no fue mi intencion hacerte sentir mal.


—No importa ya te dije, además es lógico que yo deba después adaptarme a esta nueva vida yo solo. ¿No es así?


—No digas eso Ciel además yo no dije que te dejaría solo.


—¿Buscarás una nueva casa para nosotros entonces? —Incrédulo el joven le insinuaba con una casi sarcástica pregunta.


—Claro... Mi pacto contigo es más fuerte que cualquier matrimonio, tenlo por seguro.


El ex conde no pudo evitar sentir como sus mejillas se calentaban por este bochorno que le provocaba el escuchar esas palabras algo comprometedoras y un poco lindas pensaba apenado solo desvío la mirada.


—Idiota —Murmuraba Ciel ante la sonrisa burlona de su demonio que no dejaba de verlo, ambos de inmediato se quedaron en silencio viéndose.


En la mente del conde divagaban algunos pensamientos confusos, se suponía que al ser demonio no tendría emociones o sentimientos ¿Por qué se sentía tan vulnerable? ¿Por que percibía algunas emociones más intensas que cuando era humano?


Mientras Sebastian a la vez pensaba al verlo todo sonrojado como ahora su joven amo quien ya no tenía un alma que devorar le seguía pareciendo exquisito y más interesante que antes cuando era un humano ¿Será que no era su alma en si lo que le hacia permanecer a su lado? ¿Por qué ahora lo percibía diferente?


Bajaron la mirada los dos al darse cuenta de lo que estaba pasando, ambos al parecer se sentían atraídos de una extraña forma y acababan de notarlo a su manera, pareciera como si el infierno los comenzaba a sumergir en un extraño juego que les podría resultar hermosamente peligroso.


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