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Ese demonio... Me pertenece por SebbyPhantomhive

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Mayordomo y amo ahora infernales no sabían como acabar con tan incómodo y molesto silencio, así que solo suspiraron al unisono aumentando la intensidad de aquella incomodidad de la que pretendían zafarse entonces un sonido en la puerta acabó con esta tensa situación.


—¿Hola? —Era la voz un tanto juvenil al otro lado de la puerta que los llamaba— Papá... ¿Estás aquí?


Ciel se quedó sorprendido al darse cuenta de quien los llamaba, al parecer era el hijo de su mayordomo, aún así tenía curiosidad de conocerlo deseando que fuera menos antipático y pesado que su otro padre.


—Si aquí estoy puedes pasar...


Le respondía Sebastian mientras sonreía un poco burlón al ver el gesto confundido de su amo. La puerta se abría lentamente, un joven de apariencia humana no mucho mayor que Ciel aparecía frente a ellos, sus cabellos negros tan oscuros como las penumbras de la noche, una mirada carmesí profunda, finas facciones sin duda una belleza demoniaca digna de apreciarse.


Este joven un poco tímido al entrar a la habitación caminaba en direccion a Sebastian mientras de reojo miraba al ex conde.


—Te extrañé... —Murmuraba este al abrazarse al demonio mayor quien correspondía al abrazo de su hijo.


—Yo también te extrañé, mira cuanto has crecido y que guapo estás. —Le hablaba Sebastian con una sonrisa a la vez que lo abrazaba amoroso.


—Ese niño también es muy lindo por eso no venías a vernos. —Decía este joven fijando su mirada en Ciel, quien lo miraba a su vez con el ceño fruncido por la acusación aunque era algo halagadora.


—Tu también con lo mismo ¿tu padre te insinuó eso?


—No... Es fácil deducirlo solo al verlo supongo que su alma era tan deliciosa por como se ve.


Ciel se sonrojaba sutil ante ese halago además no era solo como lo dijo sino la manera insinuante en que le hablaba.


—Mi amo es tímido no uses tus trucos baratos de seducción con él, el se sonroja con cualquier cosa. —Aclaraba Sebastian con una sonrisa a la vez que sentía como su amo lo codeaba con molestia.


—No me regañes después de tanto tiempo de no vernos, es que el maestro dijo que debíamos practicar nuestras tácticas de seducción vendrá en el examen la próxima semana. —Hablaba el joven demonio con un pequeño puchero— ¿Tu amo es mudo?


—Ehhh no... —Le respondía Sebastian con una sonrisa— Habla demasiado a veces aunque es tímido con otros conmigo no.


—No digas eso Sebastian. —Apenado le regañaba el ex conde.


—Hasta que hablaste. ¿Cómo te llamas? ¿Cuántos años tienes? ¿Cómo te sientes al ser demonio ahora? ¿Te gusta mi papá?


—Oye... Tranquilo tendrán tiempo suficiente para conversar y esa última pregunta no la hagas tu celoso padre si la escucha podría mal interpretarla.


Sebastian trataba de calmar la impestuosa curiosidad de su hijo con tantas preguntas a su amo, quien se avergonzó al oir la última pregunta. ¿Acaso era evidente la extraña atracción que sentía por su demonio?


—Me llamo Ciel Phantomhive, tengo trece años, me estoy acostumbrando a esta nueva vida y no me gusta tu idiota padre... ¿Satisfecho? —Con un poco de sarcasmo respondía a sus preguntas.


—Me agradas, ya sé porque le gustas a mi papá.


—Tal vez el me gusta un poco pero no le digas a tu padre.


—¡Deja de decir estupideces! —Le gritaba muy avergonzado el ex conde.


—Lo siento... Es broma.


Amo y mayordomo discutían un poco mientras el joven demonio los observaba, la forma en que se hablaban, las miradas que se dedicaban esa complicidad evidente que tenían era fácil deducir que ambos se sentían atraídos y no era algo repentino sino que parecía una atracción ya de tiempo atrás.


—Los dejaré solos debo ir a estudiar. —Hablaba el joven con una sonrisa— No hagan cosas sucias por favor.


Los dos se quedaron solos mirándose de reojo entre si.


—Deberás acostumbrarte al extraño sentido del humor demoniaco, podemos ser un poco pesados. ¿No?


—Si lo sé convivi con un idiota demonio sin sentido del humor todos estos años pero... —Murmuraba Ciel en voz baja.


—¿Pero?


—Pero es molesto que insinúen cosas que no son reales. —Un poco sonrojado el joven le aclaraba.


—Oh eso... Bueno si es un poco molesto ¿No? Sobre todo si ese alguien no te atrae.


—Claro, es muy molesto.


Sebastian sonreía porque era obvio que su amo se sentía atraído a el pero le deba vergüenza admitirlo, eso le parecía adorable.


—Bueno te dejaré descansar un poco y si quieres más tarde salimos a dar un paseo por el infierno hay muchos lugares que debes conocer.


—Si no es molestia para ti, para tu esposo o hijo, podremos salir.


—Tu solo di que si yo me encargo del resto. —Le hablaba con sutileza el demonio sin dejar de sonreirle.


—Si digo que si ¿Me dejarás en paz un buen rato?


—Si... Entonces... ¿Mi si confirma tu si?


—Idiota...


—Tomaré eso como un si. Te dejo descansar vendré luego a buscarte si necesitas algo antes solo llámame.


Diciendo aquello Sebastian se disponía a marcharse mientras el joven se recostaba en la cama, solo comenzó a divagar con los ojos cerrados sobre todo lo acontecido en las últimas horas, como su vida había dado un giro tan repentino, escabroso y confuso pero no podía dejarse doblegar por las cirscuntancias actuales debía mantener su postura, seguir siendo el ser orgulloso de antes pero en una versión demoníaca, convertiría este infierno en su pequeño reino.


—Olvidé preguntarle a Sebastian si podía dormir... —Un poco somnoliento el joven murmuraba resistiéndose a dormir porque quizás sería tomado como debilidad de su parte pero sin darse cuenta se quedaba dormido profundamente.


Ciel abría sus ojos abruptamente en un sobresalto, confundido por un momento no entendía donde estaba, que día u hora era hasta que poco a poco fue entendiendo su realidad.


—¿Cuánto dormí? —Se cuestionaba restregándose los ojos entre pequeños bostezos pensaba en que aunque Sebastian dijo que si lo necesitaba solo lo llamara pero que excusa podría dar ahora si ya ni siquiera podía comer como antes de humano.


Una taza de té ya no era pretexto para llamarlo, suspiró resignado se levantó de la cama comenzando a dar unos pasos en la habitación para acostumbrarse a ese frío en sus pies. Practicaba seriamente cuando oyó unos sonidos extraños, lleno de curiosidad salía sigiloso al pasillo siguiendo el sonido llegaba a una habitación.


Apegando el oído un poco a la puerta podía escuchar los murmullos de su demonio pero este hacia sonidos raros juntos con los de otro, no entendía que estaban haciendo.


—Ellos están teniendo sexo... —Murmuró divertido el joven hijo de Sebastian al oído de Ciel, quien se sonrojaba al tener una poca clara idea de lo que trataba esto del sexo salía corriendo en dirección a su habitación seguido por el otro que sonreía al ver su reacción.


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