Durante su quinto año de estudios en Hogwarts, el joven Gryffindor Harry Potter se dio cuenta de la gran cantidad de errores que había cometido y las repercusiones que estos tenían no sólo en sí mismo sino también en quienes le rodeaban. Aún podía recordar claramente la fría noche en la que un muy preocupado Draco Malfoy se le había acercado en aquel rincón de las mazmorras.
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Harry lloraba desolado, sin tener más fuerza para huir simplemente se había recargado contra una fría pared y se dejó deslizar hasta quedar sentado en el suelo donde se derrumbó por completo sin importarle nada, él lo había rechazado, insultado y golpeado… ¡Él lo había golpeado!
-¿Por qué?- sollozaba con tanta fuerza que su pecho ardía, podía jurar que donde tan sólo una hora antes estaba su corazón tan sólo quedaba un agujero sangrante
-¿Estas bien, Potter?- murmuró una suave y muy conocida voz
-No necesito tu lástima Malfoy- siseó maldiciendo internamente y se puso de pie secando sus lágrimas con violencia
-Debiste pensar en eso antes de venir a MI territorio a llorar cual primer año que extraña a su mami…- susurró el rubio con el ceño fruncido
-Maldito hurón- gruñó logrando sentir algo más que sólo el dolor y se acercó al otro empujándole con fuerza
Draco Malfoy le miraba frunciendo aún más el ceño era evidente que había notado lo maltratado que estaba su rostro
-¿En serio estas bien?- cuestionó la serpiente genuinamente preocupado
-¿Y a ti que te interesa?- le volvió a empujar a la defensiva
-¡Hey!- Draco tomó sus manos con fuerza para evitar más golpes y le obligó a mirarle a la cara- Puede que no me caigas del todo bien cara-rajada, pero nunca antes te vi así
-Yo…- Harry sintió el calor correr a su cara, quedándose sin palabras, deseaba irse, ya había aprendido su lección y no debía confiar en ningún Slytherin, sin embargo el entendimiento y dolor en los ojos color plata le habían descolocado
-¿Quién fue?- le susurró con calma mientras él aun luchaba por contener las lágrimas
-Él… él no me ama- Harry sollozó sin poder contenerse más y se aferró a la túnica del rubio quien sabiamente le dio un suave abrazo
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Apenas han transcurrido dos semanas desde el incidente en las mazmorras, Harry no entendía el por qué se sentía tan a gusto y seguro a lado del Príncipe Slytherin, pero él le entendía, le escuchaba en silencio y no le juzgaba. Ahora era común verles juntos, era prácticamente imposible encontrarles el uno sin el otro y los murmullos comenzaban a escucharse en cada rincón del colegio, pero mientras más tiempo compartían juntos, más se daba cuenta de lo mal que había juzgado a su otrora enemigo.
La tarde en que por fin le había contado acerca de su relación con el profesor Severus Snape pudo notar el shock en el rostro del rubio, conforme avanzaba con su narración sobre el por qué le había encontrado llorando aquella noche, pudo notar aquel ceño frunciéndose y la rabia adueñarse de su mirada y por un instante deseo poder odiar al pocionista de la misma manera
-Él amaba a mi madre tanto como odio a mi padre- susurraba Harry en voz baja y con la mirada pérdida en el suelo gris- Él solo vio en mí un sustituto de la mujer que amó y una forma más de humillar a su némesis aun después de muerto.
-Jamás lo creía capaz de algo así- susurró el de ojos plateados
-Ni yo, pero Severus me lo dijo de frente y mirándome a los ojos cuando le confesé que me había enamorado de él- susurro antes de morderse el labio en un intento de contener el llanto
-Él no te merece- siseó Draco enojado
-Gracias Draco- murmuró recargando la cabeza en el hombro de su nuevo amigo
El joven respiró con paz y sintió el pecho lleno de calidez y gratitud.
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Si a Harry Potter le hubieran dicho a inicio del año escolar que se volvería tan cercano a Draco Malfoy se hubiese reído ante tal imposible, sin embargo ahora después de seis meses su enemistad parecía historia antigua y el beso que el rubio le había robado parecía una acción casi natural
-¡Harry James Potter!- exclamó Ginny en cuanto le vio entrar a la sala común de los leones
-Hola Ginny- murmuró con calma
-¡Lo vi! ¡Dame detalles!- dijo dando pequeños brinquitos en el sofá. Todos sus compañeros miraban “discretamente” a la expectativa de su relato
-Draco me besó- dijo con una suave sonrisa- y me pidió ser su novio…
-¡Aaahhhh!- le interrumpió la pelirroja emocionada- ¿Dijiste que si? ¡Dime que dijiste que sí!
-Le dije que sí. Yo, de verdad lo quiero- murmuró tímido
-¡Ah por Merlín! ¡Harry y Draco, sentados en un árbol…!- cantaba la chica emocionada haciéndole reír
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Los últimos meses fueron de gran revolución para la nueva pareja favorita de Hogwarts pues por donde caminaran notaban las miradas y murmullos, algunas admirando la relación, otras preguntándose como carajos terminaron queriéndose y los últimos intentando averiguar cualquier cosa que pudiera alimentar nuevos chismes, pero Harry y Draco simplemente sonreían y les ignoraban.
En la sala común de Gryffindor todos se preguntaban que variante de Amortentia le habían suministrado a su compañero, porque de otra manera no entendía que carajos hacía con el hurón. Los gemelos hacían apuestas para su (a parecer de todos) “inminente” ruptura, al mismo tiempo Hermione y Ron miraban preocupados a su mejor amigo, sin atreverse a interferir en su alegría. Nadie podía ponerle pero alguno al rubio, siempre tan atento y caballeroso con el ojiverde, consintiéndole y mimándole, llenándolo de regalos y muestras de afecto, nadie sabía por qué pero Draco se desvivía por hacer sentir a Harry amado y era evidente que funcionaba, bastaba con ver los sonrojos y sonrisas tímidas del moreno para ver cuánto disfrutaba de ello.
Draco Malfoy era lo que cualquier persona podía desear en un novio, era de hecho lo que Harry siempre soñó de su primer gran amor y agradecía por eso esforzándose por ser alguien merecedor de ese amor, sin embargo algo no le permitía ser feliz del todo. Él ya había probado “más”, y aunque adoraba los besos y suaves caricias de su rubio, pero en ocasiones se encontraba a sí mismo comparándolo con los arrebatos de pasión y lujuria a los que el pocionista le había sometido una y otra vez. Harry se sentía mal por seguir amando al hombre y no poder amar a Draco como se merecía y no ayudaba en lo absoluto que en ocasiones podía jurar que notaba la mirada de Severus Snape sobre ellos.
Todo fue así hasta la noche en que tuvo que cumplir detención con el profesor de pociones, cuando el hombre de cabello oscuro le habló sobre sus sentimientos fue el inicio del fin.
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Harry se sentía la peor persona del mundo, aquella tarde cuando Draco le besó despidiéndose se dio cuenta, Draco lo sabía, pudo notar la mirada triste, la sonrisa sin emoción, los brazos estrujándolo en un intento de conseguir algo de su parte, pudo ver el corazón roto del rubio haciendo que el suyo se rompiera aún más, todo debido a su maldita debilidad y cobardía, por no atreverse a decir la verdad al joven que lo había rescatado en su peor momento.
Nadie en Gryffindor se daba cuenta de la tristeza con la que Harry suspiraba al mirar a Draco odiando a quien en otro tiempo fue como un padre para él, nadie en la guarida de los leones le había escuchado llorar por hacer daño a quien tanto le amaba hasta quedarse dormido
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Y ahora se encontraba aquí, frente a frente la tensión entre ellos creciendo, Harry no pudo evitar mirarle lleno de culpa sin saber que decir
-¿Por qué?- preguntó el rubio
-Draco, yo… quiero que entiendas…
-Sé porque me pediste vernos- le interrumpió con voz contenida, rompiéndole aún más el corazón- lo puedo ver claro en tus ojos
-Draco…
-Sólo quiero que me digas el por qué- susurró aun conteniendo su enojo
-Porque aún lo amo- se sinceró sin poder mirarle a la cara
-¿Y yo? ¿No pensaste ni un segundo en cuanto te amo yo, antes de correr de nuevo a su cama?- siseó Draco con furia e intención.
-Intenté resistirme- dijo el moreno con suavidad atreviéndose a alzar la vista, el rostro de dolor y las lágrimas contenidas de su novio le recibieron haciéndole sentir aún más miserable- pensé que sería fuerte, que podría verle a solas y salir ileso pero aún lo amo demasiado…
-Pero él a ti no- le soltó Draco sin compasión
-Él me dijo que me amaba, me confesó que estaba asustado por sus sentimientos y por eso dijo esas cosas horribles para alejarme, pero cuando nos vio…
-¡Vamos Harry!- estalló interrumpiéndole- No puedes creerle tan fácil ¡Sólo quiere su juguete porque vio que alguien más lo tenía!
-¡Yo no soy juguete de nadie!- gritó molesto
-¡Si lo eres! ¡De él y sólo de él! – Gritó fúrico- ¡Te tiene tan bien entrenado! Yo te traté bien, te respeté y jamás intenté llevarte a la cama, me encargue de demostrarte mis sentimientos y hacerte sentir amado en cada oportunidad… ¡Pero te bastó una tarde con él para mandar todo al carajo! ¡Fuiste corriendo a su llamado cual perro!
Sin poder más Harry estrelló su palma con fuerza contra la mejilla del Slytherin interrumpiendo su discurso, sabía que se merecía cada uno de los insultos, y cada uno de ellos se le había clavado cuál puñal en su ya de por si destrozado corazón, el rubio le miró con aún más dolor
-¡Él me ama!- gritó Harry llorando con fuerza
-Harry…
- Sé que te hice daño y no espero que entiendas lo nuestro, pero sé que él me ama- y se fue sin darle oportunidad alguna de réplica. Caminó con prisa luchando por detener el llanto, sabía que había roto a Draco y era algo que jamás se perdonaría, pero si odiándolo le olvidaba más fácil, que así fuera entonces, pero un pedazo de su corazón se había quedado despedazado a los pies de su dragón en aquellas lúgubres mazmorras.
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Una semana después la noticia estalló no sólo en Hogwarts sino en todo el mundo mágico: Harry Potter y Severus Snape estaban comprometidos. Después de leer la noticia el ojiverde pudo sentir todas las miradas sobre sí mismo, Ginny le miró confundida, Ron y Hermione exigían respuestas casi a gritos, sin embargo él no le prestaba atención, él tan sólo tuvo ojos para Draco Malfoy quién miraba su periódico con ojos llenos de lágrimas y manos temblorosas, los ojos color plata le buscaron y se conectaron por tan solo unos segundos mostrándole el dolor y tormento que sufría.
Ese día Harry Potter supo que se puede amar con el alma a alguien mientras su corazón yacía roto por otra persona.
FIN