Las clases iniciaron hace apenas una semana, sin embargo los muy estúpidos alumnos de Hogwarts ya se las habían arreglado para tener a su profesor de pociones con los pelos de punta. Esa noche en particular Severus se encontraba en su despacho degustando de un buen whiskey de fuego cortesía de su hermano elegido Lucius Malfoy cuando tocaron a su puerta, una sonrisa felina se dibujó en su rostro cuando los hechizos de detección le informaron quien era su visitante
-Adelante- murmuró mientras abría sin moverse de su sitio con un simple movimiento de mano, apuró el resto de su bebida y dejó caer la cabeza hacía el respaldo del sofá de una plaza donde se encontraba
Apenas unos segundos después sintió un cuerpo acomodarse sobre el suyo a horcajadas y se permitió una sonrisita de suficiencia antes de que unos suaves labios se apoderaran de los suyos, con un suave gruñido respondió al beso mientras sus manos viajaban al trasero de su compañero y lo estrujaban
-¿Ansioso Potter?- se burló cuando se separaron por aire y en seguida se dedicó a atacar el suave cuello
-Mmmmm… Sí- gimió el aludido- ¡Ah! Severus…
-¿Desde cuándo le permito tutearme?- susurró a su oído con esa voz que sabía volvía loco al joven- ¿Tendré que enseñarle disciplina de nuevo?- cuestionó emocionándose ante la idea
-Yo…- al escuchar la duda en la voz de su amante se detuvo
-¿Qué sucede?
-Necesito decirle algo… Es, es importante- susurró Harry mirándole
-Puede esperar. Primero follar, después hablar- gruñó dispuesto a reiniciar sus caricias
-Te amo- soltó el ojiverde sin más, dejando al mayor perplejo- Sé que va contra sus reglas, pero no lo pude evitar- continuó explicándose deprisa
Severus Snape sintió el aire escapar de sus pulmones y la sangre helarse en su venas mientras asimilaba aquellas palabras… ¡Maldito mocoso! ¿Por qué? ¿Por qué tenía que arruinar lo que tenían?
-¡No! ¡No, no, no! ¡No!- era lo único que podía pensar el hombre aún congelado en el exterior
-Profesor…
-Váyase- susurró por fin, soltándole y haciendo que se levantara de su regazo. Se puso de pie dándole la espalda, intentando controlar la ola de emociones que le embargaban
-Profesor por favor, déjeme…
-¡Largo Potter!- siseó sintiendo el pánico apoderándose de él y casi filtrándose en su voz. El joven no podía amarlo, no debía, no con la guerra por venir, no siendo él un espía… Severus no podía permitirlo
-Pero…
-¿Qué esperaba?- le interrumpió con voz ácida y atacando como la serpiente que era- ¿Qué yo le confesaría mi amor y le juraría fidelidad eterna? ¡Por Merlín! Es tan patético Potter, esto era simple y llano sexo…
-Pero yo… Sev…- susurró acercándose mientras intentaba tomar sus manos
-¿Cómo podría yo amarle a usted?- siseó con desprecio- ¿Al hijo de la mujer que más amé? ¿Al hijo del hombre que más aborrecí?
-¿Qué?- murmuró el ojiverde incrédulo
-¿No lo entiende? ¡Fue usted un mero sustituto de ella! Y como adicional… ¿Se puede imaginar a su padre revolcándose en la tumba cada vez que yo me lo follaba?- susurró el pocionista mirándole a los ojos y se odió en cuanto las palabras abandonaron sus labios
-Es… eres un maldito- susurró Harry golpeándole el pecho, en un acto reflejo el profesor movió el antebrazo con demasiada fuerza para alejarle, golpeando al menor en el rostro y enviándole directo al suelo frío.
Nadie dijo nada, el ambiente pareció congelarse súbitamente, el joven ojiverde se llevó la mano a la mejilla y le miró con los ojos abiertos en sorpresa, las lágrimas corrían ahora libres por sus mejillas. Severus no supo que hacer, Harry le miraba desde el suelo, lo había golpeado… ¡Había golpeado a Harry! ¡SU Harry! ¿Qué carajos estaba haciendo? No se movió, ni siquiera recordó como respirar y entonces el moreno se levantó después de segundos que le habían parecido horas y salió corriendo cómo si huyera de la mismísima muerte.
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Los días transcurrían y Severus Snape no lograba conciliar el sueño, al igual que el resto del colegio no pudo evitar notar la repentina cercanía entre Harry Potter y Draco Malfoy, tampoco le era posible obviar la fiereza con la que Draco protegía al ojiverde y las miradas asesinas que lanzaba en su dirección evidenciaban que había sido él mismo el motivo de esa unión.
Esa tarde al igual que todas y cada una desde la noche en la que Harry Potter le confesó su amor, el espía de la luz se encerraba en su despacho y bebía hasta la inconsciencia o hasta que su elfina personal llegara y le arrebatara la botella furiosamente antes de obligarlo a ir a su cama, cama que le resultaba insulsa y fría al recordar las noches que tomó al buscador de Gryffindor una y otra vez.
Severus estaba desecho, aquella noche había deseado correr tras su amante e implorar perdón de rodillas pero no logro salir de su propio shock, además el joven tenía tanto por delante, era un alma demasiado pura e inocente a pesar de todo lo que había vivido, no debía amar a alguien tan roto como él y tal vez odiarle de nuevo sería la mejor solución.
-Yo también te amo mi pequeño- susurró a la nada
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Una botella se estrelló violentamente contra la pared del despacho del jefe de la honorable casa de Slytherin, mientras él hombre gritaba su frustración, aún insatisfecho tomó la mesa donde colocaba los trabajos por calificar y la volcó, pateó su librero y por último barrió con las manos las tan valiosísimas fotos que tenía sobre la chimenea mientras gritaba su dolor. El pelinegro se dejó caer al suelo llorando como hacía años no se lo permitía, sus sollozos llenaban la estancia mientras su mente luchaba contra los agridulces recuerdos.
-Harry, mi Harry- sollozó con fuerza aun recordando a su pequeño siendo besado por su joven ahijado frente a todo el alumnado, su llanto aumento aún más por el dolor que le estrujó el corazón al escuchar el claro “Si” que dijo el moreno cuando el Slytherin le pidió aceptara ser su novio
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Severus no podía soportarlo más, cada abrazo, beso o sonrisa que Harry le obsequiaba a su ahijado le destrozaba el alma. El pocionista odiaba la horrible sensación de celos que le carcomía desde el interior, podía ver como su pequeño era amado y mimado como él nunca se atrevió pero ers sobretodo consciente del brillo en aquellos ojos verdes cada que veía a su novio y eso era lo que más dolor le causaba: Harry se estaba enamorando de Draco
Esa tarde después de la clase con sus alumnos de nivel TIMOS de Slytherin y Gryffindor él tomó una decisión, la de dejar ir de una vez por todas al joven para que pudiera seguir con su vida, pero para ello debía sincerarse con él. Buscando cualquier pequeño pretexto impuso detención al joven moreno y ahora mismo se encontraba esperándole.
-Adelante- susurró permitiendo que el joven entrara a su despacho
-Buenas noches profesor- saludó Harry con voz neutra y evitando mirarle
-Buenas noches, tomé asiento por favor- dijo señalando la silla frente a su escritorio
Harry suspiró suavemente y tomó asiento sacando pergamino y tinta
-Eso no será necesario- se apresuró- Lo cité porque tenemos que discutir algo
-No tengo nada que discutir con usted…
-No necesitas hablar, tan sólo te pido que me escuches Harry- pidió en un suave susurró haciendo que el moreno le mirara con sorpresa- Soy un idiota y dije una sarta de estupideces de las cuales me arrepentí al instante, pero no reuní el valor para encararte hasta ahora. No voy a mentirte más, es cierto, inicié mi relación contigo por los motivos que dije, te usé en una infantil venganza…
-Por favor, no… - sollozó Harry
.Sin embargo- continuó ignorando la interrupción- Ni siquiera yo sé en que momento comencé amarte. Cuando me di cuenta ya estaba metido hasta el cuello, intenté mentirme a mi mismo por mucho tiempo pero la noche que confesaste tus sentimientos no pude continuar con mi farsa. Pero tú no te mereces a alguien tan roto y podrido como yo, eres demasiado bueno y puro para mí, nunca fue mi intención que te enamoraras de mí, así que al escucharte entre en pánico y dije todo eso porque fue lo único que se me ocurrió para alejarte de mí, pero nunca fue mi intención golpearte
-¿Por qué me dices esto ahora?- cuestionó el moreno con la mirada en el suelo, el mayor se hincó frente a él y tomó su barbilla para que le viera
-Porque se que amas a Draco Malfoy y él es justamente el amor que mereces- susurró con suavidad- Y para poder ser feliz con él necesitas dejarme ir a mí
-Idiota- sollozó Harry golpeando su pecho con fuerza- ¿No te importa lo que yo quiera?
-En realidad, es lo único que me interesa…
Y sin más el moreno le besó, tomaba su cabello con fuerza y sus labios le buscaban desesperados, Severus tomó sus mejillas con delicadeza y le besó con la misma necesidad que le carcomía desde dentro
-No puedo dejar de amarte- susurró el menor cuando se separaron- No importa cuánto me esfuerce, no puedo ser completamente feliz con Draco y eso no es justo para él
-Harry, yo no…
-Cállate- dijo poniendo la mano sobre sus labios- Tú eres todo lo que quiero y necesito, así que ahora hazme el amor por favor
Se besaron de nueva cuenta y Severus cargó al joven hasta sus habitaciones donde se dedicó a amarlo como nunca antes.
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-No sé qué decirte Severus- susurró Lucius Malfoy sosteniendo aún el contrato de esponsales que le acababan de entregar
-Podrías cruciarme hasta el olvido…
-Deseo hacerlo- le interrumpió- Eres tú la razón por la que mi hijo está destrozado, MI hijo, al que te confíe a TÍ para cuidar y amar en caso de faltarle algún día.
-¿Draco te ha contado?
-No, pero tiene buenos amigos. Blaise Zabini me ha escrito sobre su estado emocional. ¡Todo maldito Slytherin lo sabe!
-Era de esperarse, es más que evidente que me odia, ahora se niega a hablar conmigo- susurró el ojinegro sin poder ocultar su dolor
-Debiste pensar en eso antes de volver a acostarte con su novio- siseó el de mirada color plata
-Lucius…
-¡Ya lo sé! Es amor, lo sé y de verdad me alegraría de que por fin encontraras a alguien de no ser porque Draco está de por medio, pero admito que tal vez esto sea lo mejor para ellos
-¿Por qué?
-El chico te ama ¿Qué habría pasado si no te sinceras? Tomando en cuenta la intensidad de los sentimientos de Draco, si ellos hubiesen continuado tal vez habría terminado casado con mi hijo mientras suspiraba por ti…
-Lo lamento de verdad, hermano- murmuró mirándole mientras caminaba hacía el Flu
-Y yo, hermano…- contesté marchándose tras la llamarada verde, casi inmediatamente la puerta se abrió con violencia y un Harry Potter lloroso entró al despacho para aferrarse al pecho del mayor
-¿Qué sucedió?- cuestionó abrazándole con fuerza
-Me odia- lloró con fuerza
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Una semana después la escuela exclamó atónita al leer su ejemplar de El Profeta. Severus Snape sabía que sería cuestión de tiempo después de que Lucius registrara el contrato de esponsales. El pocionista observó a su prometido suspirar con tristeza y siguió su deprimida mirada para encontrarse con un Draco Malfoy destruido y su corazón se estrujó, estaba ganando a un marido pero perdía a su hijo y era la cosa más dolorosa que alguna vez habría experimentado.
FIN