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Los Clásicos de Gazette por urumelii

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Sucedió alguna vez en Tokio, en una ciudad que por sí sola podía llegar a ser mágica, sin embargo nadie de sus habitantes podría imaginarse lo que aquella noche representaría para tres personas en especial. Un encuentro que cambiaría para siempre sus vidas, el encuentro con un personaje que todos conocemos y que a veces, cuando crecemos, olvidamos que existe. 


 


Todo comenzó en una noche de marzo, cuando Kai, un chico de diecinueve años estaba parado sobre un pequeñísimo escenario apenas iluminado, en un pequeñísimo café y bar. Un lugar que aunque pequeño era relativamente famoso, por la oferta cultural, todos los viernes el dueño dejaba que varios artistas, escritores, poetas y algunos comediantes se subieran al escenario a relatar, contar o actuar algún material original. Kai, no sólo trabajaba en el café Atesaki como mesero, también tocaba la batería con la banda que se presentaba los sábados y en ocasiones especiales, como ese viernes, se subía al escenario a hacer lo que sabía hacer mejor: contar cuentos. 


 


Kai estudiaba literatura inglesa en la universidad y tenía un talento nato para contar historias, algunas de su propia creación y otras tomadas de algunos clásicos que transformaba en cuentos originales. Sobretodo, Kai contaba con singular maestría, cuentos de piratas, de viajes imposibles por recolectar tesoros, batallas con espadas an certeras que no sólo te hacían sentir que estabas ahí, también parecía que Kai las había vivido en carne propia. El lugar siempre estaba a abarrotar cuando Kai contaba una historia, que aunque te hiciera encogerte del terror o llorar de tristeza, siempre se caracterizaban por tener un final feliz y es que el chico no tenía corazón para hacer que todo terminara mal, quería aferrarse a que las cosas podían salir bien aunque fuera solo en sus cuentos. 


 


—Contar la historia de cómo Peter Pan le cortó la mano al capitán Hook, fue magnifico —le dijo Aoi a Kai, una vez que cerraron el lugar. Aoi también trabajaba como mesero en el bar y era su compañero de la universidad. Habían entablado amistad desde el principio y era su más grande admirador, él había sido el que lo había motivado a subirse al escenario desde un principio; a diferencia de Kai, Aoi no sólo era guitarrista, era un excelente poeta—. Una historia que todos conocemos, pero le diste un toque sorpresivo, es como si dijeras que Peter Pan lo hizo por jugar —abrió mucho los ojos. 


—Lo hizo por jugar —Uruha se unió a la conversación, el chico era compañero suyo de la universidad, sin embargo se dedicaba al análisis literario más que a la creación. Él no trabajaba en el café pero de vez en cuando los acompañaba con la guitarra y se quedaba a esperarlos hasta el cierre—. Peter Pan es un personaje sumamente complejo de la literatura, pero nadie nunca quiere hablar de eso —dijo en su usual tono arrogante.


Se encontraban los tres solos, el dueño se había ido y les había encargado el cierre a Aoi y a Kai, como muchas veces antes. Estaban limpiando la barra cuando la puerta del lugar se abrió, los tres voltearon para anunciar que el lugar se encontraba cerrado y no iban a atender a mas clientes, cuando notaron que no había nadie. 


—Debió ser solo el viento —dijo Aoi restándole importancia—. No digo que no sea complicado, pero es un libro para niños. La gente no quiere hablar de lo complejo que puede ser el temor a envejecer y a la muerte. 


Kai se echó a reír—. Racionalizar a Peter Pan, es lo único que nos faltaba para ser un trío de ñoños —limpió el último de los tarros colocándolo en su lugar—. Hay cosas de las que es mejor no hablar. 


—¿De qué hablas? Tú fuiste el que quiso contar una historia de él —reprochó Uruha comiendo los últimos edamames de botana—. Siempre he creído que tu especialidad son los piratas, pero hay cierto cariño en cómo hablas de Peter Pan. 


—Claro que no —se apresuró a decir Kai de forma contrariada—. Es solo otro personaje más. 


—Ouch —se escuchó una voz en el eco del bar, no había nadie pero la voz sonó bastante clara. 


Los tres se giraron buscando el origen del ruido, parecía que estaban solos hasta el momento en que Kai subió la vista al techo y lo vio, había un chico suspendido en el aire con una enorme sonrisa en el rostro. Lejos de sorprenderse Kai suspiró, sabía que no tardaría en aparecerse, pero no esperaba que llegara al bar y con sus dos amigos presentes. Aquello sería bastante raro, incluso para ellos. 


—Hola —Kai hizo una pausa prolongada captando la atención de Uruha y Aoi, quienes giraron a ver a quién se dirigía en el techo—. Hola de nuevo, Reita.


Aoi se echó hacia atrás, por el susto; sintió las manos de Uruha sostenerlo aunque no dijo nada veía el techo con la boca abierta. Supo que no estaba loco entonces, ambos estaban viendo a un chico volando y Kai parecía estar muy calmado al respecto. Finalmente el chico comenzó a descender de forma lenta, frente a ellos y Aoi pudo verlo. Era rubio y despeinado; vestía de negro con una simple camisa de tirantes con pantalones del mismo color y encima un chaleco con algunos estoperoles, tenía cintas de color negro amarradas en los antebrazos, pero probablemente lo más curioso de ese chico era la cinta que adornaba su cara y cubría por completo su nariz. Estaba sonriendo de forma insolente, mientras se plantaba en el piso, y ponía las manos sobre su cintura. 


—Que maneras de hablar de uno, me siento herido —dijo el chico rubio que no debía de tener más de veinte años—. Un personaje más —bufó. 


Kai alzó una ceja y se cruzó de hombros—. ¿Qué haces aquí? —Preguntó casi molesto. 


El chico chasqueó la lengua mientras recorría el lugar, mirando todo como si fuera algo nuevo para él—. Me sorprende que no sepas —dijo mirando a través de una de las sillas que ya se encontraban sobre la mesa—. Tienes algo mío ó me dirás que no la tienes. 


Aoi y Uruha observaban la conversación sin atreverse a decir algo, pero ambos permanecían muy juntos. En caso de necesitarse, ambos saltarían para ayudar a Kai, aunque parecía que pudiera ser al revés. Finalmente Aoi, se armó de valor para aclararse la garganta y llamar la atención de los otros dos, quienes parecían apenas reparar en su presencia. 


—¿Todo bien? —preguntó el pelinegro a Kai.


—Claro —dijo Kai alejando cualquier signo de molestia, sonrió ligeramente—. Lo siento, Aoi, Uruha, les presento a Reita —señaló al chico que seguía explorando el bar. Cuando escuchó su nombre se acercó a ellos con su enorme sonrisa, flotando ligeramente. 


—Kai —dijo Uruha cautelosamente, probablemente de los tres era el mas escéptico—. ¿Si puedes ver que el chico está volando, verdad? —Preguntó asustado. 


Reita estalló en una carcajada, meciéndose en el aire como si lo que hubiera dicho Uruha fuera lo más divertido que hubiera escuchado—. Ahora debería sentirme más ofendido —dijo finalmente—. Todas esas historias sobre mi y nunca les has dicho la verdad —rió acercándose a los otros dos—. Me llamo Reita, pero aquí todos me conocen como Peter Pan —sonrió poniendo las manos en la cintura. 


Los otros dos se giraron a Kai, quien solo alzó los hombros apologético.


—Eso… no tiene sentido, ¿cómo? —Trató de formular Aoi—. Peter Pan es un niño, el niño que nunca creció.


Reita suspiró, su sonrisa se desvaneció y dejó de flotar—. Sí, bueno, es una larga historia. Era un chico, sí. Sigo siendo joven y descubrí que veinte, es la mejor edad para saber que quieres ser joven para siempre y disfrutar un montón de cosas que un niño no puede —volvió a sonreír, flotando ligeramente—. Además, Neverland ayuda a que se te olviden los problemas de un adulto —dijo con orgullo—. En fin, Kai si eres tan amable de devolvérmela, me puedo ir —se dirigió al otro. 


Kai suspiró caminado hacia la barra—. Lo siento, chicos. Jamás me hubieran creído si se los hubiera contado; pero que mejor que lo vean por ustedes mismos para que sepan, ¿no? —Dijo nuevamente molesto, como si la presencia de Reita lo molestara e incluso le reprochara que sus amigos se hubieran enterado de su existencia. Abrió un cajón junto a la caja registradora, una sombra salió disparada de este. 


Aoi esperaba ver alguna criatura o un objeto extraño que acompañara la sombra, sin embargo, solo era una sombra que parecía desplazarse por todo el bar sin ningún control. En su conocimiento literario sabía que Peter Pan había perdido su sombra en algún punto del cuento y ahora, parecía que era lo que había sucedido, justo frente a sus ojos. Uruha parecía estar llegando a la misma conclusión, sus ojos no se despegaron ni un momento de la sombra, incluso cuando Reita se le abalanzó con rapidez, estrellándose contra la pared. 


—Esto ofende la lógica —dijo Aoi mientras veía al chico volar por todo el bar, tirando sillas y mesas tratando de agarrar su sombra. 


—Lo sé —contestó Kai—. Y se los hubiera dicho pero… —En ese momento Reita alcanzó a tomar por un pie a la sombra arrastrandola por fin hacia él, tratando de pegarla sin éxito. Kai giró los ojos sacando del cajón su mochila, la abrió y sacó un estuche de costura—. Tengo que coserla. 


Uruha se dejó caer en el banco sin poder creerlo—. Ahora me vas a decir que Kai es Wendy —dijo sin creerlo del todo. 


Kai lo miró como si estuviera loco—. Wendy —sonrió con nostalgia—. No, no soy ella. 


—Ella quisiera —dijo Reita aún sosteniendo la sombra. Kai lo miró severamente y el otro se echó a reír—. Era una buena amiga, es todo. La mejor… ouch —se quejó cuando Kai le pasó la aguja por el pie—. Esto nunca deja de ser doloroso, tiene que dejar de salir a buscarte —dijo enojado. 


Kai rió—. ¿Estás diciendo que por eso la encontré? Salió a buscarme —dijo metido en su labor, una vez más olvidando que sus amigos estaban ahí. 


—Contaste una historia sobre mí, otra vez. Supongo que no pudo resistirse, ouch, ¿podrías tener mas cuidado? —Reprochó como niño pequeño, Kai lo ignoró completamente—. En fin, es agradable escucharte contar historias, ahora que regrese a Neverland podré contarlas o podrías venir conmigo —dijo inocentemente. 


Kai giró los ojos sin dejar de ver el hilo y la aguja—. No —respondió tajantemente. 


—Espera —dijo Uruha captando la atención de los demás—. ¿Estás diciendo que se puede ir a Neverland? —se levantó y rodeó la barra verdaderamente interesado. 


Reita lo miró haciendo una mueca por el dolor de la aguja, pero sonrió de igual forma—. Por supuesto, ¿quieren ir? —Invitó casualmente. 


—No —respondió Kai, ignorando la expresión de emoción que sus amigos demostraban—. Dijiste que tomarías tu sombra y te irías —dijo severamente. 


—Vamos Kai, ¿te volviste loco? Es una oportunidad única —Aoi se acercó a ellos sin dar crédito a lo que sucedía. 


Kai se mordió el labio—. Chicos, lo entiendo, pero Neverland no es lo que ustedes creen que es, no es la tierra maravillosa que ponen en los cuentos y más cuando ya no eres un niño, quien ignora todos los peligros que pueden haber —explicó rompiendo el hilo y terminando de coser. 


—Claro que no es como en los cuentos —añadió Reita levántandose y dando saltitos para comprobar que la sombra lo siguiera—. Es mejor —aseguró—. Además muchas cosas han cambiado a como la recuerdas, Kai. 


Aoi y Uruha miraron al mencionado impresionados. 


—¿Has estado en Nerverland? —Preguntó Uruha.


—Por supuesto que sí, ¿de dónde crees que…


—Basta —interrumpió Kai—. Quieren ir, está bien vayan. Son adultos, pueden hacerlo. ¿Me oíste, Reita? Adultos —sentenció—. Yo no quiero tener nada que ver —se levantó y caminó hacia la barra.


El rubio no dijo nada, se limitó a ver a Kai moverse tratando de ignorar su presencia. Los otros dos no quisieron insistir, probablemente no era buena idea irse con Reita, sin Kai, en especial cuando era mas que obvio que los chicos se conocían de antes. 


—No entiendo como es que te rehusas a venir —dijo Reita finalmente—. Los chicos te extrañan y no te estoy pidiendo que te quedes, podrían ser dos días. Tus amigos podrían conocer Neverland y regresarían el lunes listos para su clase.


Las luces parpadearon en ese momento haciendo que Reita sonriera y Kai se volteara una vez más con cara de espanto. 


—¿Qué hace aquí? —Preguntó Kai horrorizado. 


—No esperabas que viniera solo, ¿verdad? Un chico no puede andas solo por ahi sin su hadade compañía —Reita contestó volviendo a elevarse del piso y haciendo como que se mecía en una hamaca imaginaria.


—¿Hada? —Dijo Uruha—. Pero si no existen las…


—¡Shhhhhh! —gritaron Kai y Reita al mismo tiempo.


Las luces volvieron a parpadear y finalmente la puerta se abrió, un chico de estatura baja de cabello color rubio entró. Estaba vestido de forma alegórica con mucho maquillaje y unas grandes franjas negras pintadas en el cuello, tenía una mueca dibujada en el rostro mientras avanzaba. Aquello no era lo vistoso del chico, ni siquiera los grandes zapatos que utilizaba, si no las finas alas que sobresalían de su espalda, alas muy parecidas a las de una libélula que tenían patrones complicados de color negro y azul tornasol a verde.


—Cada vez que alguien dice esa barbaridad, un hada cae muerta —dijo el recién llegado con voz profunda—. Yo que tú cuidaría mis palabras —advirtió entrando. Miró a Reita con cierto embelesamiento—. Recuperaste tu sombra —dijo con cierta emoción. 


Reita asintió señalando a Kai—. La cosió y ahora estamos organizando nuestro viaje a Neverland —dijo con seguridad. 


El chico cambió su expresión rápidamente, no parecía contento con la noticia—. ¿Quieres ir? —se dirigió a Kai con cierto desprecio en la voz.


—Hola Ruki, encantado de verte —Kai sonrió sinceramente, el otro solo giró los ojos—. Y como le decía a Reita, no creo que sea buena idea. 


—Es un hada —interrumpió Uruha—. De verdad es una —rodeó a Ruki con asombro—. Todo lo que se dice es cierto, ¿verdad? Las sirenas —Reita asintió—, los piratas —volvió a asentir—, los nativos, las hadas, las nubes. No puedo creer que no quieras ir, Kai —vio a su amigo casi rogándole con los ojos—. Podemos ir solo este fin de semana, no tenemos porque ponernos en riesgo, sólo vamos a conocer y nos quedamos quietos, no nos enfrentaremos a nadie o haremos algo peligroso. 


—Vamos Kai —dijo Aoi apoyando a su amigo castaño—. No podemos ir sin ti. 


Reita sonreía en el fondo, sabiendo que el chico no podría negarse ante los ruegos de sus amigos, Ruki permaneció con los brazos cruzados viendo la escena con aburrimiento. 


—De acuerdo —dijo Kai finalmente—. Solo no digan que no se los advertí —suspiró. 


Los otros dos celebraron entusiasmados hasta que Uruha pareció caer en cuenta de algo—. Espera —dijo—. ¿Cómo llegaremos? Para volar se necesitan pensamientos felices y polvos de hada. 


—Y como adulto es muy difícil tener pensamientos felices —dijo Reita entendiendo a lo que el chico se refería—. La razón por la que pocos pueden ir a Neverland de grandes es porque no son capaces de entender que en Neverland no hay pensamientos tristes. Si piensas en algo malo, lo único que tienes que hacer es contrarrestarlo con Neverland —explicó caminando hacia ellos—. Si te preocupa no llegar a tiempo, piensa que en Neverland no importa. Si piensas que no puedes volver, en Neverland podrás hacerlo. Es el escape perfecto donde no hay preocupaciones —se elevó—. No hay mal que Neverland no solucione. En cuanto al polvo de hadas —tomó a Ruki del brazo—. ¿Me ayudas?


El chico rodó los ojos y en menos de un segundo su cuerpo se hizo muy pequeño, tan pequeño como un raton o un ave, dejando una estela de polvo brillante a su paso. Voló sobre Aoi, Uruha y finalmente sobre Kai. No se molestó en regresar a un tamaño más grande, se quedó cerca del oído de Reita donde le murmuró algo que hizo al otro reír pero que no compartió con los demás. 


—Sexo —dijo Aoi riendo y de pronto su cuerpo se elevó hasta el techo. 


—Que seres tan simples somos los hombres —reprochó Uruha, pero en ese momento sus pies se despegaron del suelo—. Es increíble —sonrió. 


—La cosa es que volar te pone tan feliz que es más fácil mantenerte en el aire —dijo Reita también volando a su lado. Después se dirigió a Kai quien los miraba con los brazos cruzados aunque tenía un ligera sonrisa en el rostro—. ¿Te acuerdas cómo hacerlo? —le preguntó. 


Kai amplió su sonrisa y poco a poco su cuerpo se elevó del piso—. Segunda estrella a la derecha —dijo suspirando. 


—Hasta el amanecer —contestó Reita y con esto salió disparado del bar en una ráfaga. 


—Solo síganlo —le indicó Kai a Aoi y Uruha. Parecía moverse con mucha soltura estando en el aire, como si lo hubiera hecho durante toda su vida. 


Atravesaron Tokio volando, tratando de no hacer ruido, pero simplemente resultó imposible. Era demasiado estar en el cielo y no gritar de emoción, a veces los pensamientos podían irse a lugares extraños como pensar que era imposible estar volando o pensar en un miedo a la altura a la que estaban, sin embargo, tanto Aoi y Uruha combatieron estos pensamientos como Reita les había dicho, pensar en Neverland parecía incluso elevarlos más y si todo fallaba, Kai aparecía y contaba alguna clase de chiste para distraerlos. Reita revoloteaba de vez en cuando a su alrededor, siempre con Ruki en tamaño miniatura a su lado. Fuera de esto no parecía prestarles mucha atención mas que a Kai a quien no podía evitar mirar de reojo cada tanto. 


Para Uruha el concepto de volar hasta el amanecer le pareció bastante abstracto, bien podrían estar horas volando y aunque volar no representaba ningún esfuerzo físico, se preguntó si realmente estarían mas de doce horas en el aire. Sin embargo, en eso estaba cuando pensó que se estrellaría contra una estrella, nunca había visto una tan de cerca, la ciudad se había perdido hacía varias horas en lo más bajo y la estrella parecía alcanzable con solo estirar el brazo. Cuando esto pasó sintió que atravesó un enorme velo de tela muy gruesa; Reita y Kai habían entrado sin problemas, Aoi pareció haber dudado un poco pero finalmente entró, Uruha no quiso pensarlo, solo lo hizo y se deslumbró al notarse en otro lugar. 


Atrás habían dejado la noche, sin haber estado realmente toda la noche viajando, de pronto se encontraban en otro cielo. Un enorme cielo azul con nubes blancas y rosadas; no era nada parecido a lo que había conocido antes. No se parecía a nada, a medida que la luz parecía desplazarse frente a Reita, como si esta respondiera a él y a su movimiento. Finalmente, le rubio se recostó sobre una gran nube mientras la luz del sol continuaba iluminando una enorme isla rodeada de un mar que se hacía más azul a medida que los rayos  parecían desplazarse. 


Detrás de ellos se levantaban enormes montañas cubiertas de nieve y por debajo un larguísimo bosque de un verde tan intenso que Uruha juraba que estaba soñando, pues el brillo de los colores era simplemente irreal. Se sintió inseguro al poner los pies sobre la nube en la que Resta se había recostado, las nubes por muy esponjosas que se vieran, no eran sólidas, excepto que en Neverland parecían serlo, como seda debajo de sus pies.  Él y sus amigos también se recostaron en la nube que parecía recibirlos como una gran cama de algodón. Cuando por fin se asomó abajo abrió la boca con sorpresa. Debajo de ellos se encontraba un enorme barco, tan grande que parecía una casa; alcanzaba. Distinguir que estaba hecho de madera, sin embargo la madera se veía tan bien cuidada y lisa a pesar de ser un barco en el mar. Su color rojo brillaba imposiblemente a contra luz del azul del mar, Uruha podía notar con precisión los adornos dorados de los mástiles y algunas cuerdas. 


—El Jolly Roger —anunció Kai mientras Reina veía por un catalejo, lo que estaba ocurriendo en cubierta—. El mítico barco del no tan mítico Capitán Hook —dijo como si el capitán fuera una burla. Incluso soltó una risita al decirlo. Había algo diferente en Kai, parecía que su expresión había cambiado en cuanto entraron en Neverland, se veía mas calmado, risueño incluso, veía el barco con cierta expectativa y sus preocupaciones parecían haber desaparecido. 


Kai se asomó para ver lo que ocurría en el barco cuando Reina le dio un fuerte empujón lejos de él, una bala de cañón pasó entre ellos, la fuerza con la que pasó la bala y su cercanía fue suficiente para mandar a Kai por los aires. 


—¡Kai! —Gritó Reita dispuesto a seguirlo, cuando otra bala los atacó, Hook los había visto—. Ruki, asegúrate de que Kai llegue a salvo, yo me encargo de esto. 


—¿Qué? —Dijo Uruha sin saber qué hacer, cuando la tercera bala atravesó la nube haciendo que esta se desintegrara, el castaño trató de sostenerse pero lo único que alcanzó a agarrar fue el tobillo de Aoi quien apenas había logrado agarrar una esquina de la nube. Lamentablemente no fue suficiente y ambos comenzaron a caer. Los pensamientos felices eran un poco difícil de invocar mientras caían a toda velocidad con posibilidad de matarse. 


Reita tuvo que ignorar todo lo que pasaba y voló rápidamente hacia el barco para distraer a los cañones. No vio de inmediato entre tantos piratas que le gritaban de cosas o incluso le apuntaban con armas de fuego, pero entre más se acercaba pudo divisar la figura de Hook en el centro, tenía una mueca de desprecio en el rostro y los ojos tan azules que Reita sabía que no eran de fiar, pues estos se hacían rojos cuando mataba. En su mano derecha no había mano, si no un enorme garfio que utilizaba desde hacía tantos años cuando Reita había logrado cortarle la mano y se la había aventado a un enorme cocodrilo. Reita soltó una carcajada al recordar aquello, su risa inundó el Jolly Roger como un mal presagio. 


—¡Reita! —Gritó el capitán de barco—. Baja a enfrentarme, maldito cobarde. 


Reita volvió a reír—. ¿Me extrañaste? ¿Gackt? —Lo llamó por su nombre—. ¿Tanta falta le hago a tu miserable existencia? —sobrevoló el barco lo suficiente para que los demás se perdieran de vista y sin bajar a pelear, se marchó con los  gritos de Hook al fondo. 


 


Aoi estaba seguro que la caída los mataría, terminaría muerto de la peor manera posible y encima nadie sabría que pasó con ellos. Sin embargo, así como las nubes de Neverland eran sólidas, las caídas no eran tan desastrosas a medida que chocaban contra árboles que amortiguaban su descenso, se sorprendió al darse cuenta que realmente no dolía caer, hasta que ambos cayeron sobre la tierra mojada. Uruha cayó sobre él ahogando un grito, ambos se vieron fijamente antes de levantarse. 


No era un secreto para nadie que Aoi estaba perdido por Uruha, tal vez sólo para Uruha quien era una persona sumamente distraída, además que nunca había mostrado interés por el pelinegro, razón por la cual, Aoi nunca se había atrevido a decirle algo al respecto. Se limitaban a ser los mejores amigos, salir a fiestas, reír juntos, ver películas y todas esas cosas que Kai decía que ya los hacían una pareja, solo les faltaba esa parte romántica, pero Aoi era incapaz de decirle algo, no quería perderlo como amigo. 


—Volar después de esto, va a ser imposible —dijo Uruha sacudiéndose—. Lo primero que te dicen de las películas es que no deberíamos separarnos y fue lo primero que hicimos. ¿Ahora, qué?


—Caminamos hasta encontrarlos o que nos encuentren —resolvió Aoi olvidando todos los pensamientos románticos acerca de su amigo y caminando sin rumbo aparente seguido del castaño, sin embargo no caminaron por mucho tiempo antes de que alguien chocara contra ellos.


Era una chica de cabello negro y grandes ojos, vestía con poca ropa que parecía estar hecha de vegetación, tenía diseños complicados pintados en los brazos y cara, además de unas extrañas joyas que parecían jade y ónix alrededor de las muñecas y cuello. Era muy hermosa a ojos de Aoi, tenía bastante fuerza en la mirada y un enorme cuchillo que sostenía con fuerza. 


—Bueno, era obvio que no eran nativos americanos los que estaban en esta isla —dijo Uruha viendo la chica. 


—¿Son piratas o amigos? —preguntó la chica levantando el cuchillo. 


—Amigos —se apresuró a decir Aoi, colocándose entre ella y Uruha—. Definitivamente amigos, venimos con Reita pero nos perdimos en el camino. 


—Demuestralo —demandó la chica. 


—¿Cómo? —Continuó Aoi—. Solo puedo mostrarte a Kai —buscó en los bolsillos de su pantalón esperando no haber perdido el celular en el vuelo o la caída. Afortunadamente lo encontró en el fondo de su bolsillo. 


—¿Kai? —Dijo la chica dudosa—. Eso no es posible, Kai se fue, hace mucho —tenía un acento bastante fuerte y marcado pero que en ella se escuchaba bien. Aoi le enseñó la pantalla de su celular con una foto de los tres sonriendo después de una presentación de la banda. La chica miró la pantalla asombrada, probablemente pensando que era magia y no un aparato tecnológico—. Kai —dijo acariciando la pantalla—. Las cosas no han sido iguales desde que se fue. Mi nombre es Tiger Lily —se presentó al fin—. Los llevaré con Reita.


Aoi suspiró aliviado guardando su celular, había escuchado hablar de ella en la historia de Peter Pan, Tiger Lily era la princesa de la tribu, ella como Reita parecía haber crecido, pues en lugar de una niña era una chica de su edad que caminaba tan ágil y elegante por el bosque en el que se encontraba que Aoi pensó que indudablemente era de la realeza.


—Yo soy Aoi y él es Uruha —los presentó mientras caminaban sorteando ramas y raíces. Tiger Lily asintió sin mirarlos realmente—. ¿A qué te refieres con que Kai se fue? —se aventuró a preguntar, en realidad todo el viaje fuera de que era una locura, resultaba extraño como Reita y Kai se hablaban tan familiarmente, incluso se preguntó por qué hasta ese momento se le había hecho extraño y no en al estar en Tokio. Como si se le hubiera olvidado todo lo que tenía sentido hasta ese momento que ya no estaba cerca de Reita. 


Tiger Lily sonrió como si supiera algo que ellos no—. Kai, era un niño perdido —explicó calmadamente. Aoi y Uruha cruzaron miradas pero no se atrevieron a decir nada, dejaron que la chica continuara—. De esos que escogiera quedarse en Neverland después de que Wendy se fue, Kai y Reita siempre han estado juntos; Kai fue el primer niño que llegó después de Reita a Neverland. Sin embargo, hace algunos años dijo que quería irse, que quería crecer —se escandalizó—. ¿Te imaginas decirlo eso a Reita? Llovió por días, pensamos que nos íbamos a ahogar de tanta lluvia, hasta que por fin se calmó y los dos se fueron. Ese día Neverland cambió para siempre, empezamos a crecer, los niños perdidos, yo, los adultos envejecieron más; Hook estuvo a punto de marcharse pero el cocodrilo hacía guardia como si su hambre por él hubiese incrementado. El invierno cayó y no hubo más sol por mas de dos horas. Creímos que era el fin de Neverland, hasta que por fin un grupo de hadas con Ruki como líder decidieron ir a buscar a Reita —la chica cortaba ramas a su paso para hacer la caminata para los otros dos mas fácil—. Él regresó, más grande, ya no era un niño, tampoco nosotros. Pero Neverland tiene algo que te hace olvidar las preocupaciones y se refuerza cuando Reita está aquí. Pronto todo regresó a la normalidad, el tiempo volvió a detenerse, dejamos de crecer, de envejecer, salió el sol, había alegría para todos, excepto para Reita; Kai no volvió con él y era bastante obvio que lo extrañaba, hasta que le pidió a Neverland que lo hiciera olvidarlo, pero su sombra no olvidó —llegaron a un río por lo que tuvieron desviar su camino—. Dicen que su sombra se escapó a buscar a Kai, por meses Reita estuvo sin sombra, pero no es fácil andar por el mundo sin una, así que se fue a buscarla y ahora están aquí. Reina será feliz y él y Hook podrán reanudar su jueguito de matarse el uno al otro —terminó mirándolos.


Ninguno de los dos sabía qué decir, era una historia bastante triste, pero fantástica dentro de su propio mundo, sin embargo había algo que los preocupaba bastante.


—Reita dijo que solo estuviéramos el fin de semana, ¿realmente dejara ir a Kai? —Dijo Uruha temiendo la respuesta. 


—Cuando amas a alguien lo dejas ir —explicó Tiger Lily alzando los hombros. 


—Excepto que Pan es incapaz de amar, princesa —una voz dijo detrás de ellos. SE giraron bruscamente, un hombre bastante alto de ojos muy azules se encontraba frente a ellos, rodeado de piratas sucios y de aspecto espeluznante—. Es solo un chiquillo egoísta que busca su felicidad sobre la de los demás, pero que para mi suerte no puede dejar ir una noble batalla —sonrió viéndolos. 


—Gackt —dijo Tiger Lily con desprecio. 


—Podemos ahorrarnos todo el rodeo si me dices dónde encontrarlo —dijo Gackt viendo fijamente su garfio. 


Aoi tragó saliva, no importaba cuántas veces hubiera visto la película, las adaptaciones del capitán, pensara en lo ridículo que podía ser el personaje creado por Disney. Aquí, el capitán lucía temible, imponente, cruel incluso. Era un personaje que él y sus amigos solían discutir mucho, pues las historias de Kai estaban llenas de ese hombre, ahora entendía por qué. Pudo notar lo complicado que era ese hombre tan solo con verlo, lo misterioso y atemorizador que podía ser, pero al contrario de él, Uruha lo veía con cierto embelesamiento , como un misterio que podía descubrir si decía las palabras correctas. 


Para Uruha, cuya fascinación era el análisis, se encontraba frente a un sueño hecho realidad, incontables veces había hablado de Hook, gracias a Kai, la obra de Peter Pan se había vuelto una obsesión para él y ese capitán era su protagonista en ensayos y exposiciones. Sin quererlo realmente, dio un paso al frente, no estaba asustado.


—Amigos de Reita que me serán bastante útiles —dijo Gackt sin notar realmente que los otros dos no podían contener la sorpresa de tenerlo en frente. 


—Vete al diablo —escupió Tiger Lily arrojándose en su contra, pero ella sola contra una docena adecuada pistas era una batalla perdida. No tardaron mucho en someterlos y atarlos llevándolos a una pequeña balsa en el río que los conduciría a la cueva calavera. 


Entraron a una enorme cueva con un pequeño lago, donde por fin los dejaron caer, encadenándolos apenas con la cabeza afuera del agua. Los piratas paseaban de un lado al otro preparando algo, mientras Tiger Lily decía cosas en un idioma que ninguno de los tres dos entendía. 


—Nos va a matar —se lamentó Aoi finalmente. 


—Por supuesto que no —dijo Uruha mirándolo como si estuviera loco—. Nos necesita vivos para ponerle la trampa a Reita —dijo como si fuera obvio, aquello captó la atención de Gackt—. Cuando venga a tratar de salvarlo, hará una emboscada y lo atraparan. 


—Vaya, parece que mis planes son muy simples y cualquiera puede descifrarlos —dijo Gackt con desdén. 


Uruha lo miró entretenido—. No es eso, es que te conozco —dijo. 


Gackt rió mirando a los demás piratas que también rieron—. ¿Me conoces? Nunca me habías visto, es más, me eres completamente indiferente. ¿Cómo es que me conoces? —Lo retó. 


—Uru…—Aoi trató de advertir pero el otro no le hizo caso. 


—Eras miembro de la corte, de hecho, debo admitir que me sorprende que seas japonés —frunció el ceño—. Fuera de eso, eras un adulto que todos hemos conocido, aquel que siempre estuvo muy seguro de su futuro. Asististe a la universidad de Tokio, obviamente —dijo como si estuviera recitando un poema de memoria. Por su lado Gackt lo veía asombrado—. Y por un tiempo todo funcionó, las fiestas, los reconocimientos, pero entre más crecías te diste cuenta que había gente más joven u podía hacer lo que tú y mucho mejor. Supiste que lo nuevo siempre sustituye a lo viejo. Eso te asustó, pues eso significaba que no solo la gente terminaría por olvidarte, si no que pronto llegaría la muerte y tu pasarías inadvertido en la vida que te esmeraste por destacar. Te convertiste en pirata para robar la alegría de aquellos que te quitaron a ti la alegría, y descubriste que en Neverland tenías la oportunidad de vivir para siempre. Ser el villano y no ser olvidado, excepto por el pequeño detalle de Reita, el chiquillo que representa todo eso que a ti te molesta, la juventud que tu ya no tienes. Para colmo le dio tu mano al cocodrilo, quien terminó por tragarse un reloj, el paso del tiempo Hook, viene por ti como recordatorio de la inminente muerte a manos de lo nuevo contra lo viejo —terminó satisfecho. 


Aoi y Tiger Lily lo veían con la boca abierta, incluso los demás piratas habían dejado de hacer su trabajo para escuchar el análisis de Uruha. Gackt permaneció inmutable hasta que por fin sonrió. 


—Me agradas, desaten a este. Viene con nosotros —ordenó a los demás. 


Uruha puso cara de pánico mirando a Aoi—. Espera, no. Yo no quiero ir con ustedes —dijo asustado. 


—Comienzo a creer que serás una gran arma contra Pan —dijo y se fue hacia otro lado. 


—Aoi —dijo mientras le quitaban las cadenas—. No dejes que… —lo levantaron, pero sabía que poco podía hacer, estaban en serio peligro. Su única esperanza eran Reita y Kai. 


 


Hiroto miraba hacia el cielo en busca del regreso de Reita, el sol le había avisado de su retorno y no tardaría en aparecer volando con las nuevas noticias. Es decir, si había logrado ver a Kai y sobretodo recuperado su sombra. Sin embargo lo que vio fue un enorme pájaro que nada se parecía a Reita, se levantó buscando a varios de sus amigos para que les compartieran su opinión; no sabía qué hacer. 


—Bueno, podría no ser un pájaro —dijo Tora forzando la vista. 


—Entonces, ¿qué hacemos? —Preguntó Hiroto, cuando una pequeña hada se acercó a ellos volando a toda velocidad. 


En el momento que estuvo frente a ellos, recuperó un tamaño normal y cruzó los brazos. 


—Ruki —dijo Hiroto asombrado—. Y, ¿Reita? ¿Ya viste eso? —señaló al pájaro que se acercaba peligrosamente a ellos. 


Ruki no era malo, era un hada y las hadas tenían la debilidad de entregare solo a un sentimiento a la vez. En ese momento los celos eran el único sentimiento en Ruki, celos por Kai. Había sido Ruki quien había encontrado a Reita en su carrito cuando de niño se había asustado al escuchar a su padres hablando sobre lo que sería de grande, Ruki fue quien lo había traído a Neverland, siempre habían estado juntos hasta que Kai apareció en el mapa con sus sonrisas y su habilidad para cocinar. Al principio, cuando más niños comenzaron a llegar a Neverland, todo parecía ir muy bien, Kai era la mamá y Reita el papá, Ruki convivía con ellos y nunca se le hubiera ocurrido cambiar su modo de vida hasta que Wendy había aparecido con sus cuentos e historias del otro mundo. 


Wendy se había llevado a la mayoría de los niños perdidos y le había metido ideas horribles en la cabeza a Kai, quien finalmente había sucumbido y le había pedido a Reita que lo dejara marcharse a Tokio. Todo hubiera estado bien si Kai se hubiera ido solo, pero Reita se había ido con él y le había roto el corazón a Ruki. Tanto para nada, para que Kai lo hubiera convencido de irse. Le había costado muchísimo convencer a Reita de que volviera, demostrarle que sin él Neverland terminaría por morir y ahora, Kai parecía de nuevo. Tan solo el pensamiento hacia a Ruki rabiar, si el chico pensaba que podía hacer con Reita lo que quisiera, estaba muy equivocado, Ruki lo defendería, así tuviera que tomar medidas desesperadas. 


—Es un enemigo —dijo Ruki finalmente—. Reita me pidió que les dijera que acabaran con él antes de que llegara a tierra —soltó. 


Hiroto y los demás chicos lo miraron asombrados pero una orden de Reita, era una orden. Así que ninguno dudó en sacar su arco y su flecha para disparar dispuestos a derribar al enorme pájaro. 


 


Kai estaba a punto de llegar al refugio que recordaba tan claramente como el agua cristalina de Neverland, no podía creer que había regresado a ese lugar que amaba tanto. No se había dado cuenta que lo extrañaba hasta que el aroma de la sal inundó sus sentidos, hasta que las nubes acariciaron su piel y cabalgó el viento como tenía años que no lo hacía. La sensación de su cuerpo volando, eso lo extrañaba siempre, pero había aprendido a vivir sin ella, ahora, mientras sobrevolaba el bosque se dio cuenta que nadie podía vivir sin volar. Sintió una punzada en el pecho, realmente había extrañado muchísimo Neverland y le dolió no poderse quedar, porque los niños tenían que crecer, se lo había dicho Wendy y él lo creía. Descendió al notar que sus pensamientos se estaban oscureciendo, trató de recobrar el vuelo cuando una flecha le rozó el brazo haciendo perder el control de su vuelo. Se giró a ver que pasaba, los niños perdidos le estaban disparando, trató de gritar que se detuvieran pero cayó antes de que pudiera. 


La caída fue estrepitosa y lo dejó inconsciente, los niños perdidos, que eran más jóvenes que niños se acercaron triunfantes ante su victoria, pero su cara palideció al darse cuenta que el chico que yacía inconsciente sobre el pasto no era ningún enemigo. 


—Es Kai —dijo Hiroto sin poder creerlo. 


—Kai, derribamos a Kai. Reita nos va a matar —dijo Shou asustado. 


No pudieron ponerse de acuerdo sobre qué hacer, no había rastro de Ruki y cuando Reita por fin llegó los chicos tuvieron que darle la noticia, de que como ellos creían, habían matado a Kai. EL rubio parecía que iba a matarlos, pero cuando se acercó al chico inconsciente supo qu eno estaba muerto. 


—Vaya recibimiento el de ustedes —dijo Reita sonriendo. 


—Es que Ruki dijo que…—trató d defenderse Hiroto


—¿Ruki? —Reita parecía molesto nuevamente—. ¿Dónde está? ¡Ruki! —lo llamó varias veces hasta que por fin el hada apareció con arrepentimiento en el rostro—. ¿Te pareció divertido?


Ruki lo miró triste, trató de hablar pero no pudo. 


—No puedo reestablecer Neverland si te sigues interponiendo —gritó—. Lo hago por nuestro bien, no por tus celos. ¡Vete! Quedas desterrado, a partir de ahora. 


—¿Qué? —Dijo Ruki sin poder creerlo— No lo hice a propósito. Tener a Kai aquí no hará que todo sea como antes, él no te quiere —se tapó la boca al darse cuenta que había llegado muy lejos


Todos se quedaron en silencio sabiendo que Ruki estaba en problemas. Reita se levantó para encarar al hada. 


—Vete —repitió—. No te quiero volver a ver. 


Ruki se aguantó las lagrimas, se encogió y salió volando dejando una estela de polvo de hada detrás de él. Reita suspiró regresando al cuerpo inerte de Kai, pensando qué hacer cuando Kai abrió los ojos, levántandose bruscamente. 


—Wow, no te muevas —Reita lo sostuvo y por primera vez en mucho tiempo, Kai no se quitó, se recargó ligeramente en el e pecho de otro, regularizando su respiración—. ¿Estás bien? —Le preguntó acariciando su cabello. 


Kai asintió sonriendo ante lo que había pasado, sabía que los niños perdidos no lo reconocerían pero le dispararon, fuera de enojarlo le causaba gracias. Así era en Neverland, un montón de chicos actuando más por instinto que por razón. 


—Debería matarlos a todos —amenazó Reita a los niños quienes se echaron para atrás. 


Kai se incorporó—. Claro que no, matarlos sería un regalo. El mejor castigo será ala medicina —dijo gritando recordando como Wendy los hacía tomar un tónico espantoso. 


Show se echó de rodillas—. Prefiero la muerte —cerró los ojos dramáticamente. 


—¡Kai! —Gritó finalmente Hiroto y se le echó encima. Todos los chicos recibieron a Kai de la misma manera, felices de que su pequeña familia estuviera reunidas aunque no fuera por completo. 


El castaño oscuro repasó entre todos los chicos y notó que sus amigos no estaban—. ¿Dónde están Aoi y Uruha? —Preguntó preocupado. 


—¿Quién? —Preguntó Reita verdaderamente curioso. 


—Mis amigos, tenemos que ir por ellos —señaló Kai molesto nuevamente. 


Reita giró los ojos, no estaba muy emocionado de ir por los amigos de Kai pero una aventura era una aventura. A su pesar, tuvieron que dejar a los niños perdidos atrás, mientras él y Kai volaban directo a la laguna de las sirenas, si alguien sabía que había pasado con los chicos, seguro las sirenas lo sabrían. Pero como todo en Neverland era engañoso, las sirenas no eran seres agradables, eran hermosas, sí, solo que su hermosura no se comparaba con su arrogancia y lo odiosas que podían llegar a ser. 


Kai recordaba aquello muy bien y como Reita era inmune a sus encantos, siempre pensó que era parte de lo que hacía al rubio especial, su despreocupación era tan inmensa que era inmune a las sirenas. Porque era incapaz de sentir, sin embargo en ese momento rodeado de chicas hermosas, Kai sintió esa punzada de celos que no sentía desde que vio a Wendy acercase a él por primera vez. Siempre pensó que Wendy era el verdadero amor de Reita, como si esa chiquilla pudiera haberlo hecho cambiar para bien, nunca se habían acercado como decían los cuentos, pero era una niña singular y diferente a los demás. 


Wendy había sido quien le había dicho a Kai que necesitaban crecer, que no importaba cuanto huyeran de eso, Reita solo se sentiría más solo. Tarde, Kai se había dado cuenta que el chico que mas quería en el mundo terminaría siendo como Hook si no hacía algo, por eso había insistido tanto en irse, no quería verlo convertirse en un témpano de hielo sin corazón. Pero Reita había escogido irse con él y jamás podrá negar que esos años en Tokio junto a él fueron los más maravillosa en su vida, mas que en Neverland. Las cosas buenas nunca duran para siempre y Reita se había ido, lo había abandonado, porque él era incapaz de amar, él solo podía amar a Neverland.


—Las sirenas dicen que están en la isla calavera, los capturaron junto a Tiger Lily —Reita regresó despertando de sus pensamientos—. ¿Estás bien? —Le preguntó al darse cuenta que parecía perdido. 


—¿Cómo logras ser inmune a sus encantos? —Preguntó señalando a las sirenas con la cabeza. 


Reita hizo una mueca tomando vuelo—. Es fácil, no tienen nada que me importe —se alzó de hombros volando hacia la isla con Kai detrás—. Hay otro detalle —dijo en cuanto aterrizaron sobre la cueva para poder planear su ataque—. Las sirenas dijeron que uno de los chicos está con los piratas y no es prisionero. 


—Uruha —dijo Kai sin pensar—. No puede mantener la boca cerrada —explicó mientras Reita lo miraba sin entender—. Tiene un crush literario con Hook, seguro lo impresionó. 


—Que asco —dijo Reita riendo. 


Kai no puedo evitar reír también. 


—¿Recuerdas cómo usar esto? —Se sacó al espada que llevaba colgada en la cintura. 


Kai miró la espada con nostalgia, había pasado mucho tiempo sin haber sostenido una, ¿cuánto tiempo había pasado desde las persecuciones y peleas contra Hook? ¿DE burlar piratas y robarles algo más que la cordura? Las fiestas con la tribu. 


—Como andar en bicicleta —dijo Kai tomando el arma. 


—Iré a distraerlos —dijo Reita—. Cuando veas la oportunidad entras, recuerda —se acercó mucho al rostro de Kai—. Gackt es mío. 


Kai giró los ojos pero no dijo nada. 


 


Gackt se había llevado a Uruha a quién sabe donde y tanto él como Tiger Lily comenzaban a titiritar de frío debido al agua helada del lago donde estaban metidos. Aoi estaba seguro que no tardarían mucho en sucumbir a la hipotermia o peor, ser ahogados; no estaba seguro si podía confiar realmente en que Reita vendría a rescatarlos, bien podría ser un psicopata muy alejado de los libros. Lo que no quería era desconfiar de Kai, sabía que podía aferrarse a la idea de que su amigo vendría por él, aunque dudaba que pudiera hacer mucho en contra de piratas; Kai no se caracterizaba por ser violento o aventurero. Al contrario era un chico tan tranquilo y amable que pensar en que había vivido en Neverland era casi absurdo. 


—Vamos a salir de esta —dijo Tiger Lily sonriendo—. Vendrá —aseguró. 


—Parece que tienes mucha confianza en Reita —Aoi no podía compartir esa seguridad. 


Tiger Lily suspiró—. Él es el alma de Neverland, el héroe y todo lo bueno de este lugar. Aunque muchas personas traten de entenderlo, no es posible. Él hace las cosas porque le nace hacerlas, no es egoísmo es justicia lo que corre por sus venas, porque ve las cosas como una aventura que merecer vivirse —explicó. En elemento en el que un grito se escuchó por toda la isla calavera. 


—¿Por qué están los prisioneros atados? —El grito de Gackt alertó a los piratas. 


—Pero usted dijo que… —trató de dir uno de ellos, aunque no podía ver a su capitán.


—No me importa, ustedes no saben hacer nada. Libérenlos de inmediato —ordenó con voz firme. 


Los piratas hicieron lo que les pidieron, aunque parecían bastante confundidos no podían contradecir las órdenes de sus superior o era capaz de matarlos. Tiger Lily sonrió de lado en cuanto zafaron sus cadenas y le indicó a Aoi que lo siguiera, hundiéndose en el agua. 


 


Gackt, el verdadero, estaba sentado frente a Uruha quien veía hacia todos lados sin saber qué hacer. Lo habían alejado y lo habían subido a la parte alta de la cueva donde después de matar a Reita, lo llevarían al Jolly Roger, o al menos eso había dicho. El castaño dudaba que el porta pudiera realizar tal hazaña pero también sabía que no podía retar a Gackt de tal forma sin que lograra su vida. Así que ahí estaba con las manos atadas y una copa de ron en la mano, de verdad los piratas no salían sin el licor. 


—Dime el secreto para matar a Pan —dijo Gackt tranquilamente. 


—No hay secreto —dijo Uruha con simpleza—. Él es el héroe, tu el villano, dentro de la narrativa, no puedes ganarle. Aunque esto es la vida real, tampoco conozco tanto a Reita —explicó. 


—Me conoces a mi —sus enormes ojos azules brillaron bajo la luz de la luna. La noche los había alcanzado después de tantas horas. 


Uruha se alzó de hombros—. Eres mi personaje favorito de los libros, no Reita —dijo sinceramente. 


—Si me dices, podrías quedarte con nosotros. Unirte a la tripulación del Jolly, te daría todo lo que quisieras —dijo sonriendo. 


—Capitán Hook, ¿está coqueteando conmigo? —La situación era de vida o muerte, pero a Uruha no dejaba de serle entretenido, como si Neverland borrara el miedo de sus sentidos y dejara solo la alegría de ser niño, la aventura y el no pensar bien las cosas. 


Gackt se recargó en su rodilla juntadose mucho al castaño—. Debo admitir que ser capitán es bastante solitario y nunca había conocido a nadie que pudiera leerme como tu lo hiciste —le hizo un mechón de cabello hacia atrás, Uruha se dejó hacer—. Tu compañía suena bastante interesante y no parece que tengas a alguien especial, por tu parte. 


Uruha abrió la boca para contestar pero no pudo, quiso decir que Aoi, pero no era así. Avi era el chico que le gustaba, estaba enamorado de él desde la primera vez que habían cruzado palabra, pero le asustaba tanto no ser correspondido que se obligaba a actuar indiferente frente a él, cada que el otro tenía una atención con él parecía desvanecerse en la nada, pues Aoi actuaba así con todos, a todos procuraba, a todos les sonreía y los hacía sentir igual que a él. Sabía que no era diferente para Aoi y se conformaba con ser su amigo. 


Antes de poder dar una respuesta un enorme grito los alertó, el mismo Capitán Hook parecía estar gritando, pero era imposible pues Gackt estaba frente a él. 


—La función va a empezar —dijo el capitán levantándose—. Piénsalo, el Jolly Roger podrá ser tu hogar — se perdió de vista. 


Segundos después Kai salió detrás de una roca—. Uruha, ¿estás bien? —le dijo acercándose a desatarlo. 


—Sí —contestó confundido—. ¿Viste eso? 


Kai asintió—. Espero que no estés considerando su oferta —dijo tranquilamente, no como si realmente lo fuera a juzgar por su decisión, si no que simplemente no era concebible. 


—No lo creo —contestó pensando en Aoi, no podía estar con nadie más mientras Aoi fuera parte de su vida. 


 


Reita estaba recostado sobre una roca imitando al Capitán Hook haciendo que los piratas hicieran toda clase de estupideces, mientras esperaba que los otros dos escaparan y el villano hiciera su aparición. No sabía a dónde habían ido la princesa y Aoi, pero confiaba en que Tiger Lily supiera moverse en el agua. Estaba tratando de no reír cuando una enorme sombra se posó frente a él. 


—¿Te diviertes? —Le preguntó Gackt mirándolo con sorna. 


—Presiento que me divertiré más ahora que llegaste —contestó. Ambos chocaron la espada comenzando a pelear sin anticipación. 


—Cobardes —gritó Hook entre estocadas—. Cierren las puertas. 


A la entrada de la isla, una enorme puerta de madera comenzó a caer, Aoi y Tiger Lily frenaron al no alcanzar a salir, la puerta cayendo frente a ellos. Localizaron la enorme rueda que tendrían que girar para lograr abrirla pero el lugar estaba infestado de piratas. Entonces, de la nada, Kai salió con Uruha, el primero blandiendo la espada con maestría y limpiando el lugar de piratas que caían al piso tras pelear con él. Tanto Reita, como Kai tenían una enorme ventaja sobre los demás, ambos se elevaban del piso con destreza y volaban por los aires. 


—Vamos —le dijo Aoi a Tiger Lily indicándole que debían avanzar a la rueda. 


Cuando lograron subir a la superficie fueron atacados por tres piratas, pero Tiger Lily logró defenderlos propinando patadas, el mismo Aoi soltó varios puñetazos a pesar que solo se había involucrado en dos peleas en su vida. El pelinegro notó entonces a Uruha quien permanecía detrás de Kai con asombro. 


—Nadie toque al castaño —gritó Hook sonriendo. 


Aoi no puedo creer lo que escuchó pero no había tiempo para pensar, un pirata había tomado a Tiger Lily y la arrastraba por la roca. Aoi sin pensar claramente, simplemente se le echó encima al pirata liberando a la princesa. La otra le sonrió al verse liberada del apuro. 


—¿No te cansas de hacer el ridículo? —Le dijo Reita a Gackt—. O simplemente quieres perder la otra mano —sonrió. 


—No esta vez, mocoso —Gackt le dio una estocada que Reita logró esquivar pero al memento de hacerse para atrás para hacerlo, una red salió disparada de un cañon—. Muere —la red lo atrapó y cayó al agua. 


Kai se giró al ver lo que había pasado—. Carajo —dijo tirando a otro pirata—. Rápido —tomó a Uruha del brazo y lo jaló—. ¡Salta! —lo arrojó directo a la balsa de los piratas que ya se encontraba vacía. El castaño cayó apenas de pie mientras conducía el pequeño barco a la salida, donde Aoi y Tiger Lily trataban de girar la rueda. 


Kai por su parte voló directo a Hook, sin importarle la rivalidad absurda entre el capitán y Reita, soltó una estocada para hacer que el capitán se retirara. 


—¡Kai! —Gritó asombrado Gackt al verlo, resistiendo el ataque sin problemas—. Qué gusto tenerte en Neverland —dijo con verdadero encanto—. Así que finalmente has vuelto. 


—De paso nada mas, me temo —siguieron peleando. 


Aoi empujó con toda su fuerza pero la rueda no se movía, hasta que Tiger Lily le puso la mano sobre la suya para ayudarlo. Finalmente, la princesa le soltó un ligero beso en la mejilla, el pelinegro no supo si fue su mente o el mismo efecto de Neverland pero el gesto lo había llenado de energía y movió la rueda como si fuera una pelota de playa. Seguido de esto, ambos saltaron a la balsa, Aoi ignorando olímpicamente a Uruha. 


—Falta Reita —gritó Aoi a Kai mientras la balsa avanzaba para sacarlos de ahí. 


—Confía en él —contestó Kai dando una vuelta y alejándose de Hook quien al no poder echarse al gua se quedó ahí parado. Kai voló directo a la balsa—. No puedes vencer a Reita —le dijo sonriendo y como si hubiera sido un aviso, la figura del chico rubio salió del agua sonriendo.


—Vas a necesitar mas que eso para vencerme, bacalao —lo retó mientras volaba hacia los demás—. Nos veremos, pronto. 


Gackt iba a seguirlo cuando el sonido de un reloj invadió la cueva. De inmediato, todos los piratas se dirigieron a su capitán, quien puso una cara de pánico, el cocodrilo se acercaba y rápido; tenía que salir de ahí, había perdido una vez más. 


 


El festejo del rescate de la princesa de la tribu, obviamente sería en su territorio, donde los nativos celebraban con un gran festín y música de tambores y divinas flautas. Los niños perdidos se habían reunido con ellos y presentado finalmente ante Uruha y Aoi. Aprovecharon el festejo para darle la bienvenida a Kai, quien se reía junto a ellos, en su extraña reunión familiar, Reita era el centro de la fiesta, con sus grandes gritos y la interpretación de la batalla librada hacía apenas unas horas.  


Todo era diversión y alegría, todo excepto para el corazón de Uruha, quien no podía quitar los ojos de la forma en la que Tiger Lily tocaba a Aoi y éste le devolvía los gestos de una forma que parecía mas intima de lo que jamas lo había tocado a él. No quería sentirse celoso, ellos no eran nada, pero no podía evitarlo, aquel se suponía que sería un viaje emocionante, no un lugar donde Aoi conocería a una chica. Aunque él también había conocido a alguien, ¿no contaban algunas historias alternativas que Hook era bueno? Solo un pirata incomprendido, vuelto loco por el miedo a morir. No quiso seguir pensando, quería olvidarse de todo eso de los sentimientos, aunque fuera un rato y la respuesta pareció llegar cuando uno de los niños perdidos le tendió un arco par que jugaran. 


Kai terminó por alejarse del festejo, no pudo evitar notar que Reita hacía lo mismo y deliberadamente comenzó a seguirlo, el otro plenamente consciente lo guió al bosque, a un claro que ambos conocían a la perfección, al hogar de las hadas. Ellas también parecían estar festejando contra Gackt, había una delicada música hecha por arpas y guitarras, las luces de su estela iluminaban la noche de forma mágica. 


Reita le sonrió haciendo una reverencia exagerada y lo sacó a bailar. Kai sonrió y recibido el gesto, ambos dando vueltas al ritmo de la suave melodía. Podía sentir el corazón de Reita latiendo junto al suyo, como hacia tantos años que no ocurría, se mecían de un lado al otro muy juntos, casi abrazados.


—Te he extrañado —dijo Reita frunciendo un poco el ceño. 


A Kai no le gustaba admitirlo, pero él también lo había extrañado horrores. 


—Neverland te ha extrañado —continuó el rubio—. Todo parece más vivo cuando estás aquí. 


—Tal vez, es solo tu impresión —aseguró Kai con un deje de tristeza. Fascinado por la cercanía entre ambos, podía ser casi un adulto pero el castaño oscuro jamás había besado a nadie, ni salido con nadie, después de todo su corazón solo latía por el chico que ahora lo sostenía en brazos, aunque este fuera incapaz de sentir lo mismo. 


—Mi impresión es que todo es perfecto a tu lado —dijo el rubio. 


 


Gackt veía el espectáculo a lo lejos, sin er visto y sin ser escuchado, no podía creer lo que estaba viendo, por muchos años había escuchado los murmullos en todo Neverland, como Reita no tenía sentimientos, todos sabían que no le gustaba y los sentía como un estorbo. Un niño es así, cuando no es capaz de comprender lo que siente, piensa que no los necesita, pero REita había crecido, tal vez unos años pero lo suficiente para que su habilidad de demostrar sentimientos fueran mas legibles ante el capitán, quien aunque no lo había visto antes, ahora estaba seguro. Kai sentía algo por Reita y era probable que el otro le correspondiera. Lo cuál era verdaderamente triste, incluso Reita dentro de su infinito egoísmo había sido capaz de encontrar a alguien que se preocupara por él, mientras Gackt seguía solo. 


Una carga que tenía a cuestas, como adulto sabía lo que era la soledad, el peso que cargaba con tal de acabar con Reita, siempre se decía que lograría acabar con él y después tendría tiempo para todo lo demás, parecía que nadie pudiera entender lo solitario que era ser un capitán. 


—Tal vez soy patético —dijo en voz alta. 


—Tal vez —le contestó un murmullo. 


Al girarse vio una pequeña hada sentada, admirando el mismo horroroso espectáculo que él. Ruki veía con ojos desconsolados a los otros dos mientras bailaban. 


—Ruki —dijo Gackt entendiendo la situación, leyendo los celos del hada a la perfección—. Por supuesto, después de todo lo que has hecho por él, solo tiene ojos para Kai.


Ruki suspiró y asintió.


—¿Siempre? —Preguntó tratando de no sonar invasivo, no podía creer que las respuestas para acabar con Reita siempre estuvieron ahí pero nunca se había dado cuenta. 


Ruki volvió a asentir limpiando las diminutas lagrimas que caían de sus ojos. 


—Que cruel —dijo Gackt mas serio—. No te preocupes, yo te voy a ayudar —le aseguró—. Podemos deshacernos de Kai, juntos —sonrió atrapando la atención del otro, quien asintió cegado por los celos. 


Gackt se levantó aun sin ser visto, caminando dispuesto a volver al barco cuando escuchó a un chico llorar, no podía creer que su suerte hubiera cambiado tanto al notar Uruha recargado en un árbol tratando de tranquilizarse. Su expresión era inconfundible, sufría de corazón roto. 


—Vaya, parece que mientras todos tienen algo que celebrar, como pocos los que realmente sentimos lo que es la tristeza de la derrota —dijo Gackt acercándose al castaño. El deber de un capitán era estar al tanto de todo y él lo estaba, se había dado cuenta de las miradas que ese chico cruzaba con el pelinegro, y era real cuando se vio deslumbrado por el desplante de conocimiento sobre él mismo que Uruha había demostrado. No había mentido al ofrecerle el barco y la vida de piratería, aunque sabía que el otro no aceptaría, ahí estaba solo llorando, tan vulnerable y hermoso. 


Uruha levantó la vista y se limpió las lagrimas—. No es nada —dijo restándole importancia. 


—Suficiente para que no quieras estar con los demás. 


—No deberías de estar aquí. 


—Neverland ofrece muchos hermosos paisajes —dijo sonriendo—. Justo como tú. 


Uruha rodeó los ojos pero sonrió ligeramente. 


—Quien te haga llorar así, no te merece —aseguró Gackt—. La oferta sigue en pie —le tendió una mano. 


El castaño la tomó sin pensarlo mucho. 


 


Kai dio otra vuelta en los brazos de Reita, se habían perdido solo los dos, ni siquiera se habían dado cuenta que la música había cesado. Finalmente, el rubio lo acercó por la cintura y recargó su cabeza en el hombro de Kai, suspirando casi con dolor. Ambos descendieron de nuevo al bosque, sin separarse. 


—Ya no me dejes Kai, no puedo soportar estar lejos de ti —dijo sin verlo—. Incluso mi sombra sale a buscarte, sabiendo que mi corazón te extraña —no se atrevía a verlo. 


Kai cerró los ojos  queriendo que lo que el rubio decía fuera verdad, que no fuera un capricho de un niño malcriado. 


—Tengo que crecer —dijo rápidamente. 


—¿Por qué quieres seguir creciendo? —Reita se alejó—. ¿No es suficiente? Miranos, somos jóvenes, ya no somos niños —dijo con dolor. 


—Y así se supone que debe de ser Reita, tenemos que aprender cosas, vivir cosas. 


—¿Qué mas quieres vivir que Neverland no te ofrezca?


—Todo, quiero aprender a sentir. Neverland jamás podría ofrecerme eso si siempre que estoy aquí me olvido hasta de mi nombre, por ti —explicó. 


—¿Por qué lo dices como si fuera algo malo? —Gritó Reita—. ¿Qué tiene que te olvides de todo por mi?


Kai se estaba desesperando, jamás había podido explicarle lo que sentía por él, pues cada vez que el amor salía al tema, Reita lo evitaba o comenzaba a hablar mal de él, decía que no lo necesitaba y lo hacía sentir débil pues traía muchas complicaciones en su cerebro que lo harían olvidar como volar. Así era todo con el legendario Peter Pan, el niño que se rehusaba a crecer y tenía que olvidar cómo sentir, eso era precisamente de lo que había tratado de salvarlo, pero había regresado a Neverland, sabiendo que toda esa isla valía mas para Reita que el mismo Kai. 


—Porque tu no harías lo mismo por mi —dijo Kai en voz baja. 


Reita estalló en furia—-. Yo, yo crecí por ti Kai. Dime si eso es justo para ti —gritó. 


Kai ya estaba enojado—. Y te fuiste —le reclamó—. Regresaste a este lugar y me abandonaste, ¿recuerdas? —espetó—. Y ahora quieres que regrese como si nada, para eso me fui en un principio —no era cierto pero estaba tan enojado—. Para no tener que vivir bajo el gusto de lo que Reita Pan quiere para todos. Todo Neverland se mueve a tu consciencia y gusto, mientras los demás tenemos que aguantar tu maldito egocentrismo. Al final sí eres igual a Hook —el rubio se había quedado mudo—. Haz lo que quieras, siempre lo haces, pero yo no voy a estar a tu disposición, nunca más —se alejó hecho una furia. 


 


Aoi se había alejado del festejo porque Tiger Lily lo jaló de la muñeca separándolo de todos los demás, la chica lucía preciosa con sus complicadas pinturas en todo los brazos y cara, se había cambiado de ropa y ahora tenia un vestido de un solo hombro que bailaba cada que se movía, con luz propia. Su largo cabello negro le caía sobre la espalda, y parecía que tenía luces propias como adornos que Aoi pensó, eran luciérnagas. 


—Le pregunté a mi padre y dijo que sí —dijo emocionada cuando estuvieron lejos de los demás. 


—¿Qué? —Preguntó Aoi sin entender. 


—Que seas mi prometido, tontito. ¿Qué mas? —Preguntó emocionada.


Aoi se echó para atrás impresionado, la chica le gustaba, claro. No más que Uruha. Nadie más que Uruha, ahora se preguntaba si sus atenciones podían haberse malinterpretado durante la cena. En realidad si se ponía pensarlo bien, no había visto al castaño en toda la noche por estar platicando con la princesa, tal vez se había dejado apuntalar por la chica, pero aquello no significaba que podía corresponderla. 


—Oh —dijo Aoi sin saber qué más decir—. Yo…


—Pensé que Uruha era algo tuyo, pero durante la cena tu has estado conmigo —explicó como si fuera lo más lógico. 


El pelinegro entendió su error—. Tiger Lily, eres la chica más linda que he conocido en mi vida y créeme, eso ya es decir —dijo sinceramente—. La verdad es que no puedo ser tu prometido, por eso mismo que acabas de decir, estoy perdido por Uruha, solo que nunca se lo he dicho. 


Tiger Lily frunció el ceño—. ¿Por qué? Si el otro te ve con ojos soñadores —dijo sin entender. 


—¿Qué? Claro que no. 


La princesa rodó los ojos—. La única manera que perdonaré que no seas mi esposo, es si le declaras tu amor a Uruha. De otra forma le diré a mi padre que me rechazaste y te matará —dijo como si estuviera hablando del clima. 


Aoi abrió los ojos—. De acuerdo —dijo sinceramente, más por miedo que porque le entusiasmara declararse al otro. De hecho la muerte sonaba menos dolorosa. 


Trató de buscar a Uruha, pero no lo encontró por ningún lado, mientras más pasaba el tiempo menos rastro había del castaño y aquello comenzó a preocuparlo. Por lo que decidió buscar primero a Kai para avisarle que el chico no estaba. Sin embargo, solo encontró a Reita parado mirando a la nada, estaba ido. 


—¿Reita? —Llamó Aoi alzando la ceja. 


El otro lo miró de pronto, como si estuviera apenas despertando de un sueño. 


—¿Qué? —Dijo más tosco de lo que imaginó. 


Aoi hizo caso omiso de aquello—. No encuentro a Uruha —dijo finalmente. 


Reita frunció el ceño—. Seguro se fue, como Kai. Qué me importa —con eso se elevó dispuesto a irse, pero Aoi alcanzó a tomarlo del tobillo. Reita iba a pelear pero la mirada de seriedad de Aoi se lo impidió, eso era lo que odiaba de los adultos tenían una manera de mirar que hacían a cualquier niño flaquear. Reita descendió y se cruzó de brazos. 


—¿Se pelearon? —Preguntó Aoi. 


Reita asintió—. Hay muchas cosas que no entiende y no se quiere quedar —espetó. 


—¿Qué no entiende? ¿Te molestaste en explicárselas? 


EL rubio lo miró con desgana—. No es así de sencillo —miró a otro lado.


Gritos comenzaron a escucharse en todos lados a medida que la tribu era atacada por piratas, Hook se había atrevido a hacer un golpe a plena noche, algo que jamas había hecho. Los chicos perdidos trataban de pelear contra los piratas a lado de los nativos, pero eran muchos más y lo piratas lo único que estaban haciendo era raptarlos, uno por uno. Lo cual lograron antes de que Aoi y Reita pudieran llegar. 


La voz de Hook estalló en todo el lugar—. Si quieres recuperar a tus amigos y a tu precioso Kai, te espero dentro de dos días al amanecer —se rió y desapareció. 


 


Gackt reía en el Jolly Roger, había sido una jugada bastante atrevida atacar así la tribu pero con el consejo de Ruki todo había salido bien, el hada le había dado indicaciones precisas de cuáles eran las debilidades de cada quien y además le había dicho donde se encontraba el anhelado escondite de Reita, lo que le había permitido entrar a dejarle un regalo especial. Y hubiera salido mejor si el hada no se hubiera arrepentido de ayudarlo y hubiera tratado de huir, ahora estaba encerrado en el vidrio de una lampara, mirándolo como si quisiera matarlo. 


Uruha estaba sentado en una enorme silla de terciopelo frente al juego  de ajedrez—. No creo que sea muy bueno de tu parte haber hecho eso —dijo aburrido. Neverland comenzaba a hacer estrago en el castaño, haciendo olvidar de sus sentimientos, actuando como si siempre hubiera pertenecido a la tripulación. 


—Querido, es nuestra oportunidad de acabar con Pan. Después zarparemos a los siete mares —festejó—. No volverás a aburrirte —el castaño sonrió ligeramente y Gackt le dio un beso en la frente. 


—Además, no creo que Reita llegué siquiera a nuestra cita del amanecer. Le dejé una sorpresa, una bebida que pensará que es de Kai, pero en realidad es un veneno que se deshará de él en menos de lo que puedes decir Hook. No tardará encontrarla —sonrió. 


—Hook —dijo Uruha fascinado—. De acuerdo, no puedo esperar. 


Gackt le guiñó el ojo y salió del camarote principal para dar las debidas órdenes, Uruha siguió entretenido mirando su tablero de ajedrez, cuando escuchó el golpeteo en la lampara, había pasado tan solo un día desde el asalto a la tribu pero hasta ese momento el hada se había puesto enérgicamente molesta. 


—¿Qué quieres? —Dijo el castaño aburrido.


Ruki lo miró ofendido—. Tienes que dejarme salir, tengo que advertirle a Reita —dijo desesperado. 


Uruha sonrió—. Claro que no voy a hacer eso —dijo tranquilamente. 


—No pensé que fueras de los malos —desafió Ruki. 


—Siempre lo he sido, soy un pirata, ¿qué esperabas? —Dijo divertido regresando a su asiento. 


—No eres un pirata —gritó Ruki—. ¡Eres un maldito estudiante de literatura! —Aquello pareció causar un efecto en Uruha, pero no lo suficiente para hacerlo recordar—. Estudiabas en Tokio, con Kai y con —se mordió el labio deseando haber puesto más atención—. ¡Aoi! 


Con eso Uruha levantó la vista cambiando el semblante—. Aoi —dijo en un suspiro recordando como el chico le había roto el corazón. No queriendo recordar. 


—¿Eso significa que lo quieres matar? —Gritó Ruki—. ¡Porque eso es lo que Gackt va a hacer, sino me dejas salir!


Uruha pareció debatirse hasta que por fin se levantó y abrió la lampara—. Date prisa, porque si se da cuenta que te deje salir —dijo rápidamente. 


Ruki asintió y salió volando, a sabiendas que Reita aún no tomaba el veneno, de ser así Neverland hubiera reaccionado. Lo que Ruki no sabía era que el rubio se encontraba con Aoi, ideando su mejor plan para atacar el Jolly Roger, el peliengro insistía en hacerlo antes, pero Reita le explicaba que lo había retado a un duelo, todos estarían bien, siempre y cuando el cumpliera con dicho duelo. 


El rubio odiaba toda la situación, quería ir él mismo a matar a Hook de una vez, peor no quería arriesgar a Kai así. Odiaba el momento en el que se habían peleado de esa forma, quería explicarle por qué no podía dejar Neverland, cómo Ruki lo había buscado desesperado pues de alguna forma el lugar estaba atado a él y que todas esas personas dependían de él, pero no había sabido ni por donde empezar. Tampoco aceptar que lo extrañaba horrores, que quería que se quedara a su lado a mantener en paz la isla. Todo le había salido al revés y ahora el chico había sido capturado por su peor enemigo. 


SAcó un pequeño frasco de su bolsillo, decía: “Propiedad de Kai, no beber”. Era lo único que había encontrado que era del castaño oscuro, lo había llevado consigo pero no quería beberlo, quería dejarlo intacto; pero le daba mucha curiosidad que era lo que Kai había metido en el frasco, seguro era mas de esa horrorosa medicina. Quería beberla, para tener algo de él aunque fuera. Lo destapó tranquilamente, mientras Aoi estaba atrás haciendo quien sabe qué. Se lo llevó a la boca cuando un destello luminoso se lo impidió. 


Ruki estaba frente a él tratando de impedir que se tomara el frasco, sin embargo REita trató de ahuyentarlo. 


—No lo bebas —gritaba el hada. 


Reita lo alejó con la mano y se llevó de nuevo el frasco la boca, pero antes de poder beberlo Ruki volvió a interponerse, bebiendo él mismo el contenido. 


—¡Ruki! —Llamó por fin la atención de Aoi quien se acercó a ver lo que ocurría. El chico, perdió toda su luz y caía estrepitosamente, hasta que Reita logró atraparlo—. ¿Qué demonios pasa? Estás muy frío —dijo verdaderamente asustado—. ¡Ruki! —volvió a llamar. 


—Veneno —fue todo lo que dijo el hada antes de perder el conocimiento. 


Reita se levantó sin poder creerlo, su corazón latiendo muy rápido. ¿Cómo no se le había ocurrido que el frasco podía no ser de Kai? Maldijo su impulsividad, su curiosidad de niño, un adulto jamás se hubiera fiado de eso y ahora Ruki estaba sufriendo las consecuencias. 


—¡Se está muriendo! —Gritó tan alto que el cielo estalló con un rayo. 


 


Gackt descendió al camarote de prisioneros, con elegancia y una gran sonrisa plasmada en su rostro, todos los chicos estaban amarrados, pero había uno en especial con el que quería hablar. Había dado mas pelea que los demás y se había rehusado a decir palabra, por lo que ahora bajaba a vanagloriarse de su casi victoria. 


—Kai —lo llamó. El chico estaba amarrado aparte de los demás y estaba en un rincón con una mirada desafiante—. Vamos, no me veas así. Tarde o temprano tenía que pasar, uno de los dos terminaría matando al otro, porque como dice Uruha, dependemos de la existencia del otro. Somos iguales. 


—Tu y Reita no tienen nada que ver —dijo Kai enojado. 


Gackt rió—. Ah, pero eso no fue lo que le dijiste la otra noche, ¿verdad? Es más le dijiste que éramos iguales, que te habías marchado por eso. ¿Sabes? Yo también estoy harto de que esta isla se gobierne con la voluntad de Pan. Y aunque me duela mucho que se destruya, no podemos hacer mas —dijo comprensivamente. 


Kai lo miró como si estuviera loco, pero Gackt parecía estar saboreando su confusión. 


—¿No sabías? —Fingió incredulidad—. ¿Que Neverland depende de Pan para sobrevivir? ¿Qué no te lo dijo Ruki el día en que fue desesperadamente a buscarlo para que regresara? —Kai  abrió mucho los ojos sin poder creer lo que escuchaba—. La isla se caía a pedazos mientras disfrutaba de sus años sabáticos a tu lado. 


—Claro que no —dijo Kai sin querer creerlo hasta que su mirada se dirigió a los chicos perdidos, quienes miraban al piso sin atreverse a verlo—. Por eso se fue —dijo entendiendo que no había sido por egoísta o porque no quisiera estar con él. Había sido por Neverland. 


—Lástima que aunque hizo todo ese esfuerzo de todas maneras se destruirá, es mas, si se hubiera quedado contigo, ahora no estaría —el cielo estalló con la fuerza de un rayo—: muerto. 


—¡No! —gritó Kai, pero el movimiento del barco debido a las olas le decía lo contrario. 


Neverland reaccionaba ante la ausencia de Reita, Gackt ordenó a los piratas a sacar a los chicos a la cubierta, para que todos pudieran apreciar la destrucción de Neverland. 


—Compañeros, un minuto de silencio por nuestro enemigo caído —dijo Gackt en voz alta sacándose el elaborado sombrero de plumas rojas. Pasado el minuto se lo volvió a colocar y anunció—. Partiremos cuanto antes. 


Los demás comenzaron a vitorear, mientras las lagrimas resbalaban por las mejillas de Kai, todo ese tiempo el egoísta había sido él, con miedo a que Reita se volviera un chico sin sentimientos, él mismo se había olvidad de los propios sentimientos del rubio. Ya era tarde, el cielo se había vuelto gris, con enormes nubes que amenazaban con una tormenta, el mar se revolvía con olas violentas y el frío parecía esparcirse por las montañas. 


 


—Ruki, no me dejes —suplicó Reita entre lágrimas—. Al final eres todo lo que tengo, lo que siempre he tenido. Mi familia, no me dejes. Debí haber creído en ti, creo en ti. Creo en las hadas —se levantó ligeramente mirando a Aoi, quien le había dado su espacio—. Creo en las hadas —repitió, si la isla reaccionaba ante él, debía poder juntar la esperanza y revivir a Ruki—. Creo en las hadas, creo en las hadas —cerró los ojos casi gritando. 


A los pocos minutos, Aoi repetía con él—. Creo en las hadas, creo en las hadas —gritaban los dos. 


 


—Ahora puedo matarlos, no hay razón para que se queden aquí —anunció Gackt a Kai—. Y comenzaré por ti, chiquillo molesto. 


Kai iba a responder pero todo lo que dijo fue—: Creo en las hadas —dijo primero en voz baja sin entender por qué lo había dicho y después dejándose llevar. Había una regla dorada entre Reita y él, siempre confiar y ya no iba romperla—. Creo en las hadas —repitió mas alto. 


—Creo en las hadas —gritó Hiroto. 


—Creo en las hadas —dijeron los demás.


—CREO EN LAS HADAS —gritó Kai sonriendo. 


Uruha quien miraba el mar a través de la diminuta ventana del camarote repetía con todas sus fuerzas—. Creo en las hadas —con los ojos cerrados. 


Pronto un enorme eco se hizo en toda la isla, sin tener idea de que la oración había llegado a todas partes incluido Tokio, donde los niños y jóvenes decían entre sueños: Creo en las hadas. 


 


Ruki movió ligeramente las alas, mientras su destello regresaba a la cara, en un parpadeo estaba de tamaño normal y Reita lo sostuvo, tanto Aoi como él continuaban repitiendo, pues Ruki no había despertado del todo, hasta que pasados varios minutos el chico abrió los ojos respirando profundamente. Reita lo abrazó sin vergüenza. 


—Ruki, estás vivo, perdoname —dijo rápidamente sin soltarlo. 


Ruki recibió el abrazo y suspiró moviendo las alas. Reita se separó con una gran sonrisa. 


—Tenemos que ir por los demás —dijo tranquilamente—. Con o sin etiqueta de caballero. 


 


Las nubes grises comenzaron a disiparse dejando ver el enorme cielo azul de estrellas y la luz de la luna, la marea del mar se calmó de nueva cuenta y el hielo parecía retroceder hacia la punta de las montañas. Aquello solo podía significar una cosa, Reita seguía vivo y aquello no podía enfurecer más a Gackt quien con un grito ronco, pidió a todos los piratas comenzar a movilizarse. 


—Si está vivo, lo haré desear la muerte —dijo tomando a Kai con fuerza—. ¡Coloquen la plancha!


Los piratas obedecieron de inmediato colocando una enorme tabla en la cubierta la cual sobresalía en el mar. Harían caminar por ahí a Kai y finalmente aventarse a una muerte segura. 


—Aunque me mates no podrás hacerlo caer —dijo Kai en el borde de la plancha. 


—Creo que en lo único que siempre has fallado mi querido Kai, es en darte cuenta que Pan solo tiene sentimientos por ti —Gackt hizo una mueca—. Ahora, salta. 


Kai no quería morir y mucho menos saltar pero no estaba muy seguro si Reita llegaría a tiempo, por mucho que quisiera confiar, hasta que escuchó el tintineo de las alas de Ruki. El chico no debía estar muy lejos, así que aguantando la respiración dio un salto. 


Los chicos perdidos comenzaron a gritar por él, pero el sonido del cuerpo al caer al agua nunca llegó. Gackt se asomó esperando ver el chapuzón, el mar estaba tan calando como siempre. 


—El cocodrilo se lo comería de inmediato —dijo uno de los piratas. 


—Claro —dijo Gackt restándole importancia—. El que sigue. 


Una figura se elevó sobre sus cabezas con Kai en sus brazos. Reita estaba en el barco, sonriendo ampliamente. 


—Tu eres el que sigue, Hook —dijo Reita rápidamente. 


—Maldito, ve acá y pelea como hombre —amenazó. 


Reita negó efusivamente, dejando a Kai sobre la cubierta—. Yo no soy un hombre, soy un chico —desafió sacando la espada. 


Por su parte Aoi había subido al barco sin ser visto, pues Reita había servido de distracción. Caminó hacia los chicos perdidos y comenzó a cortar sus ataduras con un cuchillo; así que en el momento en que Gackt y Reita se abalanzaron uno en contra del otro, los chicos pudieron hacer lo mismo contra el pequeño ejército de piratas. 


—¿Dónde está Uruha? —Preguntó Aoi tratando de esquivar los ataques. 


—En el camarote —respondió Ruki, quien en su tamaño grande peleaba contra los piratas—. Gackt también lo engañó y lo hizo un pirata. 


El pelinegro se horrorizó y salió corriendo hacia el camarote principal. Pensó que encontraría muchos piratas dentro o algún peligro desconocido, pero solo encontró a su castaño con un libro en la mano, leyendo sobre un diván de color rojo, parecía estar esperando a que la batalla terminara. 


—Uruha —lo llamó Aoi sin aliento. El castaño lo miró con aburrimiento como si no lo reconociera, tal vez había pasado demasiado tiempo alejado de ellos y Neverland comenzaba a causar su efecto, lo que fuera, no le importaba. Había pasado por demasiado ese fin de semana, había estado tan cerca de morir tantas veces que ahora le parecía absurdo no decirle sus sentimientos, no cuando podía perderlo para siempre entre los piratas de aquella enorme isla. Se acercó a él tomándolo por los brazos, ni bien el otro se había levantado—. ¿Me recuerdas? —Sin dejarlo contestar plantó sus labios contra los del castaño, dejándose envolver en su sabor. 


Al principio Uruha no respondió, parecía estar bastante asombrado, pero aquello labios lo fueron trayendo a la realidad, los recuerdos fluyeron en su cabeza con facilidad. La sonrisa de Aoi, su voz, como se sentía abrazarlo y ahora besarlo, como había sentido que el mundo se derrumbaba porque no le correspondía, aquello no podía estar pasando, a su vez se sentía tan real. Correspondió el beso haciendo mas profundo, rodeando el cuello del peligro, atrayéndolo con fuerza y miedo a perderlo. 


—Lo siento —le dijo cuando por fin se separaron—. Debí decírtelo antes, tu, tu me gustas. 


—¿Gustar? —Preguntó Uruha sin poder creerlo—. Aoi, yo te amo. Y yo a ti te gusto. 


Aoi suspiró aliviado—.  Me gustas, me encantas, te quiero, te amo —lo cargó ligeramente por la cintura y le dio vueltas. 


El estruendo de afuera lo hizo recordar que estaban en medio de una batalla, por lo que salieron a ayudar. Afuera era un caos de espadas, prisas y chicos peleando y en los cielos estaba Reita con Hook. 


—¿Cómo? —Preguntó Uruha sin poder creerlo. 


—Gackt tomó del polvo de Ruki y logró elevarse, pero Reita le lleva mucha ventaja en eso de volar —les explicó Hiroto. 


 


Reita volaba alrededor del Jolly Roger soltando carcajadas, no había forma en que Gackt le ganara en el aire. 


—No lo haces mal para ser un viejo horrendo —se burló mientras sus espadas chocaban y volvían a darse otra estocada. 


—Podré ser viejo, pero entiendo de la vida. Algo que es casi trágico que tu no —arremetió en su contra cerca de las cuerdas de las velas. 


—Nada es trágico sobre mi —aseguró Reita peleando con destreza.


Fue el turno de Gackt de reír—. Todo es trágico sobre ti. El Niño que no quería crecer y terminó creciendo, ¿para qué? —le soltó una estocada que alcanzó a darle en el brazo, lo cual aprovechó para tomarlo y torcerlo hacia su espalda—. De todas maneras tuviste que dejarlo —le señaló a Kai, quien peleaba ferozmente en compañía de Uruha y Aoi—. Todos haciendo historias fantásticas sobre tus aventuras con Wendy y aquí estuvo todo el tiempo el verdadero amor de tu vida, el chico que siempre creyó en ti. 


Reita sintió un golpe en el estómago que nada tenía que ver con los golpes de Gackt, no importaba cuanto quería ignorarlo, sus palabras lo herían más que la espada. ¿Por cuánto tiempo había tratado de ocultar sus sentimientos por Kai? Había sido Wendy la que le había dicho que podía darse cuenta del afecto que le pregonaba al castaño oscuro, se había rehusado en ese momento tanto que había renegado saber amar, cuando cada vez que la palabra amor era mencionada lo único que podía pensar era en Kai. 


—Y aún así, se quiso ir —dijo Gackt con veneno en la voz. 


Reita consideraba como el peor día de su vida, el día en que Kai le dijo que quería crecer, que no podía seguir quedándose en Neverland. Fue el día en que toda su vida se desmoronó y todo lo que creía que era maravilloso resultó ser una mentira. 


Gackt lo empujó tan fuerte que se estrelló contra el mástil principal, sintiendo como su espalda crujía por el golpe, de pronto no tenía ganas de seguir peleando, pues los recuerdos de ese día se arremolinaban en su cabeza, como un adulto atormentado. 


Había seguido a Kai con la esperanza de que se diera cuenta que ese lugar no era para ellos, y se encontró con todo eso de lo que trataba de huir, todo eso se volvía más tolerable si Kai estaba a su lado. Podía aguantar ir a la escuela si Kai lo ayudaba con las labores, podía aguantar sentir, si era Kai quien provocaba esos sentimientos, podía aguantar crecer si Kai lo acompañaba. Pero, Kai no quería acompañarlo, a él solo le preocupaba crecer, no él. Su corazón había estallado en mil pedazos cuando le había pedido que regresara con él y Kai se había rehusado. 


Neverland lo necesitaba para sobrevivir, pero él necesitaba a Kai para seguir viviendo y eso nunca sería posible. Otro golpe lo hizo perder la espada, otro más lo hizo caer en la cubierta, haciendo que todos se abrieran para admirar lo quemaba pasando. Dejaron de pelear al notar que había sido Reita quien había caído, Gackt aterrizó a su lado con la espada en su cuello. 


—Tu y yo somos iguales, Pan. Solos y condenados a no sentir —sentenció—. Te daré la muerte que mereces.


Subió la espada para dar la estocada, pero Kai se atravesó apenas. 


—Que lindo —se burló el capitán—. Es hora de que te despidas de tu querido Reita. Yo gané. 


Kai se giró a Reita, colocándose sobre él, el chico rubio parecía ido, ni siquiera parecía que pudiera escucharlo. 


—Rei —lo llamó con apenas un ruido y lagrimas resbalando por sus mejillas—. Lo siento, no sabía, ¿por qué no me dijiste que Neverland dependía de ti? Siempre pensé que me habías abandonado, tenía tanto miedo de que no supieras sentir, que me olvidé por completo de lo que yo sentía por ti. Te amo, Rei. Desde que éramos niños y cuidábamos a todos, te amé cuando fuimos a Tokio y no dejé de amarte aún cuando te fuiste. Te amo ahorita, Rei. Me quedaré contigo en Neverland, pero por favor reacciona —se acercó a él—. Hay algo que no te he dado y es tuyo, pensé que nunca te lo daría porque eso nos haría muy adultos, pero es tuyo —dijo rápidamente y antes de que Gackt pudiera moverse en su contra, Kai besó ligeramente los labios de Reita. 


Nadie se atrevió a moverse, sin embargo el ruido de la lluvia de estrellas empezó a llamar su atención. Kai sintió el jalón de Gackt para separarlo de Reita, pero era muy tarde el rubio parecía estar sonriendo. 


—¿De verdad te quedarías conmigo? —Dijo aún recostado. 


Kai sonrió ampliamente—. Tú creciste por mi, yo dejaría de crecer por ti —respondió. 


—No —dijo Gackt encajando su espada no en Reita, sino en el abdomen de Kai, haciendo que el otro abriera mucho los ojos. 


Reita se había levantado a la velocidad del rayo, tomó la muñeca de Gackt con fuerza renovada, nunca había sido tan fuerte, el beso de Kai parecía de alguna forma haberlo renovado. Miles de estrellas caían a su alrededor mientras él seguía sonriendo, despreocupado por la herida de Kai. 


—En esta isla se hace lo que yo quiero y yo quiero que te vayas —le dijo aventándolo por la cubierta. 


Gackt logró elevarse—. No, ya lo maté. Yo gané, no tienes nada Reita, nada —trató de sonreír, pero sintió que no podía mantenerse en el aire. Fue cuando lo vio o escuchó, el tic tac del reloj, el cocodrilo estaba ahí, rondando para poder comerlo. Trató de guardar su miedo y mantenerse en el aire, pero le fue difícil cuando Kai se levantó sacando la espada, parecía que la herida sanaba mágicamente, Neverland estaba curando al castaño oscuro. 


—Estás solo y morirás a manos de tu peor miedo —fue Uruha quien habló—. El tiempo. 


Gackt perdió todo pensamiento feliz y cayó, directo en las fauces del enorme cocodrilo. 


—¿Estás bien? —Preguntó Reita tomando a Kai por la cintura. El otro asintió echándose en sus brazos—. Te amo —suspiró en su oído. 


Kai sintió que el mundo se acomodaba a su alrededor, se dio cuenta que no necesitaba crecer o no crecer, una isla encantada o volar para ser feliz. Sólo a ese rubio insolente que ahora lo abrazaba fuertemente. 


Poco a poco los piratas se fueron aventando por la borda, como si tuvieran miedo de lo que Reita pudiera hacerles, aunque este no tuviera pensado en tomar represalias contra ninguno de ellos, con Hook muerto se sentía casi libre. 


—Tu contraparte murió, por eso te sientes así —dijo Uruha analizándolo—. Ahora, encuentra algo qué hacer o la falta de sentido podría volverte loco. 


—Tengo algunas cosas en mente —respondió mirando a Kai—. Esta isla necesita de nuestro cuidado. 


—Si bueno, yo creo que estoy listo para regresar a casa —dijo Aoi cruzándose de brazos—. Están invitados, siguiendo la tradición de Wendy Darling —le dijo a los chicos perdidos quienes lo miraron con los ojos brillando.


—¿Podemos? —Preguntó Hiroto a Reita y Kai. 


—Claro —contestó el rubio. 


—Tenemos que hacer lugar para los que lleguen —dijo Ruki con sarcasmo.


—Tu y yo —Reita lo miró sonriendo. 


—Tu y yo, siempre —aseguró Kai. 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


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