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~Misión Y Aprendizaje~ por Paxito

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Notas del fanfic:

POr que quería darle amor a mi Argol XD. Que mejor que Aioria para darle...amor. XD

 

Notas del capitulo:

Hay que darle amor a los silvers, y a Algol <3, aunque este medio mal de la cabeza XDDD

 Misión y Aprendizaje ~


Aioria se preguntaba, entre pujidos y suspiros, como había llegado a esto. ¿Cómo fue que Algol de Perseo estaba entre sus piernas  dándose el gran banquete? ¿Cómo fue que él - que siempre ha luchado en contenerse - estuviera ahora a merced de sus instintos más salvajes mientras acribillaba el trasero del caballero que se suponía debía guiar?.

La única respuesta fueron las risas de Algol, las cuales murieron por los gemidos que le siguieron. 

Unos días atrás, todo pintaba para ser diferente.

El patriarca le había designado como compañero un caballero de plata.  No era raro,  los silver saints eran quienes realizaban la mayor parte de las misiones al exterior. Pero para ello debían adquirir la suficiente experiencia en compañía de caballeros con más experiencia o de un rango superior. Fortalecer los lazos entre compañeros, trabajo en equipo como el gran ejército que empezaba a formarse en el santuario.

Aioria estaba emocionado. Generalmente realizaba las misiones de forma individual, no porque quisiera, sino que nadie quería hacer equipo con él. ”El hermano del traidor” era un título que aún le pesaba.

De haber tenido discípulos, Aioria seguramente habría sido un excelente maestro. Era justo, amable, fuerte y aveces, solo aveces paciente. Pero nunca  le fue designado ninguno y menos un compañero. Así que estaba muy entusiasmado en guiar aun nuevo caballero al camino de la justicia y la rectitud.  Por que, además, aquel era un caballero que apenas había obtenido su armadura. . ¿Qué clase de persona sería?.

Aioria se sintió bastante desconcertado cuando lo conoció. 

Aún siendo más jóven que Aioria, Algol de Perseo era mucho más alto y robusto que él. Y eso que el muchacho no pasaba de los 18 años. Además, para desconcierto del león dorado, la mirada del chico no era de un caballero que recién se integraba a la orden y que empezaba su camino como soldado, parecía más bien, alguien que ya llevaba muchos años en ese camino. 

一Nuestra misión consistirá en encontrar a los hombres que han estado traficando armaduras de Athena. Seguramente se trataran de saqueadores de tumbas que han tenido la buena suerte de encontrar un cloth enterrada .

Algol lo estaba ignorando. Caminaba de largo sin prestarle atención con un actitud bastante odiosa y prepotente.

一 Oye niño! será mejor que escuches. Oye!

Algol se detuvo, suspiró y giró el cuerpo hacia Aioria, brazos cruzados y gesto agrio en el rostro.

一 Leo. Toda esa información, ya me la sé, no tengo que volver a escucharla. No quiero perder el tiempo con información innecesaria. En resumen: robaron una armadura, y por lo tanto merecen ser castigados. La información sugiere que ahora deben estar en camino a America para venderla a los japoneses. Vámonos ya. 

Aioria iba a explicarle que, lo más probable es que esos hombres no sepan lo que tienen en manos, que esos hombres lo encontraron por error y que deberían de investigar antes de cualquier “castigo”. 

Pero Algol no parecía ser de los que escuchen explicaciones. Sino que era de los que ven el mundo en blanco o en negro.

Aioria definitivamente no se sentía a gusto con el chico. Que aparte de engreído, era demasiado serio y cerrado. Y es que no importara lo que hiciera,  aunque quería charlar y aconsejarle sobre lo que se tiene que hacer durante una misión, el chico no respondía a ninguna amabilidad.

“Si, si, ya lo sé” decía el chico.

Fue el peor vuelo del mundo. Largo, un niño pateaba su asiento, la comida era asquerosa y su compañero no hablaba sobre nada, solo leía. 

一 Después de la misión tendremos días libres para visitar el lugar. ¿qué opinas? podemos ir a visitar museos en NY. ¿Que te gusta hacer?.
一 Leer. 一 dijo tajante, alzando su libro, dando por terminada la plática.

Aioria gruñó.  Pero no se daría por vencido.

一 Qué te parece un trago al llegar a América…
一 No bebo.  一contestó apenas alzando la vista hacía él severamente - Y tú tampoco deberías.

Y el niño atrás seguía pateando el asiento. Y un bebé lloraba por que se había cagado. Y un pasajero de al lado se había vomitado. 

一Debería convertirlos a todos en piedra…一 murmuró Algol, malhumorado, y Aioria pensó que bromeaba. Pero no, realmente lo estaba contemplando seriamente.

La buena noticia, es que las cosas no podía empeorar.


O sí.
Al llegar a tierras norteamericanas  Algol fue detenido por poseer un pasaporte árabe. La paranoia de los yankis seguía presente a lo que, para ellos significaba terrorista, es decir la generalización de todos los árabes eran musulmanes y por lo tanto “explotaban”. 

Aioria temió lo peor, el chico estaba furioso. Pronto lo llevaron a un cuarto de  interrogación dentro del aeropuerto. El león buscaba una solución no violenta para sacar a su compañero del apuro hasta que  Algol  apareció a  su lado, con cara de fastidio.

一¿Tan rápido te han liberado?

Algol sonrió sin responderle, luego tiró a la unas cintas, las cuales destruyó antes. Antes de que Aioria preguntara algo,  sonó la alarma para incendios y todo se sumió en un completo caos.

Ya hospedados en un hotel, Aioria vio las noticias: varios policías había desaparecido y otros juraban que eran atacados por una plaga de serpientes.  La única pista que tenía, eran unas rocas en todo lugar. Una de ellas extrañamente tenía la cara de uno de los policías. Aparte, las cintas de seguridad habían desaparecido. 

一 Argol…¿que has hecho?….- Aioria regañó al joven árabe que se preparaba para ducharse, ajeno a lo que decían las noticias, como si eso fuera tan poca cosa para el como prestarle mínimo de su atención..

Por insistencia de Aioria, Algol respondió.

一Fue su culpa, insistían en abrir mi equipaje, insistían en que portaba una bomba ahí. Tsk. Yo les respondía que no tenía una bomba, les dije a esos renacuajos hijos de perra que no abrieran mis cosas por que no les iba a convenir. Fue su culpa. Los idiotas cavaron su propia tumba.

Aioria fruncía el ceño con cada cosa que Algol decía. El tipo era menos un santo de Athena, era un psicópata que  hablaba con veneno y desdén. Ese hombre estaba tan loco como Mascara de la Muerte, y no parecía sentir remordimientos en su actuar. ¿Cómo es que la armadura de perseo lo aceptaba? 

一 Que les hiciste Algol?.

一 ¿Yo? No hice nada. Les dije que no abrieran mi equipaje Y Medusa despertó de mal humor. Solo eso. 

El león gruño, apretó los labios. ¿Quien demonios se creía aquel crío?. Algol lo miró un rato fijamente y luego desapareció al interior del baño. El sonido del agua caer y de la tv de noticias fue lo único que se escuchaba. Cuando Algol salió de la ducha Aioria volvió  a hablar.

一 Dime Algol, cuando encontremos a los ladrones…¿que harías tú? 一 preguntó sombríamente sin perder detalle en los movimientos de Algol, quien solo tenía una toalla ennudada en la cintura y el cabello largo escurriendo, caminó hasta sentarse al borde la cama gemela opuesta a donde estaba Aioria. 一¿los matarás también?

Con la mirada fija en Aioria, perseo tardó en responder. El desprecio que sentía Aioria por el era mutuo. Pero justo ahora, perseo sentía que Aioria realmente lo odiaba. Lo cual, lo hizo sonreír. León visceral. 

一No los mataría 一 respondió con sinceridad. Aioria suspiró aliviado, quizá aún había salvación para el chico... pero Algol continuó hablando.- Primero les exprimiría toda la información que tuvieran, quizá les haga ver como empiezan a convertirse en piedra con lentitud y luego rompe sus dedos. No sé.  Les sacaré toda la información : donde han encontrado la armadura, por qué y quién era ese hombre tan interesado en adquirirla y luego los mataría. O no, quizá sólo les corte las manos.

Aioria se llevó una mano al rostro, sin creer lo que escuchaba. Ese crió tenía serios problemas mentales. Algol empezó a secar su cabello con la toalla que había tenido en la cintura. Así que ahora estaba completamente desnudo. Aioria desvió la vista rápidamente.

“Es un crío” se reprendió por verlo así.
“Un crió psicópata con cuerpo de dios…”

一 No! No vas a matar a nadie. Vamos a recuperar la armadura y nos largamos. ¿ENTENDIDO?. Es una orden de tu superior, Algol de Perseo.

Algol giró el cuerpo hacía Aioria, cruzó los brazos y torció la boca. 

一 Entendido. 一 aceptó sorprendentemente rápido 

Hubo un incomodo silencio entre ambos, las noticias seguían, el ruido del tráfico afuera resonaban lejanos. Por primera vez, Algol miró las noticias y suspiró.

一 Lamento eso... fue innecesariamente ruidoso. Nadie puede acercarse a mi armadura sin que despierte medusa y los petrifique. Debí preverlo.
 
一 ¿De verdad no fue aproposito?...一 preguntó el griego, sorprendido por el cambió de actitud del otro  一 Te creo, Algol perdón por ser tan duro contigo.

El árabe asintió,  tomó el control remoto y cambió de canal. Primero  a uno de música pop del momento. Algol en silencio lo veía y mostraba su desagrado. Cambió a otros canales de películas donde siempre los árabes hacen explotar las cosas.  Haciéndolo bufar.

一 No sabía que eras árabe, no lo pareces...por lo rubio…
一 ¿Que te digo? Mami se portó mal. 

Lo dijo tan serio, que Aioria tardó en comprender que ALgol había dicho un chiste. Mil años después rió con humor. 

一 Y tienes hermanos.
一 43.
一¿Que?.
一 Papi se porta bien 一 rió Algol, lanzando el control remoto a Aioria para volver a enfocarse en secar su cabellera rebelde y larga, levantándose de la cama para buscar un cepillo con tal de arreglar el desastre de cabello que tenía, y mientras lo hacía, completaba su respuesta 一 Mi padre tenía 7 esposas, cada uno con sus tantos hijos. 
一Oh vaya… 一 musitó Aioria, viendo el trasero al mocoso. Un trasero redondo, musculoso y sumamente apetitoso. Subiendo la mirada, Aioria notó un tatuaje que abarcaba su espalda:  una gorgona furiosa…一 y como fue como terminaste en el santuario?
一Los maté a todos..
一¿Que?! -
一No es cierto.

 Aioria ya no sabía cuando el chico hablaba en serio o en broma.  No había forma de saberlo puesto que Algol de nuevo se sumió en silencio. Así que ahora fue  Aioria quien empezaba a cambiar de canal de la televisión con tal de distraerse un poco. 

Y claro, tuvo que trabajarse la señal justo en el canal caliente en la hora más ardiente y explicita homosexual que mostraba toda clase de corridas faciales, posturas, fetiches y una orquesta de gemidos masculinos, femeninos y quiméricos. Aioria no pudo cambiarlo de inmediato por que de la impresión rompio el control remoto con su fuerza sobrehumana.

Algol veía todo en primera fila y quedó boquiabierto con la cantidad de penes erectos desfilando frente a el, con todo efectos 3D.

Nervioso de corromper más al niño psicópata de ALgol, pero ahora con sexo, Aioria apagó la tele con un “rayo relámpago” que terminó haciendo explotar la tv.  

La habitación se sumió en silencio. Y en humo. Y en risas nerviosas.

Con ayuda de Algol evitaron que las alarmas detectoras de humo se encendieran y lo metieran en más problemas. Pero más la incomodidad del silencio, hasta que Algol carraspeó. 

一No sabía que se pudiera hacer….tanto. 

Aioria no respondió. 

一¿Tu ya lo has hecho? 一 preguntó con fingida inocencia 
一No es de tu incumbencia.
一 Vaya, así que aún eres virgen...

Aioria enrojeció de vergüenza y de ira. NIngun niño de 17 iba a decirle que era virgen con ese tono de compasión de voz! Que le pasaba!. 

一 Claro que no soy virgen! perdi la virginidad a los 15! con mi mejor amigo! Fue genial!

一 Am. No te pedí tanta información - respondió Algol, abriendo la ventana para que saliera el humo restante. Estaba divertido por el sonrojo de su superior y su actitud apesar de que era mayor que el. 一 Pero ya que estamos en un viaje de aprendizaje, me gustaría aprender más.

Aioria no respondió, parpadeó unas veces antes de entrecerrar los ojos y comprender lo que Algol proponía.

一Aprender más, sobre qué?. 一 se hizo el tonto. Pero Algol caminó hacía donde estaba Aioria, sentando en su cama. Permanecía desnudo, gloriosamente en pelotas con aquel cuerpo musculoso y marcado. Aioria se relamía los labios.
一 Yo si soy virgen. 
一 Ah si?

Algol sonrió, se arrodillo frente a Aioria y con suavidad empezó a bajarle los pantalones. Algo muy sencillo puesto que Aioria se los había desabrochado desde antes, casi de forma inconsciente. O es que quizá no era tan “bueno” como todos pensaban. 

Aioria suposo que Perseo había mentido de nuevo, pues cuando empezó a lamer su pene que ya se encontraba erecto, supo que ese chico tenía más maestría de lo que un virginal jovencito pudiera tener. 

Se atrevería a decir que incluso lo superaba. Cosa que comprobó al sentirse en el cielo gracias a las atenciones entre sus piernas. 

Algol lo saboreaba lentamente, casi obsceno. No paró hasta que Aioria perdiera la calma, y fuera poseído por un demonio en celo.  ¿Cuándo fue la última vez? se preguntó. Tanto tiempo que ni lo recordaba. Ni con quien.  

Algol se sentó sobre la  erección del león, de frente, autopenetrandose con cierta facilidad mientras acomodaba sus piernas a cada costado de Aioria. Quería que lo viera gozar. El león buscó los labios de Algol con tal de borrarle aquella siniestra sonrisa autosuficiente que tanto le irritaba. 

Al principio parecía que el dueño de medusa tenía el control. Pues se movia zigzagueante, apretaba y se movía a voluntad mientras sentía la verga del león llenarlo por completo. Pero después fue Aioria quien lo sometió. Castigó sus gluteos con sonoras nalgadas que dejaron la mano marcada, jaloneó su cabello hacía él mientras lo montaba y lo obligaba a estar en cuatro para el. También lo arañó, lo mordisqueó y lo hizo gemir como loco. Fue tan fiera la sesión de sexo, que la cama se rompió junto a la lámpara de noche y las sábanas y almohadas fueron desgarradas como si lo hubiera hecho una bestia.

Y ni aún así, le borró su maldita sonrisa burlona.  

Exhaustos al final, compartieron la misma cama, la que no estaba destrozada. A Pesar de todo, durmieron abrazados. Aioria jugando con el largo cabello de Algol de forma cariñosa mientras el otro se quedaba dormido y babeando sobre el fornido pecho de su superior. 

La mañana siguiente se repitió la sesión y en la tarde también.

Cuando ambos se acordaron de la misión. Ya le habían vendido la armadura a Mitsumasa Kido. Y ambos coincidieron en decirle al patriarca que aquella no era sino una armadura samurai...y no una del santuario. 

一 Espero que hayas aprendido lo que se necesita para una misión, Perseo.
一 Así fue, su ilustrísima. Aprendí mucho gracias a Leo. Espero poder transmitir sus conocimientos a mis demás compañeros

Saga asintió, sin sospechar que clase de enseñanzas hablaba Algol

Notas finales:

perdon por las drogas sXDDD


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