Día 4: Parque de diversiones
Habían pasado muchas cosas en la vida de Charasuke, dejó de ser un pandillero y gracias a Menma reunió valor para seguir lo que en verdad lo apasionaba: la música. Uzumaki se había convertido en su único apoyo para un sueño que parecía completamente ridículo e inútil, en palabras de muchos conocidos suyos. Sin embargo, luego de mucho esfuerzo juntos y trabajo arduo logró el éxito que quería. El único problema fueron los sentimientos que crecieron a la par del éxito de su carrera. Después de mucho consultar con la almohada y de serias y profundas reflexiones por parte de Charasuke, creía estar listo para dar el siguiente paso.
―¿Dolerá mucho que me la meta por el ano? ―preguntó al aire estando completamente solo en su habitación―. Si yo soy el activo, no sufriré, pero si lo hago mal seguro me mata.
Dejando de lado las pervertidas reflexiones de Uchiha, si había algo de lo que estaba seguro era de que se enamoró de Menma. Eso estaba claro, aunque su mente “traviesa” se saltó la parte de la declaración y fue directo al “postre”. Empero, no tardó mucho en reconocer que para llegar a eso debía hacer las cosas bien y declararse como correspondía. Por lo cual empezó a planear su estrategia de la forma en la que iba a confesarse a su mejor amigo. Tenía entendido que el parque de diversiones era un lugar ideal para una declaración de amor, por el ambiente lleno de romance en la rueda de la fortuna. Así que lo fijo como objetivo para su proposición de noviazgo.
Decidido salió de su habitación y buscó a Uzumaki, la ventaja era que vivían juntos para comodidad de su trabajo en conjunto y porque su padre lo echó de la casa cuando eligió ser músico. Fue al estudio donde se la pasaba la mayor parte del tiempo y tal como esperaba, lo encontró trabajando. Estaba preparando la que sería su siguiente coreografía para el video musical que rodarían pronto. Menma al notar la presencia del otro dejó eso de lado para fijar su atención en el moreno parado frente a él y con un simple gesto que le indicó que hablara de una vez.
―Menma vamos a un parque de diversiones ―soltó de golpe Uchiha para no acobardarse de la invitación.
―¿Por qué? ―cuestionó el otro mirándolo desconfiado.
―Tú sólo di sí a todo lo que te pregunté ―ordenó Charasuke frunciendo el ceño.
―No me preguntaste nada ―señaló con obviedad.
―No importa, vamos ―insistió.
Los ojos azules lo miraron como si estuviera loco, pero aceptó para que dejara de molestar. Craso error. Charasuke siguió molestando con un sinfín de tonterías hasta el día de la salida. Todo el tiempo preguntándole qué le gustaba comer, su color favorito y hasta le preguntó de qué sabor prefería los preservativos. Lo último se llevó sus buenos golpes por impertinente y a pesar de todo eso Uchiha se veía radiante sólo por haber obtenido el sí de su amigo y futuro novio, ya que no pensaba tener un “no” por respuesta. Llegado el día ambos fueron al parque de diversiones desafiándose para ganar más premios que el otro, siendo Menma el vencedor por cinco peluches a dos.
―Mira la montaña rusa ―señaló Charasuke viendo el enorme juego mientras caminaban por el parque―. Dicen que es un juego muy aterrador ―comentó golpeándolo suavemente con el codo.
―Para gatitos miedosos como tú, seguro ―se burló Uzumaki jalando el cuello de la ropa de su amigo para apartarlo.
―No necesitas fingir conmigo, puedes pedirme que te proteja en ese juego ―dijo Charasuke con el labio temblando de molestia. ¡Él no era miedoso! Sin embargo, recordó que iba a declararse ese día―. Vayamos a la rueda de la fortuna.
―Qué aburrido ―comentó Menma mirando aquel lento juego―. Pero vamos, miedoso. Ya te asustó la montaña rusa.
―No lo hizo ―se defendió el otro con molestia―. ¡No soy cobarde! ―exclamó indignado.
―Pruébalo ―retó con sus ojos azules clavados en su rostro.
“Soy un idiota”. Pensó Charasuke a estar subido en la montaña rusa a la espera de que el juego iniciara. “Menma está a mi lado, así que me declararé de todas maneras”.
El juego inició lento hasta llegar a la cima, por lo cual Charasuke se apresuró a hablar. Tenían la puesta de sol de fondo y estaba en un sitio elevado, podía ser tan romántico como la rueda de la fortuna, ¿no?
―Menma ―llamó mirándolo fijamente mostrándose serio como nunca―. Hay algo que quiero decirte desde hace algún tiempo yo… ¡Ahhh! ―no logró terminar su frase antes de que la montaña rusa bajara a toda velocidad dando múltiples vueltas a alta velocidad.
Cuando al fin el recorrido terminó, Uzumaki se acercó a su mejor amigo para preguntarle que le intentó decir cuando estaban en lo más alto. Se acercó a él y lo sostuvo por los hombros.
―A ver, ¿qué querías decirme allá arriba? ―preguntó Menma teniendo el atardecer iluminando su rostro con un bello resplandor naranja.
―Yo quería decirte que… ―antes de terminar su frase Charasuke terminó vomitando en sus zapatos.
―Ya entiendo, con razón no querías subirte a este juego ―dijo Menma arrugando nariz con fastidio intentando no matarlo―. Tienes estómago débil.
―No, la verdad es que yo…
―No expliques nada nos vamos a casa ahora ―ordenó con cara de enojo al tener sus zapatos favoritos y parte de su pantalón sucios por el otro.
“Mierda. Mi oportunidad de la declaración perfecta y se me fue por la borda”. Pensó deprimido Uchiha. Sin embargo, no se rendiría, lograría su declaración de amor a como diera lugar… en cuanto el mundo dejara de darle vueltas y Menma le perdonara lo de sus zapatos.