Lo que nunca creyó llegar a ser, lo estaba haciendo.
Dejó a la mitad una misión. Corrió, apenas se quitó la parte de arriba del traje cuando nuevamente su intercomunicador vibra por el constante llamado de los chicos. Se fue vistiendo conforme avanzaba. Se pasó semáforos en rojo, esquivo peatones, bicicletas y camiones de carga, incluso rompió la cerca de la base.
Su moto quedó afuera del edifico donde vive. Subió las escaleras de dos en dos.
–¡Steve! –Un pequeño cuerpo se estampa contra sus piernas apenas arribó a su piso. –¡Lo siento, lo siento, perdóname, te juro que no fue mi intención!
El niño lloraba a caudales, los mocos de fuera, los ojos rojos de tanto lloriquear.
–Joshua, trata de tranquilizarte y dime qué sucedió. –Trato de tranquilizarlo, pero el niño suspiraba pesado, gemía quedito cuando intentaba expulsar el aire.
–Llegaste, lo lamento tanto Steve, sólo me distraje un momento y Joshua estaba en el suelo, Vella…
–Está bien Marta, sólo explíquenme, ¿sí? ¿Qué sucedió?
*
Anthony le ha sacado de la junta, estuvo a punto de perder los papeles ahí dentro. Todos regañándolo, exigiendo explicaciones. Si nunca se las dio a su madre en su momento, ¿por qué creían ellos que les daría una ahora? Estaba frustrado. Eran demasiados sentimientos en poco tiempo.
–¿Todo bien, cariño?
Steve se hundió en el asiento, no tenía cabeza para nada. El auto continuo su trayecto, paró en un restaurante, le siguió en automático. Ni cuenta se dio de lo que pidió, no escuchaba al moreno.
–…Y me voy a casar con mi secretaria.
–¿Qué?
–En serio Steve, como sigas ignorándome desintegrare tu traje y escudo, a ver con que vas a las misiones.
El soldado no le contesto, suspiro, se levantó y besó al moreno en la frente.
–Lo siento.
Salió de ahí.
¿Cómo estar cuando tu mejor amiga estaba en una maldita perrera?
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Repito, límites mald...
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Lo que nunca creyó llegar a ser, lo estaba haciendo.
Dejó a la mitad una misión. Corrió, apenas se quitó la parte de arriba del traje cuando nuevamente su intercomunicador vibra por el constante llamado de los chicos. Se fue vistiendo conforme avanzaba. Se pasó semáforos en rojo, esquivo peatones, bicicletas y camiones de carga, incluso rompió la cerca de la base.
Su moto quedó afuera del edifico donde vive. Subió las escaleras de dos en dos.
–¡Steve! –Un pequeño cuerpo se estampa contra sus piernas apenas arribó a su piso. –¡Lo siento, lo siento, perdóname, te juro que no fue mi intención!
El niño lloraba a caudales, los mocos de fuera, los ojos rojos de tanto lloriquear.
–Joshua, trata de tranquilizarte y dime qué sucedió. –Trato de tranquilizarlo, pero el niño suspiraba pesado, gemía quedito cuando intentaba expulsar el aire.
–Llegaste, lo lamento tanto Steve, sólo me distraje un momento y Joshua estaba en el suelo, Vella…
–Está bien Marta, sólo explíquenme, ¿sí? ¿Qué sucedió?
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Anthony le ha sacado de la junta, estuvo a punto de perder los papeles ahí dentro. Todos regañándolo, exigiendo explicaciones. Si nunca se las dio a su madre en su momento, ¿por qué creían ellos que les daría una ahora? Estaba frustrado. Eran demasiados sentimientos en poco tiempo.
–¿Todo bien, cariño?
Steve se hundió en el asiento, no tenía cabeza para nada. El auto continuo su trayecto, paró en un restaurante, le siguió en automático. Ni cuenta se dio de lo que pidió, no escuchaba al moreno.
–…Y me voy a casar con mi secretaria.
–¿Qué?
–En serio Steve, como sigas ignorándome desintegrare tu traje y escudo, a ver con que vas a las misiones.
El soldado no le contesto, suspiro, se levantó y besó al moreno en la frente.
–Lo siento.
Salió de ahí.
¿Cómo estar cuando tu mejor amiga estaba en una maldita perrera?