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Vella por aries_orion

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Las indicaciones eran claras, otra falta y sería sacrificada. Las leyes con los perros eran estrictas cuando eran razas grandes, más cuando se trataba del calibre de Vella, una mezcla de pastor alemán con labrador.

¿Cómo explicarles que sólo estaba defendiendo a su amigo de un ataque? ¿Acaso no sabían que los perros tenían manadas en los humanos?

Joshua, Marta y Steve eran la manada de Vella. Ellos le cuidaban, mimaban y paseaban, porque mientras Steve iba de misiones, Joshua le atendía bajo el ojo vigilante de Marta, pues aunque no pudieran costear a un cachorro propio, no significaba que no pudieran ayudar a su vecino en ello. Además, Steve estaba más tranquilo sabiendo que Vella no se quedaba sola en casa.

Agregando, un perrero les traía en la mira, no les dejaba ni salir. Siguiéndoles de cerca, esperando a que Vella hiciera algo para tomarla y llevársela. Así que el plan era simple, le enseñarían a Vella a ir a casa.

Ahí estaban, a cuatro manzanas retirados del edificio, Vella portaba su collar orgullosa, esperando las indicaciones de Steve. Ella piensa, es un juego.

–¿Lista Vella? –Ella ladra, se inclina sobre sus patas delanteras. Steve quita la correa. –Ve a casa, ¡ve a casa Vella!

Ella sale disparada, él le sigue.

–¡Lo hizo Steve, lo hizo!

Joshua la tiene entre sus brazos, acariciándola y felicitándola. Marta le da un pedazo de salchicha que recibe gustosa.

–Espero funcione.

Vella le ve, la bribona no sale de los brazos de Joshua, niega, le mimó demasiado.

 

*

Steve desliza un paquete de donas sobre la mesa de trabajo. Anthony detiene sus movimientos, le ve de lado, no se quita los lentes protectores. No dice nada y continúa su trabajo, la música está a todo volumen. Steve suspira, no sería fácil, pero algo lograría. Sube las escaleras y las vuelve a bajar poco después, ahora desliza una gran taza de café, con un poco de espuma y aire caliente saliendo.

Anthony repite la acción, pero no los toma, tampoco le dice algo. Steve resopla, con el hombre nada era fácil. Sonríe, una dona ya no está en la caja. Ve el taller, herramientas por ahí, autos por allá, sus robots ayudantes en otro lado y cientos y cientos de pedazos de metales, cosas extrañas y algunas mantas. Otra idea, corre escaleras arriba, se sube a su moto. Regresa dos horas después, desliza suavemente una bandeja con varias hamburguesas, papas y refrescos en lata.

–Lo que había en esa bandeja era importante Rogers.

El soldado calla, gira discretamente a donde ha dejado las cosas de la bandeja.

–¿Ya me hablas?

Bien, cambió de tema.

–¿Crees que con comida vas a hacer que olvide el abandono en el restaurante?

–¿Está funcionando?

Steve se acerca un poquito al moreno, quiere abrazarlo, contarle que posiblemente deberá mudarse de la ciudad, o que le dé permiso de mudarse ahí con ella.

–No. –Anthony se quita los protectores junto con los guantes, se gira recargando su cadera en la mesa, toma un paquete de papas. –Nada justifica tu poca atención y ni qué decir de la junta, si no es porque intervengo te ibas a puños con los chicos.

–Mal día.

–Así lo tengas de mierda no puedes ir… sabes que, olvídalo, no estás perdonado Rogers.

–En verdad lo siento Anthony, no tenía cabeza para nada, no era la mejor compañía en ese momento.

–No, no lo eras.

Otra papa fue a su boca, Steve no podía despegar la vista, tomaba la papa tan sutil, la llevaba a la boca con sensual obscenidad. ¿Continuar buscando el perdón o salir de ahí con media erección?

–Anthony, yo… amm…

Huir, dejar su poca dignidad intacta y huir.

–¿Vas a irte? ¿En serio? –Señaló la comida. –¿Qué no estabas buscando algo?, así no lo vas a conseguir soldado.

–Es que ya va anochecer y…

Huir, huir, debía irse de ahí, ya. Ahora.

–No, ni siquiera te haces una idea de lo que había planeado para esa cena. No, no lo haces.

Steve se detiene, a veces, sólo a veces, su curiosidad podía más y las palabras del moreno fueron acertadas al agitar el panal.

–¿Qué tenías planeado?

Anthony niega, un pedazo de hamburguesa se va a su boca, parece un pequeño hámster con las mejillas infladas por la comida. Steve muere de ternura, su corazón nada en amor y no puede hacer nada, no quiere hacerlo, en realidad, por detener su estúpido impulso de acercarse, tomar su cuello y  besarle.

Claro que no quiere… pero olvida que su cuerpo actúa primero antes de pensar cuando Anthony estaba cerca.

–Hamburguesa.

Es el sabor de sus labios.

 

Notas finales:

Siguiente.

^_^


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