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La salvación por La_Oscura_Reina_Angel

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  Capítulo 1: Recuerdos

 

El hermoso elfo rubio estaba atado a los cuatro postes de la destartalada cama. Aiwë había tenido razón cuando lo describió, era hermoso e imponente. Y a pesar de su rostro y cuerpo joven, los ojos azules hablaban de edad, como los de su padres, quizás cinco o seis milenios, en ellos.

 

-¿Quién eres?

 

Había preguntado el elfo rubio.

 

-Eso no importa.

 

Había respondido Elrohir. Y respirando hondo y armándose de valor, había obligado al hombre a tomar aquella extraña poción, que era un afrodisíaco. Luego lo había despojado de la ropa, hasta donde las ataduras del hombre se lo permitían. Se había despojado de su propia ropa y con su boca inexperta había atendido la virilidad del mayor para excitarlo, lo que fue fácil gracias al estimulante, luego se había ubicado sobe el elfo rubio y se había empalado de una sola vez.

 

Elrohir había gritado con toda su alma, ante tan horrible sensación y tan insoportable dolor. Pero a pesar del dolor, se movió sobre el elfo hasta que este se corrió en su interior. Elrohir percibió claramente la mirada de rabia del hombre al percatarse de que era virgen.

 

Luego de eso, dos elfos entraron, lo ayudaron a vestirse y a vestir al indignado rubio, y lo habían llevado con su hermano. Elladan lo había recibido con los brazos abiertos y lo había consolado, mientras Elrohir, sólo lloraba aferrado a su hermano. El rey Ayari había disfrutado de lo lindo al tener en sus manos las sábanas manchadas de sangre, la prueba de que el joven elfo de cabellos negros ya no era casto, como indicaban las tradiciones, y al otro día sería la ejecución, mientras tanto que sufrieran un poco esos dos gemelos de cabellos negros y ojos grises. Pero los dos elfos que lo habían ayudado a vestir, y que no eran otros que Luinmir y Mithmir, le dieron algunas hierbas para el dolor antes de emprender la huida.

 

***

 

Elrohir despertó de golpe de su pesadilla, y se dio cuenta de que había llorado, mientras soñaba con lo que había acontecido en lo último de su cautiverio. Elrohir se levantó aún descompuesto de la cama y se acercó tembloroso al balconcito de su habitación, donde se sentó en una de las sillas y observó en silencio la cascada, que caía en el hermoso valle de Imladris, su hogar. Respiró hondo y el olor de las plantas llegó a él, relajándolo gradualmente y aplacando el dolor que le producían los recuerdos de lo acontecido, hacía ya cinco meses.

 

Pero era algo que nunca podría olvidar, no porque el dulce Aiwë y dos de los trillizos habían tenido que huir y ahora vivían con ellos en Rivendel bajo el amparo del agradecido padre de los gemelos; no porque ya no fuera virgen, sino por el bebé que se gestaba en su interior. Un bebé de aquel misterioso elfo rubio. Elrohir se acarició distraídamente el abultado vientre de cinco meses ya, y miró a la luna, mientras recordaba el día en que se enteró de su estado.

 

***Flash Back***

 

Después de un viaje de dos meses, llegaron a Gondor el reino de su cuñado. Fue una sorpresa que Elrond estuviera ahí, y para el medio elfo fue un milagro, un regalo encontrarse a sus dos hijos gemelos, que venían acompañados por tres elfos pelirrojos. Todos lucían sucios y desaliñados, sobre todo Elrohir. Quien se había desmayado, presa del llanto en los brazos de su padre. Fue Elladan quien le contó a su padre todo lo que había pasado. Agradecido con Aiwë, Luinmir y Mithmir por salvar la vida de sus hijos, Elrond les ofreció refugio en Rivendel, y un hogar ahí.

 

Pero algo grande lo inquietaba, ninguno de sus dos hijos lo sabía, pero así como Arwen había sido agraciada con el don de la fertilidad, también lo habían sido ambos ¿Y si Elrohir, su pequeño, un niño aún para los elfos, había encargado? Elrohir aún no era mayor de edad, la mayoría de edad se alcanzaba a los 2000 años. Lo mejor sería volver pronto a Rivendel, donde lo podría cuidar mucho mejor.

 

En el camino a Rivendel, Elrohir estuvo débil, acometido por nauseas y mareos. Y en las tres semanas que tardaron en hacer escala en Lorien, donde unas águilas los llevaron más rápido hacia Rivendel, Elrond supo lo evidente: su hijo, su adorado pequeño estaba embarazado de aquel elfo desconocido. Lo difícil fue decírselo a Elrohir, había reaccionado furioso y desesperado, había destrozado su cuarto tirando todo contra las paredes en su furia, pateando todo objeto en su camino, cegado por las rabiosas lágrimas y al final había caído en los brazos de su padre, estremecido su cuerpo por el llanto, mientras decía una y otra vez.

 

-No lo quiero, no lo quiero tener.

 

Con el corazón destrozado Elrond se dispuso a practicarle un aborto a su hijo, pero gracias a los valar, después de una conversación con el pequeño Aiwë, la calma había llegado a Elrohir, quien había comprendido que su bebito no tenía la culpa de nada, y entre lágrimas le había pedido a Elrond que lo ayudara a tenerlo, que lo ayudara a ser un buen ada (papá), para su pequeño.

 

***Fin Flash Back***

 

Elrohir se acarició la pancita.

 

-Duerme tranquilo Cuil nin (Mi vida), tu ada, tus tíos y tu abuelo te protegen.

 

Le susurró Elrohir a la pequeña gotita que se movía en su interior y levantándose decidió ir donde su padre para pedirle algo para dormir sin esos sueños.

 

Su padre le dio lo que pedía, y mientras se dormía, Elrohir se preguntó qué sería del misterioso adar de su bebé.

 

***

 

El misterioso adar, el hermoso hombre rubio estaba de vuelta en su hogar. Esa noche, mientras estaba sentado junto a un estanque, pensó en todo. En sus tres hijos ya casi adultos, en su consorte fallecido hacía varios siglos, en Mircalen, el hermoso elfo pelirrojo que lo había ayudado a huir de su cautiverio y que se había vuelto en otro hijo para él... y en él... en el misterioso elfito de ojos grises y cabellos negros. El elfo rubio no sabía ni su nombre, Mircalen no se lo había podido proporcionar porque lo desconocía.

 

Pero el elfo rubio sabía que aquel pelinegro era un elfito, apenas un niño, al que suponía menor que sus hijos. Era una belleza de elfito, eso sí. De una delicadeza cautivadora y arrebatadora, así recordaba al pelinegro. Pero también lo recordaba con rabia. Aquel elfito lo había humillado, había tomado su semilla sin autorización, le había dado su virginidad al elfo rubio, este lo quisiera o no.

 

Había sido un tonto, el elfo rubio recordaba cómo el muchacho se había empalado en su miembro sin siquiera prepararse con sus dedos. El elfo rubio sabía que le tenía que haber dolido horrores, no era presumido pero sabía que estaba bien dotado. Sentía rabia, sí... pero también sentía curiosidad y mucha. Quería saber quién era el elfo pelinegro y hacerlo pagar por el agravio cometido, después de todo, tenía el poder para hacerlo.

Continuara...

 


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