Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La salvación por La_Oscura_Reina_Angel

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Otro fic mas con el que ya me puse al dia ^^
  Capítulo 5: Conversaciones y más.

 

- Elladan...

 

Elladan se viró sobresaltado, y casi caía del árbol al que estaba encaramado si no hubiese sido por Legolas, que lo sostuvo a tiempo.

 

- Lo siento, no te quise asustar.

 

Dijo el rubio elfo de la famosa comunidad del anillo. Legolas había subido al árbol sin que el distraído de Elladan se diera cuenta, y cuando habló lo había sobresaltado.

 

- No te preocupes, Leg, sólo estaba algo distraído.

 

Le dijo Elladan con una sonrisa encantadora.

 

- ¿Cómo está Ro?

 

Preguntó Legolas con curiosidad, sentándose junto a Elladan en la rama.

 

- Está bien, al menos de salud. Pero la verdad es que no se atreve ni a salir de su habitación. El pobre está que se muere de la vergüenza contigo y con tu padre.

 

Le confesó Elladan.

 

- Es un tonto, conmigo no se tiene que avergonzar de nada. Además, si se hubiese tratado de mis hermanos, yo también hubiese hecho lo mismo que él. - Confesó Legolas seriamente para luego sonreír - Aunque yo, al igual que Silvana y Traindel, miramos el lado positivo: tendremos un nuevo hermanito.

 

Elladan no pudo evitar sonreír.

 

- Sí, ustedes un nuevo hermanito y yo un sobrinito. Papá tiene que estar por llegar en estos días.

 

Legolas lo miró.

 

- ¿Qué crees que pasará con mi padre y tu hermano?

 

Preguntó Legolas. Elladan suspiró.

 

- No lo sé. Si tu padre hubiese forzado a mi hermano o lo hubiese obligado, te puedo asegurar que mi padre obligaría a tu padre a enlazarse con Elrohir a punta de flechas envenenadas. Pero la historia no es así, fue Elladan el que por necesidad tuvo que forzar a tu padre a desvirgarlo. Así que no tengo idea de lo que hará mi padre y mucho menos el tuyo. - Dijo Elladan con sinceridad - ¿Sabes algo, Legolas? Siempre me he preguntado cómo eres capaz de diferenciarme de Elrohir.

 

- Ah, bueno, eso es muy fácil: Elrohir carga a otro encima, y créeme que se le nota muchísimo en el vientre.

 

Elladan rió.

 

- Ahora no, tonto, me refiero a antes de que él estuviera preñado. Siempre has sabido quién de nosotros era quién y, con excepción de padre, nadie, ni mi hermana Arwen, era capaz de saber cuál era cuál.

 

- ¿Quieres que te diga la verdad?

 

Elladan asintió.

 

- Tú siempre me has parecido mucho más bonito que Elrohir y mucho más especial. Mi corazón siempre me dice cuál es cada uno de ustedes.

 

Elladan enrojeció desviando la mirada.

 

- Eh... yo... será mejor que bajemos.

 

Dijo Elladan avergonzado, pero Legolas lo detuvo y, tomándolo por la barbilla, lo hizo mirarlo a los ojos, gris contra azul.

 

- Legolas...

 

Suspiró Elladan.

 

- Te voy a besar, Dan.

 

Le susurró Legolas antes de unir sus labios a los del elfito de Rivendel. Elladan abrió un momento sus ojos asombrados, para luego volver a cerrarlos y con un suspirito de placer, corresponder al beso.

 

***

 

Aiwë hizo un lindo puchero, mirando al rubio capitán de la guardia de Lorien.

 

- Jamás podré disparar como tú.

 

Se quejó el elfito pelirrojo. Haldir le sonrió divertido.

 

- Si te rindes desde ahora, claro que nunca podrás. Ven aquí, inténtalo con mi arco, es más liviano que ese que ahora tienes.

 

Aiwë soltó su arco, era un arco Ayari, el arco de Mircalen, quien lo había llevado en su huida y se lo había prestado para que pudiera entrenar con Haldir en el área de prácticas de tiro al blanco, de la guardia de Mirkwood. Aiwë tomó el arco de Haldir, que aunque más grande que el suyo, era también más liviano; era un arco de los Galabrim. Haldir se puso detrás de Aiwë y, poniendo sus manos sobre las de Aiwë, se inclinó hasta el oído de este.

 

- Siente el arco como una prolongación de tu mano y concéntrate en el punto al que dispara. Hazlo con calma, mira fijamente el blanco y, cuando estés listo, dispara.

 

Pero el pobre Aiwë, al que no le era nada fácil concentrarse con el guapo y gallardo capitán de Lorien susurrándole al oído, se puso hecho un ocho y soltó la cuerda nervioso. Como resultado, la flecha salió para donde no debía y casi le lleva la cabeza a Rumil que se agachó a tiempo, gritando indignado desde el otro lado del campo. Haldir rió divertido y Aiwë se sonrojó furiosamente.

 

- No se ría - Se quejó Aiwë - ¿Se cree que es fácil concentrarse con el elfo más guapo de la Tierra Media susurrándole al oído? - Le gritó el pelirrojo indignado, y al darse cuenta de lo que había dicho, se llevó las manos a la boca avergonzado. Al ver la cara de asombro de Haldir salió corriendo con la rapidez de un pajarillo.

 

Rumil, que en ese momento llegaba hasta donde estaba su hermano, miró la figura de Aiwë que ya casi desaparecía de la vista.

 

- ¿Qué pasó?

 

Preguntó Rumil extrañado. Haldir, aún impresionado, sólo alcanzó a negar con su rubia cabeza.

 

***

 

- Serás un buen sanador, Mircalen.

 

Le comentó Glorfindel al pelirrojo elfo de ojos verdes. Mircalen sonrió entre encantado y cohibido.

 

- ¿Usted cree, mi señor?

 

Glorfindel asintió con firmeza.

 

- Tienes talento para las artes de la curación.

 

Le aseguró el rubio senescal de Rivendel, que, al igual que Mircalen, estaba ayudando a curar los rasguños de un grupo de pequeños elfitos, que se habían caído de un árbol jugando.

 

- Espero algún día poder ser tan buen sanador como usted.

 

Confesó Mircalen. Glorfindel le sonrió agradecido.

 

- Ya verás que serás mucho mejor que yo. Si quieres cualquier día de estos vas a Rivendel y pasas una temporada con Lord Elrond y conmigo; Lord Elrond es el mejor sanador de la Tierra Media, él me ha enseñado todo lo que sé de las artes de la curación.

 

- Gracias, Lord Glorfindel.

 

- Dime Glorfindel a secas, Mircalen.

 

Le pidió el rubio elfo de Rivendel siguiendo con lo suyo. Mircalen suspiró.

 

- Glorfindel.

 

Dijo en un suave susurro, saboreando el nombre del otro elfo.

 

***

 

- Eres un estúpido, no soy ningún elfito.

 

Saltó Mithmir indignado. ¿Razón de la discusión? Pues Erector que, como siempre, lo estaba molestando con eso de que él sólo era un elfito.

 

- Oh, claro que lo eres, Mithmir.

 

- No lo soy, Erector, ya soy mayor de edad.

 

- Bien, entonces demuéstramelo.

 

Lo retó Erector divertido.

 

- Bien - Aceptó Mithmir con firmeza, y antes de que Erector se pudiera imaginar tan siquiera lo que el muchachito pensaba hacer, se encontró a Mithmir sobre sus rodillas robándole un apasionado beso; la impresión sólo le permitió corresponderle. Mithmir lo soltó con aire triunfante, levantándose del regazo de Erector - Eso no lo hacen los elfitos, mi Lord. - Y con una sonrisa se dio la vuelta para irse.

 

Erector lo observó marchar asombrado.

 

- Bien, Mithmir ¿quieres jugar con fuego? Pues jugaremos con fuego.

 

Aceptó el elfo de Rivendel para sí.

 

***

 

Lord Elrond acarició distraídamente el cabello de Luinmir, el pelirrojo de ojos azules que estaba dormido en su lecho. Estaban a un día completo de llegar al Bosque Negro. Elrond aún estaba asombrado de la carta de Erector, Thranduil era el adar de su nieto. La brisa entraba suavemente en su tienda y Luinmir se movió entre sueños buscando su calor. Elrond lo besó en la frente, antes de arrimarlo más a su cuerpo. Mañana llegaría al Bosque Negro, por esa noche lo mejor sería descansar con su joven de fuego.

 

El señor de Rivendel aún no sabía muy bien cómo había terminado teniendo por amante a un joven pelirrojo que podía ser su hijo.

 

Todo empezó la misma noche que sus hijos partieron al Bosque Negro con los demás. Luinmir había decidido quedarse, eso había extrañado a Elrond, pero no dijo nada. Esa misma noche, Luinmir apareció en su recámara, diciéndole que extrañaba a sus hermanos y que estaba asustado. Cuando Elrond lo abrazó sólo lo hizo con la intención de consolar al joven Ayari, nunca esperó que Luinmir lo besara. Y una cosa llevó a la otra. Esa noche Elrond se había quedado con la virginidad del joven elfo y desde esa noche, no había podido, ni había querido separarse del joven pelirrojo. Luinmir llenó algo que sus hijos no podían llenar. Algo que no había sentido desde que la madre de sus hijos, había partido a la sala de Mandos. Luinmir era una criatura adorable, que se desvivía por él.

 

Luinmir parpadeó despertándose y bostezó.

 

- ¿Elrond, aún estás despierto?

 

Elrond le sonrió a su dulce pelirrojo.

 

- Te observaba, es mucho más gratificante que dormir.

 

Luinmir sonrió, con el amor brillando en las aguamarinas que eran sus ojos, y besó a Elrond, quien con las manos en la cintura del joven lo puso sobre sí.

 

- Eres un excelente jinete, cabálgame.

 

Con un gemido de satisfacción, Luinmir se empaló él mismo en el miembro de su amante, antes de empezar un ritmo cadencioso, guiado por las manos de Lord Elrond en su cintura.

 

- Meleth nin (Mi amor).

 

Gimió Luinmir.

 

- Mellind (Querido corazón).

 

Susurró Elrond, antes de besar al joven elfo.

 

***

 

Thranduil se dirigía a la cocina, quería comer fresas, pero como era tan tarde no había querido molestar a ninguno de los sirvientes y por eso él mismo iba a la cocina por fresas.

 

Pero quedó estático al entrar a la cocina. En la mesa estaba sentado Elrohir, llevaba un camisón azul con bordados plateado, que le llegaba hasta las rodillas y que permitían ver la forma de su vientre. El pelinegro tenía una canasta de fresas frente a sí, y la comía con verdadero deleite.

 

Thranduil sonrió, muchas veces había visto a su consorte haciendo lo mismo, primero cuando estuvo embarazado de Silvana, luego de Legolas y por último de Traindel. Al parecer la adicción a las fresas les venía a sus hijos por culpa de sus genes, pues las fresas eran sus frutas favoritas. Siempre pensó que él y su consorte tendrían muchísimos bebés, pero no pudo ser; un ataque orco había acabado hacía 1600 años con la vida de su adorado Elemmire. Pero observar a Elrohir lo llenaba de ternura, de algo que nunca había sentido por su ya fallecido consorte.

 

Elrohir, al parecer, se dio cuenta en ese momento de su presencia, pues se viró a ver quién había entrado a la cocina, y se sonrojó furiosamente al ver al rey del Bosque Negro ahí.

 

A Thranduil la vergüenza del joven gemelo le pareció encantadora. Elrohir era de hecho hasta más joven que sus hijos, pero a la vez ya no era un elfito. El embarazo le había dado una luz especial y un aire etéreo de serenidad y madurez. Pero también le había dado un aire de niño travieso. Y eso parecía en ese momento, un niño travieso que había sido atrapado en una travesura.

 

Elrohir se levantó de la mesa abochornado, dejando la cesta de fresas.

 

- Lo siento, será mejor que me retire a descansar.

 

Murmuró el joven elfo. Pero al mirar a Thranduil vio que este miraba ensimismado su vientre. Sólo en ese momento Elrohir se dio cuenta que, al levantarse, el camisón se había pegado a su figura permitiendo de esa forma ver mejor los contornos de su vientre abultado por el embarazo.

 

- ¿Me permites tocarlo?

 

Preguntó Thranduil refiriéndose a su vientre. Elrohir enrojeció avergonzado y sólo asintió con la cabeza, haciendo que su hermoso cabello negro se agitara con el movimiento, graciosamente.

 

Thranduil se acercó con calma al elfo pelinegro sin querer sobresaltarlo, y puso la mano sobre el abultado vientre. El bebé en ese momento se movió, como si reconociera el tacto de su adar. Thranduil levantó la vista fascinado y sus ojos se encontraron con la mirada y la sonrisa de felicidad de Elrohir al sentir el movimiento de su bebé.

 

- Ya debes de estar casi en los seis meses.

 

Comentó Thranduil, Elrohir lo miró y asintió.

 

- Sí, pronto tendré los seis meses, y sólo faltarán seis más para que nazca.

 

- ¿Cómo lo vas a llamar?

 

Preguntó Thranduil. Elrohir bajó la mirada avergonzado.

 

- Iba a dejar que mi adar y Elladan le escogieran nombre, pues se supone que el nombre siempre lo da el adar. Pero ahora que usted... bueno usted es su adar, es su derecho ponerle nombre al bebé... claro, si lo desea.

 

Thranduil sonrió con dulzura y, tomando la barbilla de Elrohir, lo obligó a levantar la cabeza.

 

- No bajes la mirada pequeño. Nunca lo hagas. Y para mí será un honor escoger el nombre de nuestro hijo.

 

- Creo que me debo retirar.

 

Dijo Elrohir pero Thranduil lo detuvo.

 

- ¿Sabes algo? Cuando... cuando estuvimos allá y tú... bueno mientras huía con Mircalen, ardía de rabia hacia tu persona, aún cuando ni siquiera sabía quién eras, y Mircalen tampoco conocía tu nombre, así que no te podía buscar, y pronto tuve que olvidar mis deseos de vengarme de ti.

 

- Me... me... me odia.

 

Tartamudeó, Elrohir. Thranduil negó con la cabeza.

 

- No, sentía rabia hacia ti, no lo negaré. Ahora, sencillamente no puedo, eres adorable Elrohir, pero sobre todo serás el ada de mi hijo.

 

Elrohir lo miró asustado.

 

- Me quiere quitar a mi hijo, ¿verdad?

 

- Quiero a mi hijo, sí. Pero tú eres su ada, Elrohir, no te separaré de él.

 

Elrohir estaba asustado y no entendía de qué hablaba el rubio rey de Mirkwood.

 

- No entiendo de qué habla.

 

Dijo el elfo, cuyos ojos grises se empezaban a llenar de lágrimas, tratando de zafarse de la mano que sostenía su codo izquierdo. Thranduil le acarició el cabello negro, largo y sedoso, al joven elfo de Rivendel.

 

- Pronto lo entenderás, ahora ve a descansar y no temas de mí, pues nada tienes que temer.

 

Cuando se sintió libre de la mano del rey, el joven pelinegro Salió prácticamente corriendo de la cocina, y no paró hasta estar encerrado en su habitación.

 

Continuara....

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).