Después de lo ocurrido, Saga se sentó en una de las sillas mientras Mu y los chicos platicaban cerca del bar. Tomó un poco de whisky tratando de ahuyentar las ideas que rondaban en su cabeza. La presión lo estaba fastidiando.
-Saga, la despedida de soltero va a comenzar- sonrió Mu llegando hasta él sacándolo de su ensoñamiento.
-Ve con los chicos, voy a descansar.
-¿Todo está bien?- preguntó colocando sus brazos al rededor del cuello del griego, quien lo miró asintiendo con media sonrisa.
-Sí, amor, sólo estoy cansado.
-Bien, ve a casa y duerme bien, pero antes dame mi beso de buenas noches, pero que sea un buen beso porque es mi último beso de soltero.
Saga sonrió inclinándose para besar los suaves labios de Mu, acariciándolos con los suyos y poco a poco, lentamente, introduciendo su lengua en la cálida cavidad del menor, quien sólo se dejó hacer y disfrutar de los maravillosos besos de su futuro esposo.
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-Yo siempre supe que se casaría con Saga- dijo Afrodita mientras acariciaba el cabello de su pequeño Manigoldo, quien dormía plácidamente en su regazo.
Después de haber salido del bar, habían ido a la casa del de Piscis para tener todo listo. Ahora se encontraban en pijama sobre la cama del peliceleste.
-No es cierto, qué absurdo- reía Milo -¿Incluso después de que terminaron por tercera vez?
-Es cierto, cuando peleaban, Afrodita siempre decía, “Ellos se casarán, no te preocupes”- respondió DeathMask secundando a su esposo.
-Y es cierto, henos aquí- sonrió Mu cepillando su largo cabello.
-Él no está aquí.
-¿Por qué siempre tienes que arruinarlo todo, Milo?- el griego sonrió alzándose de hombros.
-Por cierto ¿No habías organizado nada para él? eres su padrino
Preguntó Shaka, quien ya estaba un poco más repuesto después del desagradable encuentro con su futuro ex esposo, ¿Irónico? Mu a punto de casarse y él a punto de divorciarse
-Decidió que no quería verse deplorable el día de la boda, que quería descansar y cosas demasiado cursis para recordar.
-Es un sol.
-Tranquilo, Ícaro- dijo DeathMask haciendo que Mu le lanzara una de las almohadas y así todos comenzaran a pelear con las almohadas mientras Afrodita protegía a su pequeño tesoro.
Y después de una batalla épica, Shaka terminó en el suelo con Milo golpeándolo en su espalda mientras este era golpeado en la espalda por Mu, quien era a su vez golpeado por DeathMask. El sueco veía aquello con una gran sonrisa hasta que el celular del pelilila comenzó a sonar.
-Tu teléfono, Mu- el pelilila sonrió acomodándose un poco el cabello, tomó el móvil viendo el rostro de Saga en la pantalla.
-¿Hola?
-Quiero hablarte- dijo algo serio mientras los chicos reían. Mu con una sonrisa cubrió su oído izquierdo tratando de escuchar mejor al griego.
-¿Qué?
-Me senté y traté de escribir los votos y… ¿Realmente queremos hacer esto?- el menor se descolocó un poco mirando a sus amigos, quienes ya había detenido con su juego. Tomó su celular cubriendo la bocina.
-Es Saga, voy a afuera.
-¡Duerme bien, novio!- gritó DeathMask mientras Mu salía de la habitación. Cerró la puerta y resopló.
-¿Qué sucede?
-Es que todo parece estar bien como está, no quiero arruinarlo.
-No lo harás, Saga, soy yo con quien te casas mañana, con nadie más, y yo me casaré contigo. Somos tú y yo.
-Sí, pero, Mu, ya lo arruiné dos veces.
-Bueno ¿Quieres que te diga algo bueno?
-¿Qué?
-Tuvimos diez años para arruinarlo, cielo- Saga sonrió desganado –Parece que tienes un poco de bloqueo mental con los votos.
-Sí, eso creo.
-Bueno, mejor no pienses. Duerme, y por la mañana…
-Sabré qué hacer- terminó Saga.
-Exacto, y si no, sólo escribe “Yo te amaré”. Es simple, va al grano y te juro que no tomaré créditos de eso- reía tratando de tranquilizar a su prometido -Ahora ¿Podrás dormir?
-Claro, descansa.
-Y recuerda, amor, somos tú y yo- finalizó Mu antes de que Saga cortara la llamada.
Se llevó el móvil al pecho con algo de nervios, estaba seguro que el peliazul tenía los nervios del día antes de la boda. Era normal dudar, después de diez años, dar ese paso era extraño, pero estaban seguros de darlo.
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Por la mañana, la casa de Afrodita estaba hecho un caos con todos corriendo de un lado para el otro, ayudando a Mu a vestirse o vestirse ellos mismos. Shaina le había hecho unas estilizadas trenzas al pelilila que ató en una alta coleta dejando caer sus hebras sobre la espalda.
Estaba listo.
En cuanto salió de la habitación, sus amigos ya estaban esperándolo, y en cuanto lo vieron sonrieron satisfechos. La peliverde habían hecho un trabajo increíble.
-Bien, es hora de irnos- indicó DeathMask mirando su reloj. Todos comenzaron a tomar algunos detalles mientras ayudaban a Mu con el largo velo.
Entonces el celular del pelilila comenzó a sonar, pero con el ajetreo del momento nadie lo escuchó, excepto Manigoldo, quien lo tomó en sus pequeñas manos apretando el botón verde.
-¿Hola? Me comunicas con Mu, por favor- dijo Saga extrañado al escuchar el ruido, pero nadie respondía y nadie lo hizo porque Mani cortó la llamada y dejó el celular en una de sus cajas de juguetes.
Saga continuó llamando sin obtener respuesta, el celular daba el tono de llamada, pero nadie respondía, ni siquiera Mu recordó su móvil.
Salieron de la casa de Afrodita rumbo a la biblioteca en donde sería la ceremonia y la recepción. Mu sonrió en cuanto subió al auto acompañado de sus mejores amigos rumbo a la Biblioteca Central.
Milo y Shaina se habían encargado de la organización y decoración del salón. Lila y azul, los colores que identificaban a la pareja, con tantas rosas blancas como se pudiera y un menú gourmet de lujo.
Todo estaba listo.
-Papi, es un príncipe- sonrió Manigoldo mirando a Mu y haciendo sonreír a DeathMask, quien lo cargaba para que observara todo el espectáculo.
Subieron a la limusina, mientras Saga salía de su departamento hacia su auto, sólo que Milo le habían contratado un chófer. Tomó su móvil por décima vez decidiendo que ésta vez dejaría un mensaje.
-¿Por qué no me has llamado? Llámame en cuanto escuches esto.
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Shaina se adelantó para verificar que todo estuviese listo, que el sacerdote y el juez ya estuviesen en su lugar, y por supuesto, Saga.
Aioros salió a su encuentro junto a Shura, su esposo, ambos con el rostro algo descompuesto por la preocupación.
-Shaina, tenemos un problema.
-¿Qué sucede?
-El novio no ha llegado.
-Quizá hay tráfico- dijo la joven restándole importancia.
Lo que no sabían era que Saga estaba afuera en el auto. Tomó su móvil dejándole un mensaje a Mu por enésima vez.
-Mu, no puedo entrar sin ti, mi amor, este asunto me tiene confundido, necesito saber que aún somos nosotros. Sólo tú y yo, como dijiste, y…
El griego fue interrumpido por el chofer que tocaba la ventanilla anunciándole que Mu había llegado. Cortó la llamada mirando el enorme velo que el pelilila llevaba, y ese color blanco que lo hacía resaltar de entre todos, pero no veía su rostro.
-Vamos amor, voltea- susurró, pero eso no sucedió, lo único que vio fue el velo cubrir el rostro del menor y comenzar a subir las escaleras hacia la biblioteca.
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Entraron al lugar, el cual habían cerrado por la boda. Shaina los esperaba junto al hermano de Aioria y su pareja.
-Por fin llegamos, el tránsito estaba terrible- se quejó Shaka sosteniendo el velo de Mu, quien lucía algo nervioso, pero sonriente mientras caminaba acomodándose el saco.
-Estamos listos- dijo Afrodita acercándose a los demás.
-No está aquí- soltó Shaina nerviosa.
-¿Quién no está aquí?- preguntó Milo extrañado, quien sostenía el ramo de flores de Mu mientras este seguía acomodando su traje.
-Saga.
-¿Qué sucede?- preguntaba un sonriente Mu ajeno a su plática.
-Saga no ha llegado- respondió Milo con cierto deje de incertidumbre y algo de nerviosismo.
-Pero llegamos 25 minutos tarde- soltó Shaka angustiado, haciendo que Mu transformara su rostro en uno serio borrando su sonrisa.
-¿Alguien le llamó? ¿Milo?- preguntó mientras los demás se miraban entre sí. Era obvio que nadie le había llamado, no había razón.
-No, no lo creí necesario- aceptó el griego negando.
-Denme un teléfono, no sé dónde está el mío- todos comenzaron a mirarse consternados –¡Que alguien me dé un maldito teléfono!- el tono de Mu era desesperado. DeathMask sacó su móvil y el pelilila lo tomó enseguida marcando el número de Saga.
-¿Hola?- respondieron en la otra línea.
-¿Te encuentras bien?
-¡Dios!, llevo llamándote por una hora ¿Por qué no respondes?
-¡Porque no sé dónde está mi teléfono!- gritó a punto de la histeria. Sus amigos lo miraron preocupados mientras él trataba de tranquilizarse. Suspiró un par de veces antes de volver en sí, estaba comenzando a desesperarse -¿Qué sucede? ¿Dónde estás?
-Estaba enfrente, acabo de irme- y entonces sus latidos martillaron contra su pecho y su respiración se detuvo en una exhalación -Te juro que no puedo- exhaló de manera errática y su mano aferraba el celular mientras la otra formaba un puño tembloroso.
Lo sabía, sabía que le haría eso.
Miró hacia enfrente notando que la mirada se le volvía borrosa, sus ojos comenzaron a enjugarse de lágrimas. Sentía como si su corazón hubiese roto cada una de sus costillas.
-Oh por Dios… él no vendrá- susurró más para sí soltando el ceular dejándolo caer a sus pies así como su corazón, diciendo aquello en voz alta volviéndolo realidad.