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Acepto... ¿En serio? por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Gracias por seguir esta adaptación mis amores.

 

Mu llegó a su departamento, June tenía el día libre, así que se sentía solo en esa enormidad.

Vio la gran caja de Pandora y sabía que dentro de ella estaba todo lo que Saga sentía y cada vez que leía una de las cartas un poco de él moría de dolor.

Llegó hasta su computadora, la encendió y comenzó a revisar su buzón y fue ahí donde recordó que June había enviado a un agujero negro todo lo que recibiera de Saga, así que buscó en todas esas carpetas y por fin lo encontró.

Dentro de esa carpeta, la cual la contraseña era SagaGéminis, ahí había más calamidades de Pandora, sólo que eran cartas de amor de viejos autores. Todas esas que había leído para su nuevo libro y que aquella vez sintió que el peliazul lo había ignorado.

Y como no podía escribirle una carta de amor, le envió las de otros. Suspiró negando, cuando enseguida su celular comenzó a vibrar.

-¿Hola?

-Mu, ¿Cómo estás?

-Parece que mejor, ¿Sucede algo, Hilda?

-Tienes que viajar a París en una semana, cariño, ya compré tu boleto en primera clase, sé que es repentino, pero tienes que ir.

-¿Por qué?

-Debes presentar una conferencia de tu nuevo libro, ¿Lo olvidaste?

-Creí que eso sería en dos semanas.

-Y por eso te pido disculpas, no revisé bien la fecha. Me confundí.

-No te preocupes, Hilda, es mi trabajo- dijo fingiendo una sonrisa, a veces su editora era el verdadero diablo.

-Besos, cariño.

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París, hacía tiempo que no viajaba a ese lugar, muy hermoso por cierto, muy limpio. Había llegado por la mañana al aeropuerto con unos lentes oscuros y un café muy cargado.

La conferencia no había sido muy tardada y asisitieron muchas personas, había valido la pena el viaje.

Caminó por las calles parisinas disfrutando del clima fresco. Quizá se quedaría un par de días.

Hacía tantos años de aquella huida en donde se había alejado de Saga en una nueva ruptura, pero el de Géminis por fin lo había reconocido como el amor de su vida y había ido por él hasta París.

Vaya época.

Quería perdonarlo, lo necesitaba, quizá ya se habían castigado demasiado, pero también se habían hecho mucho daño, uno mutuo.

Pensaba en ello cuando al mirar por donde caminaba, y se dio cuenta que estaba en aquel lugar donde Saga le había dicho que lo amaba, aquel encuentro que los había reconciliado después de tantas idas y venidas. Ahí frente a la torre Eiffel.

Miraba a su alrededor y de vez en vez sus pies, tratando de distraer las lágrimas que luchaban por salir.

Alzó la mirada y por primera vez en tantos meses, se encontró con los ojos verdes de Saga de Géminis, porque si su mente no lo engañaba formando espejismos, el peliazul estaba ahí, frente a él, en París.

-Te amo, eres el amor de mi vida- pronunció con una media sonrisa adornado por lágrimas que enjugaban sus ojos. Eran las mismas palabras que hacia años le había dicho.

Mu corrió hasta alcanzar al griego y colgarse en su cuerpo besando esos labios que tanto había extrañado. Los brazos de Saga se ciñeron a su cadera con tanta fuerza que sentía que iba a romperse.

-Perdóname, perdóname, Mu, mi dulce, amor- rezaba Saga contra el blanquecino cuello del pelilila, quien sintió la humedad correr por su cuello.

-Te amo, perdóname tú a mí, yo…

-Repítelo- musitó Saga mirándolo a los ojos y bajándolo de su cuerpo.

Había tantas emociones en su mirada que Mu sonrió tomando el rostro de su amado entre sus manos.

-Te amo, Saga y no he dejado de pensar en ti ni un sólo día. Lo lamento mucho.

-Perdóname, te amo- susurró el peliazul acariciando la mejilla del menor, así como su cabello -Tu cabello está corto, me gusta.

-A mí no, dejaré que crezca. Tú estás delgado- Saga le sonrió enternecido mientras Mu se sentía culpable por el estado del griego, pero estaban juntos y ya nada malo sucedería.

Se abrazaron por largos minutos u horas, no lo supieron, ni querían saberlo, sólo sentirse.

-¿Por qué decidimos casarnos?- preguntó Mu contra el pecho del griego, quien parecía no querer soltarlo en ningún momento.

-Supongo que temíamos que sucediera algo malo de no hacerlo. Lamento tanto lo que te hice.

-Y yo lamento lo que te hice- sonrió Mu mirándolo con cierta nostalgia.

-Supongo que ésta será la parte del perdón, después de esto dejaremos todo en el pasado- soltó Saga tomando el rostro del menor entre sus manos.

-Así es, y ¿Sabes la parte divertida?

-¿La hay?

-Que éramos perfectamente felices antes de decidir ser felices para siempre- Saga sonrió y Mu volvió a abrazarlo. Lo amaba, no había nada más, sólo amor.

-Y la forma en la que decidimos casarnos, sólo negocios, sin romance, esa no es la forma de proponerlo- soltó con una sonrisa y enseguida Mu se quedó estático cuando Saga se separó de él y puso una rodilla en el suelo.

Ahí estaba el peliazul proponiéndole casarse de nuevo con él, ofreciéndole un nuevo diamante y su vida.

-Mu de Aries, amor de mi vida, ¿Te casarías conmigo?

-Sí- susurró el pelilila asintiendo frenéticamente antes de tomar el estuche y ver ese nuevo diamante. Una nueva vida, una nueva boda y un viejo amor, pero igual de intenso.


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