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Acepto... ¿En serio? por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Mis amores, nuevo capítulo de ésta historia, espero que les esté gustando... pronto habrá drama.

-Creo que aún estoy deslumbrado de todos esos flashes.

-Valdrá la pena amor, te lo juro.

-Bien, sólo hice esto por ti, Mu, sabes lo que opino de todo eso, creo que hasta…

-No, no, está bien amor, te agradezco de verdad el esfuerzo que hiciste, te lo compensaré, lo prometo- sonrió el pelilila cargando bolsas con la cena. Entraron al departamento del menor, mientras Saga cargaba con su perro, a quien llevaban a todas partes.

Una vez que cenaron, Mu tomó el libro que había sacado de la biblioteca unos días antes y fue hasta la cama en donde Saga leía una revista de sociales. Tomó los lentes del mayor quitándoselos del rostro y recibiendo una sonrisa.

-Deberías comprarte tus lentes.

-¿Para qué si tengo los tuyos?- Saga negó y besó su mejilla.

-¿Qué lees?

-Cartas de amor de grandes hombres, volumen uno.

-¿Estaré ahí?

-No creo, pero quizá alguno de tus contemporáneos- bromeó haciendo que el peliazul comenzara a hacerle cosquillas con sus labios en el cuello.

-¿Para qué lees eso?

-Investigo para mi nuevo libro.

-¿Cuál es el tema?

-Amor- Saga sonrió -Escribía sobre encontrar el amor y ahora que lo tengo escribiré sobre cómo conservarlo.

-Es interesante- Mu asintió hojeando el viejo libro y mirado unos segundos algunos poemas comenzando a crearle una duda.

-¿Alguna vez me has escrito una carta?

-¿Un post-it cuenta?

-Eres todo un romántico- bromeó con un deje de sarcasmo mientras seguía hojeando el libro y apreciando su rico aroma.

-¿Qué quieres que te diga, amor? No es mi estilo, las cartas eran para parejas separadas por miles de kilómetros y yo estoy aquí- dijo el peliazul acercándose a Mu para abrazarlo por detrás y besar su mejilla, su cuello y su hombro -Me haces demasiado feliz.

-Sí, sí, ponlo por escrito- sonrió Mu dejando que Saga lo consintiera.

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-Recuérdame ¿Por qué tengo que acompañarte a la biblioteca?- preguntaba Milo con un café en su mano y caminando junto a Mu.

-Porque te invitaré el almuerzo- el peliazul sonrió y se alzó de hombros.

Llegaron a la enorme y bella biblioteca griega en donde Mu debía entregar otro libro de poemas que había olvidado devolver unos días atrás gracias al estrés de la boda.

Llegó hasta la recepción donde seguramente debía pagar una sanción por su retraso y en lo que los amigos esperaban el veredicto, fueron interrumpidos.

-Disculpe ¿Dónde es la boda?- preguntó un hombre que cargaba un enorme arreglo floral acompañado de otros tres compañeros. La mujer que atendía a Mu señaló hacía las escaleras y al pelilila lo invadió la curiosidad.

Una vez pagada su cuenta, fue con Milo hasta las escaleras observando el hermoso salón de fiestas que se había formado ahí. Mesas con bellos y enormes arreglos florales, sillas doradas y grandes pilares que hacían todo mucho más irreal.

-Nos casaremos aquí- susurró el pelilila deslumbrado con todo lo que veía. Milo sorbió un poco de café mirando aquello y después a su amigo.

-Saga se va a morir- dijo con una enorme sonrisa.

-Es perfecto, Milo, nos juraremos amor en donde están guardadas todas las historias de amor.

-Creo que vomitaré- negó el peliazul dándose la vuelta y bajando las escaleras dejando a su amigo convencerse aún más de su desición.

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-¿Aún no nos traen la cuenta?- se quejó Shaka con un deje de ansiedad mientras Aioria lo miraba con algo de pasta en la boca.

-Relájate, cielo, aún no termino.

-Debo trabajar en el nuevo caso cuando llegue a casa.

-¿No puedes esperar a que termine?

-Estoy exhausto, Aioria, me despierto muy temprano- se quejó comenzando a desesperarse.

-También yo, creo que necesitamos relajarnos un poco, amor- Shaka rodó los ojos.

Cuando pensó hacía tantos años que podía comenzar a litigar nunca se imaginó lo difícil y estresante que resultaría. Tomó un poco de su cappuccino antes de sacar su tarjeta de crédito.

-Tienes un poco de crema en el labio, amor.

-Siempre estás criticándome- soltó Shaka molesto, parecía que el estrés le pasaba factura.

-Amor, ¿Quieres tener eso en el labio? Bien- sonrió Aioria tomando la taza de su esposo dándole un sorbo dejando espuma en el labio superior. Miró a Shaka, quien sonrió negando -¿Quieres decirme algo?- preguntó y el rubio se acercó hasta él inclinándose sobre la mesa besando los labios de su apuesto esposo. A veces era demasiado irritable y siempre se preguntaba ¿Cómo es que Aioria lo soportaba?

Y precisamente, ese amor que se profesaban se lo demostraron esa misma noche. Shaka se encontraba contra la cama siendo penetrado lentamente por Aioria. Con sus piernas rodeando la cintura del castaño y sus brazos alrededor de su cuello, sus alientos combinándose jadeando y gimiendo al unísono.

-Sí ¡Sí! ¡Aioria!

-Espera… no termines… te quiero arriba.

-¡Sólo termina ya!- y todo se esfumó. El de Leo lo miró confundido mientras el rubio trataba de controlar su respiración -Aioria, debemos de levantarnos en cuatro horas.

-Jamás tenemos sexo y ¿Quieres terminar ya?- rezongó el castaño saliendo de Shaka.

-Sí tenemos sexo.

-¿Ah, sí? ¿Cuándo fue la última vez?- Shaka desvió la mirada tratando de recordar y ahora que lo pensaba ¿Tenía sexo con su esposo? -Estaba nevando- musitó el castaño levantándose de la cama para ir al baño a limpiarse.

Amaba al rubio, pero a veces odiaba su trabajo y la atención que le ponía, la cual era mucha más que a él que era su esposo.

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-¿Con qué frecuencia tienen sexo?- preguntó Shaka mientras comía con los chicos.

Había aprovechado que Aioria estaba trabajando para salir a comer con sus amigos, aunque olvidaba que DeathMask y Afrodita llevaban al pequeño Manigoldo al no tener quien se los cuidara esa tarde.

-Sexo- repitió el pequeño mientras pintaba en su libro para colorear.

-Shaka, controla tu lenguaje- susurró DeathMask mientras Afrodita tapaba las orejas de su pequeño.

-¿Qué? tiene tres, no sabe lo que significa. Incluso yo que tengo 30 y aún no sé lo que significa- bufó Shaka molesto.

-Lo sé, pero él repite todo lo que oye- musitó el peliceleste mientras Milo rodaba los ojos.

-De saber que no podríamos hablar con libertad, no le hubiese cancelado a Shaina.

-Ella te canceló, Milo- respondió Mu, quien ayudaba a Manigoldo a colorear.

-Como sea- negó restándole importancia a aquello mordiendo su filete.

-Podemos hablar, pero usemos otra palabra- dijo DeathMask sonriendo.

-Bien, con qué frecuencia ustedes… ¿Colorean- soltó Shaka haciendo una mueca.

-Yo no me canso de colorear, podría colorear todo el día a todas horas, usaría todos los crayones de mi caja.

-¡Death!

-Es cierto, amor- Afrodita estaba tan rojo como una cereza mientras su esposo besaba sus mejillas.

-Claro, te encanta colorear, lo sabemos- dijo Milo rodando lo ojos y sonriéndole con complicidad al de Piscis, quien seguía bastante sonrojado.

-¿Por qué preguntas?- preguntó el peliceleste desviando la atención de su vida sexual.

-Pues, anoche Aioria y yo estábamos… coloreando y yo estaba a punto de…

-Correrte.

-¡Milo!

-Lo siento Afrodita, no hay equivalente con colores- negó Milo alzándose de hombros.

-Y él quería cambiar de posición y dije “Hay que terminar ya”- dijo sonriendo.

-No puede ser- susurró Mu coloreando sin mirar a su amigo, pero prestando atención.

-Él quería que durara más, pero yo quería que acabase- se quejó el rubio aunque al decirlo ahora con sus amigos en verdad se escuchaba mal.

-¿Y es malo que quiera durar mas?

-Pues para mí lo es, Milo, tenía trabajo por la mañana.

-Yo también lo tengo y casi de tiempo completo- dijo el pelilila -Ve a Afrodita y a Death, tienen un hijo de tres años y colorean todo el tiempo.

-Bueno, nosotros estamos en una fase de no colorear, viene y va ¿No?- continuó el rubio intentando tranquilizarse.

-Shaina y yo lo hacemos una o dos veces por semana- dijo Milo sonriendo haciendo que Shaka se desanimara.

-Genial, los heterosexuales tienen más sexo que yo, ahora me siento peor.

-¿Cuándo fue la última vez?- preguntó DeathMask sorprendido por todo lo que escuchaba. Él no podía estar sin Afrodita más de dos días.

-¿Después de ayer?, hace seis meses.

-No puede ser- soltó el peliceleste sorprendido.

-¿Parece mucho? Bueno, es un periodo de sequía.

-Ya lo creo- Milo torció el gesto y tratando de no hacer sentir más incómodo a su amigo, desvió la atención -Oye Mu, ¿Qué tal tú y Saga?

-No, Milo, eso no se pregunta- negó con una sonrisa fruncida.

-Todos lo dijimos, dilo- pidió Afrodita.

-No, pero les diré esto- dijo mirándolos con una sonrisa pícara -Cuando Saga colorea, nunca lo hace dentro de las rayas.

-¡Qué sucio!- gritó DeathMask mientras los demás reían, incluso el pequeño Manigoldo que al observar que todos reían, lo hizo también.

Notas finales:

Gracias por sus lecturas y comentarios.

Besos inmensos!


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