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La sombra sobre Hasetsu [Yuri on Ice!!!, OMEGAVERSE, AU] por Korosensei86

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Notas del capitulo:

El siguiente capítulo puede herir la sensibilidad del lector. Se requiere su discreción. 

Proseguí mi lectura un par de páginas más, preocupado de que el temblor que me había embargado de pronto no arrancara alguna de los amarillentas hojas que tras el paso del tiempo componían el que una vez fuera el diario de mi padre.

Mis dedos sudorosos comenzaron a debilitarse, dejando pasar algunas hojas más adelantadas del diario. Quise evitar leer la continuación de toda esa serie de desdichas, pero mis atribulados ojos terminaron posándose involuntariamente en el manuscrito:

 

10/12/1896

 

Yuuri está embarazado. Durante un tiempo no me atreví a aceptar la evidencia pero a los vómitos matutinos se han unido otros signos como la interrupción total de las épocas de fiebres así como una obvia hinchazón del vientre. A estas alturas, resulta más que obvio que Yakov no mentía sobre la intrigante naturaleza femenina de Yuuri. Teniendo en cuenta que como el mismo Dr. Feltsman, Yuuri había permanecido virgen antes de que aquella noche de agosto en que iba a ser entregado a los profundos, antes de que yo yaciera con él, no puedo más que admitir que el niño es mío.

Dios mío, ¿qué hemos hecho? ¿Qué he hecho? ¿Qué tipo de ser vamos a traer a la vida? ¿Será humano o tal vez habrá heredado alguna característica anfibia de parte de su familia “materna”? ¿Tendrá unos genitales normales y sanos o se convertirá en otro engendro híbrido? ¿Cómo explicarle su delirante concepción? Mejor dicho, ¿Cómo podré siquiera mirar a los ojos a esa criatura que yo mismo he engendrado? Ahora me doy cuenta de que la paternidad consiste en realidad en la mayor de las irresponsabilidades: arrojar a un niño al abismo de la existencia no solo sin su consentimiento, si no obligándole a heredar las calamitosas circunstancias que llevaron a su involuntario nacimiento (….)

 

13/05/1897

 

Finalmente, el parto que tanto me atemorizaba culminó exitosamente. Yuuri dio a luz a través del canal del recto, sin mayores incidentes y sin más asistencia que la mía propia, pues nadie más debe conocer el secreto sobre su desconcertante fisionomía. No ha experimentado hemorragia, ni otras complicaciones reseñables, tan solo el cansancio esperable después de tan milagroso esfuerzo. Por encima de todo, el bebé está sano y aparenta ser un niño normal. Yuuri le dio de beber de sus hinchados pectorales, rellenos de inconfundible leche materna, tras lo el pequeño cual se quedó apaciblemente dormido en el regazo de su “madre”. Debo evitar que toda esta aberración se perpetúe. Afortunadamente, he podido comprobar que las emanaciones de Yuuri no afectan a ningún otro hombre de la mansión más que a mí, por lo que habrá menos factores a tener en cuenta.

He pensado en adecentar las catacumbas de esta mansión para que una vez Yuuri se recupere y vuelve a sufrir otras de sus fiebres, pueda ser detenido y atendido allí. Cualquier medida de seguridad no será lo suficientemente extrema para protegernos de mis ansias predadoras.

 

2/10/1897

 

Dios mío, perdóname porque he vuelto a pecar. He cometido de nuevo una abominación, al caer en los brazos de Yuuri. ¿Sonaría demasiado a excusa si digo que simplemente no puedo evitarlo? Es su olor, su maldito y dulce olor, el que me seduce, adormeciendo cualquier rastro de decencia en mí, hasta que no puedo hacer otra cosa que penetrarlo salvajemente. Oh, Dios mío, perdóname pues disfruto enormemente con ello, tanto que cuando me acosa la tentación son los recuerdos de otras profanaciones ya cometidas los que me alientan. Y su olor, ese decilioso perfume que me intoxica el pensamiento y no me deja escapar...Él también disfruta: lo sé por la manera en la que tira de sus cadenas para aferrarse a mi cuerpo, por cómo solloza cada vez que yacemos juntos. Si tan solo, Yuuri no se quedara en cinta, nuestro pecado nos concerniría solo a nosotros dos, pero mucho me temo que estamos condenando a toda nuestra progenie y con ellos, a todos los que se crucen con ella. No me es ajena la idea de que con el tiempo, este mal podría afectar a gran parte de la raza humana. Tengo que hacer algo. He de esforzarme más por desentrañar el misterioso funcionamiento del útero masculino de Yuuri. Solo así podré evitar más embarazos y tal vez, con un poco de suerte, aplacar sus inclementes fiebres. (...)

 

5/05/1898

 

A pesar de todas mis precauciones, Yuuri ha vuelto a quedarse en estado. Yakov tenía razón: el útero de Yuuri es con mucho más fértil que el de una mujer normal. Está contento. Está convencido de que esta vez será una niña. Dice que así Nikolay tendrá una hermanita con la que jugar en este enorme y solitario palacio. A mí lo que realmente me preocupa es que Nikolay descubra cómo nació. Sé que Yuuri adora a nuestro hijo y se comporta como una madre ejemplar, buena y cariñosa, con él, pero ni ese niño ni el que está por venir sabrán jamás quién les dio a luz. Debo hacerlo. Después de todo, fui yo quien me dejé cegar por la lujuria e insistí en llevar a cabo esta blasfemia contra el orden natural. Sobre mis hombros recae la responsabilidad de proteger a mi familia de la terrible verdad de su origen.

 

Me detuve de pronto, al notar totalmente reseca mi garganta. La verdad que había leído en él era difícil de masticar y esa fue la excusa que me di a mí mismo para negarme a creerla. Después de todo, mi padre en sus últimas décadas de vida se había convertido en un excéntrico, un excéntrico cruel sin ir más lejos, por lo que todo aquello bien podría ser una retorcida broma póstuma.

Sin embargo, yo mismo no podía negar que muchos detalles, tal vez demasiados, cuyo origen me había sido siempre del todo misterioso, empezaban a encajar a la luz de la temible información que acababa de recibir: los extraños atributos que no compartíamos con nuestro padre y que nos dotaban de una apariencia exótica, como la melena azabache de mi hermana o nuestros extraños párpados; la enigmática presencia de aquel hombre japonés por el que mi padre tanto había llorado y que no sería otro que la madre que siempre creí perdida; o incluso la frialdad de mi padre y su aversión a las fuentes de agua.

 

De pronto, me di cuenta de que mi sonámbulo caminar entre páginas me había conducido a una de las muchas celdas que abundaban en los bajos fondos de aquella mansión, las mismas que mi padre habría acondicionado para resguardar a mi madre en sus momentos más vulnerables. Pude observar la presencia de unos roñosos grilletes colgando de la pared, peo sobre todo, noté un olor, penetrante, condensado en el lugar a través de las décadas, potente y antiguo enturbiando el frío aire de la estancia. Llegué a percatarme de que en realidad se trataba de dos perfumes diferentes entrelazados entre sí: uno de ellos era profundo y con regustos amargos, similar a la carne ahumada y condimentada de venado, al tabaco o el café; mientras que el otro era dulcísimo pero pesado, como un recargado perfume de flores, como empalagosa mermelada recién hecha o como un florido jardín tras una tormenta de primavera. Reconocí al instante el olor de la cópula de mis propios padres.

 

Fui presa de un repentino vértigo que me imposibilitó del todo proseguir con mi lectura, tanto que el manuscrito se me cayó de las manos. Había un ardor que estaba empezando a brotar en mi bajo vientre y que ascendía por mis entrañas quemándome. Noté como mi pulso se agitaba, como retumbaba en mis sienes, forzando a mi respiración a acelerarse como si de una grave gripe se tratara. Mi visión se emborronaba al tiempo que un sudor frío empezó a humedecer mi espalda. Le siguieron violentas convulsiones que me debilitaron mis rodillas, hasta el punto de obligarme a apoyarme en la pared para sostenerme. Mi padecimiento parecía no tener límites. Era como si hilos invisibles tirasen de mis músculos provocando un dolor lacerante que no me dejaba pensar. Pero lo más grave sucedía bajo mi ombligo. Era como si mis vísceras burbujeantes de fiebre se sintieran de pronto muy solitarias, como si mis cavidades internas se rebelaran contra su propia oquedad. Demandaban algo que las colmara, que las llenaran hasta el último recoveco. Todo mi ser me decía que solo entonces esta tortura terminaría. A continuación, percibí avergonzada como algo caía chorreando entre mis muslos, empapando mi sufrido camisón. Temí que se tratase de orina, pues las convulsiones podrían haberme hecho perder el control de mis esfínteres, pero el olor era distinto mucho más dulzón y hasta cierto punto agradable.

Entonces, una conocida voz de mujer resonó entre los pasillos:

 

—¿Nikolay? —llamaba mi hermana— Nikolay, hermano. ¿Estás aquí?

 

Quise responder, pero no pude. Mis pulmones se estaban saturando de aire todavía a medio expulsar, por lo que el habla se me atoraba en el pecho. En su lugar, un sonoro jadeo escapó de mi garganta. Bastó para que mi hermana me reconociera.

—¡Nikolay! —me llamó hasta llegar a mi encuentro.

 

Enseguida, encontró la celda en la que me resguardaba y se apresuró a prestarme su ayuda para incorporarme. Mi enturbiada vista se aclaró con la imagen de mi bellísima hermana. Siempre fue hermosa, pero en esos instantes bajo la débil luz del candelabro que portaba, se veía absolutamente arrebatadora. Llevaba el abundante y preciosa cabellera negra suelta como una sensual melena de leona. Sus ojos grises relampagueaban como hielo bajo la luz del sol y su escultural figura quedaba enfatizada por su primoroso camisón de seda rosada.

—Nikolay, querido —imploró nerviosa ante mi llamativo estado— ¿Qué tienes? ¿Qué te ocurre? - preguntó en vano.

 

Sin embargo, pronto mi hermana también empezó a cambiar. Su rostro de una palidez gélida se congestionó hasta alcanzar la tonalidad de las brasas. Sus pupilas inyectadas en sangre se contrajeron hasta otorgarle la mirada de una serpiente a punto de cernirse sobre el condenado ratoncito que yo sentía ser en esos momento. Empezó a proferir un ruido similar a débiles rugidos hasta que su sonrisa se contrajo en una imponente y antinatural mueca que ostentaba un par de aguerridos colmillos por los que pasaba su hambrienta lengua. Era como si mi tierna hermanita hubiera abandonado cualquier recato propio del género femenino. Más bien, se podría decir que se había transformado en la hermosa bestia que siempre fue.

 

—Hermanito —rugió, acercándose a mí, hasta acariciarme el pelo—. Mi amable, hermoso y buen hermanito.... ¿Te he dicho alguna vez lo bien que hueles?

A continuación, mi hermana se lanzó a mis brazos, obligándome a un feroz abrazo, restregándose por todo mi cuerpo, inflamando con el toque de sus manos los pezones que se levantaban bajo la tela de mi pijama. Fue en ese instante cuando lo noté. Rozando mis desvalidos y agitados muslos, algo bajo el sensual camisón de mi hermana, algo alargado, venoso e inhiesto como un miembro viril, se irguió buscando un agujero en el que hospedarse. A partir de entonces, todo se volvió extraño. Una vez más, no tuve miedo. No tuve siquiera tiempo para inquietarme, pues de mi hermana comenzó a manar un penetrante aunque reconfortante olor a sudor, humo y carne macerada. Aquella fragancia de amo y señor me sometió de inmediato. Dejó mi mente completamente en blanco y sin fuerzas para resistirme, disponiéndose ante ella cualquier obertura de mi cuerpo. La necesitaba dentro de mí. Sabía que esto que se levantaba entre sus muslos era lo que podría calmar todo mi sufrimiento. Mis entrañas pulsaban rogando por ella y estaba más que solicito a facilitarle el camino. No me hizo falta. Antes de que diera cuenta, ella ya había destrozado mi ropa con sus solas manos desnudas. Me agité de pura sorpresa. ¿Cuándo se había vuelto tan fuerte?

 

Así, en cuestión de segundos me acorraló contra el suelo, forzándome a las indignas cuatro patas. Volvió a pasar sus garras por mis vulnerables pezones, masajéandolos hasta prenderlos. Con su recién estrenada fuerza sobrehumana, torció su rostro hacia el suyo, devorando con su ávida lengua la mía, arrebatándome cada gramo de aire de los pulmones, mordiéndome los labios con ademanes de lobo, gruñendo como uno cada vez que nos separábamos. Con ambos manos, aprehendió mi sensible y frágil trasero, hincando sus posesivas uñas en él, para después abofetearlo con un divertido sadismo que me arrancó un par de gratificados sollozos. Pronto, sus poderosas manos de depredador se ciñeron sobre mis resbaladizos muslos para separarlos, ¿Era esto lo que le había hecho a sus maridos en la noche de bodas?

 

Y sin embargo, cuando aquella cosa palpitante me penetró al fin, calmando y desgarrando mis entrañas a partes iguales, no sentí miedo, sino el profundo y sincero alivio de saberme por fin completo. Así lo supe cuando ella se adentró en mí con toda su extensión, haciendo vibrar de puro placer ante su rotunda enormidad. Tras soltar un bramido victorioso, mi hermana comenzó a mover sus caderas en un movimiento pendulante y bien calibrado, empujándose una y otra vez poderosamente dentro de mí. Yo asía su regio miembro dentro de mí, puliéndolo con mi carne, humedeciéndolo con las lubricaciones que emergían como un torrente de mi interior, dándole la bienvenida. Mi hermana pronto se volvió cada vez más atrevida con sus envites, soltando salvajes gruñidos, golpeando mi espalda con sus bamboleantes, perfumados y redondeados pechos. Con su espectaculares golpes de cadera iba propulsándose hasta rincones ignotos de mi ser que temblaban de emoción al recibirla. Ante eso yo solo podía llorar de pura satisfacción y locura. Porque ella era a la que había estado esperando toda mi vida . Ella era mi reina, y yo su más fiel y humilde servidor, desesperado por satisfacerla en cuantas posturas demandara de mí. ¿Hay acaso felicidad mayor? ¿Había acaso un éxtasis más puro? Fue en esos momentos, en los que mi hermana exigía el tributo de mi carne a la suya, en los que me quedó claro que había nacido para esto. Yo siempre había pertenecido a mi hermana y era a ella a que siempre había anhelado.

 

Mi hermana pasó largo tiempo aflojando mi escurridizo vientre a su imagen y semejanza, pulsando lugares que vibraban felizmente a su paso, logrando así que mi enclenque lascivia se desparramara por mi sucio ombligo. Pero entonces, sin mediar pregunta, con el poder y la fortaleza que ya había impuesto sobre mí, mi dulce Hikaru dobló mi espalda hasta incorporarme. Sentí su lengua grande, viscosa y caliente saborear mis hombros solo un instante para después hincar sus colmillos de sensual vampiresa en mi cuello. Apenas me vi con fuerzas de gritar de dolor cuando de las heridas comenzó a surgir la sangre. De este modo, y tal como hicieran nuestros padres antes que nosotros, firmamos nuestro pérfido acuerdo.

 

Justo entonces, noté cómo el miembro de mi hermana se inflamaba con fuerzas renovadas, enclaustrándose en mi entrada, para después comenzar, oleada tras oleada, a salpicarme de su bendita semilla, la misma que mis agradecidas y famélicas cavidades se apresuraron a devorar hasta la última gota.

 

Plácida y felizmente extenuados no tuvimos más remedio que dormirnos sobre la misma losa de piedra que otrora aguantara las pasiones de nuestros padres.

 

A la mañana siguiente, mi hermana pudo comprobar para su alivio que, a diferencia de sus anteriores parejas, yo no me sentía repugnado por las formas antinaturales que adquiría nuestra unión. Al contrario, la emotiva subyugación que me ofrecía me resultaba poderosamente embriagadora y glorificante, de modo que nos vimos impelidos a repetir nuestros encuentros cuántas veces fuera necesario, hasta quedar nuestros cuerpos resecos, agotados y absolutamente satisfechos.

 

Me entregué a mi hermana con la devoción que supone un nuevo culto. Es por eso que, lejos de volver a la ciudad tal y como tenía planeado, sigo residiendo en este maldito lugar abandonado de cualquier resquicio de bondad y decencia, completamente ocupado en colmarlos caprichos de mi amada Hikaru-chan. Es más, mientras escribo esto, su futuro hijo se agita inquieto inquieta en mi abultado y monstruoso vientre. Espero que Hikaru no se entere de que me quedo despierto hasta tan tarde, podría enfadarse. Ella siempre está pendiente de mi salud y la de nuestro bebé. Es realmente estricta en estas cuestiones, por lo que su famoso genio puede volverse su irascible si opina que la estoy desobedeciendo.

 

Soy consciente de que estoy viviendo el periodo más pleno, más endomoniadamente feliz de mi vida y sin embargo, ahora que esta frágil pero enérgica vida crece día a día en mi útero, creo que entiende por fin los temores que limitaron la vida de mi padre. Puede que tuviera razón, que todo esto no fuera más que un abismal error, un pecado ominoso imperdonable, por el que estemos introduciendo en el torrente genético de la humanidad una deforme herencia que nunca esta debió conocer. A veces me pongo a reflexionar seriamente sobre ello, y todas esas veces concluyoque si fuera un hombre sensato ya me habría pegado un tiro, erradicando del mundo no solo mi fallida existencia y la de la abyecta prole que está por llegar. Pero ya es demasiado tarde.

 

En ocasiones, cuando nos desvelamos tras otra de nuestras morbosas cópulas, Hikaru me habla de sus sueños con el mar. En ellos una hermana reina en una ciudad submarina y antigua, llena de palacios de cristal y corales. A su lado se encuentra en el papel de consorte, se encuentra su hermano, su esposa. Reinan juntos y en paz, por toda la eternidad, rodeados de la familia materna que no pudieron conocer, siguiendo los designios del Padre Dagon y la Madre Hidra, velando el sueño sempiterno de nuestro señor Cthulhu. Hikaru, entusiasmada, me narra sus visiones con todo lujo de detalles, mientras se empeña en ocultar bajo las pudorosas sábanas esos graciosos pies de dedos palmeados que tanto la avergüenzan.

 

Para ser honestos en noches como estas me siento tentado de confesarle a mi amante hermana que de un tiempo a esta parte, yo también comparto esas afables visiones de la bella y misteriosa ciudad bajo las olas. Incluso podría admitir con un celo cada vez menor que la idea de contemplar el mismo mar que nuestro padre nos negara en la infancia conmueve mi corazón. Se me ocurre que tal vez allí podamos criar a nuestros hijos sin que sean víctimas de los prejuicios y la falsa moral que encarcelan los corazones terrestres. De todas formas y tal y como le dijo el Dr. Feltsman a mi padre, la vida surgió del mar.

 

Quizá ya sea hora de regresar a él.

 

Ph’nglui mglw nafh Cthulhu R’lyeh wgah’nagl fhtagn.

 

Firmado: Nikolay Nikiforov Katsuki

 

 

20/04/1921

Notas finales:

Antes de comenzar, aclaro que el título de este epílogo se debe no solo la leyenda de los lazos rojos sobre las personas destinadas sino también en una canción de Ahn Ye Eung. 
 
Llegados a este punto, me gustaría hacer una confesión vergonzosa: 
ODIO EL OMEGAVERSE. CON TODA MI ALMA.

 
Conocí esta variación hace unos dos o tres años y lo odié totalmente desde casi el principio. Que de pronto hubiera un boom del tema, que todo los fics con muchas lecturas fueran omegaverse y que casi no encontrara casi ningún yaoi nuevo que no perteneciera a ese universo no ayudó tampoco a que yo le cogiera cariño al género. Me gustaría dejar claro que ya estaba familiarizada con el Male Pregnant desde hacía años y siempre lo había visto como una parodia graciosa, imposible de ser tomada en serio más allá de un fic. Lo que realmente me saca de quicio del Omegaverse es lo primitivo y sucio de su forma de entender las relaciones: que el omega se ponga en celo y ya prácticamente vaya pidiendo que lo violen, que el alfa sea alguien eminentemente superior, tanto social como físicamente y que "deba" cuidar del omega, porque este solo sirve para tener hijos... No sé me pareció algo que reproducía una sociedad machista hasta la nausea donde el género bonito pero débil e inútil más allá de la reproducción, su única misión y valor en este mundo, se ve subyugado "por orden natural" al género que pone la semillita... No sé si se me entiende...Huelga decir que en el entorno que apareció de hombres lobos y demás tiene cierto sentido, pero fuera de ahí me parece una forma de entender el amor muy cínica y hasta cierto punto cruel.  Y el hecho de que todo el mundo estuviera idealizando y "romantizando" todo este determinismo biológico claramente sexista y tóxico, ABERRANTE, me hizo, por así decirlo, perder unos cuantos puntos de cordura... Y así es cómo surgió la idea para este fic. Ya que nadie me escuchaba cuando me quejaba del omegaverse, ¿qué mejor manera que escribir un fic donde este ominoso género se debiera a alguna aberración lovecraftniana?  Después de todo, a veces el odio puede ser una fuente de inspiración tan buena como el amor. Que se lo digan al mismo Lovecraft que odiaba el amor y creó a los profundos, o Garth Ennis, el guionista de The Boys que odia los cómics de superhéroes y  cuyo cómic, sin embargo, se convirtió en una serie que destrozó los tópicos de ese género. 
 
Con el paso del tiempo, confieso que terminé leyendo alguna obra omegaverse por puro aburrimiento y resignación, y puedo admitir que algunas cosas que me parecieron horribles de los primeros omegaverse han evolucionado para bien. Love is an illusion y similares se enfrentan con las reglas para encontrar parejas que funcionen más allá de las restricciones de las feromonas y eso es algo que debe reconocerse. Sin embargo, yo siempre había tenido la espinita clavada de escribir este fic y al fin me la ha podido quitar. 
 
Así mismo, conforme fui investigando las reglas de este bizarro universo, me topé inevitablemente con las hembras alfa. Recuerdo que en uno de los blogs que visité la autora se quejaba de que si las fans del yaoi eran capaces de aceptar que un hombre se embarazada, también deberíamos aceptar que las mujeres alfa tengan pene, una observación que me pareció muy acertada. Es por esto por lo que decidí introducir una mujer alfa en la historia como algo más que un adorno. La verdad es que la idea me hizo mucha gracia y pronto se me ocurrieron un montón de ideas, y, aunque hubo un momento en que temí por el impacto que eso pudiera tener en los posibles lectores, luego pensé: "¡Bah! No puede ser peor que el final de la primera temporada de The Boys" 

Una vez terminado este fic, que realmente he escrito mayormente en verano y luego a contrareloj, creo que me voy a tomar un tiempo para pensar qué hacer a continuación. Tengo varios proyectos pendientes. Puede que retome Fulgor nocturno como una historia larga. Tengo algunas ideas pero creo que necesito darle más fondo y estructura a la trama. Estaré trabajando en ello. 
 
En fin, espero que me perdonen esta travesura. Muchas gracias por haberme aguantado hasta el final y por todo su valioso apoyo con este fic. Muchas gracias por todas sus lecturas y por sus cariñosos comentarios, sobre todo a Marily y Altaír Lenaf. 
 
Espero que hayan disfrutado con esta loca historia de terror sexual y que tengan un feliz y espeluznante Halloween. 
 
Muchos besos. 


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