«Tierra de ilusiones que no cree en mí; Tierra de ilusiones. Ya no creo. Y no me importa»
—¿Amor?— Tony se sienta en el sofá de su novio. Bucky lo mira con curiosidad mientras toma su cerveza. Él se acerca más, lo toma de las manos y lo acaricia por un rato. Quiere decirle un montón de cosas, decirle que estaba cansado; que ya no sentía que vivir valiera la pena; que se estaba ahogando—¿Por qué ya no vamos al parque?
Fue una pregunta estúpida, lo supo por el rostro de Bucky. Cuando eran niños iban al parque todos los días, cuando llegaron a la secundaria tuvieron su primera cita-cita en ese lugar y tan sólo unos meses antes atrás iban de seguido. Bucky le compraba helados y se columpiaban juntos hasta que venía el guardia de seguridad y los echaba. Ahora sólo iban a la casa abandonada de la calle de atrás a drogarse y a follar cuando todos estaban demasiado ebrios para recordar.
—¿Estás bien?— pregunta. Anthony se muerde el labio inferior. Todo está del asco.
—Sí. ¿Por qué?
—Tus ojeras. ¿Dormiste bien, bebé?
A Anthony se le detiene el corazón. Bebé. Le dijo bebé. Y le preguntó cómo había dormido. Casi se pone a lagrimear por esa estupidez, pero estaba tan devastado y cualquier muestra de cariño entraba a su alma y ardía.
—Bésame— pide sin aliento. No quiere que Bucky lo vea a los ojos. Él lo toma del mentón, suave, casi sin hacer presión con los dedos. Empieza besándolo por la comisura y luego se desliza a sus labios. Lo hace sentir querido. Jadea, aprieta sus hombros y corresponde el contacto con entusiasmo.
Extraña esta faceta de James que se manifestaba ahora sólo en ocasiones. Por momentos como este recordaba el porqué se había enamorado de Bucky.
—Te adoro, Kotenok. Eres lo mejor que me pasó en la vida— Tony se derrite ante sus palabras. Suena tan real, espera que lo sea.
El tiempo pasa rápido entre los brazos de su novio. Le gusta acurrucarse en su pecho y dejar que él acaricie su cabello; le gusta que lo bese de forma perezosa y sentirlo sonreír contra sus labios.
—Buck— Tony dice, antes de soltar un suspiro—. ¿Crees que tengamos futuro?
—No lo sé. Lo único que sé es que te tengo y que no me imagino qué haría sin ti.
—Eso es cursi— suelta una risita. Él también ríe y besa su mejilla.
—Te encanta.
—Tienes razón.
Terminan devorándose los labios y acariciándose. No de forma sexual, y a Tony le parece fantástico.
Esa noche no va a su casa, sin embargo va junto a Bucky a ese tiradero de mala muerte que tanto detesta.
Se pone incómodo. James cambia su actitud al llegar. Él es otra persona ahora. Pero Tony tiene problemas; Ahora no quiere ser el Jesús de los Suburbios, sólo quiere ser Tony Stark y que igual lo aprecien por eso. No funciona. Scott se acerca a él con una sonrisa. Tony niega con la cabeza.
—No tengo nada para vender.
—¡Ey, pero se supone que teníamos un trato!
—Lo lamento— alza sus hombros. Esperaba que Scott tomara asiento junto a él, pero sólo aprieta los labios en una sonrisa de enojo y lo deja solo.
Busca a su novio con la mirada, pero él está con la pelirroja de la otra vez.
Su corazón se retuerce. Ella era bonita, con unos hermosos ojos verdes y un cuerpo de supermodelo; tiene una sonrisa cálida y una buena personalidad. Es el paquete completo. Tony tiene los ojos cafés y corrientes; una sonrisa destruida por las drogas; una personalidad autodestructiva y deprimente, un cuerpo escuálido. ¿Qué veía James Barnes en alguien tan roto como él?
Ríe por lo bajo y niega con la cabeza repetidas veces. Era uno de esos tontos melodramáticos, neurótico hasta los huesos, no había duda de ello. Pero eso no era relevante.
Se hunde en el sofá, ignorando a la pareja follando a su lado. Sus amigos no están. Todos voltearon cuando dijo que no traía mercancía. Quiere correr y no volver nunca más.
Sonríe con amargura. ¿Dónde están sus amigos de siempre? ¿La gente que apreciaba y con la que contaba para todo?
Patético y solitario. Un fenómeno, aburrido, introvertido y con auto aborrecimiento. No era más que un caso perdido.
«Todo el mundo está lleno de mierda. Nacen y crecen criados por hipócritas. Corazones reciclados pero nunca salvados. De la cuna a la tumba.»