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Sueño de Quimeras. por Seiken

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Kanon odiaba tener que ser el mayordomo, era un trabajo indigno de su persona, de su rango, pero sobre todo, estaba cansado de la expresión de superioridad de Radamanthys, que caminaba detrás de sus colegas, con las manos en las bolsas de su pantalón.

 

Minos y Aiacos fueron recibidos por Milo y por Shaka, el escorpión estaba enojado por tener que soportar a un espectro en su casa, el hombre más cercano a Dios, no mostró sus sentimientos, únicamente permitió que ingresara en su templo.

 

Al último, después de varios minutos de un silencio molesto, que comenzaba a calar sus nervios, Kanon por fin llegó a su propio templo, al cuarto que habían preparado para su visitante, sin siquiera avisarle, en realidad, pensaba que era una habitación extra para el nuevo novio de Saga, no para el juez que lo seguía en silencio, juzgandolo en silencio, de eso estaba seguro. .

 

El cual vio Radamanthys con una expresión serena, ingresando en él con un paso lento, escuchando cómo lo seguía, para darse la vuelta y notar que aún estaba en la puerta, arqueando una ceja como invitándolo a pasar o exigiendole que se marchara.

 

Kanon se preguntaba cómo era que tenía tan mala suerte, porque de todos los espectros que podrían asistir, tuvo que hacerlo su enemigo y el actor de esa pesadilla, quien cruzó sus brazos al ver que no salía de su habitación. .

 

—Ahora veo porque están tan ansiosos por conocer la muerte si en esta clase de lugar es donde viven.  

 

Kanon apretó los dientes a punto de marcharse, escuchando como el espectro se dejaba caer en la cama, llevando un brazo a la altura de su cabeza, su playera descubriendo su torso, su ombligo, que tenía otro agujero, otro piercing.

 

Mirándole desde aquella postura, que si no fuera el mentiroso y el embaucador en esa habitación, Radamanthys trataba de tentarlo de alguna manera, especialmente al verlo de esa forma, como si lo deseara, o le exigiera a realizar algún acto en esa habitación. 

 

—Pareces un alfiletero.

 

Radamanthys simplemente sonrió al escuchar esas palabras, llevando una mano a su vientre, pasandola por su ombligo, para después, cubrirse con su playera con una risa ligera, estaba cansado, no había dormido bien en los últimos días, pero Kanon lograba sacarlo de sus casillas, especialmente si se quedaba en ese sitio, como si fuera un idiota.

 

—Para tu información nuestro señor Hades nos concede tener una vida plena, antes de ofrendar la nuestra por su gloria, que es mucho más de lo que Athena les otorga.

 

Respondió levantándose de un salto, deteniéndose a pocos centímetros del dragón marino, que noto que si bien era más bajo que su enemigo, no lo era por mucho, y su musculatura era parecida, no eran tan diferentes, aunque como lo viera en su sueño, Radamanthys era unos años menor que él.

 

—¿Y por eso decidiste utilizar tu cuerpo como un alfiletero?

 

Radamanthys parecía sorprendido de que notara los pequeños agujeros de los piercings que se puso cuando era mucho más joven, antes de ser un espectro, preguntándose qué tanto le preocupaba su cuerpo, relamiendo sus labios con lo que Kanon pensó era un acto sugerente.

 

—¿Y a ti que te importa eso?

 

Le pregunto con una sonrisa de medio lado, y acercándose un poco más, prendiendo un cigarrillo de pronto, sin importarle que a los gemelos les gustara el tabaco o no, le dio una fumada, para soltarla frente a su rostro, formando pequeñas esferas de humo.

 

—Además, ¿no te interesa demasiado mi cuerpo Kanon?

 

Kanon abrió los ojos casi desorbitadamente, retrocediendo unos cuantos pasos, era ridículo, únicamente se daba cuenta de lo que pasaba y lo que ocultaba ese espectro, con sus múltiples piercings, tal vez, algunos tatuajes.

 

—Si no fueras un maldito espectro te daría unas buenas nalgadas para enseñarte modales, mocoso intolerable.

 

Le amenazó, dándole la espalda, sin notar que las mejillas de Radamanthys de pronto se pintaban de rojo, cerrando la puerta con un portazo, tan fuerte, que por poco pensó que la tiraría con todo y las bisagras, fumando su cigarro, quitándose el saco y la camisa, lanzándolos a una silla de madera, lanzando poco después sus zapatos, para detenerse de pronto, sus manos en sus caderas, relamiendo sus labios con demasiada diversion.

 

—¡Estúpido Kanon!

 

Kanon de estar presente, hubiera visto que poseía algunos de los tatuajes que vio en su sueño, así como los piercings, pero, sobre todo, la forma en que apagaba su cigarrillo con odio, nunca nadie se había atrevido a hablarle de esa forma, ni siquiera sus enemigos, no como lo hacía el dragón marino.

 

Acaso creía que se trataba de un maldito niño al que podía ordenar y regañar, era un juez, el más cercano al dios Hades, no podían tratarlo de esa forma. 

 

—¡Maldito Radamanthys!

 

Se quejó Kanon pateando su cama, suspirando profundamente, para volver a observarse en el espejo, temeroso de verse con cabello negro y ojos de dos colores. 

 

Ya sin armadura, flexionando sus brazos para ver cómo sus músculos se marcaban frente al espejo, para después revisar su rostro, buscando ojeras o arrugas, sin encontrar nada, llevando una mano a su cabello, encontrandolo sedoso. 

 

—Aparte de puberto, ahora eres narcisista…

 

Kanon le hubiera dicho que no era lo que parecía, pero no dijo nada, simplemente se le quedó viendo a Saga, que entraba en su cuarto como se le diera la gana.

 

—¿Podrías dejar de admirarte por un momento y hacer algo productivo con tu vida? 

 

Kanon estaba demasiado tenso al tener a Radamanthys debajo de su propio techo, así que de nuevo le aventó algo al mayor, un frasco que se rompió a lado de su cabeza, logrando que Saga en vez de enojarse, comenzará a reírse.

 

—Pareces un maldito crío, si no te gusta mi templo puedes regresar a la Atlántida, para realizar tus deberes por una sola ocasión y no andar vagando por aquí todo el día, hermanito. 

 

Kanon dio varios pasos para pelear con Saga, sacarlo a la fuerza y recordarle que si estaba en ese templo era por petición de su diosa y órdenes de Poseidón, no por su propio gusto. 

 

—¡Deja de creerte el hermano mayor, porque eso no te queda! 

 

Antes de que pudiera responderle Saga, explicando la razón de su vista, escucharon un sonido a sus espaldas, era el espectro, que tenía un teléfono en sus manos, el cual guardó en su bolsa del pantalón, esta vez, no se puso el saco y seguía fumando.

 

—Oye tú. ¿A dónde vas? 

 

Pregunto Kanon sin pensarlo siquiera, Radamanthys le observó con una ceja arqueada, notando que Saga también estaba ahí, siendo esta la única razón por la cual no respondió a los retos del embaucador.

 

—Iremos por ropa nueva y después conoceremos la vida nocturna de Grecia. 

 

Respondió sin pensarlo, saliendo del templo, encontrándose con sus colegas, que igual que el, saldrían a buscar nueva ropa y un poco de diversión.

 

—Maldito mocoso. 

 

Saga se preguntó inmediatamente porque le había respondido a Kanon, el sin importar su cercanía, lo habría mandado al diablo, pero el espectro no, el respondió como si fuera un niño obediente. 

 

—Ya veo… 

 

Susurro, al notar esa mirada en su hermano menor, reconociendola como aquella que él mismo usaba cuando veía algo que le agradaba, ese algo era ese espectro, supuso, con cierta diversión, primero despertaba como un maldito adolescente, después lo encontraba admirandose en el espejo y ahora notaba la forma en que prácticamente se estaba comiendo al espectro con la mirada. 

 

—¿Qué diablos quieres Saga? 

 

Saga seguía sonriendo, esa sonrisa burlona que usaba cuando tenía la victoria en sus manos, la clase de mueca que más odiaba, y hacía que su estómago se revolviera. 

 

—Eres un maldito asaltacunas… 

 

Kanon inmediatamente se sonrojó sin poder evitarlo, para después enojarse mucho más con su gemelo que le miraba con sorna, empujándolo contra la puerta, apretando los dientes.

 

—¡Eres un maldito fastidio! 

 

Saga sostuvo sus manos con fuerza, liberándose, encontrando divertida la reacción de Kanon, que le miraba alejándose unos pasos.

 

—No pensaba que tuvieras tan mal gusto, pero si le quieres dar, yo quien soy para decirte cualquier cosa. 

 

Le comento, haciendo que Kanon frunciera el ceño, molesto, no era que defendiera al espectro, pero viéndolo de lejos tenía un poco de atractivo, además, esa palabra era muy cruda, el era mucho más romántico, para él era hacer el amor, aunque solo durará una noche.

 

—Eso fue muy crudo Saga, no hay que ser vulgares, además, no, no quiero darle, ese espectro no es de mi agrado, es demasiado rebelde. 

 

Saga por un momento pareció aceptar su respuesta para después sonreírle con la misma expresión que usaría el si planeara algo cruel y retorcido, como lo dijera su hermano, ambos conocían sus expresiones a la perfección. 

 

—La rebeldía es muy divertida de quitar hermanito, pero si a ti no te interesa, entonces, supongo que no te molestara que asalte su alcoba. 

 

Saga esperaba ver su reacción, cualquier clase de molestia, encontrando muy divertido el enojo de Kanon, mucho más aún su renuencia de aceptar sus deseos.

 

—¿A qué diablos venías? 

 

Saga lo recordó, pero únicamente para molestar a Kanon, se alejó con un paso lento, sintiendo que su hermano lo sostenía del brazo, evitando que se marchara.

 

—Quería que vigilaras a ese espectro, pero ya que lo encuentras tan desagradable, yo lo haré, no quiero cargarte con esa horrible tarea. 

 

Kanon negó eso, como por instinto, no dejaría que su hermano realizará esa tarea, porque se lo recordaría toda la vida y no estaba dispuesto a eso.

 

—No, yo lo haré, necesito distraerme un poco y en el santuario me siento asfixiado. 

 

Se quejó, dándole la espalda a Saga, que seguía sonriendo con una ceja levantada, una mueca burlona, como si supiera algo que él no.

 

—Además no quiero que me estés fastidiando con que nunca hago nada, y el patriarca termine dándome un sermón, como siempre. 

 

Se marchó, o eso intento, si no sintiera la mirada de Saga a sus espaldas, seguro de que aún faltaba que se arreglará o al menos, tomara algo de dinero, su hermano siempre procuraba verse bien.

 

—Para mi que tú quieres ver qué ropa es la que compraría Radamanthys, además, de verlo cambiarse. 

 

Kanon le hubiera golpeado, pero estaba más interesado en buscar ropa que no fuera la de un pordiosero, el único par decente que tenía que constaba de pantalones de mezclilla con una camisa azul que no abotono del todo.

 

—Di lo que quieras, no todos somos un pervertido como tú, Saga… 

 

Saga simplemente se marchó, riéndose en voz alta, si, había probado una infinidad de placeres como Arles, pero eso estaba en el pasado y al menos, no deseaba tirarse a un espectro, a uno de los jueces de Hades.

 

*****

 

Aioria los vio llegar en silencio, preguntándose como muchos otros, porque razón la comitiva de Hades permaneceria tantos días en el santuario, su mirada deteniéndose por unos instante en Kanon, que parecía haber visto un fantasma, siguiéndola para notar que observaba fijamente al espectro que los asesinó usando tretas sin honor. 

 

El único que no vestía con ropa de gala, cuya expresión estaba suavizada, no estaban en guerra, asi que habia bajado sus defensas, en cambio, el no estaba seguro de que fuera una buena idea, porque sabía que los espectros no eran de fiar y estaba pendiente de cada uno de sus movimientos. 

 

El había solicitado que dejaran a uno de los espectros en su templo, especialmente si era el guerrero de cabello rubio, petición que fue rechazada, temían que no pudiera superar rencillas del pasado. 

 

Aioria se daba cuenta de dos cosas, con tan solo verle caminar en esa comitiva, la primera, quería una revancha, una oportunidad para demostrar su fuerza y que si fue derrotado, se debió a las barreras del dio Hades, la segunda, le gustaba ese guerrero. 

 

Lo sabia desde que pronunciaron su nombre y el comenzó a imaginarse algunas fantasías demasiado extrañas, unas quimeras entretenidas, tenía pensamientos sexuales con él, su rostro era bonito, seria femenino, si no tuviera esas cejas contrastando con su nariz afilada, su mentón, sus pómulos, sus ojos eran exóticos, su piel se veía tersa, si, le gustaba ese soldado del enemigo. 

 

El mismo se había imaginado que habría resultado, de ser él quien lo derrotara y no Kanon, pensando que esa era la única razón por la cual dejarían a ese soldado bajo el cuidado de un traidor, de un soldado de la Atlántida, con el cual, no congeniaba en lo más mínimo. 

 

Especialmente por esa actitud petulante que siempre tenía, comportándose como si fuera el amo del mundo, cuando no era nadie y si derroto a Radamanthys, era únicamente, porque ese soldado llevaba enfrentándose con ellos desde el inicio de la guerra, había escuchado de la voz del propio Seiya que se enfrentó con Orfeo, que recibió uno de sus meteoros, se enfrentó a ellos, que si bien sólo tenían la décima parte de su cosmos, si pudieron hacerle daño y también se enfrentó con Cáncer y Piscis, para Aioria era más fuerte de lo que deseaban admitirlo. 

 

Y mucho más atractivo también, porque había escuchado hablar de la belleza de muchos de los espectros, pero ni una sola vez hablaron del demonio de mirada amarilla, el que vestía como alguien de su edad. 

 

Que era la misma que él tenía, lo sabia, porque habia escuchado lo que Aioros le había dicho al respecto y porque la señorita Saori, había investigado sobre ellos, sobre la vida que tuvieron en el pasado, podría decirse, que Radamanthys, era un buen chico, alumno destacado, bajo perfil, escuchaba música moderna, pero, nada más, no era un monstruo, solo era un muchacho arrancado de su vida mortal por el dios Hades. 

 

-Se dará cuenta que lo deseas, si no tratas de fingir por lo menos un poco… 

 

Era su hermano, que no estaba muy conforme con su deseo, pero, él era adulto, ya no era un niño y sabía lo que deseaba, le gustaba lo prohibido, lo oculto, las sombras y los grises, eso era ese espectro bonito, que esperaba pudiera seducir. 

 

-Quien dice que no deseo que se de cuenta, así será más fácil seducirlo.

 

*****

 

Algunas horas después los tres espectros caminaban alegremente con tres bolsas de famosas marcas de ropa, con varias prendas, zapatos y accesorios, estaban disfrutando demasiado ese día, ser de nuevo mortales, sin ninguna clase de preocupación ni responsabilidades.

 

—Lo juro Radamanthys, solo tienes dos gustos, el abuelo o el vago, nada intermedio. 

 

Minos llevaba un traje diferente, el blanco estaba guardado en una de las bolsas, el que tenía puesto era de color azul, Aiacos seguía vestido con su traje negro, pero ya estaba desabotonado a la altura del pecho, y Radamanthys seguía con su sencilla ropa de mezclilla, suponía Kanon que eso era lo que llamaban, ropa de vagabundo. 

 

—No recuerdo haberte pedido tu opinión, además, esta es más cómoda que cualquier traje y me he puesto suficiente ropa formal para toda una vida. 

 

Aiacos se rió, probablemente era cierto, pero debían recordar que Hades era demasiado estricto con su apariencia, debían estar presentables todo el tiempo, como sus representantes.

 

—Por eso nuestro señor Hades nos pidió que te ayudaramos a elegir ropa, no muy severa, ni muy informal, sólo un punto medio. 

 

Minos le abrazo por la espalda de pronto, restregando su mejilla contra la de Radamanthys, que a esa hora del día estaba algo rasposa, de no ser tan pulcro y recibir órdenes directas de su dios, podría tener barba tupida.

 

—Tu mejilla pica, eso no le gusta a Hades, sabes muy bien que le gusta la piel suave. 

 

Su lealtad inquebrantable era de su señor Hades, pero el era un dios muy antiguo, suponía que de ser por él usarían togas, pero según recordaba los griegos tenían barbas tupidas cuando eran maduros, ellos ya no eran unos niños, porque razón debían verse como los jóvenes de las vasijas. 

 

—Para ustedes es sencillo, prácticamente son lampiños, a mí me cuesta más trabajo y mientras que la señorita Pandora no se entere, no tendré problemas.

 

Los dos hicieron un ademán de guardar silencio, deteniéndose frente a un antro con luces de neón y un par de alas, era un lugar de ambiente en donde cualquier tipo de pareja podía entrar.

 

—Olvidémonos de eso y vamos a emborracharnos, al fin que nuestro señor Hades paga. 

 

Los tres comenzaron a reírse, dejando sus bolsas con un encargado de guardarropa, saltándose la cadena al enseñarle sus tarjetas al tipo fuerte que debía mantener la seguridad, para olvidarse de cualquier problema.


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