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Sueño de Quimeras. por Seiken

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La mañana llegó con un sentimiento de plenitud para la joven pareja, después de pasar horas bailando y riendo, ajenos al mundo que los rodeaba, regresaron a su pequeña casa, en esta ocasión hasta habían encontrado un lugarcito con un jardín, en donde Radamanthys decía que plantarian rosas, que debían conseguir un perro grande, alguna clase de guardián, Hades estaba de acuerdo, era el lugar perfecto para ellos, para poder comenzar a vivir un poco. 

 

Radamanthys ya no se pintaba el cabello tan seguido, ultimamente se conformaba con mantenerlo corto, protegido por un gorro tejido, sus cejas las mantenía delgadas y en esa ocasión, había decidido rasurarse, como tenían una cerca, pudo quitarse los lentes de contacto, actuar como su viejo yo, antes de toda esa locura. 

 

Hades había hecho todo un festín, carne guisada a fuego lento con papas y vino tinto, pan de ajo, pasta con una salsa ligera de cuatro quesos, comida para dos hombres de su tamaño, que aún seguian ejercitándose, que cada mañana salían a correr, Radamanthys forzando su pierna a moverse, tratando de recuperar su fuerza perdida.

 

Radamanthys había preparado la mesa y elegido un vino para la ocasión, así como la música, una balada romántica, que a los dos parecía encantarles, como su nueva vida, con ayuda del hermano mayor de Hades, que había mandado una buena cantidad de dinero cada mes, en otras ocasiones, cada quince dias, unicamente para insultar a Saga. 

 

La mesa de la cocina era su lugar favorito de toda la casa, en donde generalmente comían, pero en esta ocasión, usarían el comedor, con una vajilla nueva, que Radamanthys había salido a comprar a un centro comercial, deteniéndose por dos botes pequeños de helados de una marca famosa, que le parecieron caros, pero siempre le habían gustado, uno de cerezas y otro de plátano con chocolate.

 

-Me daré un baño en lo que terminas de guisar, te parece, estoy lleno de sudor.

 

Hades se acercó a él, admirando su cuello con unas gotitas de sudor, para lamerlo, haciendolo gemir, riendose por su respuesta que siempre era la misma, asintiendo, para él estaba perfecto asi, pero si Radamanthys prefería darse un baño, eso era lo mejor.

 

-Si me das cinco minutos, puedo alcanzarte en el baño. 

 

Radamanthys negó eso, sí le daba cinco minutos, la cena se iba a quemar, porque no saldrían hasta dentro de dos horas y en verdad estaba ansioso por cenar con su compañero, quien le veía con esa sonrisa cariñosa, ese deseo oculto, que le hacía sentir mariposas en el estómago y no miedo.

 

-Si te doy cinco minutos, no vamos a cenar, así que, solo me daré una ducha rápida. 

 

Hades suspiro, dejandole ir, para regresar a su estufa, escuchando el sonido de la regadera acompañando a una canción que Radamanthys tarareaba cuando se daba un baño, siempre era la misma, una tonada que no recordaba del todo, pero que estaba allí, como si fuera su instinto.

 

La cena ya estaba lista y la sirvió en dos platones blancos que habían comprado unos meses atrás, suspirando, al escuchar que la regadera se apagaba, prendiendo las luces que habían instalados en los jardines, junto a las cámaras de seguridad, si alguien ingresaba en su jardín, sonaría una alarma que les advertiria del peligro. 

 

Radamanthys en ocasiones se tardaba en vestirse, por lo cual, tenía preparado un regalo en su habitación y esperaba poder escuchar su sorpresa, cuando tuviera que buscar su ropa, chocando contra una cajita de cartón. 

 

Hades se acercó a la puerta de su habitación, escuchando los movimientos de Radamanthys, que chocó como esperaba con la caja, quejándose al principio, para después, agacharse frente a ella, para ver a un cachorro en su interior, un rottweiler de dos meses de edad, con un moño rojo en el cuello.

 

El que levantó sorprendido, sintiendo como le lamia las manos, llevándolo a su pecho, con una sonrisa que maravillo a su compañero, que ingresó en esa habitación, con los brazos cruzados delante de su pecho, para ver si le gustaba su regalo.

 

-Te gusta, lo compre en la mañana, será un buen guardián y podemos ponerle Cerbero, sus padres eran enormes. 

 

Radamanthys sentía como si quisiera llorar a causa de la felicidad, dejando que el cachorro lamiera su mejilla, sin pensar en un nombre para él, dejando que Hades lo abrazara, besando sus labios, al ver que en verdad le gustaba su sorpresa, la primera de las dos que le tenía preparadas para esa noche.

 

-Ahora me toca bañarme a mi, asi que no me tardare, mientras tanto, porque no se conocen mejor, será nuestro pequeño niño, un guardián que siempre estara a tu lado, cuando yo no este contigo. 

 

Por un momento quiso quejarse, decirle que eso era imposible, que jamás lo dejaría ir, pero no pudo decir nada, sintiendo al pequeño moviéndose en su pecho, tal vez tenía mucha hambre y no deseaba discutir con Hades ese dia, mucho menos, cuando hacía todo lo posible por mantenerlo seguro, por hacerlo feliz.

 

-Te toca nombrarlo amor, ya que yo lo elegí. 

 

Radamanthys asintió, encantado con el cachorrito, buscando en la caja algo de comida, para alimentar al pequeño en sus brazos, saliendo de su habitación con apenas una camisa, para conseguirle dos trastos, uno para su comida y otro para su agua, eligiendo una cobija para que pudiera dormir en ella, pensando en un nombre.

 

-Tienes cara de Oso, así que… te llamaras Oso, te parece. 

 

El cachorro simplemente le movió la cola y comenzó a comer sus croquetas, mientras que el terminaba de vestirse, admirando su regalo, sintiéndose feliz, encantado con su nueva vida, al menos, con esa parte de su vida, sintiéndose seguro como se lo prometiera Hades, que al salir, se sentó a su lado, para admirar al pequeño cachorro en el suelo.

 

-Espero que te guste. 

 

Claro que lo hacía, por eso, Radamanthys beso su mejilla, llevandose al cachorro en sus brazos, para dejarle vestir y que pudieran seguir con su velada, suponiendo que sería algo ridículo sentarlo en una de las sillas, pero, aun asi, queria estar a lado de su cachorro, que se quedo dormido despues de unos pocos minutos sintiendo sus caricias. 

 

-Tengo otro regalo para ti, busca en el collar de nuestro niño, espero que te guste. 

 

Hades susurro en su oído, besando su cuello, acariciando su cabello dorado, para alejarse un poco del que esperaba fuera su futuro esposo, emocionado por la respuesta que se imaginaba tendría Radamanthys, que buscando, encontró un moño más pequeño, en donde había un anillo dorado, uno de compromiso.

 

-Sí quiero. 

 

Pronunció casi inmediatamente, mirándole con sorpresa, encantado, para levantarse de la silla y rodear su cintura, claro que deseaba casarse con él, a quien amaba por sobre todo y que se había ganado su gratitud eterna, al ser un ángel enviado del cielo para protegerlo, a quien besó con delicadeza, para después aumentar el entusiasmo de sus caricias.

 

-Claro que quiero casarme contigo. 

 

Hades le puso el anillo, besando los nudillos del menor, que le miraba con esos expresivos ojos amarillos, enseñándole el suyo, para dárselo a él, quería que se lo pusieran, Radamanthys realizó el mismo gesto, también besando sus nudillos, para besarle de nuevo, siendo él quien generalmente iniciaba sus caricias.

 

-Ya tengo los boletos de Avión que nos llevaran al otro lado del mundo, tendremos una casita en una playa, pondremos una cocina, tú atenderás las mesas, yo preparare la comida, todo será perfecto. 

 

Sonaba como todo un plan, un sueño hecho realidad para ese momento, ya que después de comer, se marcharian, saldrian en cuanto antes, porque no se quedaban demasiado tiempo en un solo sitio, habían pagado la renta de ese mes y les dejarían la casa en perfecto estado, si seguían su pista, no llegarian a tiempo, o eso esperaban. 

 

La cena ocurrió como lo esperaban, de la cual terminaron dándole al cachorro, que para ese momento se encontraba en el regazo de Radamanthys, quien siempre había amado a esos animales, pero nunca había podido tener uno.

 

-Después de este viaje, ya no tendremos que seguir huyendo… 

 

Le prometió Hades, intentando besarle de nuevo, para escuchar repentinamente el sonido de la puerta de la entrada al ser forzada por dos hombres, uno albino y el otro de cabello negro, dándole cabida a una más.

 

Ese era Saga, Afrodita no había deseado participar, nunca le habían gustado los trabajos de recuperación de elementos, mucho menos, cuando estos no eran traidores, sino una persona equivocada, que no comprendía su lugar en el complicado plan de los dioses.

 

Saga suponía que le recordaba su pasado, además, de fallar, Kanon lo culparia por ello, ya que insistió que Afrodita y Camus habían sido quienes dejaron huir a su cachorrito en un principio. 

 

Hades tomó una pistola que tenía en un jarrón, al mismo tiempo que Radamanthys, aun con el cachorro entre sus brazos retrocedia, preguntandose como era posible que sus cámaras y alarmas no hubieran funcionado, las que cortaron antes de ingresar, Shura era un experto en eso, en los equipos de seguridad.

 

-Tómalo y vete, yo me encargare de ellos.

 

Deathmask sonrió al escuchar eso, al igual que Shura, los dos tenían un arma que deseaban utilizar en el cocinero, no porque lo detestaran o les desagradara, porque podían apreciar sus intentos por defender a quien amaba, sino, porque sabían que Afrodita podía sufrir daño en las manos de Kanon, por culpa de ese mismo individuo.

 

-No quiero llenarme las manos de sangre y alertar a los vecinos, así que, podemos hacer esto por las buenas o por las malas, por las buenas, Radamanthys viene con nosotros y tu vives, por las malas, Radamanthys viene con nosotros y tu mueres, cual eligen.

 

Hades negó eso, disparandoles, al mismo tiempo que Radamanthys tomaba otra pistola, que tenían debajo de la mesa, para dispararles el tambien, dandole a Deathmask en el torso, que por suerte, traía un chaleco antibalas que evitó que la bala se llevara su vida, Saga y Shura lograron tomar resguardo en otras habitaciones.

 

-¡No me iré sin ti! 

 

Le gritó Radamanthys, aun con el cachorro en sus brazos, siguiendo a su amante a su auto, el que siempre tenía dinero, cambios de ropa y otros artículos que podían utilizar, tomando el asiento del copiloto, al mismo tiempo que Hades arrancaba el vehículo, escuchando los disparos de Shura y Saga, que le dieron al portaequipaje, pero no a ellos.

 

-¡No vuelvas a decirme que te abandone! 

 

Pronuncio, aun con el perrito en sus brazos, colocandose su cinturón de seguridad, tratando de amarrar al cachorro con otro de los cinturones, no quería que sufriera ningún daño, preguntándose cómo los habían encontrado, sin atreverse a pronunciarlo.

 

Tal vez podrían llegar al aeropuerto, marcharse de aquel continente de una buena vez, recordando las palabras del anciano, que le dijo que llevaba toda su vida huyendo de su amo, imaginando que ese sería su destino, huir toda su vida, pero al menos, Hades estaría a su lado y ahora ese pequeño.

 

-Lo siento, pero, no dejare que te toque de nuevo, aunque me lleve la vida en eso. 

 

Pronunció, sin percatarse que una camioneta de la policía de la ciudad se acercaba a ellos del lado del conductor, para impactarse de lleno contra el auto, que comenzó a girar en el asfalto, hasta que chocó en contra de un poste de luz, de alguna forma Radamanthys pudo mantener al cachorro en sus brazos, saliendo del auto, desorientado, buscando a su compañero, deslumbrandose con los faros para niebla del vehículo de seguridad.

 

Hades estaba inconsciente, sangrando de la cabeza, atrapado en el auto, cuyo combustible comenzaba a escaparse, Radamanthys ignoró la camioneta, cuyos pasajeros comenzaban a descender, por intentar sacar a su amante del auto, dejando al cachorro en el suelo, que se acostó a sus pies.

 

-¡Hades! 

 

La puerta no cedía, no había forma de abrirla, así que intentaría salvarlo por su asiento, ignorando que uno de los pasajeros del vehículo se agachaba para cargar al cachorro en el suelo, acariciando su cabeza con ternura, ese era Kanon, que lo mantenía en sus brazos, observando como Radamanthys con una fuerza bastante admirable, tiraba del cuerpo de Hades, alejándose del coche en llamas, sin saber, que esa habría sido una muerte mucho menos dolorosa que la que planeaba Kanon.

 

-¿Porque no matas a ese perro?

 

Le pregunto Milo, notando como Kanon cargaba con bastante gentileza al cachorro en sus brazos, quien le miraba con una expresión que claramente decía que no se trataba de un monstruo, haciéndole reír, a él le gustaban los perros, él prefería los gatos, generalmente.

 

-No soy capaz de lastimar a un cachorrito, a un ladrón, bueno, ese es otro punto. 

 

Milo asintió, sacando una jeringa que tenía preparada, para inyectar con ella a Radamanthys, en el cuello, una sustancia que era casi milagrosa, quien por fin se daba cuenta quienes estaban a sus espaldas, sus ojos fijos en Kanon, que sostenía a su cachorro.

 

-No… no, no… 

 

Al mismo tiempo que Deathmask después de recuperarse del fuete golpe, junto a Shura, tomaban el cuerpo de Hades, para subirlo a la camioneta, en la parte trasera, y Saga, conducía un auto negro, nada llamativo, en donde Kanon transportaría a su pequeño, que perdió el sentido en sus brazos, tratando de luchar con el.

 

-Por fin regresaremos a casa. 

 

Aquello lo dijo con una gran sonrisa, al mismo tiempo que Milo ingresaba en la camioneta y Saga cargaba al cachorro, suponiendo que Kanon lo deseaba, por alguna razón que no alcanzaba a comprender.

 

-Te dije que te lo entregaría envuelto como regalo. 

 

Era cierto, supuso, tomando el anillo que Radamanthys tenía en su mano, para lanzarlo a la calle, acariciando el cabello corto de su cachorrito y donde deberían estar sus cejas, lo primero que arreglaría, su pequeño debía verse como era, al natural, no con esos cambios que ese miserable cocinero le hizo realizar.

 

-Siempre cumples tus promesas Saga, eres el mejor hermano del mundo. 

 

*****

Bueno, ya casi llegamos al final del sueño, Kanon está a punto de llevarse la victoria, de ser el vencedor de ese combate, donde el premio es su cachorrito de cabellera rubia, muchas gracias a quienes han llegado hasta aquí. SeikenNJ. 


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