Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sueño de Quimeras. por Seiken

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Había pasado ya bastante tiempo desde que su señor decidió convertirlo en su amante y sabía que tenía que sentirse orgulloso, que era una oportunidad única, que su señor Hades, que su dios, no habría aceptado a nadie más en su cama, así que debía considerar sus atenciones como todo un honor, obedecer, pues ese era su papel como uno de sus jueces y creía que aún le veía como un soldado, como un guerrero. 

 

Sin embargo, a pesar de decirse aquellas palabras casi diario, recordarse lo afortunado que era, no creía que pudiera aguantar más tiempo en compañía de su señor Hades, tenía que escapar, quería marcharse y probarse en la batalla. 

 

Probar que seguía siendo un guerrero, que podía enfrentarse a sus enemigos en batalla por sí mismo y borrar las sonrisas burlonas que veía en algunos espectros, en sus aliados, los jueces de las almas, Aiacos que actuaba como si hubiera dejado de existir y Minos, que le había dicho que no deseaba volver a verle, no quería que su señor Hades, pensara que deseaba seducirlo o apartarlo de su lado. 

 

Haciéndole ver que no era considerado como su igual, ya ni siquiera un juez de las almas, únicamente un juguete o algo parecido, sintiendo que su honor, que su lealtad no era recompensada, sino utilizada en su contra, obligándole a aceptar algo que no deseaba, él amaba el mar, le gustaban los cielos azules, la vida sencilla. 

 

Poco tiempo después, un guerrero de Athena, un soldado de géminis atacó el castillo Heinstein, tratando de rescatar junto a dos de sus compañeros a sus hermanos caídos, al cangrejo y a la rosa. 

 

Esa ocasión, al escuchar de su enemigo ingresando en el castillo, fue el primero en disponerse a pelear contra ellos, apartándose de su dios Hades, interponiéndose entre ellos y la salida, viendo con horror, como la expresión de los cautivos había cambiado por una de completa desesperación. 

 

-¡No te interpongas en nuestro camino!

 

Ordenó el guerrero de Géminis, elevando su cosmos, un soldado poderoso, de cabello azul y mirada azul, a sus espaldas estaba uno moreno bajito, asi como uno mas alto, de cabello verde, con las armaduras de Libra y Aries.

 

-No permitiré que se marchen, primero tendrán que pasar sobre mi. 

 

Fue su respuesta, atacando al santo de géminis, quien respondió elevando su cosmos, intentando salvar a sus compañero, él tratando de sentirse útil, de recuperar su honor, su gloria, arrebatada por el mismo dios por quien había luchado toda su vida. 

 

-¡Aspros! 

 

Aspros era poderoso, como nadie que haya visto y sus golpes eran fuertes, como si de planetas estrellándose se trataran, logrando que Radamanthys sonriera, deteniendo sus golpes, dando los suyos propios. 

 

-¡No lo mates! ¡El también es un prisionero! 

 

Fueron las palabras de la rosa, que le veía con desesperación, no deseaba quedarse allí, y tal vez pensaba que querría marcharse con ellos, aceptar su ayuda, traicionar a su dios, al darle la espalda. 

 

-En ese caso, puedes venir con nosotros, aunque seas un espectro. 

 

Radamanthys no entendió las palabras de la rosa, porque no era un prisionero, a menos que Minos asi lo viera, como un prisionero, ya no como su aliado, descuidandose, sintiendo un golpe de Aspros en su torso, que lo lanzó al suelo, derribandolo. 

 

-Ven con nosotros, te prometo que no dejare que te hagan daño, que marcharemos a un lugar seguro.

 

Le ofrecía una mano que no aceptó, pensando en las palabras dichas por la rosa, que le observó unos instantes con pena, antes de iniciar su carrera de nuevo, escuchando los pasos de los espectros a sus espaldas, dejandolo atras, de rodillas, comprendiendo cómo era que lo veían en ese momento. 

 

-No… no es cierto… 

 

Ya no era un guerrero, únicamente se trataba de un juguete y aquel que cambió eso, fue su dios, por quien había dado su vida tantas veces, quien acompañado de Thanatos, el dios de la muerte no violenta, se detuvo a su lado, al mismo tiempo que la odiada figura de negro seguía o trataba de seguir el rastro de su esclavo. 

 

-¿En que me ha convertido? 

 

Le pregunto a su dios, que parecía furioso, notando las heridas en su cuerpo, las que suponía que no deberían estar presentes, a nadie le gustaba el morado o la sangre en su Catamite, en su esclavo sexual. 

 

-¿Porque me ha hecho esto? 

 

Volvió a preguntar, rechazando la mano de Hades, apartándose unos cuantos pasos, sintiendo como su armadura se apartaba de su cuerpo, con la voluntad de su señor, que lo sostuvo de la barbilla, acercando su rostro al suyo. 

 

-Porque te amo y no voy a perderte. 

 

Radamanthys intentó liberarse, pero no pudo hacerlo, cuando su dios usó su cosmos para arrastrarlo de regreso a sus habitaciones, las que pronto estarían selladas, porque temía que su amante, en su fiereza, decidiera destruir su cuerpo, únicamente por su amor, por su afecto incondicional, ese que sentia por el, su unico dios. 

 

-No saldras de aqui hasta que comprendas que no quiero perderte Radamanthys, hasta que entiendas que yo te amo y que tu seras mio, mi amante, mi consorte, y un consorte, no sale al campo de batalla. 

 

Hades cerró las puertas que daban a sus habitaciones, sellandolas con su cosmos, dejándolo quieto en medio de su habitación, sin saber si habían logrado escapar los santos de Athena y si debió marcharse con ellos, escapar con ese guerrero de ojos azules como el cielo. 

 

-Yo soy un guerrero, mi señor, soy un guerrero. 

 

Hades negó eso, no deseaba que saliera de su habitación y se daba cuenta que Radamanthys no deseaba obedecerlo, así que acercándose a él, acarició su mejilla, besando su frente. 

 

-No quiero perderte, así que… no, no saldrás al campo de batalla y tu lealtad, tu amor por mi, te obliga a seguir mis órdenes. 

 

La primera vez que intento escapar no llegó muy lejos, entre Minos y Aiacos le obligaron a regresar, atacandolo por la espalda, la segunda ocasión logró atravesar la mitad del Inframundo, antes de que los dioses gemelos dieran con él, la tercera ocasión, el mismo Hades lo detuvo, quien furioso, lo atacó usando su cosmos, haciéndole pensar que su propio dios sería quien lo liberara de ese martirio, que ya había durado demasiado tiempo. 

 

-¿Porque te marchaste Radamanthys? 

 

Su dios parecía no entender que odiaba ese cautiverio, que su lealtad se estaba desmoronando al ser tratado como un simple esclavo, que podía ver el desprecio en guerreros que antes lo admiraban, haciéndole sentir como un juguete, como un inútil, como algo indigno. 

 

-¿Porque me ha encerrado? 

 

Hades no parecía entender su pregunta y podía ver que estaba molesto, defraudado, como si al que hubieran traicionado fuera a él, a su dios, que se apartó algunos metros, recargándose en su trono. 

 

-Cuando escaparon los consortes de Minos y Thanatos, vi como ese santo de Athena te ofreció su mano, como tu, por un momento quisiste aceptar su oferta, Radamanthys. 

 

Antes de que pudiera responder o tan siquiera comprender las palabras de su señor, Hades lo atacó de nuevo, elevando su cuerpo en esa sala, usando su cosmos, causándole un dolor inimaginable, acercándose lentamente al círculo que se iba pintando debajo de su cuerpo, en el suelo. 

 

-Creo que solo asi podre mantenerte a mi lado, recuperar tu amor y tu sumisión, mi fiel Radamanthys. 

 

Un dolor, como el que nunca había sentido antes se apoderó de cada una de sus células, quemando su cuerpo, arrebatándole un grito que pudo escucharse en todo el inframundo, aun su señora, que ya no podía verle, lo  escucho, llevando sus manos a su vestido, sintiendo su dolor, apretando la tela entre sus dedos. 

 

-Hacerte mío por completo. 

 

En su cuerpo, a la altura de su vientre un tatuaje comenzó a formarse, un tatuaje con la forma de un corazón, que se quemó en su cuerpo, desapareciendo poco después, haciéndole gritar de nuevo, un alarido de un dolor inimaginable, antes de caer al suelo, su piel humeante, sus ojos casi perdidos, sus dientes apretados. 

 

-En algunos mundos, existe una condición llamada omega, otra llamada alfa, yo seré tu alfa y tu seras mi omega, tu cuerpo, que me entregaste cuando me juraste lealtad sera el unico que pueda concebir a mis vástagos, tu, mi querido Radamanthys, has recibido el mayor honor, que un soldado como tú, puede tener. 

 

Radamanthys apenas podía levantarse, escuchando la locura proveniente de su dios, quien había perdido su lealtad, que le había robado su orgullo de todas las formas posibles, sin embargo, aún no entendía lo que su señor le dijo, el significado de esas palabras cargadas de locura. 

 

-Asi no podras pensar en ese soldado de cabello azul, cuando yo te muerda, tu serás mío por completo, de una forma en la que no podrás ser poseído por nadie más y cuando veas al primer semidiós que nazca de tu cuerpo, comprenderás el honor que yo te he otorgado. 

 

No entendía nada de lo que era dicho por Hades, quien de nuevo, sin mostrarle un ápice de respeto, robandole su dignidad le sostuvo del cuello, acercando su rostro al suyo le besó con fuerza, arrebatándole un gemido, más por el dolor y la sorpresa, que por el placer que podría sentir. 

 

-Sabes que es un omega, mi dulce Radamanthys. 

 

No lo sabía, tampoco le importaba, lo único que deseaba en ese momento era un poco de paz, un poco de tranquilidad, sin embargo, su dios, cargandolo en sus brazos, lo llevó a su lecho. 

 

-Un omega es un ser especial que puede dar a luz, que puede crear vida y tu papel, desde este momento será dar a luz, a mis futuros herederos. 

 

No entendía bien de que le estaba hablando, pero sí, que había cambiado su cuerpo, su dios, a quien admiraba en el pasado, le robó algo más, algo mucho más profundo que todo lo demás que ya le había arrebatado. 

 

-Y yo, seré tu alfa, no solamente tu dios. 

 

Haciendo que un odio empezará a formarse en su corazón, cambiando su amor incondicional, su admiración, por su desprecio, al ser traicionado por su señor Hades. 

 

-De esta forma, nunca podrás apartarte de mi… 

 

Pronunció, subiéndose a su cuerpo, relamiendo sus labios, antes de hincar sus dientes en su piel, abriendola, dejando que sangre roja bañara su cama, recorriendo su piel, haciéndole sentir como una corriente eléctrica, dolorosa, mucho más dolorosa que nada que hubiera sentido antes. 

 

-Nadie podrá apartarte de mi…

 

Le siguió una pesadilla, porque su cuerpo reaccionó de una forma que no conocía, como si tuviera calor, como si la lujuria se apoderara de cada una de sus células y tal vez, eso, ese sentimiento fue aquello que le hizo perder los recuerdos de esa noche o dia, lo único que sabía era que algún tiempo después, con su cuerpo cubierto de marcas del amor de su dios, de su semilla, fue que despertó, moviéndose con demasiado esfuerzo. 

 

-Te dije que te fueras… 

 

Era Pandora, la hermana de su señor, que le veía con una expresión serena y por primera vez en muchos años, las puertas de su celda estaban abiertas, haciéndole jadear, debido a la sorpresa, a la oportunidad que tenía, para poder huir. 

 

-Pero no me escuchaste y ahora, por tu culpa, mi hermano se ha perdido en su lujuria, Radamanthys. 

 

No era su culpa, él no había hecho absolutamente nada que se ganara esa tortura, ese amor desquiciado que un dios sentía por él, pero no se atrevió a decir nada, a pronunciar un solo sonido. 

 

-Corrompiste a mi hermano, pero aun así, por los esfuerzos y tareas realizados en las guerras, te dejaré marcharte, Radamanthys, puedes irte. 

 

Radamanthys empezó a moverse, a correr, esperando esta vez sí poder escapar de su señor, salir del Inframundo, sintiendo con cada paso que daba como su cosmos iba terminandose, como iba sintiendo la tortura que las almas del Inframundo sentían, cuando eran condenadas a los círculos. 

 

-Radamanthys, no seras de nadie más, sólo puedes pertenecerme a mí, y si decides dar ese último paso, serás lo que deseas, un humano sin cosmos o una bestia que solo podrá provocar terror en quien te mira. 

 

Radamanthys no se atrevió a voltear, a buscar a su señor, porque pensaba que le ocurriría lo mismo que sucedió con esos amantes, sin embargo, por unos instantes, no pudo seguir su camino. 

 

-Sólo a mi lado serás un guerrero con un cosmos brillante, si demuestras que aun me amas. 

 

El espectro trago un poco de saliva, antes de dar el último paso, de buscar la forma de salir del Inframundo, para encontrar su libertad, sintiendo como su cuerpo se retorcía, cayendo al agua, sus piernas unidas en una cola, escamas, garras, había dejado de ser un humano, para ser una criatura que tuvo que arrastrarse hasta el mar, donde por fin, estuvo a salvo durante varios siglos. 

 

-No importa a donde vayas, aun sigues siendo mio… 

 

Radamanthys abrió los ojos sintiéndose asfixiado, con un dolor punzante en su cuello, en la mordida que Hades le había hecho varios siglos en el pasado, sentándose en la cama que compartía con Kanon, casi seguro de haber escuchado esas palabras, pronunciadas por el dios de la muerte. 

 

-¿Radamanthys? 

 

Kanon llevó sus manos a sus hombros, abrazando su cuerpo, recargando su mejilla contra su hombro, esperando escuchar que le atormentaba, pero, se preguntaba si Radamanthys esta vez le contaría que había pasado, porque había traicionado a su dios Hades. 

 

-¿Qué soñaste?

 

Radamanthys se acomodo en los brazos de Kanon, sin decir nada, aun le dolía la traición de su señor, y solo porque su pequeño de la cueva le había dicho que su señor había muerto, era que se atrevía a vestir esa forma humana más tiempo del que debiera. 

 

-No fue un sueño. 

 

Respondió, pero solo seria eso, esa respuesta, permitiendo que Kanon acariciara sus brazos, sus hombros, besando sus mejillas, sus labios, su cuello, comprendiendo que no le diría nada más. 

 

-¿Que te hicieron? 

 

Cuando su tritón, su amado tenía una pesadilla, se encerraba en su propio mundo, guardaba silencio casi absoluto, por mucho tiempo, tal vez, una semana, como si creyera que no podía comprender su pasado y que de alguna manera, lo culparia por eso, por lo que le hizo Hades. 

 

-Confia en mi, yo quiero cuidarte, quiero protegerte… 

 

*****

 

Nosotros ya sabemos que le hicieron, pero por el momento, Kanon no sabrá que le han hecho, solo que traicionaron a su tritón de todas las formas posibles, aun cambiando la esencia de su cuerpo, destruyendo su lealtad, su fuerza, cada aspecto de su vida. Muchas gracias. SeikenNJ. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).