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Sueño de Quimeras. por Seiken

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Camus y Afrodita sintieron como si la muerte tocará a sus puertas o alguien pisara su tumba, Shura y Deathmask se observaron entre sí, para después frotar sus ojos, con una apariencia graciosa, al menos hizo que Radamanthys sonriera, esa expresión era una mueca conocida para él en las guerras, pero ellos no importaban, solo eran esclavos, sirvientes. 
 
 
K lo sostenía de la cintura guiandolo en esa reunión, que a esa hora, parecía aún una fiesta de estirados, como a las que iba en su juventud, deteniéndose cada momento para recibir algunas palabras, algunos halagos, los saludos de muchos lamebotas que trataban de quedar bien con su acompañante. 
 
 
Un anciano de cabello verde parecía molesto de verlo, a su lado estaba ese hombre mayor que le ayudó a escapar, quien sonrió al verlo, parecía aliviado, pero después, puso una mueca que claramente decía que le dolía que lo hubieran capturado. 
 
 
-Piensan que soy débil, porque casi pierdo la razón cuando caíste esa noche y no he sido el mismo desde entonces, sin embargo, debes admitir, que realizar ese acto fue muy cruel. 
 
 
Radamanthys podía ver que K lo trataría como a su cachorrito, ignorando su edad, sus conocimientos, su experiencia, transformándolo en un juguete o un adorno, tratando de ser dulce, pero robándole su identidad en el proceso. 
 
 
-Quiero que Saga te vea, él es el peor de todos ellos… todos piensan que yo estoy loco. 
 
 
De ser mucho menos prudente y un poco más joven, le diría que el tambien creia que habia perdido la razón, lo parecería graciosa, la expresión de K cuando su cachorrito de otro mundo también le pensara un demente, como el anterior. 
 
 
-¿No te gusta este lugar? 
 
 
Radamanthys podía verlo en su forma de moverse, en sus expresiones, estaba seguro que era la misma apariencia que tenía Kanon cuando ingresó en el Inframundo, una mezcla de condescendencia, desagrado y apatía. 
 
 
-Detesto tener el peso de esta basura sobre mis hombros, nunca lo quise y la única razón por la cual regrese, fue por ti, pero tu no me amaste… ni siquiera me recordabas. 
 
 
Radamanthys que había estado distante de K desde que llegaran, sin responder a sus caricias, se recargo en el hombro de su acompañante, rodeando su cintura con su brazo cercano a su cuerpo, el otro colocándolo en su brazo, viendo como esa simple caricia cambiaba el humor de su anfitrión. 
 
 
-No tienes porque soportar esta pesada carga, ya cumpliste con tu deber y sería muy sencillo desaparecer sin dejar rastro, abandonar este mundo, para que tengas una nueva vida. 
 
 
La expresión de K fue hasta cierto punto cómica, como si escapar nunca hubiera cruzado por su mente, pero se daba cuenta que le gustaba, que le gustaría huir de su hogar, para encontrar un lugar donde vivir, un paraíso ajeno a ese mundo. 
 
 
-¿Tu vendrías conmigo? 
 
 
El no iría con su anfitrión, pero estaba seguro que había alguien parecido a él, mucho más joven, mucho más vulnerable, que necesitaba o deseaba de una persona como K, o Kanon, a su lado, que lo protegiera o le ayudará a olvidar todos sus pesares. 
 
 
-Solamente con esa condición me marcharía de este Infierno. 
 
 
Si se parecía en algo a su juventud, K había sido entrenado para ser de esa forma, lo habían moldeado quitándole toda clase de libertad, enseñándole que debía dominar a los demás, que ese culto era la única salida, lo único que importaba y él, como la cabeza del Santuario, tenía que ofrendar su vida por ellos, apartándose del amor o del deseo. 
 
 
-Yo te salvaría, si eso es lo que deseas, pero debes confiar en mi… 
 
 
Susurro en su oído, para besar su mejilla, pegándose un poco más a él, escondiendo su mirada de la del hermano mayor, porque suponía, que se daría cuenta que no estaba asustado, que no era un conejito, ni un depredador herido, sino un cazador en su apogeo. 
 
 
-¿Qué has hecho? 
 
 
Saga no solo estaba sorprendido y horrorizado, debajo de esos sentimientos, estaba furioso, como si verle vivo fuera una afrenta en contra de su Santuario, haciéndole pensar, que tal vez K no fue quien causó el daño a su cachorrito, porque le haría daño, si era lo único que amaba en ese mundo. 
 
 
-Lo traje de vuelta, ha regresado del Inframundo o del Paraíso, mi cachorrito, mi amado cachorrito ha vuelto. 
 
 
Se decía que Saga no soporto la pesada carga que el Santuario de su mundo puso bajo sus hombros, que Kanon al tener mucha más libertad, pudo liberar todo su potencial, aprender lo suficiente para ser considerado como el único mortal que podía engañar a los dioses y se preguntaba, si en ese mundo, no había sucedido lo contrario, si en ese mundo K no era menos fuerte que el suyo, debido al peso colocado en sus hombros, siendo Saga quien protegido por las sombras floreció como lo hizo su amante. 
 
 
-Shion ya sabe de esto… de esta hermosa noticia. 
 
 
Susurro con algo parecido a la felicidad, pero Radamanthys podía darse cuenta que no estaba en lo absoluto contento, estaba molesto, estaba furioso, porque allí estaba el, vivo, teniendo un poder casi absoluto sobre K, únicamente por ser quien le amo cuando eran niños, solo por parecerse a ese pobre infeliz que no salvaron. 
 
 
-Mi cachorrito es demasiado hermoso para que no se de cuenta que ha vuelto, especialmente, cuando tuve una recaída el dia que lo perdi, sin embargo, con el a mi lado, ese mal, no volverá a ocurrir Saga, no tienes porque preocuparte. 
 
 
Radamanthys beso la mejilla de K, abrazandolo esta vez con más fuerza, notando la forma en la que Saga se molestaba con él, con su mera presencia, un sentimiento que antes no había visto en sus sueños, tal vez, porque pensaban que su cachorrito escaparía o no sería un problema estando tan debilitado y con su psique quebrada. 
 
 
-Deberías estar contento por mi, especialmente, cuando he comprendido la importancia de los regalos de los dioses, la forma de usarlos a nuestra conveniencia. 
 
 
Pero suponía, que él no le agradaba a su hermano mayor, ni al sujeto de cabello verde que se acercó a ellos con un paso lento, seguido del hombre bajo, que tenía una pulsera de cuero, unida a una cadena delgada, que sostenia ese anciano con apariencia amable, solo una fachada, porque sus innumerables pecados podía olerlos sin siquiera esforzarse. 
 
 
-Kanon, niño, necesito que nos acompañes, para que nos expliques cómo lograste realizar este milagro tan maravilloso. 
 
 
K beso su mejilla y se apartó de su lado, dejándolo a solas en esa sala llena de extraños, que le observaban con curiosidad, suponía, porque llevaba unos meses desaparecido y porque recordaba que ese niño había tenido un berrinche cuando escapó. 
 
 
-Me dijeron… me dijeron que estabas muerto… 
 
 
Susurró el anciano, viéndolo de pies a cabeza, colocando una mano sobre su hombro, escuchando los pasos de Camus y Afrodita, quienes aprovecharon la distracción que el regreso de K había producido, para verle bien, asegurarse que no fuera una mentira. 
 
 
-Lo estaba, yo hice su autopsia, el deberia estar muerto. 
 
 
Radamanthys arqueo una ceja, con una sonrisa de medio lado, notando que Milo no se atrevía a acercarse a él, después de todo, no siempre regresa el fantasma de una de tus víctimas. 
 
 
-A quien conocieron esta muerto, murio de la forma en la que lo vieron o escucharon, yo soy una persona completamente diferente, mi nombre es Radamanthys, soy el segundo juez de las almas, un orgulloso espectro del dios Hades. 
 
 
Dohko llevó una mano a su pecho, comprendiendo lo que eso significaba, tanto Hades, como Radamanthys, esos dos muchachos perdieron la vida, al mismo tiempo que él fue capturado por Shion, por su propio demonio. 
 
 
-Yo sería un demonio, cuando él se trataba de un ángel, pero en ocasiones necesitas de un monstruo, para enfrentarte a otro monstruo. 
 
 
Sin más, se hizo paso entre ellos, para acercarse a la barra que parecía tener toda clase de bebidas, sentándose en uno de los bancos altos, dispuesto a beber un poco, en lo que hacía tiempo, esperando que esa fiesta siguiera su curso. 
 
 
-Quiero un whisky, con una esfera de hielo… 
 
 
El camarero preparo su bebida en silencio, sirviendo el alcohol ambarino con una esfera de hielo en el vaso, colocando la botella en la mesa, mientras tanto, sintiendo de pronto la mano de Radamanthys en su muñeca, cuando intentó retirarla.
 
 
- No se moleste en retirar la botella. 
 
 
Pronunció con seguridad, saboreando el alcohol, la forma en que quemaba su garganta, pensando en lo diferentes que eran esos dos individuos, K estaba perdido en un mundo que odiaba, Kanon lo había hecho suyo cuando se lo propuso, tal vez, eso era lo que más le gustaba de él, su astucia. 
 
 
-¿No intentaras escapar? 
 
 
Ese era Milo, que sentándose a su lado pidió una bebida, un cóctel que era demasiado dulce para su paladar, en esta ocasión si realizaria su trabajo, pero en esa ocasión, él no deseaba escapar como al principio lo pensó, porque sería mucho más fácil convencer a K de huir, de marcharse los dos juntos, buscando la libertad, la felicidad, una nueva vida lejos de allí, que hacerlo solo. 
 
 
-Lo pensé al principio, pero después me dije, qué sentido tiene, seguramente van a encontrarme y quién podría rechazar una vida llena de lujos, con un amante dedicado a tu bienestar, así que, no, no intentaré escapar.
 
 
No le importaba ninguno de los presentes, aunque de poder ayudarles a escapar, lo haría sin pensarlo un momento, matando a sus dominantes, aunque, suponia que tendria que matar a Shion, porque él era quien más deseaba mantener a K controlado, su existencia ponía en peligro la suya. 
 
 
-Y a decir verdad, siento pena por el que murió antes que yo, pero no por las razones por las cuales tu creerías. 
 
 
Radamanthys bebia con lentitud su whisky, como si fuera café o té, tal vez jugo de naranja, saboreandola, porque no siempre podía poner sus manos, o su lengua, en una bebida tan bien hecha, lo que tenía en el Inframundo no se le comparaba. 
 
 
-Siento pena porque no se dio cuenta que tenía el mundo a sus pies, que de permitir que K lo cortejara, habría tenido todo cuanto deseaba, pero en vez de eso huyo, comportándose como un niño asustado y no como el depredador que aseguraba que era. 
 
 
Radamanthys levantó su vaso con seis lados, de forma hexagonal, admirando la esfera de hielo, sus pequeñas imperfecciones, para brindar con Milo, quien aparentemente no entendía su calma, su seguridad, cuando estaba encerrado en una casa donde sabía, habitaban personas peligrosas. 
 
 
-Olvido que la mano que mece la cuna es la mano que domina al mundo. 
 
 
No sabía si Milo tomaría esas palabras como una advertencia, sin embargo, sonrió, asintiendo, chocando su vaso contra el de Radamanthys, que siguió sentado en la barra, tomando con lentitud de su bebida, notando como el segundo al mando de K se apartaba, para bailar con Camus en medio de la gente. 
 
 
-Esto se esta poniendo interesante… lastima, que uno se debe cuidar de tiempos interesantes. 
 
 
*****
 
 
Kanon comenzaba a desesperarse al ver que la entrada estaba cerrada y que Rada no estaba cooperando demasiado con él, parecía que no deseaba que pudiera ir por su amado dragón. 
 
 
-¿Tienes tanto miedo de que salga lastimado? 
 
 
Esa pregunta le hizo sonreír, no creía que saliera lastimado, su dragón era fuerte, era testarudo y sabía cómo cuidarse solo, sin embargo, lo quería de regreso, lo necesitaba de regreso, aunque no tuviera nada que ofrecerle.
 
 
-No, no es tan débil, en realidad, estoy seguro que cualquiera que se interponga en su camino lo pagará muy caro. 
 
 
Kanon creía en él, después de todo, tuvo que sacrificarse para tomar su vida, con o sin armadura, dio todo de sí para matarlo, él, que era el gemelo del semidiós, tuvo que matarse, para matarlo, y eso era algo que le sorprendía, que le agradaba de su dragón, a quien amaba. 
 
 
-¿Porque estas tan angustiado entonces? 
 
 
Rada, un apodo que le daría, para no decirle Radamanthys, para no compararlo con el original, se trataba de un muchacho mimado y un tanto egoísta, que le observaba, ocultandole informacion, de eso estaba seguro. 
 
 
-No tengo nada que ofrecerle, no soy como los otros yo, que lograron sus propósitos, yo sigo siendo un don nadie, sin riquezas que ofrecerle, sin nada a mi nombre, ni siquiera tengo un apellido o una casa. 
 
 
Esperaba que después de aquella explicación, Rada le diera un poco de espacio, un poco de tranquilidad, el no era su dragón, ni tampoco lo sería y esa actitud dócil, comenzaba a desesperarle.
 
 
-Y temo que de pronto, un dia, resulte que yo no soy el dragón marino, que aquel soldado al que suplante tome su lugar, en ese momento… 
 
 
Era uno de sus mayores temores, que simplemente un dia, como las escamas lo aceptaron, le dieran la espalda, después de todo, él era un ateniense, no un atlante y aunque Poseidón lo aceptó en sus filas, también podía rechazarlo.
 
 
-Ya ni siquiera tendré mis escamas, porque no tengo la armadura de geminis, no conquiste el mundo, soy pobre, no podría valerme en el mundo exterior… 
 
 
Y aun así, Radamanthys quiso seducirlo desde la primera ocasión en la que se vieron, le mandó señales, le hizo el amor, lo trato como su igual, aun en el campo de batalla, declaró sin vergüenza, que era su enemigo, que él era suyo para poder matarlo.
 
 
-No se que es lo que ve en mi… 
 
 
Rada veía lo que ese otro veía en él, pero no se lo diría, comprendiendo que esta vez, él podría ser quién dominará en esa relación, quien le enseñara como hacerlo feliz, darle el poder que su amado nunca le daría y eso, esa posibilidad, le hacía verle con otros ojos. 
 
 
-Lo que yo no sé, es que es lo que ves en él, en ese soldado de Hades, ese espectro sin corazón que pudo olvidarte tan fácilmente, que pensaba entregarse a su dios, para mi… 
 
 
Lo deseaba para él y esperaba obtenerlo, porque era hermoso, era tan bello como su Kanon, pero mucho más joven, mucho más inocente también, tenía lo que le gustaba de su amado, con lo que le gustaba del difunto Aioria, era un tesoro. 
 
 
-El no te ama lo suficiente. 
 
 
Esta vez lo beso con fuerza, tratando de seducirlo, de hacerle ver cuanto lo deseaba, cuanto lo necesitaba, cuán ansioso estaba por recuperar aquello que perdió en las manos de un aliado. 
 
 
-Pero yo sí lo haría, tu serias mi mundo y tendrías todo lo que tuvo él… 
 
 
Sería su amado y su señor, su amante, su aprendiz, lo sería todo para él, qué más podía ofrecerle. 
 
 
-Pero, no sería yo y tu no eres él. 
 
 
*****
 
 
K salio del salon con paso acelerado, temeroso, observando primero la puerta por donde escapó su cachorrito aquella vez, la que estaba cerrada, buscandolo con la mirada por todas partes, a punto de tener otra recaída, saliendo al balcón para recargarse en el mármol, aterrado, pensando que lo vería allí, sangrando, con esa mirada que lo acusaba de haberle asesinado. 
 
 
-Cachorrito… 
 
 
Sin embargo, en una esquina oscura, pudo verlo fumando un cigarrillo, con la botella de whisky a la mitad, sonriendo con una expresión enternecida, casi maternal, como si le tuviera lastima. 
 
 
-Pense… pense que te habías marchado… 
 
 
Radamanthys negó eso, dejando la botella en el barandal, caminando hasta donde él se encontraba, para rodearlo con sus brazos, suspirando. 
 
 
-No habría llegado muy lejos y no quiero morir… 
 
*****
 
Hola muchas gracias por seguir esta historia, por sus lecturas, sus comentarios y estrellas. SeikenNJ. 

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