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Altivo, recurrente, y caótico. por 1827kratSN

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—No tienes idea de lo difícil que ha sido para Tsuna-san —Hayato miraba fijamente al azabache que lo arribó en medio de la calle—. Incluso antes de que su prueba de casta saliera, soportó todo el daño que unos idiotas pudieron generar —hizo una mueca extraña y miró sus manos—. Y no estoy orgulloso de haber sido uno de esos idiotas.

—Sólo quiero entender qué pasó —Reborn estaba algo ansioso porque de un día para otro Tsuna terminó con sus citas y bloqueó sus llamadas—. Estábamos bien.

—Ponte en su lugar —lo miró—, es más, creo que lo entiendes porque eres un omega que no parece serlo.

—¿Tuvo una decepción amorosa o algo así?

—Sí, y de eso se ha repuesto —arrugó su nariz—. Pero un alma tan noble como la suya que ha sido rechazada por todos…, es frágil e insegura.

—¿Algún problema emocional? ¿Medicamentos? ¿Depresión?

—Baja autoestima, estrés porque mitiga su lado alfa, además que su destinado es un idiota que lo acosó por meses —si las miradas mataran—. ¿No es eso suficiente para que colapse?

—Bien —Reborn se acomodó la fedora—, gracias por la información.

—Aléjate de él. Es lo mejor.

 

No era lo mejor ni para Tsuna ni para él mismo. Cerrarse ante la posibilidad de ser feliz, restringirse por miedo a ser lastimado, todo eso no era bueno. Además, Reborn no era de rendirse, pero no quería presionar al castaño demasiado porque asustarlo tampoco era buena idea. Al menos ya no, porque tenían un progreso bastante bueno. Decidió entonces intentar buscarlo un par de veces, hablarlo, y si eso no funcionaba tomaría medidas más drásticas.

Pero dejar ir a Tsuna, eso no lo haría.

 

—¿Se siente mal, Sawada-sensei?

—Un poquito —no pudo mentir en esa mañana—, solo un poquito —acarició la cabecita de su pequeño alumno.

—¿Qué tiene?

—Creo que hoy voy a irme temprano a casa —les sonrió a los niños que lo rodearon—, ¿me perdonarían por eso?

 

Tsuna había estado tan estresado durante esas largas semanas, que no había siquiera visto el calendario, ni se había fijado en que la fecha tan temida para él llegaba, y que incluso olvidó pedir permiso por su ciclo de celo. Se había centrado demasiado en dejarle en claro a Reborn que no podían seguir con eso, y olvidó que él también tenía una vida que giraba en torno a un lado casi animal que había sido causante de muchos incidentes en su vida.

Su compañera lo ayudó a trasladarse a la enfermería, pero como él era el único alfa en la institución, lo mejor que pudieron hallarle fueron supresores para omegas. Esas pastillitas servirían por un tiempo, al menos fueron efectivas hasta que pudo tomar un taxi hacia su casa, pero se tomó dos pastillas más para soportar hasta que terminara el trayecto. Se acurrucó en el asiento trasero mientras practicaba el ejercicio de meditación que aprendió para controlarse en ataques de furia.

Tembló cuando le dio el efectivo al del taxi, caminó despacio entre jadeos, y su visión se volvió borrosa mientras abría la puerta. Intentó mantener la calma antes de derrumbarse en la entrada ya cerrada y derramó suaves lágrimas porque en medio de su celo solo pudo pensar en una persona, en Reborn, a quien había bloqueado las llamadas, a quien le dijo que se alejara, y a quien le mintió diciendo que al final no pudo sentirse atraído por él. La culpa lo estaba torturando, pero creía que así era mejor, porque después no se aburrirían de él y lo abandonarían como era común.

Se sentía tan mal emocionalmente, porque tal vez acababa de arruinar lo que hubiese sido el inicio de una relación muy bonita con aquel complemento de su alma. Y se sintió peor cuando su imaginación jugó con él, y le hizo creer que podía percibir el ligero toque de canela que representaba el aroma de Reborn. Se cubrió el rostro, jadeó, se pegó a una pared y suplicó por favor que todo terminara lo más pronto posible.

 

—No lo planeé —respiró profundo antes de tragar su saliva acumulada—, te lo juro.

 

Tsuna abrió los ojos al entender que no era su imaginación. Se sentó correctamente antes de elevar su mirada, y quiso negar cuando vio que delante de él estaba parado aquel omega que parecía alfa. Jadeó. Se restregó los ojos y la nariz, pero la sensación no se iba, y… quiso que todo fuese un cruel sueño de nuevo.

No podía estar pasándole eso.

 

—¿Qué haces aquí, Reborn? —su voz era apenas un susurro.

—No me iba a dar por vencido —respiró profundo una vez más, intentando ignorar el escalofrío que le produjo el aroma ajeno—, y menos al notar que no me eras indiferente.

Vete —Tsuna no podía detener sus propias feromonas dominantes ni el gruñido que de pronto brotó desde el fondo de su garganta—. Por favor, vete.

—No puedo —Reborn se acercó al castaño y se arrodilló frente a él—, y no lo haré —al aspirar captaba todo aquel manto dulce, le gustaba, se sentía completo y abrumado.

—Estoy asustado —se encogió y abrazó sus rodillas.

—Confía en mí —se quitó la fedora con lentitud para lanzarla lejos.

—No lo haré —cubrió su rostro con sus manos.

—No te arrepentirás —se acercó para así olfatear con más soltura, a la par que cerraba sus ojos.

—No quiero.

—Sí lo quieres —separó esas manos y pudo acercarse a ese rostro.

Vete, Reborn —ni siquiera podía controlar su voz de mando. Era un desastre en su celo.

—Si entendieras cuánto me gusta que uses esa voz —el azabache sonrió de lado, relamiéndose los labios—. Si tan solo experimentaras el escalofrío placentero que eso me produce —soltó un suspiro largo.

—Estás loco —jadeó, porque bien sabía que su voz de mando debería amedrentar al omega, pero a Reborn parecía… no afectarle, al menos no de la forma correcta.

—Bésame… —casi suplicó mientras rozaba su labio superior con el inferior de aquel castaño—, y si te puedes detener después… —sintió un agradable calor ascender por toda su espalda—, me iré —susurró.

—No voy a detenerme —Tsuna apretó los dientes, pero ni así pudo evitar gruñir bajito.

—Muéstrame lo que ocultas, Tsunayoshi —rozó la punta de su nariz con la del castaño y sonrió—. Solo a mí.

 

Tal vez se arrepentiría después, o tal vez admitiría que su soulmate era un tesoro que valorar.

Pero en ese preciso momento, en ese instante caótico donde luchaba por no perder el juicio, Tsuna sólo pudo aferrarse de la persona que lo acorraló contra la pared, quien se sentó forzosamente sobre sus piernas y el cual —sin perder esa sonrisa maliciosa—, se fue quitando la corbata con lentitud. Tsuna quería correr para que nada de eso sucediera, pero no pudo, porque a la vez que el primer botón de esa camisa fue suelto, una poderosa estela de feromonas estalló.

 

—Fue bueno inducir mi propio celo —Reborn rio bajito.

 

Fue una trampa peligrosa, pero deliciosa; así lo definió Tsuna en medio de su nublosa mente. Porque el aroma a chocolate que de repente surgió a la par que la canela que definía a Reborn, hizo que su piel se erizaba y que la saliva se acumulara debajo de su lengua. Fue mejor cuando los labios ajenos tomaron los suyos y las manos de Reborn guiaron las suyas a terrenos prohibidos. Cada caricia le produjo cosquillas, cada mordida encendió en él algo que llevaba ahogando desde hace tanto tiempo, cada gemido que hizo eco en su mente fue correspondido con un gruñido grave y agitado.

 

—Muéstrame tu marca… —balanceó su cadera de forma morbosa sobre el miembro oculto del castaño—, y yo te mostraré la mía.

 

El protector de su brazo fue deslizado con lentitud tortuosa, desecho entre los dedos ansiosos de Reborn. Las letras en cursivas destacaban en el brazo derecho del castaño, palabritas de color negro que se extendían hasta incluso el codo. «Tienes un lindo trasero», una frase digna de haber sido dicha. Los dedos del omega se deslizaron por sobre la piel marcada mientras soltaba un gemido ahogado por la queja del alfa.

Reborn entonces se quitó la camisa, abriéndola de un tirón y deslizándola con desespero. En su vientre detalló su propia frase, la que muchas veces vio en el espejo y por la cual creyó que su alma gemela era interesante. «Eres un idiota». Cuantos años riéndose de aquel insulto, pero a la vez encantado porque sabía que su destinado tenía carácter.

Ninguno de los dos entendió la magnitud de los acontecimientos dados en sus vidas, sino hasta ese punto, en donde Reborn se excitaba con la voz de mando de aquel castaño, con los gruñidos que se ocultaban entre dientes, y la máscara de dulzura que hacía todo más interesante. Tsuna estaba perdiendo la fuerza de voluntad mientras repasaba el tatuaje de Reborn con su mirada, porque deseaba incansablemente morder cada trozo de piel que acunaba esa estúpida frase.

 

—Usa esa voz para mí, Tsunayoshi —casi gimió en el oído ajeno.

 

En ese momento Tsuna supo que había caído en una telaraña de deseo, una que había logrado evitar hasta ese punto, y se dejó llevar por el león interno que siempre supo apaciguar. Se liberó de las ataduras impuestas por seguridad. Aturdido por el celo del omega, cedió ante la necesidad y casi arrancó la tela que le impedía olfatear el sudor de esa piel. Deslizó su lengua para comprobar el dulce sabor de ese cuerpo que quería dominar y morder hasta que sus perfumes se mezclaran eternamente. Dejó que su lado alfa sucumbiera al lado omega de aquel acosador sin remedio. Aceptó el alma gemela a la suya. Se hundió entre sonidos casi vulgares una y otra vez.

 

Usarás… tu boca.

 

Sus recuerdos de esa noche serían una confusión entre su voz ronca y los delirios dados por la voz ajena.

Y fue el comienzo de todo lo demás.

Porque si bien el alfa no reclamó como suyo a aquel omega…, sí lo deseó con locura.

 

 

 

 

Notas finales:

 

Me sorprende que no dijeran nada del beso entre Tsuna y Hayato… o sobre la novia de Gokudera-kun.

:o

Y me sorprende que llegaran hasta aquí.

XD

Nos vemos mañana~

Besitos~


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