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Luz de luna por 1827kratSN

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—¿Quieres liberarme?

—Obviamente, ¿por qué crees que te busqué durante meses?

—Dos cosas —Reborn elevó sus dedos índice y medio—. Voto de amor eterno ridículo —hizo una mueca de desagrado— y que mates al viejito quien gusta del pan de ajo.

—Esto es tan raro —rio Tsuna mientras se fijaba en el lago—, y tus ayudantes son muy raros también.

—¡No tengo tiempo! —Reborn zarandeó al estúpido castaño—. ¡Solo haz lo que te digo!

—¿Es necesario el voto de amor? —sus mejillas enrojecieron.

—Sí —también se sintió turbado por eso, pero no tenían de otra—, condiciones de este estúpido hechizo.

—Bueno… y… ¿cómo hago eso?

—¡No sé! —se desesperó—. Pero necesito que lo hagas porque me urge… salir de aquí… y… y ver a mi madre —su pecho dolió.

—Reborn —Tsuna apretó los labios, se lo diría después—, no tengo idea de cómo hacer un voto de eterno amor.

—¡Tiene que ser real! —se mordió el labio—. Así que si no puedes hacerlo tú…, busca a alguien que sí pueda.

—¿Crees que no siento algo por ti? —el castaño lo miró divertido—. ¿Después de tantos años peleando por la atención y el reconocimiento del otro?

—No es momento para ponernos sinceros —Reborn sonrió por unos segundos—, así que solo hazlo, ¿bien?

—Dame cinco minutos —se puso a pensar.

 

Es que no era fácil, un voto era un voto, pero eterno amor era algo de un nivel mucho mayor. Un voto podría ser falso, pero el amor no lo era, y si bien Tsuna aceptaba que sentía algo por aquel azabache huraño, también admitía que todo estaba muy revuelto entre sus peleas interminables y sus personalidades tan disparejas que los volvían como el agua y el aceite. Pero quería salvarlo y para eso necesitaba de algo sincero y grande, muy grande, tanto como para romper el maldito hechizo.

 

—¡Bésalo ya!

 

Tsuna giró hacia donde escuchó esa voz, y, por lo que se fijó, Reborn también. Buscaron con rapidez hasta darse cuenta que el arbusto cercano a ellos se movía, y que dos pares de ojos los observaban con diversión. Tsuna rio por el extraño sujeto que le hacía señas y por la mirada heterocroma que era obviamente de Mukuro. Se sintió mal por haber olvidado a su amigo, pero ahora certificaba que estaba bien, o algo así.

 

—¡Dije que lo beses! —Byakuran se metió algo a la boca y después, apartando la mordaza de su prisionero, también le dio un bocadillo a Mukuro.

—¡Hazlo! —Mukuro masticó rápido antes de que Byakuran le colocara la mordaza otra vez.

—¡Vamos! ¡Qué esperas! —susurró Byakuran—. Estaba poniéndose bueno y lo arruinas con tu indecisión.

—¿Quién eres?

—El enemigo —Reborn frunció el ceño— y si Byakuran está aquí, significa que Kawahira también.

—Es obvio que está aquí —se levantó Byakuran y jaló a su prisionero al que amordazó y ató con una soga—, ¿por qué crees que tuve que capturar a tu amigo?

—No tenemos tiempo —Reborn se giró hacia Tsuna—, o lo haces, o me convierto en cisne y busco a otro.

—¡Sigo pensando en la mejor manera de hacerlo!

—Mng —Mukuro golpeó levemente a su acompañante quien le quitó la mordaza—. El collar, Tsuna, ¡el maldito collar!

—Oh, cierto —Tsuna sacó el collar con el dije de sol—. Con esto podríamos empezar.

—Bien… pues…

—Oh no —Mukuro sintió un escalofrío—, se acabó el tiempo.

—Reborn~ ya sé que no estás solo~ —la voz era de Kawahira.

—¡Es porque estoy aquí, padre! —Byakuran agitó sus manos—. Aquí, aquí. Ven. Aquí estamos.

—¡¿Está de nuestra parte o no?! —susurró Tsuna a Mukuro quien elevó sus hombros sin saber cómo responder a eso.

—Joder, ¡estoy rodeado de estúpidos! —bramó Reborn.

 

Reborn no iba a perder el tiempo con estupideces, porque necesitaba quitarse la maldición como fuera, por eso le arrancó el collar de las manos al castaño y se lo colocó tan rápido como pudo. El azabache hizo muecas un par de minutos mientras Tsuna desenvainaba su espada, bien dispuesto a dar pelea, pero más allá de eso no fue.

Oh, bueno sí.

Reborn no tuvo mejor idea que seguir el consejo de su hermano mayor; a regañadientes, pero lo hizo. Se armó de coraje, tomó el hombro de Tsuna para girarlo, lo miró unos segundos, y después de decirle «tarado», se acercó y lo besó sin siquiera cerrar los ojos. Unió por primera vez sus labios con los de alguien más, y no pensó que iba a sentir vergüenza, pero se controló para no enrojecer.

¡Al diablo todo!

Si un beso de “amor verdadero” no servía, pues al carajo y se suicidaba.

Pero mientras sus labios se unían a los de Tsuna, no pudo evitar reírse por la expresión avergonzada de aquel castaño quien enrojeció de tal forma que pareció un tomate. Sí, fue gracioso, por eso tuvo que separarse y cubrirse la boca para no soltar un par de carcajadas.

¡Al demonio!

Besar a Tsuna no funcionó a pesar de que estaban un poquito —mucho, pero era costumbre negarlo— atraídos entre sí, así que… cedió su primer beso en vano. Era eso o que Fon le mintió solo para hacerlo pasar por eso. Al parecer fue lo segundo, porque los dos cisnes aleteaban y se revolcaban en las aguas del lago.

Qué hijos de puta.

 

—¡¿Por qué hiciste eso?! —Tsuna se cubrió la boca.

—Se nota que no me amas —se quejó Reborn después de ahogar su risa.

—¡No! —sus labios temblaron—. Bueno sí —Tsuna se rascó la nuca—. ¡Pero no debiste besarme así! ¡No estaba listo!

—Se te acaba de declarar —rio Mukuro al notar cierta vergüenza en Reborn—. Siéntete dichoso, príncipe malhumorado.

—Un momento —Tsuna miró a su amigo—, ¿y Byakuran?

—Oh genial —el de mirada bicolor miró al cielo mientras seguía moviendo sus muñecas para intentar quitarse las sogas—, vamos a morir.

 

Sobre ellos se elevó la gran bestia, de colosal tamaño, alas de murciélago, una cabeza llena de pelo, afilados dientes que acunaron un gruñido salido de esa garganta sedienta de sangre, con patas terminadas en garras, y tan negro como la noche que los acunaba. Era un monstruo que asustaría a cualquiera.

Reborn maldijo entre dientes, Tsuna apretó su espada analizando qué carajos debía atacar primero, y Mukuro se lanzó a los arbustos para pelearse con las sogas o hallar algo para cortar sus amarras. Estaban muy, muy jodidos, porque esa bestia era un mago oscuro que podía hacerlos cenizas con un chasquido.

 

—¡Maldita sea! —Reborn frunció el ceño—. Ni besarte sirvió —observó el cielo—, nada cambió —era obvio porque no se sentía diferente.

—Hablaremos de eso luego —Tsuna respiró profundo—, pero necesito que hagas algo más por mí.

—¿Qué quieres? —ni siquiera tenía armas, así que apretó los puños.

—Por primera vez en nuestras vidas, hagamos equipo.

—Te cobraré el beso en vano después —le señaló—, pero acepto la tregua.

 

Tenían que vencer a la bestia, por eso tomaron dos rutas diferentes, siendo Tsuna el objetivo principal de Kawahira, quien sin dudarlo lo atacó.

El castaño apenas y pudo meterse en el bosque para dificultarle la terea a la bestia, a la par que buscaba dónde treparse para atacar al vientre de aquel ser, analizando esa zona como la más blanda y sensible de la bestia. Daría pelea hasta su último aliento, porque no iba a irse sin Reborn. Jamás volvería a dejarlo solo.

Reborn no se iba a quedar sin hacer nada, porque no era una damisela en peligro, pero necesitaba, aunque sea un arma, por eso buscó a Byakuran o a Mukuro, alguno de ellos debía tener algo que ayudara. Lamentablemente se halló con la imagen de Byakuran manchado de rojo, acunado en medio de las raíces de un árbol, inconsciente.

Si Kawahira fue capaz de hacerle eso a su propio hijo, era obvio que mataría a los demás sin dudarlo.

Reborn sabía que algo debía de existir en la torre del hechicero porque la custodiaba con celo, así que se dirigió hacia allí, acompañado siempre por la sombra de uno de sus hermanos, Fon, quien le dirigió hacia la entrada del lugar. Halló las puertas abiertas, pero dentro estaba lleno de cosas inservibles como calderos, una sala de estar, una armadura, pero nada afilado que usar. Rogó porque Tsuna tuviera algo de tiempo hasta que lo ayudase.

 

«Sabes cuál es su punto débil.»

—Cuanto esto acabe, Fon —Reborn siguió rebuscando entre las cosas—, voy a golpearte por la mentira.

«Solo quise ayudar.»

—Te odio —lo miró con rabia por unos segundos.

«Si no se besaban ahora, jamás lo harían.»

—Era mi maldito problema.

«Prometo compensarte… en tu boda.»

—Cállate y sigue buscando.

 

 

Notas finales:

 

Me reí feo con esto jajajjaajjaja.

Bueno ya. Mañana seguramente actualizaré el capítulo final… o decidiré si le añado algunos detalles más. Como fuere, Krat se despide hasta mañana~

Muchos besos~


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