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Magic Works por endora

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Capítulo 2




A la mañana siguiente abrí los ojos y me encontré de nuevo con esa habitación tipo medieval de techos altos, gire mi cabeza y quise erguirme de un rápido movimiento y cada musculo y hueso de mi cuerpo hasta el cuello dolió, la cabeza también me dio vueltas y sentí como si alguien la hubiera golpeado muy fuerte, proferí una maldición en voz alta.


“Milo… cálmate” escuché la voz de Afrodita y sentí una mano en mi hombro.


“Es normal que se sienta acalambrado” la voz de la mujer malhumorada se dejó escuchar y retumbo en cada piedra del lugar al igual que sus pasos “Hágame espacio señor Afrodita”


“Claro”


“Beba esto” me extendió un vial cuyo color no me decía que fuese nada bueno, así que me rehusé “Allá usted si prefiere sentir esa sensación en cada hueso y musculo” me miro con suficiencia y cierto deleite.


Acerque mi rostro al vial y destense mis labios, en cuanto esa sustancia viscosa penetro en mi boca un horrible sabor invadió cada una de mis papilas gustativas “¿Qué es eso, veneno?” tosí un poco “¿A caso quiere matarme?”


“Veneno… no querido. Si esto fuese veneno sabría a pastelillos de frutas”


Trague saliva y apreté las sabanas con las manos, fue cuando lo note, mis músculos se estaban destensando y ahora podía moverlos sin dolor. No tuve más remedio que tragarme lo que venía en el vial con todo y mi orgullo.


“¿Qué le ha dado?” pregunto Afrodita, mis ojos buscaron su figura la cual estaba sobre la cama, se le veía tranquilo, con una mano en su mentón y la pierna cruzada sobre la otra, como se notaba que él no había tenido que tomar nada de esas horribles medicinas.


“Una poción para relajar los músculos, le servirá también para el dolor de cabeza” hablo ella cerrando el vial con un corcho y metiéndolo en la bolsa de su delantal blanco.


¿Poción? “¿Y usted como sabe que me duele la cabeza?” pregunte intrigado con ese conocimiento, ni siquiera habíamos cruzado media palabra antes de que llegara con el vial.


“El petrificus Totalus te paraliza y te deja en una misma posición por horas, así debió de haberse dormido usted y el dolor de cabeza es obvio, después de haber caído con todo su peso muerto a causa de la maldición” me volvió a mirar con suficiencia antes de salir del lugar.


“Afrodita… ¿qué está pasando? Pensé que habría sido todo un sueño.” Le dije casi con la esperanza de escuchar que él se sentía igual. Me senté en la cama y lo observe hasta que levanto su mirada y la fijo en la mía.


“No lo sé con exactitud Milo, lo que conversamos anoche esos dos hombres y yo es todo lo que puedo darte y escuchaste todo” asentí “Para serte sincero esperaba que fuese un truco de Saga, como castigo o algo así, pero parece que esto es real.”


“¡Maldición!” golpee con mis puños los costados de la cama.


“Escúchame Milo, pon mucha atención a lo que te diré, que no pienso repetirlo” se puso muy serio y se levantó caminando hasta que se sentó conmigo en la cama “No sabemos dónde estamos con exactitud, no sabemos si podemos comunicarnos con los demás al santuario o si acaso hay una mínima posibilidad de volver, estamos aquí a merced de lo que el Director y el señor Snape puedan hacer por nosotros. Así que no hagas nada estúpido. ¿Me entiendes?  Por ahora estamos en calidad de ‘amigos’ del director, pero cualquier paso en falso y nos pueden llevar a las mazmorras o qué sé yo, podríamos pasar a ser sus prisioneros y ya viste que no son personas comunes a demás nos superan en número… Ya sé, lo sé. Somos caballeros y el ataque de Sanpe nos tomó por sorpresa al no saber a lo que nos enfrentábamos. Pero tranquilízate y siente todo a nuestro alrededor. Este castillo no es normal, hay algo de ‘vida’ en él. No sabemos si pudiéramos escapar en dado caso de no poder volver a casa, y no sabemos si Saga pueda llegar hasta aquí con sus técnicas. Así que no nos queda más que dejar que todo fluya con calma.”


Me miraba decidido y todo lo que me dijo me hizo recapacitar, estábamos rodeados en una escuela llena de… ¿magos? En un mundo que no conocíamos en una época acorde a la nuestra y a la vez que se veía tan retrograda. Lo mejor era mantener un perfil bajo hasta que supiéramos que hacer o Saga viniera por nosotros… que vergüenza pensar esto último. “Bien” asentí y dejo de mirarme de esa forma tan acusadora y se tranquilizó un poco.


“¿Qué te parecieron?”


“Escalofriantes” me miro a los ojos “La forma en cómo pueden lanzar hechizos con sus varitas no es como los ilusionistas hacen sus trucos, ellos de verdad tiene magia Milo. El sujeto de negro es muy desdeñoso y desconfiado, por otra parte la amabilidad del anciano me hace desconfiar aún más.” No era al único al que le dio escalofríos esa actitud, bien.


“Eso pensé, a pesar de estar paralizado, algo me hace desconfiar…”


“Pero no del todo” asentí, tenía razón.


“Creo que nuestra oportunidad de saber cómo son las cosas por aquí es hablar con el chico que estaba anoche con nosotros. Pero no podemos hablar con él, o salir de aquí”


“¿Cómo?”


“Hay una especie de barrera protectora, alrededor de nuestras camas, no podemos salir, pero ellos pueden entrar.”


“Ya veo…” pero llego a mí una idea, que además aliviaría un deseo que tenía en esos momentos “¡Ey… señora!”


“¿Qué haces Milo?”


“¿Cuál señora?” la mujer malhumorada salió de su despacho “Soy madame Pomfrey, la medibruja de la escuela”


“Lo siento, madame Pomfrey. Tengo ganas de ir al baño…”


“Oh… ya veo”


“Bien, tome mi mano. Y no intente nada.”


“No lo haré” la tomé de la mano y fue así como pude salir del circulo que menciono Afrodita y no sólo eso, pude verlo ligeramente en el piso, de un color azul vaporoso. Me llevo hasta el baño y me dijo ‘Lo estoy vigilando, no intente nada.’ Tarde más de un minuto en orinar, era escalofriante el sólo pensar que había alguien más vigilándome mientras lo hacía.


Al regresar la mujer le pregunto a Afrodita si necesitaba ir y él asintió, le hice una seña para que mirara al piso y que pudiera ver lo que yo. Cuando volvieron se sentó junto a mí en la cama.


“Si necesitan algo más avísenme, pronto servirán el desayuno”


“Gracias Madame” dijimos al unísono, mi corazón latía en ansias de esperar que la mujer se fuera y poder al fin hablar con Afrodita.


“¿Lo viste?” dije al fin en un tono bajo, pero sin contener del todo mi emoción.


“Si… lo vi. El circulo en el piso, es tan poderosa su energía que adquirió forma y color. Supongo que ellos pueden verlo al ser quienes lanzan el hechizo”


“Ah, buenos días” saltamos en nuestro lugar, ni siquiera oímos o sentimos entrar a alguien “Decidí traerles yo mismo el desayuno si no les molesta. Es lo mismo que serviremos en el Gran comedor” unas charolas llegaron flotando detrás de él “Al ser el director no puedo faltar al desayuno, pero quiero que sepan que estamos trabajando en devolverlos a su dimensión. Anoche me pude comunicar con su amigo Saga, o por lo menos así está firmado el pergamino.”


Nos sobresaltamos y nos levantamos en ese momento de la cama, Saga había podido comunicarse y el que el anciano supiese de él era un indicio de que no nos mentía, o por lo menos eso quería creer por el momento, quien sabe qué clase de trucos hubiera en ese lugar.


“Albus, eres tú” la mujer entro al lugar un poco agitada y al ver al anciano supiro y movió su palo nuevamente.


“Gracias Poppy” él hombre agito su palo y apareció frente a nosotros una mesa redonda pequeña y dos sillas. Movió de nuevo su mano y las charolas se posaron sobre la mesa.


“Dijo usted que se comunicó con Saga…” Afrodita paso su vista de la mesa al anciano, el cual ahora que notaba era alto y de unos ojos azules chispeantes… si eso era posible, nos miraba analizándonos detrás de sus gafas de montura de media luna, las cuales acomodo en su nariz algo torcida.


“Así es, anoche cuando el profesor Snape y yo volvimos a mi despacho tratamos varias teorías al respecto de su llegada y decidimos intentar enviar un mensaje a su dimensión, para saber si el portal seguía abierto, envié un pergamino con una nota y minutos después recibí la respuesta. Convenimos intentar si su amigo podría cruzar para venir por ustedes…”


“Algo tonto y absolutamente arriesgado” el hombre de negro estaba en la puerta “Así como no poner un hechizo silenciador”


“Los chicos aún no se levantas Severus” sonrió el anciano.


“Estoy totalmente de acuerdo con Severus, Albus. ¿Qué clase de descuidos son esos?” la mujer puso sus manos en jarra sobre su cintura y yo me sentí completamente ajeno a todo eso, mire a Afrodita y note en su mirada que él sentía lo mismo.


“Quería probar una teoría, y fue cierta. Cuando su amigo intento cruzar hacia aquí no pudo, aunque veía la luz y llego a ella, no pudo pasar más allá”


“¿Eso qué quiere decir, que no podremos regresar?” me exalte un poco.


“¿Cómo pudo pasar el papel?” Afrodita hablo tranquilo desde su lugar, me había dado la espalda, se había girado por completo hacia ellos.


“Me tome una pequeña libertad de tomar unos cuantos de sus cabellos que quedaron en el piso señor Milo, lo intentamos primero con un pergamino normal y no funciono, pero con su esencia en uno de ellos pudo pasar” tomo aire esperando a que respondiéramos.


“Eso quiere decir que sólo Milo y yo podemos cruzar” dijo Afrodita en voz baja, como registrando todo en su mente. Sentí una inmensa alegría frente a esto.


“Así es… pero” ¿Pero… como que, pero? “El señor Saga dijo que el pergamino lo encontró cuando él mismo estaba dentro de su ‘otra dimensión’ fue como lo llamo, y al momento de leerlo y querer regresar para responderlo el pergamino no cruzo esa dimensión, se quedó de este lado.” Sus ojos centellearon y un gruñido por parte del tipo de negro más una exclamación de la mujer se escucharon.


“Entonces… ¿No podremos volver?” Afrodita estaba bastante calmado, así que deje que él siguiera hablando o yo lo echaría a perder.


“No lo sabemos con exactitud, el hecho de que el portal siga abierto y que sólo ustedes puedan cruzarlo me da la esperanza de que puedan regresar a donde pertenecen” dijo el anciano acariciando su larga barba.


“Y de que ningún otro extraño cruzará” el sujeto de negro volvía a hablar, estaba mejor callado. Apreté mis puños con fastidio.


“En eso también estoy de acuerdo” dijo la mujer mirándonos fijamente.


“Aún así, esta noche quiero intentarlo con ustedes, para ver si pueden pasar o tener una idea más clara del por qué no podrían”


“Claro, lo haremos” le dije y volví a mirar al sujeto de negro “Después de todo no estamos aquí por gusto” él gruño y yo me sentí bien conmigo mismo.


“Bien, entonces esta noche lo intentaremos de nuevo. Mientras tanto se quedarán aquí” le sonrió a la mujer la cual bufo y se volteo para otro lado. “Ahora los dejaremos para que coman, vendré en un rato más a charlar, buen provecho” nos sonrió y dio media vuelta. El sujeto de negro nos dedicó un último gruñido a manera de despedida y moviendo su palo camino tras el anciano que hoy portaba un estrafalario vestido azul con estrellas bordadas en él. La mujer bufo de nuevo movió su palo alrededor de nosotros y fue hacia su despacho más que molesta.


“¿Comemos?” le dije a Afrodita mientras miraba las charolas.


“No hay de otra, si quisieran matarnos ya lo habrían hecho, después de todo ¿Quién podría ayudarnos aquí? Nadie sabe quiénes somos y en el Santuario nadie sabe dónde estamos o con quien”


“Buen punto” mi estómago gruño y yo me sonrojé un poco, vi que Afrodita reía por lo bajo hasta que su estómago hizo el mismo ruido, fue mi turno de formar una mueca burlona en mi rostro.


“Pues comamos” se sentó en una de las sillas y yo me senté frente a él.


Casi tuvimos miedo de lo que encontraríamos bajo las tapas de esas charolas. De repente se me ocurrió que estábamos en otra dimensión y quien sabe que comerían ahí… ¿Y si comen niños, o animales semi-crudos? No, no pueden comer niños, ahí educan niños… trague duro y al fin levante la tapa, abrí los ojos al ver lo que había delante de mí, era pavo con su guarnición y puré de patatas, unas tostadas, pudin de chocolate, gachas de avena y un vaso grande de lo que parecía zumo. Mire a Afrodita y él veía con el mismo asombro la bandeja de comida.


“Creí que comían niños…”


“Yo no sabía ni que pensar sobre la comida, pero todo se ve normal”


Comimos todo lo que estaba en la bandeja, a decir verdad, estaba delicioso, cuando habíamos ido a ver a Saga aún no era la hora del almuerzo y cuando cruzamos a esta dimensión ya era de noche, no habíamos comido nada. Pero esto nos dejó muy satisfechos, después de que terminamos las bandejas y las charolas de comida desaparecieron solas. Estuvimos solos un rato, analizando todo lo que nos había pasado, empezamos a escuchar ruido en los corredores, pasos y voces tratando de sonar bajas.


“¿Qué hacen aquí?” la mujer salió de su despacho y con un movimiento de su mano una cortina blanca cubrió el espacio donde estábamos “Si ninguno de ustedes tiene motivo para venir a la enfermería, mejor retírense; Potter, Granger y Weasley”


Potter, así habían llamado al chico de anoche, nos pusimos en pie de un salto y fuimos hacia un espacio abierto que dejaba la cortina, no nos podíamos acercar más por la barrera, me asome cerrando un ojo para enfocar mejor y Afrodita se apoyó sobre mi espalda para hacer lo mismo. Ahí estaba el chico de cabello despeinado y gafas de montura redonda, ahora acompañado por un larguirucho pelirrojo y una castaña despeinada.


“Solo… bueno…” la castaña quiso decir algo mientras trataba de enfocar hacia nosotros.


“Anden, ya retírense de aquí. No sean entrometidos, o les hare beber una poción vitamínica por una semana” los chicos palidecieron un poco y se retiraron no sin antes intentar vernos, apretaron sus ojos como si con eso pudieran ver a través de la tela. La mujer nos volvió a dejar solos.


Pasamos el resto de la mañana en silencio, por un rato paseamos de un lado a otro como fieras enjauladas, no podíamos si quiera pelear entre nosotros en estos momentos sólo nos teníamos el uno al otro.
Apareció nuestro almuerzo, después la comida y al final de la tarde el té. La mujer se había compadecido de nuestro aburrimiento y nos había llevado unos libros ‘muggles’, según dijo así conocían a las personas no mágicas, y pudimos ver que los autores los conocíamos.


“Yo leeré la dama de las Camelias” dijo Afrodita tomando el libro de una vistosa portada plastificada.


“Yo algo de Conan Doyle” por lo menos algo que fuesen asesinatos normales me calmaría los nervios, no podía imaginarme leyendo a Le Fanu o Alan Poe en ese momento.


“Milo, sin duda si no volvemos a casa esta noche, tendremos que hacer muchas preguntas”


“Si…” yo también lo había notado. No podía ser una época medieval ya que los libros estaban plastificados y además en la solapa del mío rezaba 4° edición 1987 Londres Inglaterra.


Habíamos pasado la tarde leyendo tras esa cortina saliendo esporádicamente al baño cuando no había algún niño o profesor y cuando algún mayor preguntaba algo la mujer sólo decía ‘secretos de Albus’ y más nadie preguntaba nada. Escuchamos cosas raras como ‘se cayó de su escoba en el entrenamiento de cuimich’ o algo así, o también ‘Hubo un incidente en transformaciones y me creció una cola en lugar de la mano, la profesora me envio aca después de la tercera vez que lo hice…’ o ‘Me pico un escrebuto de no sé qué explosiva’ parecía que ahí se Vivian muchas aventuras.


Después de la cena el anciano volvió.


“Buenas noches ¿Cómo están?” nos sonrió amigablemente y ahora si pude estremecerme con libertad.


“Bien, muchas gracias por la comida” dejaría que Afrodita fuera el que hablase, yo me limitaría a asentir.


“Vamos a mi despacho” la mujer agito su palo y pudimos ir hacia donde el anciano, o seguimos hacia la salida, donde se detuvo y miro a la mujer “Muchas gracias Poppy” nosotros asentimos con respeto y lo seguimos hacia el corredor “Comprenderán que con todos los muchachos aquí no pude venir sino hasta el toque de queda”


“Claro”


Pasamos por muchos corredores y las pinturas de nuevo murmuraban cuando pasábamos, nos topamos con un gato que nos miró con extrañeza y al fin llegamos frente a una gárgola.


“Pastelillos dulces” le dijo el anciano a esta y después de saludarlo se hizo a un lado y pareció una escalera, al momento de escuchar hablar al objeto de piedra instintivamente lleve mi mano al pecho, esa cosa me había sacado un susto de muerte, vi que Afrodita estaba en iguales condiciones a las mías.


Al subir por la escalera y entrar a la oficina vimos que el sujeto de negro estaba ahí ya.


“Buenas noches” siseo y nosotros le devolvimos el saludo de una manera seca que no pareció afectarle en lo más mínimo.


De pronto el estar de nuevo ahí trajo a mi mente los recuerdos de la noche pasada y sentía en mi interior la furia de que ese hombre flacucho y pálido me haya asestado un golpe, mágico, pero golpe a mi orgullo, apreté los puños, pero Afrodita me tomo de un hombro, el hombre sonrió con descaro al ver mi reacción.


“Yo también me alegro de verle de nuevo” me dijo con sarcasmo.


“Vamos, vamos. Intentémoslo ahora” dijo en anciano.


Afrodita y yo asentimos y caminamos hasta estar frente a la chimenea.


“Cuando estén listos”


“Antes…” dijo Afrodita “¿Podemos ver ese pergamino del que hablo?” nos lo mostro y ahí pudimos ver claramente la letra de Saga y su firma que tantas otras veces vimos bajo el sello de ‘Arles’ y ahora ostentaba su verdadero nombre, aun así, no había duda de que era él. Asentimos y le regresamos el papel.


Caminamos dentro de la chimenea entre las llamas verdes sin quemarnos en absoluto, a lo lejos vimos la otra dimensión de Saga y fuimos hacia allí. Vimos a Saga del otro lado.



Continuara...


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