—Get away from my boyfriend! —(¡Aléjate de mi novio!), no pudo evitarlo, se abrió paso hacia el pequeño tricolor.
—¿Tu qué? —Ecuador miró consternado al gringo, por unos segundos quiso creer que estaba teniendo una pesadilla.
—Boyfriend? —(¿Novio?), India miró a USA y después al tricolor, instintivamente se apartó porque no quería participar en una disputa.
—¡No mames! ¡¿Es en serio, chaparro?! —México tampoco pudo contener sus palabras, y los demás que se acercaron para el chisme tampoco.
—Me estai webiando —todos asintieron de acuerdo a esa expresión, en silencio, sin dejar de mirar a los involucrados.
—My boyfriend! —USA abrazó a Ecuador y lo alejó de India, jadeaba debido a la adrenalina, al enfado acumulado y la frustración.
—¿Qué? —al fin reaccionó—. No —Ecuador intentó alejarse, aunque fue en vano.
—He was touching you —(Él te estaba tocando), susurró indignado, sosteniéndolo fuertemente de los hombros.
—¡Te dije que no dijeras nada hasta pensarlo un poco! —le susurró— ¡Shunsho!
—This exceeded my tolerance limit —(Esto sobrepasó mi límite de tolerancia).
—¡¿Es en serio?! —señaló a India—. Es solo mi amigo y te lo dije.
—Buuuut… —se quejó de forma infantil.
La tensión se podía cortar con una tijera imaginaria, los ánimos se elevaban, muchos de los latinos se apartaron un poco para dar espacio a la masacre venidera. India no estaba entendiendo mucho el asunto, pero le pareció divertido y comentó que Ecuador no se fijaría en alguien tan problemático y llamativo como el estadounidense. Sí, las cosas se pusieron color de hormiga después de eso, porque USA quiso golpear al desgraciado que quiso tomar la mano de su novio para “ayudarlo” a “escapar”.
México, Perú, y hasta Panamá —que decidió no intervenir en ese único asunto—, esperaban la bomba mayor. El mexicano se lo dijo a Canadá en susurros, explicando los detalles más básicos para que no se sorprendiera después, pero el maplecito estaba más centrado en pensar en alguna forma para que su hermano no hiciera algo estúpido, o, de ser el caso, ayudarlo.
Pero la cosa estaba hecha y la mecha encendida.
—¿Qué le hiciste que a mi hermanito? —Venezuela oscureció su aura, apretó los puños, y se quitó la boina que en ese día adornaba sus cabellos amarillos.
—I didn't do anything he didn't want —(No le hice nada que él no deseara).
USA ya no estaba midiendo consecuencias, por el contrario, se hallaba muy alterado como para ser inteligente. A eso se le sumaba que jamás admitiría que estaba cometiendo errores, o que su orgullo era tal que no permitiría que lo ayudasen. Se había metido en ese lio él solo y se juraba que saldría de esa misma forma. Lamentablemente olvidó que los latinos eran unos idiotas que gustaban de armar peleas por la mínima cosa.
—Que le ha dejado abierto el poto, dice —rieron entre dientes.
—Uhh… Que le ha dado como a cajón que no cierra.
—Ya valiste verga, gringo —México retrocedió dos pasos al igual que los demás.
—Ay, por dios —Ecuador se golpeó la frente—. ¿Me estás castigando, taitita? —miró al cielo en busca de una respuesta.
—¡Colombia! —Venezuela elevó su voz— ¡La escopeta! —extendió su mano izquierda.
—Ten, parce —dejó una sobre la mano de su hermano, y sonrió cuando entre las suyas acomodó otra.
—¡Ustedes son unos dramáticos! —Ecuador intentó interceder, pero USA lo dejó detrás de él—. ¡¿Qué chucha haces?! ¡Van a matarte si no te defiendo! —pero el norteamericano no hizo caso.
—Ahora dime —Vene apuntó—, ¿qué le hiciste a mi hermanito?
—¡Ecuador! —el gringo sintió pánico, pero no lo demostró, y se irguió orgulloso por lo que iba a hacer—. Time to tell them —(Llegó la hora de decirles).
—Te dije que… —pero el tricolor sintió un tirón fuerte de parte de India, quien lo alejó del problema—. Pérate, pana —manoteó—. Me lo van a matar.
—Don't you think he deserves it? —(¿No crees que se lo merece?), India sonrió ante la mirada impactada de Ecuador.
Tensión añadida porque se cargaron las escopetas tras un sonido tosco, algunas risas por el claro pánico de USA quien no tenía con qué defenderse, diversión para muchos y estrés para otros. India se llevó a Ecuador junto a los otros latinos, burlándose del acto idiota del estadounidense, pero siendo compasivo por la preocupación de su pequeño amigo y socio. Reconocía que el gringo logró ganarse el cariño del menor de esos hermanos tricolores, y se notó cuando Ecuador intentó pedir la ayuda de Panamá.
Aunque algunas cosas no resultaron ser lo que parecían.
USA tuvo el valor de enfrentar a los dos hermanos que le apuntaban con las armas cargadas, decirles que iba en serio y que, a pesar de que no lo aceptaran, no iba a dejar a Ecuador. Lamentablemente las palabras no serían suficientes para ganarse la piedad de esos dos.
Canadá se alejó silenciosamente de su novio y de los demás latinos, porque obviamente tenía aquel instinto de hermano. Colombia hizo una mueca graciosa por la habladuría del gringo, fastidiado por lo que consideraba mentiras. Venezuela despotricaba insultos en contra del norteamericano y a veces agitaba su arma en amenaza de un disparo inintencionado. Y finalmente estaba Ecuador, quien se hallaba furibundo y no sabía si llorar o reír para calmar sus ansias de golpear al idiota de su novio.
—Calla, joputa, que intento apuntarte —Colombia se estaba cansando.
USA quiso sentir un poco de apoyo en su querido tricolor, pero al girarse, Ecuador estaba abrazándose a México quien lo consolaba al palmearle la cabeza. ¡Era un complot! Y sabía que se lo ganó a pulso, porque en todo ese tiempo llegó a entender que su pequeño novio a veces podía ser muy vengativo cuando las cosas no salían como quería. ¡Demonios!
—¡De esta no te escapas, gringo! —Venezuela quiso dar el primer paso para darse soporte en contra de la fuerza de reacción ante el disparo.
—¡Espera! —Colombia lo detuvo a tiempo.
—¡No jodas, chamo!
—Es que… ésta es la tuya —mostró su escopeta, misma que tenía un grabado con la letra “V”—. Cambia. Quiero la mía.
Los tricolores se dieron unos segundos para cambiar sus armas, porque había que estar cómodos antes de asesinar al atrevido que tocó a su hermanito. A la par de eso, USA fue tomado de la muñeca por Canadá y empezaron a correr. USA era orgulloso y se hubiese quedado firme incluso con el peligro de muerte, pero el bicolor era más inteligente y sabía que era momento de una retirada estratégica.
—¡Tiro al blanco, Colo!
—¡Quiero su cabeza, Vene! —segundó antes de disparar por primera vez.
Fue el drama del año, hasta ONU los dejó ser, en parte porque jamás sospechó de esa relación entre USA y el pequeño Ecuador, quedando en shock por unos momentos; y en otra, porque sabía que sería inútil detener a los hermanos tricolores. En realidad, todos los latinos eran casi un caso perdido y necesitaba un respiro antes de pensar en una solución a ese nuevo problema.
Pero la cosa tenía que terminar o alguien saldría verdaderamente herido, por eso México habló con firmeza.
—¡Deja de reírte! —zarandeó a Ecuador con fuerza—. ¡Le van a dar plomo a mi maplecito!
—Nah —negó limpiándose las lágrimas que no sabía si eran de ira o de risa—. Mis ñaños tienen buena puntería… Canadá está a salvo.
—¡Es mi maple! —lo soltó e intentó correr, pero el agarre del pequeño lo detuvo.
—No, déjalos —le palmeó el brazo—. USA es orgulloso y sobreprotector, seguro que se separa de Canadá al rato. Tú tranquis.
—¡Pero debo ir!
—Está bien, pero cálmate.
—¡Cómo me voy a calmar! —volvió a zarandear al pequeño tricolor.
—Todo saldrá bien —respiró profundo—, o eso espero.
—Van a matar a tu pololo —Chile rio bajito.
—No lo harán, solo lo espantarán de muerte —sonrió antes de encogerse de hombros—, y el idiota se lo merece—, apretó el puño.
—I had forgotten that you are scared to get angry —(Había olvidado que das miedo al enojarte), rio bajito India.
—¡Es que yo se lo advertí! —se quejó mientras maldecía entre dientes—. Le dije y le repetí, que yo hablaría con mis ñaños y que él debía callar el hocico —se sujetó del cabello y exhaló con fuerza.
—Yo voy por mi maplecito —México salió corriendo, ya no podía entretenerse.
—Tienes malos gustos, Ecuador —susurraron los demás.
—Ya me lo habían dicho antes —suspiró.
Un largo silencio se dio después de eso, todos esperando que por las puertas ingresaran Venezuela y Colombia con manchas de sangre o algo así, algunos hasta empezaron a apostar cuánto podría correr el gringo antes de que lo alcanzaran. Pero hubo alguien que no pudo cerrar la boca por más tiempo.
—Che, ¿en serio la gorda te…? —Argentina hizo una seña con sus dedos para referirse al sexo.
—Toda la noche, pana —Ecuador los miró un rato, soportando las risas por las caras impactadas de todos—. Lo malo es que, al siguiente día, el USA no andaba de ánimos pa’ llevarme a pasear.
—¡Que chucha!
—A su madre —Perú sonrió de forma incómoda.
—Pero le devolví el favor a la siguiente noche —Ecuador metió sus manos en los bolsillos.
—Just kidding, right? —(Es broma, ¿verdad?), India miró al tricolor.
—¡Pues claro que es broma! —rio a carcajadas—. Tenía que matar la tensión.
—No nos asuste así, causita.
—Acolita a ver cómo están las cosas —miró a India—, apura, pana.
—Okey —sonrió antes de caminar junto al tricolor.
Ecuador no tenía tanto apuro. Iba a salvar al gringo, pero esperaría hasta que se traumara un poco. Además, necesitaba que sus ñaños eliminaran un poco de energía antes de poder hablar seriamente.