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Gigantomaquia por adanhel

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 En la sala del Papa

 

Al volver de Sicilia, Nicole de Altar encontró a Saori Kido, Athena, de pie, en la misma posición en que estaba cuando el partió.

-Agradezco su esfuerzo.–dijo la diosa.–¿Cómo están Seiya y los otros?

-Los dejé a salvo en la isla.–respondió Nicole.–Están verificando la integridad del sello de Athena en el monte Etna.

-Parece que el volcán está en erupción, causando muchos daños.

-Es verdad, diosa.

-¿No será muy peligroso? Se sabe que la población fue evacuada por causa de la lava y los gases volcánicos.

-Los Santos de Athena no tienen ningún peligro o dificultad. Fuera de eso, la Fundación Graad ya está trabajando en conjunto con el ejército italiano. La región está aislada en un radio de diez kilómetros, ciertamente no tendremos disturbios innecesarios.

-Muchas gracias, Nicole. Fue muy rápido y eficiente.

-Es el papel del Papa Substituto.-agradeció, inclinándose delante de la joven.–Pediremos a Kiki nos traiga noticias de los acontecimientos en Sicilia.

-Lo siento mucho.–dijo Athena, ligeramente cabizbaja.–Le di otras órdenes a Kiki.-continuo, después de una pausa.-Sé que los Gigas realmente volvieron y son enemigos terribles. Por más que Seiya y Shun sean guerreros sagrados, enfrentándolos solos sería…

-Comprendo.–interrumpió Nicole.-Me hubiera gustado que me hubiese consultado al respecto antes.

-Pensaras que soy demasiado sentimental.-dijo la diosa.-No quiero que ninguno se lastime… y con eso se derrama siempre la sangre de un gran número de Santos…

Saori Kido puede parecer demasiado emotiva para ser una divinidad, pero esa es exactamente la “voluntad” de Athena.

-Justamente por ser así, Athena, es que nosotros, los Santos, la seguimos y la protegemos.-respondió Nicole, con la más absoluta sinceridad.

-Que las estrellas los protejan.

Athena hizo una plegaria con su grandioso Cosmo, deseando a sus amados Santos un retorno rápido y seguro.

***

No es fácil explicar en palabras la naturaleza del Cosmo, el Séptimo Sentido. Las palabras son la propia expresión de la sabiduría humana, y estamos lidiando con algo completamente ajeno a la humanidad, pues el ser humano común posee básicamente cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. Existe un sexto sentido, que se acostumbra tratar como intuición o capacidad de premonición, pero apenas unos pocos tienen ese sentido más desenvuelto.

En un pasado lejano, todas las personas estaban dotadas del Séptimo Sentido, en la era de los mitos, cuando aún no había fronteras nítidas entre los dioses y los seres humanos, y aunque está presente aún ahora, de forma sutil, los hombres acabaron perdiendo esa maravillosa capacidad, el origen de los poderes sobrehumanos de los Santos de Athena.

A través de él, los guerreros sagrados dominan la técnica de despedazar átomos, siendo capaces de manipular, incendiar y expandir la energía que da origen a la vida. Es por eso que son tan poderosos, pues de esa increíble habilidad nace el Cosmo, una fuerza grandiosa e impar.

***

En el Monte Etna, las plantas del paisaje se vuelven cada vez más escasas a medida que se asciende a la cumbre del volcán y los terremotos ocurren con frecuencia. Las laderas negras están cubiertas de cenizas, gravas, guijarros y pedazos de lava endurecidos.

-Basta a jugar a “atrápame”, chico de bronce.–Thoas, el Relámpago Veloz, se coloca frente a Shun, bloqueando su camino.

La Adamas de su armadura es de malaquita oscura, con piedras incrustadas. El traje es extrañamente bello y elegante, contrastando con las formas agresivas dotadas de garras y clavos que adornan las armaduras de los demás Gigas.

La expresión de Thoas también es diferente de los otros Gigas. Con largos cabellos negros y piel extremadamente blanca, su semblante se mantiene generalmente sereno. Su mirada, adornada por cejas marcadas y oscuras, puede considerarse tranquila. Con certeza, y eso vale para todos los Gigas, su apariencia no recuerda en nada a los gigantes de pinturas inspiradas en la mitología griega, comúnmente retratados como intimidantes demonios de cabellos blancos.

-Este ser posee un Cosmo impresionante.-piensa Shun, asustado, pues los Santos se valen más del séptimo Sentido que de los ojos, oídos, nariz, piel, boca o intuición.

Es a través del Cosmo que su sensibilidad alcanza su punto máximo.

-¿Será que Seiya y Mei están bien? ¿Preocupado por tus compañeros?– Thoas lee los pensamientos de Shun con facilidad.–Que tranquilidad la tuya, estar pensando en otros…-continúa el gigante.–Es mejor preocuparte primero por tu propia vida.

-¿Por qué están provocando este conflicto? ¿Son responsables también de la erupción del Monte Etna?

-¿Y si fuimos?

-¡Muchas personas viven aquí! Las víctimas de las batallas son siempre personas que no tienen como defenderse. ¿Por qué quieren destruir a tantos inocentes? ¿Quieren conquistar la tierra?

Thoas responde con otra pregunta.

-Chico, ¿estás hablando de la Guerra Santa?

-Sí, lo estoy.

-El olvido es el peor de los crímenes. Santo Guerrero de Athena, tú pareces dispuesto a enfrentarnos sin saber el motivo.–el Giga suelta una risa maliciosa y comienza su explicación tortuosa.–Antes de la Gigantomaquia, de ser exiliados en las profundidades más allá del Tártaro, ya estaba Athena en la tierra, Poseidón en el mar y Hades en el reino de los muertos. Más poderoso que ellos estaba Zeus, en los cielos, y los dioses del Olimpo reinaban sobre los tres mundos. Poseidón y Hades declararon la guerra a Athena innumerables veces, con el objetivo de dominar la Tierra… y ustedes, Santos, expulsan a los enemigos y llaman a esos conflictos Guerras Santas.

-Los Santos siempre luchaban contra voluntades malignas para proteger el amor y la paz en la Tierra.-Shun no entiende a dónde quiere llegar con todo eso.

-Sin duda, Athena es la guerrera protectora de la Tierra, eso todos lo admiten. Ahora dime… ¿a quienes defienden Athena y los Santos?

-A los seres humanos.–responde Shun.

-Tienes razón. Los seres humanos, las personas de la tierra.–Thoas hace una pausa breve. – Chico, luchas y me matas.

-¿Como?

-Y yo lucharé y te mataré. Arrancaremos la carne de los huesos uno del otro. Basta sobrevivir respirando la sangre del enemigo. No se necesitan pretextos edificantes y de lenguaje difícil para justificarlo.

-¿El qué...?

-Sin embargo, recuerda que seremos nosotros, los Gigas, los vencedores de esta batalla.–después de eso, Thoas lanzó el cuerpo de Shun por los aires.

El Santo cae al suelo resbaladizo de grava y ceniza volcánica, deslizándose por la ladera.

-¿Qué fue lo que ocurrió?–Shun está cada vez más confundido. Simplemente no percibe el movimiento del ataque de Thoas.

-Voy a matarte.–Thoas golpea el cuello del Santo antes que se pudiera levantar.

En ese momento, un sonido estridente de metal resuena cuando chispas saltan por el aire. Thoas retrocede, protegiendo la muñeca herida por la cadena de Shun, que ahora rodea al Santo en una espiral frenética que recuerda a un ciclón.

–Esa cadena es una excelente defensa, chico.

Quien conoce el mapa de las constelaciones celestes debe saber que Andrómeda comparte una estrella con la constelación de Pegaso y representa a una doncella con las manos encadenadas.

Cuentan las leyendas griegas que la reina Casiopea de Etiopía provocó la ira de Poseidón, quien pasó a devastar su país con maremotos e inundaciones. El rey Cefeo consultó a un oráculo buscando una forma de apaciguar al poderoso dios de los mares y el oráculo le respondió que debía ofrecer al dios a la princesa Andrómeda en sacrificio. Cefeo ordenó que la princesa fuera encadenada a unas rocas, en la bahía, y Andrómeda fue salvada por el héroe Perseo, que la rescató montado en su caballo Pegaso.

Cada uno de ellos fue alzado a los cielos y transformado en constelación.

-Mi nombre es Shun. Shun de Andrómeda. No “Chico”.

-Ah, eso explica la cadena. Al igual que las flores más frágiles se visten de espinas para defenderse, tu Cloth acaba de salvarte la vida.

-Lamento informarte que la cadena de Andrómeda no solo sirve para la defensa.–el Cosmo de Shun aumenta con cada palabra.–Ella puede atravesar cualquier espacio para atacar a un enemigo, no importa a cuantos años-luz se esconda.

Fue esta misma cadena que soportó la pesada espada del Orestes enmascarado en la Acrópolis, pues atiende la elevación de Cosmo de aquel que la posee, rompiendo el espacio por sí misma para protegerlo. Las Cloths Sagradas de los Santos son más que armaduras, poseen un misterio divino, vida y voluntad propia.

-¡Cadena de Andrómeda!–lanzada al suelo la cadena se arrastra por el suelo volcánico, levantando las cenizas formando un remolino brillante. –Esta es la Nebulosa de Andrómeda.

La imagen de la galaxia formada en la penumbra de la montaña amplía infinitamente su alcance, con poder proveniente de una dimensión desconocida.

-De hecho, no podemos menospreciar a los Santos con un traje sagrado.-a pesar de toda la demostración de fuerza de Shun, Thoas se mantiene misteriosamente calmado y en ningún momento asume cualquier posición de combate.–Mejor así. ¡Es preciso que sea así! De lo contrario, no habría razón para traerlos al Monte Etna... joven y bello Andrómeda, muestra tu Cosmo para Thoas, el Relámpago Veloz.

-¿Tenemos realmente que luchar?–como siempre, Shun se resiste a pelear.

-Sí. Me matas o yo te mato.

Fuerzas internas estallan. Los Cosmos de Shun y Thoas chocan con violencia en la lucha, envolviendo la Cadena de Andrómeda.

***

Al recuperar los sentidos, Yulij de Sextante no tiene idea de donde está. Se siente atontada, con un dolor agudo en la cabeza, y tiene una tremenda dificultad para respirar. Es como si sus pulmones estuvieran quemándose.

-¿Es gas?–se pregunta, en voz baja.

De hecho, el interior de la caverna está repleto de gases volcánicos con un acentuado olor a azufre, e intenta llevar las manos al rostro para cubrir su boca, percibiendo que sus brazos están encadenados a una roca. Normalmente ella no tendría dificultad alguna para romper esas cadenas de hierro, pero su cuerpo está entorpecido, tal vez por el efecto de los gases.

Yulij mira a su alrededor, volteando gradualmente. No sabe dónde está, pero percibe que es una especie de gruta. A pesar de no encontrar en su campo de visión ninguna antorcha o fuente de luz, consigue ver claramente dentro de la caverna.

“¿Por qué no está oscuro aquí?”, piensa la joven.

-Porque esta es la Tierra Santa de los Gigas.–la voz hace que Yulij se estremezca de pavor, como si fuese una mujer común.

Voltea para ver en la dirección de ella y ve un demonio. No, es una máscara. Un hombre vistiendo una máscara diabólica como un Orco. Es Enkelados, la Voz Sellada, en su larga armadura que tiene un brillo dorado de topacio, observando atentamente a su prisionera.

-¿Quién eres? ¿Dónde estamos?–Yulij se esfuerza por aparentar tranquilidad y firmeza, más está seriamente trastornada. Siendo un Santo Femenino, no se asustaría con la fachada rastrera de una máscara: consigue reconocer e identificar con precisión el increíble poder del enemigo.

-De la misma forma que Athena tiene su Santuario, nosotros tenemos esta tierra, protegida por la voluntad del dios de los Gigas.

-¿Gigas...?–Yulij no consigue hablar bien y ni siquiera tiene la certeza de que su pronunciación es correcta. Hasta sus labios están entorpecidos.

Revisando sus conocimientos como Oficial Auxiliar, recuerda que los Gigas son seres malignos de morada desconocida, exiliados por Athena en la antigua Gigantomaquia. Es la historia de una guerra distante, de la cual prácticamente no quedan registros ni en el mismo Santuario.

Pero otra vez Yulij ve a su alrededor, sin entender de donde viene esa sutil luminosidad del ambiente. Parece la propia roca brillando como una pared luminosa o saturada de partículas de luz. De cualquier forma no es una luz comprensible para la lógica humana. Ciertamente está en una región sagrada, pero esta voluntad es de naturaleza completamente diferente a la de Athena.

-¿Qué pretendes al haberme raptado?–pregunta, tosiendo.

Tampoco entiende como el gigante que tiene enfrente puede ser inmune a los efectos de los gases. Recuerda que las máscaras de las Santos Femeninos tienen efecto neutralizador de tóxicos, tal vez la máscara de demonio tenga la misma función.

Entonces Yulij recuerda que su máscara fue quebrada en la lucha en el observatorio. Su rostro está expuesto, desprotegido. Para un Santo Femenino, estar sin máscara es como estar desnuda.

-Los Santos tienen dogmas exquisitos.–dice Enkelados, demostrando que puede leer los pensamientos de Yulij.–Los Santos Femeninos usan máscaras para abandonar su feminidad.–continua, irguiendo con bastón el mentón de la joven, forzándola a mirar al frente, haciendo que su espíritu sea invadido por la humillación y el desagrado.–Tú eres una presa, un cebo, una carnada. Este será el fin de los Santos.

Aunque estaba enfurecida, Yulij no consiguió contener la risa.

-¿Yo soy tu rehén? ¿Qué te hace pensar que una Santo Femenino de Bronce como yo tendría tanto valor?

-No he dicho que tengas valor alguno. Pero Athena no piensa así. Dice que su espíritu se retuerce de dolor cada vez que uno de sus protegidos es herido. La prueba es que envió unos Santos aquí al Etna para salvarte.

-¿Qué?–Yulij no entiende como el Oficial Mayor Nicole colocó a otros defensores de Athena en peligro.

En contraste con su actitud pacífica del día a día, cuando se trata de velar por la protección de la diosa, Nicole es severo y totalmente insensible a las necesidades individuales de los Santos.

“Esto quiere decir dos cosas”, concluye, en pensamiento. “Que esta situación es muy seria, y que, una vez más, Athena actuó de acuerdo a su enorme corazón.”

-Sí, con su enorme corazón tu diosa mandó a los Santos a la muerte en las manos de los Guerreros Gigas, ¡jajaja!–Enkelados soltó una carcajada terrible.

-Tú no puedes ser un Giga, uno de aquellos monstruos que adoraban dioses corruptos del pasado...–antes que consiguiese terminar, Yulij fue alcanzada en el rostro por el bastón del gigante, cortando el interior de su boca.

-¿Cómo osas llamar a mi dios corrupto?–dijo, jalándola por sus cabellos plateados.–¡Compórtate, perra de Athena! Estamos delante de la presencia divina.

Un palpitar. Yulij consiguió sentir el ritmo de un corazón latiendo. Su Séptimo Sentido le dice que, mucho más allá de esta caverna, en los confines perdidos del vacío entre Gaia y el Tártaro, un Cosmo de escalas nunca antes imaginadas está en gestación.

En algún templo subterráneo un mal de dimensiones desconocidas está siendo nutrido.

-¡Cuando él resurja sobre la tierra, no tendremos motivos para tenerle miedo a Athena!–Enkelados parece satisfecho por el hecho de que ella percibiera el poder divino.

-¿Un dios maligno del pasado...?–fueron las últimas palabras de Yulij, pues el golpe de un bastón diabólico la alcanzó con un sonido sordo, y se desmayó, con los cabellos manchados de sangre.


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