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Puertas abiertas por 1827kratSN

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Rusia adoraba ver las mejillas de Canadá redondearse mientras masticaba, le gustaba lo natural que era y del goce genuino que mostraba al probar el nuevo platillo. Se habían encontrado en la mañana, en tierras españolas donde se realizaría la reunión a la que fueron invitados, así que aprovecharon para desayunar —casi almorzar— juntos y de paso tener una cita.

 

—Está rico —sonrió después de limpiar sus labios—, pruébalo, Russie.

—Tendrás que dármelo tú.

 

El sonrojo que Canadá mostró era de las cosas más adorables que Rusia tenía gusto de disfrutar, tal vez por eso intentaba avergonzarlo cada que podía, y esa no fue la excepción. Soltó una risita nasal al verlo dudar en sí hacer lo dicho o negarse, dejó su platillo de lado mientras esperaba, y fijó su mirada en el rostro ajeno que le evitaba. Lo molestaría un poco más antes de aliviar sus pesares.

 

—Bien —Canadá respiró profundo antes de tomar un poco de la paella con su cubierto—, separa los labios.

—Está bien —obviamente no se iba a negar.

—No será mi culpa si derramo esto —advirtió porque sus dedos le temblaron un poco.

 

Rusia elevó sus hombros para quitarle peso a esa advertencia, sonrió de lado y al final hizo caso a la orden del bicolor. Separó los labios lo suficiente, entrecerró sus ojos para admirar la cercanía del cubierto, y finalmente atrapó el bocado. Fue un proceso lento, dudoso, porque Canadá estaba notablemente incómodo. El euroasiático aceptaba que le gustaba colocar a su novio en esas situaciones, porque hace mucho tiempo se había imaginado estar así con Canadá.

 

—¿Qué tal? —Canadá lo miró con interés.

—Rico —aceptó antes de ver la pequeña sonrisa que adornaba ese rostro—, tanto como para pedirte otro poco.

—Estás haciendo esto solo para burlarte de mí, ¿verdad?

—No —deslizó su mano hasta acariciar la ajena que aun sujetaba el tenedor—, solo lo digo porque está rico y quiero otro poco.

—Me siento como los adolescentes de esa mesa —señaló a los mencionados, quienes se hallaban entre risitas y besos, como si nada más que ellos existieran.

—¿Eso está mal?

—No —jugó con su plato—, pero es vergonzoso.

—¿Por qué?

—Se supone que tengo más de un siglo —susurró agachando un poco su cabeza.

—Pero yo no, así que puedo comportarme como esos adolescentes.

—Ah, lo había olvidado —de pronto se sintió aún más avergonzado—, soy…

—Eres mayor que yo…, –š–°–½–°–´–°.

—Esto es incómodo —se quejó.

 

Le gustaba, definitivamente le gustaba demasiado, tanto como para olvidarse de todo y solo disfrutar de la forma avergonzada con que Canadá le daba de comer en la boca. Estaba pensando sinceramente en desaparecer a todos los otros afortunados que tuvieron aquella visión en el pasado, quería ser egoísta y lograr que Canadá olvidara que en alguna otra ocasión tuvo una relación con alguien más que no fuera él. Y, aunque sabía que tener esos pensamientos era incorrecto, por algunos instantes quiso olvidarse de la moral y disfrutarlo en silencio.

 

—Vosotros vais a espantar a los clientes —fue la burla de la nación que los acunaba—. Nadie soportará su cursilería.

 

Rusia miró mal al español, recriminándole en silencio que interrumpiera su muy animado desayuno-almuerzo, siendo ignorado por aquel que colocaba toda su atención en el canadiense. Bufó y quiso decirle que se fuera, pero sería incorrecto siendo España su anfitrión, así que mejor siguió comiendo y analizando cuándo era correcto intervenir en la plática de ese par.

 

—No me habíais contado que vosotros dos salíais juntos.

—Pues —Canadá mantenía ese sonrojo y jugaba con sus cubiertos—, es reciente.

—Me sorprende que alguien como tú salga con alguien como él —señaló al ruso.

—¿Eh? ¿Por qué?

—No sé —España no quería arruinar ese encuentro, pero ya había dicho demasiado—, es que es tan… ruso.

 

Canadá soportó las risas y ocultó su boca con sus manos. Sabía que de algún lado los latinos tuvieron que aprender a ser imprudentes y algo graciosos, pero eso sobrepasó sus expectativas. Entonces miró a Rusia, quien hacía una mueca y desviaba la mirada, suponía estaba molesto por esa interrupción.

 

—Ya entendí —España miró a Rusia—, me voy.

—Te lo agradezco —el euroasiático suspiró.

—No quiero estorbar —España palmeó el hombro de Canadá de forma amigable—. Nos vemos en la reunión.

—¿No quieres acompañarnos a desayunar? —ofreció Canadá.

—Diría que sí, pero si lo hago, temo que tu novio me ahorque —rio bajito—. Y por si lo dudáis, fue causalidad el encontraros aquí.

 

Pequeña interrupción, un corto saludo, algo que pudo ser normal pero que no lo fue por muchas razones. La más importante de todas, fue que Canadá no negó en ningún momento el estar en una relación con Rusia, es más, en medio de la conversación se dijo la palabra “novio” y Canadá pareció satisfecho con eso. Obviamente el tricolor notó eso y no pudo estar más feliz, porque significaba que a los únicos que evitarían por el momento serían a sus hermanos y era un poco obvio el por qué.

 

—¿Puedo tomar tu mano incluso en la reunión?

—Puedes —sonrió Canadá mientras recogía sus cosas para abandonar el local.

—¿Incluso frente a mis hermanos?

—Pues… —desvió la mirada—, puedes.

—¿No dijiste que…?

—Sí, lo dije, pero estuve pensando y… —se rascó la mejilla—, si mi hermano ya se enteró, y no voy a esconder nuestra relación…, creo que no tengo por qué mentirle a tu familia.

—¿Estás seguro?

—Sí.

 

Le acarició la mejilla en agradecimiento, y no negaba que también quiso besarlo, pero estaban rodeados de personas y el afecto en público podría ser bastante incómodo. Rusia prefería hacerlo en privacidad, donde no tenía inconveniente en susurrarle cosas al oído ni limitarse en cuanto a las caricias. Sí, lo prefería. Aun así, no se negaría la satisfacción de tomar la mano de Canadá y caminar por las plazas de esa forma, mostrando orgulloso que tenía una relación feliz que cuidar.

Tal vez por eso ni se fijó que se retrasaron a la reunión.

Cuando se dieron cuenta ya llevaban veinte minutos retrasados y tuvieron que acudir a un taxi, fue una pena porque se dirigían a un sitio turístico, pero prometieron volver después de tratar los asuntos importantes del día. Aunque eso no les libró del regaño de España porque les recalcó que, a pesar de estar en su mundito de ensueños, debían tomarse todo lo demás en serio. Ambos se sintieron avergonzados por eso, pero no les quedó de otra más que disculparse y poner atención. Lamentablemente, con eso, algunos países más se enteraron de su noviazgo y las miradas no faltaron.

 

—Pronto se enterarán todos.

—¿Por qué lo dices? —Rusia elevó una ceja sin entender el comentario.

—Porque Argentina está aquí —susurró mirando al latino que sonreía mientras tecleaba con frenetismo en su celular—, se los dirá a los demás y… bueno…, digamos que les gusta pasarse información.

—Deberíamos hacerlo oficial —sugirió Rusia sin inmutarse por lo dicho.

—Tal vez —Canadá se aferró más al brazo del euroasiático—, pero creo que aún es muy pronto.

—Esperaré hasta que estés seguro.

—Gracias.

 

Pero había una ventaja.

Siendo que ya todos los presentes sabían de su relación, Rusia se dio la autorización de robarle un besito corto a un Canadá distraído, eso solo para quitarse las ganas que soportó desde la mañana, además de dejarle en claro a todos que su noviazgo era algo serio.

No confiaba en la mirada de Argentina, así que lo mejor era prevenir.

 

 

 

Notas finales:

 

Lo que añado solo es improvisado, en sí no hay trama fija para esto, solo quiero relatar cosas cursis y practicar XDDD

Si quieren que me enfoque en algo en específico, agradecería si me lo dijeran, pero si no, seguiré añadiendo cosas así, chiquitas y sin camino definido.

Krat les desea feliz navidad~

Muchos besos y caramelos~

Los amo~

PD: Me encanta el maplecito~


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