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Nikki por Raziel Soul

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DIARIO DE KYO

xx/xx/1996

Jamás creí poder sentir tanta impotencia en mi interior, ¿el más fuerte del mundo? Eso es lo que dicen los trofeos que nos dieron en los torneos pasados por parte del gobierno japonés, y ahora me doy cuenta que no valen de nada, que son mentiras, no soy ni por asomo el más fuerte, ni siquiera Iori lo es, y eso es lo que más me molesta, haber estado jugando por mucho tiempo esta idiotez de “luchar” por la supremacía del clan. Estoy seguro que nadie en mi familia ni en la suya podría soportar quince minutos con ese monje. Perdona si escribo tan fuerte en la hoja sencillamente no puedo evitar que mis manos sigan temblando, hoy en el jardín de mi casa apareció el que ahora sé que se llama Goenitz, pero no venía solo, traía consigo al pecoso, su cuerpo amarrado a una especie de… cruz. Su ropa rasgada y llena de sangre, parecía desmayado, mi corazón se contrajo de forma horrible, no sé por qué, pero verlo así tan… vulnerable, no parecía para nada el déspota de siempre, indefenso como un conejo, mientras la sangre seguía goteando por sus heridas, que desde donde me encontraba parecían profundas, las burlas por parte del monje no se hicieron esperar, proclamaba a los cuatro vientos que éramos unos debiluchos, me señaló y me dijo “más te vale entrenar más o terminarás como este pobre diablo” después de lo cual desapareció así como llegó, dejando a Yagami tirado de cara al piso. Mis padres me ayudaron a levantarle, y aunque Yuki me insinuó que debería aprovechar el momento para terminar de una vez con la rencilla familiar – lo que de manera sutil era decirme: mátalo – nosotros tres – papá, mamá y yo – la miramos con dureza ¿matarlo así nada más cuando está débil? Eso me ofendió, porque no soy un asesino, mucho menos cobarde ni débil, pese a lo que dijo ese estúpido abuelo.

Madre me ayudó a curar las heridas de Iori, padre llamó a su casa y unos minutos después una fila de varios coches negros se estacionó delante de nuestro hogar, varios hombres entraron y tomaron en brazos al pelirrojo llevándoselo, tal vez a un hospital. Aun ahora me siento inquieto, me gustaría llamar y preguntar por su estado, escuché decir a uno de ellos que mi familia tiene honor, lo cual me agradó sobre manera, pues sí que lo tenemos y que sujetos como ellos lo reconozcan es agradable de escuchar. Sé que no me debería importar lo que piense una banda Yakuza, pero me levantó el ego hasta cierto punto.

Yuki por su parte ya se fue a su casa, vino su padre por ella pues se pasó toda la mañana aquí y después de lo que ella le contó el hombre vino muy rápido ya que no quería que le pasase nada a su hija, lo cual es entendible, e internamente me siento aliviado de que no se quedase, de nuevo, a dormir, no quiero tener que mostrarme fuerte e invencible para hacerla sentir segura, merezco al menos en mi soledad poder sentirme inseguro, creo que tener confianza en uno mismo está bien, no obstante cegarse y llegarme a creer lo que en realidad no era me hizo bajar la guardia, tal vez…a ambos.

Por hoy es todo, quiero dormir. Adiós.

Pd: ¿por qué me sentí tan vacío al creer que ese idiota había muerto?

NO HAY DIARIO DE IORI

Diario de Kyo

Xx/xx/1996

Dear diary… bueno no… es curioso lo difícil que resulta escribir en estos momentos, después de semanas sin hacerlo, no es como si hubiesen pasado siglos es solo que mi cabeza aún sigue aturdida. El torneo de este año fue una total locura, si bien desde el primero en el que participo ninguno ha sido fácil este se lleva las palmas, y si es que se llega a realizar uno el año que viene mi corazón me indica que será el infierno… como siempre es menester que empiece como se debe. Trataré de ser lo más breve puesto que si escribo todo lo que pasó no terminaré nunca – exagero un poco – a primera impresión al llegar al punto de reunión fue que… este año los sponsors sí que se lucieron, incluso nos mencionaron que el estadio fue construido expresamente para la realización del torneo, era enorme, con pilares sosteniendo las gradas… nunca en estos años vi tanta gente reunida, la publicidad fue mejor también, supongo que por eso estaba a reventar. Nos presentaron a todos los equipos, muchos de ellos – en su mayoría – conocidos, amigos de años atrás, algunas caras nuevas, el amargado de Yagami con dos preciosidades, o al menos eso pensé hasta que las vi de cerca, y ¿qué crees? Eran la tipa loca que me atacó hace un año y la señora que acosó a mi padre cuando perdió la memoria, ¿cómo diablos las conoce? Las amistades que tiene el pecoso definitivamente no son nada buenas… pero ya está grandecito como para decirle con quienes no debe juntarse… aparte de ellos, tres sujetos que a juzgar por la edad podrían ser mis padres, no quiero decir que papá esté viejo…sólo que tampoco está demasiado jovencito… en fin, todo iba de acuerdo al plan, nuevamente viajamos de aquí a allá, por tercera vez me tocó luchar contra Terry y su equipo, creo que ya no le importa demasiado contra quien luchara, o al menos eso sentí, fue raro, cuando presentaron al equipo de los “abuelos” su gesto se volvió bastante serio, en especial con uno llamado Cheese…(Geese) ¿no es queso en inglés?... como sea, el Fatal Fury Team estaba que echaba chispas por los ojos.

Mientras el equipo del “Queso” Howard estuvo participando la energía de los rubios y Joe estaba al máximo, pero pasó algo más que raro, cuando peleaban contra Kim y sus secuaces – les digo así porque me enteré que Chang y Choi son convictos en recuperación – de pronto el queso se fue al agua, como lo oyes, saltó de la plataforma donde estaban luchando y perdieron por eso… yo no lo vi, me lo contó Athena-san, dijeron también que minutos después de aquello hubo disparos y el tipo del paliacate del año pasado – uno de los compinches de Yagami – fue herido por un impacto de bala tratando de rescatar al queso, ya que era su guardaespaldas. Al cabo de la derrota del “Grandpa team” los chicos del fatal Fury cambiaron, no puedo decir que la pelea contra Bogard fue fácil, pero faltaba algo, como esa chispa de las veces pasadas.

Como podrás imaginarte pese a lo que pasó la última vez que escribí, quien no perdió para nada las ganas de derrotarme/matarme, fue Yagami, llegó a la final apenas moviendo un par de dedos puesto que quienes se pelearon a morir con los demás equipos fueron el par de arpías que le acompañaban, él tan solo miraba los combates, supongo que ese fue el trato con las locas. Lo más raro es que al tiempo que íbamos a enfrentarnos no se presentaron ¿temor? Ja ese tipo vive para masacrarme, no perdería la oportunidad de golpearme, pero sin más desapareció. Así que nos declararon – nuevamente- los peleadores más fuertes de Japón. Ya que el último encuentro sería en el escenario principal todos estábamos en el estadio Kagura, nombre clave en esta historia.

Debo decir que la victoria de este año no me dejó muy satisfecho que digamos, esperaba una buena batalla contra el pelirrojo – idiota de mí que sí obtuve parte de lo que quería – la cual no se dio – al menos no contra el pecas – nos pidieron pasar al centro de la plataforma para una última batalla. Sí, como lo oyes, pese a haber sido declarados campeones ¡nos harían pelear una vez más! Frente a nosotros una chica de cabello largo y negro, sus rasgos totalmente japoneses, vestía una extraña blusa blanca y pantalones entallados, zapatos negros que pensé no serían adecuados para el combate pero apenas y necesitaba caminar o correr, sin más comenzó a atacarnos, a los tres al mismo tiempo, su poder es increíble, puede multiplicarse, ir de aquí para allá como si solo se transportara, algo parecido a lo que hace Athena pero con más energía.

-No están mal… - dijo parando de pronto la pelea – pero no es suficiente – aquello me dejó, o creo que a los tres, totalmente confundidos.

- ¿A qué te refieres? – preguntó Benimaru mientras se acomodaba el cabello – ¿quién eres? – la chica lo miró con indiferencia. 

-Mi nombre es Chizuru Kagura… descendiente de los antiguos Yata, organicé este torneo y les traje hasta aquí para encontrar al equipo que pudiese ser capaz de derrotar a…

No pudo terminar la frase, frente a nosotros, entre ráfagas de viento apareció el monje aquel que nos mandó al hospital a Iori y a mí. Un silencio reinó en el estadio toda la gente a nuestro alrededor estaba igual o más confundida que nosotros. 

-Hola pequeña sacerdotisa… - la voz del hombre resonó por el lugar, no me di cuenta que el cielo había oscurecido en un dos por tres, eran apenas las dos de la tarde, pero nubes negras cubrían el cielo. – hola espada – no sé por qué me miró al decir aquello – y… - noté como desvió la cabeza levemente, de reojo me percaté de la presencia de Yagami a mis espaldas – la joya… - una sonrisa viperina adornó sus labios – los tres tesoros reunidos al fin… es una grata sorpresa, me ahorrarán el tiempo de buscarlos y matarlos uno a uno… claro que ya me adelanté un poco… - lamió su labio inferior de manera un tanto perversa mientras observaba a la chica de cabello largo – déjame presentarte mis respetos por la “repentina” muerte de tu hermana

Chizuru-san apretó los puños, sabía que el otro trataba de provocarle, yo no entendía nada de eso, si de por si la situación me tenía confundido, segundos después lo estuve más.

-Tu… - la voz del pelirrojo resonó por el lugar- ¡MALDITO BASTARDO TU LA MATASTE! – seguro que Kagura-san se quedó tan helado como yo al verle correr hacia el enemigo, quien no borró ese gesto malicioso, una patada por parte de Iori que fue detenida sin problemas

- Oh…entonces tu… ¿también conocías al pequeño espejo? – golpe tras golpe, no podía tocarle si quiera

- ¡Kusanagi-san! – la mujer me llamó por mi nombre – debemos atacar también o ninguno de nosotros saldrá vivo!

- ¡Vayamos todos! – la voz de Benimaru tras de mí, pero en un dos por tres cayó de rodillas

- ¿qué demonios te pasa? – reclamé a la sacerdotisa cuando con un solo golpe puso a dormir a mi amigo

- Si no quieres que mueran… dile a él que se lo lleve – refiriéndose a Goro, el cual al principio me miró con un gesto de reclamo por no querer que me ayudasen a vencer a aquel hombre extraño

- Por favor llévatelo – le pedí esperando entendiera también que no quería verles muertos, sin estar del todo convencido tomó a Nikaido echándoselo al hombro y salió de ahí junto a varias personas

No noté el griterío hasta que una de las columnas cayó cerca de mí, todo el estadio se estaba viniendo abajo debido al viento cortante de Goenitz, quien aun con rostro feliz “jugueteaba” con los ataques propiciados por un enfadado ojiazul, no lo pensé más tiempo y corrí a la par de Chizuru-san para enfrentarnos los tres contra ese bastardo. La batalla fue por demás pesada, llegó un momento en que estuve a punto de darme por vencido. Ninguno de nosotros podía siquiera asestarle el más mínimo golpe, solo seguía riendo, burlándose, incluso ahora que lo escribo me estoy comenzando a cabrear. Una de sus ráfagas me aventó lejos, él corrió hacia mí su mano estirada como si fuese una espada, e hice lo más estúpido que jamás debí hacer, cerré los ojos esperando el golpe, resignado a perder, a que acabase conmigo de una vez, pero jamás llegó, abrí un ojo y me encontré a mi peor “enemigo” protegiéndome, sus manos sostenían la ajena con dificultad, gotas de sangre caían al piso.

-¡Maldito bastardo! – escuché su voz – te dije… que… solo yo… puedo acabar contigo… ¡NO MUERAS HOY KUSANAGI! – un fuerte grito retumbó en el estadio, seguido de voraces llamas escarlata, mis ojos se abrieron sorprendidos ¿escarlata? ¿No se suponía que los Yagami manipulaban las llamas púrpura?

- ¡Kyo-san despierte¡- la voz de Kagura me sacó de mi estupor – solo tendrás unos segundos, ahora que Yagami-sama ha logrado aturdirle, más te vale usar tu técnica más poderosa o todos moriremos hoy – apenas terminó de decir aquello corrió hacia Goenitz, por primera vez la sangre de ese bastardo bajaba por su boca puesto que al ver las llamas carmesí por parte de Iori tambaleó y este le pegó un puñetazo.

Tuve que concentrarme lo mejor que pude, la adrenalina regresó a mí, verles luchar con tanta energía, no podía fallarles, ninguno de los tres moriría ese día, en cuanto ella me dio la señal dejé que mi energía explotara como nunca en la vida, ni siquiera como en la pelea con Rugal, era un poder que jamás había experimentado, llenó mi cuerpo desde la punta de los dedos hasta el último de mis cabellos, de mis manos brotaron las flamas, el Orochinagi más espléndido que hubiese visto jamás, al parecer Kagura-san logró detener el flujo de energía de Goenitz por unos segundos, que fueron suficientes para que no pudiese resistir mi ataque. Cayó al piso ya que sus piernas flaquearon, apoyado de una columna –de las pocas que quedaban en pie – nos miró al acercarnos, pero su gesto no era ni por asomo de derrota, al contrario, pareciera que todo iba de acuerdo a sus planes, ¿estaba loco o qué? Dijo cosas que no entendí muy bien, sobre alguien que no tardaría en llegar, un despertar, los tres tesoros, una princesa… Orochi. Cuando Chizuru-san quiso interrogarlo, con un chasquido de dedos una última ráfaga segó su vida, de su cuello comenzó a brotar la sangre de forma constante. Segundos después estaba muerto.

- Debemos prepararnos

-¿Para qué? – pregunté ante las palabras de la mayor

- No me interesa lo que él – Iori señalaba a Goenitz – ni tu – después su dedo apuntando a la sacerdotisa – tengan que decir, nada de esto me interesa… quien quiera que venga…

-¿¡Pero acaso no te diste cuenta¡? Tus flamas escarlata… ¿sabes qué significan?

-¡No sé nada! – la voz enérgica del pelirrojo siempre me ha parecido tan tajante y demandante – no necesito a ninguno de ustedes – dio media vuelta

- ¿Ni siquiera por ella lo harías? - ¿ella? Ladee mi cabeza como el cachorro confundido que era en esos momentos

- Ella está muerta – tres palabras que dieron por terminada la charla

- ¿Tú piensas igual? – mientras miraba la espalda con esa media luna alejarse escuché la pregunta

– Él tiene razón… trabajamos mejor separados – dije con firmeza

- Son un par de necios – pese a que seguro no era la respuesta que esperaba no la escuché molesta, ni siquiera fue como un reclamo lo que dijo, era más bien como si fuese eso precisamente lo que esperaba oír – cuando llegue el momento… - los pasos suaves de ella se alejaron también.

A lo lejos escuché el sonido de muchas ambulancias y sirenas de policía, no era para menos todo el estadio era una ruina, no me fui de ahí hasta que pudimos salvar a toda la gente que seguía con vida bajo los escombros, otros más perecieron, más de lo que me hubiese imaginado, hombres, mujeres y niños, tuve el infortunio de sacar de entre las ruinas a un bebé de apenas meses de nacido ¿por qué estaban ahí en primer lugar? Estaba amaneciendo cuando regresé a casa. Días después aquí estoy, terminando de escribir, me he duchado, cenado y quiero dormir. Nos veremos después.

Por cierto… desde ese día no he podido quitarme de la cabeza la fiereza con que el idiota de Yagami me protegió, sé que lo hizo porque quiere matarme, pero… se sintió… agradable. Ya lo sé, soy idiota. Adiós.

 

Diario de Iori

Xx/xx/1996

¿Por qué diablos hago esto? Es lo que me pregunto cada vez que recurro a ti, debo admitir que he arrancado varias hojas puesto que al releer me parece de lo más idiota lo que escribo, pero he guardado la mayoría, no quiero escribir demasiado, seré por demás conciso ¿por qué? Porque estas por terminarte, y no voy a ir a la tienda a comprar otro diario, eso no es de hombres… y mucho menos porque no será mi madre quien me lo regale, por eso te conservo, por eso sigo viniendo a ti.

No me explayaré más, te resumiré los dos meses que han pasado, dos meses de mierda, si, como lo oyes, primeramente porque hace casi mes y medio un sujeto idiota vestido de sacerdote se presentó frente a mi justo cuando estaba practicando en el dojo, golpeándome hasta el punto que no recuerdo nada de lo que sucedió en un mes, ver su cara de estúpido creído  y burlón me hace sentir enfadado aún; mi conciencia murió mientras me sentía caer en un agujero sin fondo, las fotos de mis antepasados colgadas en el dojo familiar fue lo que me acompañó durante ese desmayo. Como verás nada agradable para recordar. Al despertar me encontré en mi habitación, mi cuerpo vendado en varias partes, todo adolorido, entumecido por no haberme levantado en tres semanas ¡como lo oyes! Tres malditas semanas sin entrenar, sin saber que carajos pasaba en el mundo, Yukari me explicó a grandes rasgos que los perros Kusanagi llamaron a casa porque un animal – el cura mencionado – me llevó ahí como rehén para molestarles. Era obvio que no iba a agradecerle nada a esa gente, puesto que no recordaba ni un ápice así que podría hacerme ojo de hormiga sin que nadie me reclamase nada. Una semana después, ya estando totalmente repuesto, corría por uno de los parques cercanos a la mansión, era muy temprano y todo estaba prácticamente desierto, cuando sentí un par de energía rodeándome, pude esquivar el golpe primero y segundo, al tercero tomé a los intrusos de las manos parándoles con firmeza, al mirar a uno y otro de los perpetradores me di cuenta de cuatro cosas… cuatro cosas redondas, turgentes y que estaban cubiertas – o mejor dicho semi cubiertas – por un par de reveladores escotes.

- ¿Así que eres como todos los hombres? – una castaña con cara de psicópata habló haciéndome alzar el rostro – ¿no pueden mirar a una mujer a los ojos?

- Yo no tengo la culpa de que te ofrezcas como una zorra – dije sin pelos en la lengua, si miraba sus pechos era porque era lo más próximo a mi cuando pude enfocarme en algo, las solté bruscamente.

- No le hagas caso – esta vez fue la rubia quien habló – me llamo Mature, ella es Vice… - me miraba como si estuviese estudiando a un nuevo espécimen… odio esas miradas – solo… queríamos invitarte a… que te unas a nosotros en el nuevo torneo King of Figthers

Fue en ese momento que me di la media vuelta y empecé a caminar ¿unirme a ese estúpido torneo? ¿Para qué? Era aburrido además de que Kusanagi no era un gran rival, podría golpearlo cuantas veces quisiera sin tener que esperar a verle en un estúpido torneo

-Y ¿si te garantizamos que no moverás ni un dedo, llevándote hasta la última pelea para que puedas matar a Kusanagi Kyo? – debo admitir que me llamó bastante la atención su propuesta en esos momentos – tendrás dos satisfacciones, matarlo y hacerlo frente a los que lo creen el luchador más fuerte del mundo…

-Terminará en el suelo como la alimaña que es

- Oye vieja… - le dije a la castaña – el único que puede insultar a ese animal soy yo – seguro que fruncí demasiado el ceño pues noté como la mujer llamada Vice parecía ponerse a la defensiva. – me parece bien… solo les advierto que, si me intentan traicionar o peor aún… si ponen sus asquerosas garras sobre el perro Kusanagi no solo le mataré a él.

-Trato hecho - cuando dijo eso la rubia se pegó a mi más de lo necesario. De entre sus senos sacó un papel y lo deslizó hasta la bolsa trasera de mi pantalón, tocando más de lo debido, alcé una ceja sin apartar mis ojos de los suyos – bienvenido al grupo… - guiñó el ojo y tanto ella como la otra loca desaparecieron en un instante.

Chasquee la boca, no era como si en verdad tuviese muchas ganas de participar, pero… ¿qué más daba?, quería bajarle esos estúpidos humos que tenía desde que ganó los torneos, pavoneándose como paloma a mitad del parque…

Al final de cuentas el torneo aquel empezó, creo que varios de los que participaron fueron los mismos del año pasado, y antepasado… ¿acaso no existen más peleadores en este mundo? Btw (by the way) como me lo prometieron ellas se encargaron de todo, creo que me sentí como el león de la manada dejando que las leonas se encargaran de todo, era extraño verlas pelear y yo quedándome en las sombras, pero las brujas sí que tenían fuerza, además de cuerpos bastante exuberantes que dicho sea de paso ayudaron para desviar la atención de varios peleadores masculinos ayudándoles a darles su merecido. Viajamos a un par de lugares, ¿aun no entiendo por qué los dichosos torneos deben ser tan exhaustivos? No sería más fácil realizar todas las batallas en el estadio, porque construyeron uno expresamente para este torneo, y así no nos llevaría días enteros ir de aquí a allá. Ahora que recuerdo sí vi a alguien… un sujeto que yo creí muerto, pero resulta que no – e internamente me siento algo aliviado – el bastardo de Billy Kane, el cual recibió un balazo en el brazo (que mal tino del sujeto) por proteger a Howard, otro de los personajes que no creí volver a ver. Y que se fue a la mitad de la batalla, literalmente echándose al agua y nadando lejos de su oponente, pero algo me dice que fue a propósito, creo que él sabe algo que no debería.

Como era de esperarse mi equipo y el del perro Kusanagi fueron los finalistas, faltaban unos diez minutos para que subiéramos a la plataforma principal pero mis compañeras habían desaparecido, comencé a buscarlas porque si algo no iba a perdonar es que me descalificaran por default siendo que las sabandijas aquellas estaban ahí, al dar la vuelta por los vestidores pude escuchar una conversación en la parte de damas, todo iba bien hasta que la voz de un hombre resonó, esa voz era conocida, si no mal recordaba era la del monje. Dejando de lado mi ética entré al baño de mujeres, divisé con cuidado por una esquina y les vi, ellas comentaban algo sobre mí, de eso no cabía la menor duda, decían que yo era fuerte y que casi estaba preparado ¿para qué? No tengo la menor idea. El mayor pareció creerles y con una ráfaga se fue de ahí, ellas parecieron estar más tranquilas.

-No me quedaré aquí… si descubre que le mentimos nos matará – por primera vez vi a Vice asustada

- Tienes razón… Yagami es fuerte, pero ni por asomo podría derrotarle – dijo la zorra rubia, y debo aclarar que no le digo zorra en el mal sentido, sino por lo astuta y ladina. Son como una zorra y una serpiente…

Regresando a lo que nos compete, y ahora que me acuerdo… sentí algo tras de mí, pero no pude siquiera voltear, solamente escuché una voz que decía “despierta” todo se oscureció y segundos desperté en el vestuario de hombres, pero mis manos estaban llenas de sangre. No supe que hacer, me lavé rápidamente, la ropa también estaba ensangrentada, me cambié y salí, escuchando a lo lejos que el equipo japonés había ganado por default. Precisamente lo que no quería, iba a buscar a ese par de idiotas, pero fue entonces cuando me tensé, tal vez la sangre en mis manos era de esas dos, aunque quizá no las haya matado, tal vez aparezcan más adelante como Billy.

Caminé hacia la plataforma, quería decirles que no podían descalificarme, y pelearía con Kusanagi aunque no quisieran, pero al ver lo que pasaba ahí me inmovilicé, ahí estaba… Tsukihime, luchando contra el equipo japonés, su largo cabello, vestía de manera diferente pero era ella, o al menos eso creí hasta que sus ojos se  cruzaron con los míos, fue un segundo, pero bastó para darme cuenta que en definitiva, ella no era mi prometida, alguna vez la sacerdotisa me dijo que tenía una hermana, que era su reflejo, yo creí que hablaba de manera figurativa, pero no, eran iguales, aunque Tsukihime tenía una mirada más dulce. Escuché a medias lo que dijo, y entonces apareció nuevamente el monje, ese tal Goenitz, comenzó a mofarse y lo supe, ese bastardo la mató, él fue el culpable, le grité con todas mis fuerzas y fui tras él.

Era demasiado fuerte, cada golpe apenas y le movía, estuve a punto de sentirme como esa vez en el dojo, pero entrené bastante y sabía que debía confiar en mí, golpe tras golpe, no me importaba más que hacerle pagar, que vengar su muerte. En un momento clave me descuidé, iba a golpearme en la boca del estómago, pero la chica, Kagura, lo impidió, segundos después se unió el bastardo de Kusanagi, tal vez entre los tres podríamos ganarle. No obstante, las ráfagas de viento cortante nos impedían acercarnos tanto como hubieses deseado, y el estadio a nuestro alrededor empezaba a caerse a pedazos, la gente gritaba, corrían, una histeria colectiva, se pisaban unos a otros, los que alcanzaban a tropezarse era definitivo que no saldrían vivos. Un remolino nos aventó a los tres, caí dándome de lleno en la espalda, mientras me ponía en pie noté como el bastardo se acercaba al otro bastardo cara de niña, no sé qué me pasó… una descarga de molestia atravesó mi cuerpo, como si fuese electricidad, tocó cada vena, cada milímetro de mi piel, nadie, nadie más que yo podía matarlo, era mío, y el muy idiota cerró los ojos ¿se estaba dando por vencido? No lo sé, mis piernas me respondieron y en un abrir de ojos estaba entre ellos, sostenía con mis manos la del monje, sentí como si se tratase de una espada. No recuerdo qué le grité al gato estúpido, mis fuerzas parecían renovadas y… de mis manos escapó fuego escarlata, como lo lees, escarlata, jamás había hecho algo así, ni siquiera de pequeño, mi padre manejaba el fuego carmesí, por lo que sabía el fuego de Orochi no lo hemos tenidos todos los descendientes, somos los elegidos quienes portamos las llamas púrpura nada más nacer, pero mis manos se sintieron arder con la llama “Kusanagi” claro que tuve que recuperarme rápido de mi asombro pues no teníamos tiempo que perder. A lo lejos escuché la voz de Chizuru, pero no entendí nada, vi a Kyo levantarse, frente a mi Goenitz perdió su fuerza, seguramente por alguna treta de la organizadora, yo estaba cansado, apenas pude apartarme para que el Orochinagi de Kusanagi lograse “terminarlo” lo escribo entre comillas porque seguía vivo, pero sus ojos ya no mostraban altanería, aunque curiosamente tampoco miedo, más bien era… una insana felicidad. Y cuando tuvo la oportunidad se suicidó.

- Debemos prepararnos – voltee a ver a Kagura

-¿Para qué? – el castaño cara de niña me quitó las palabras de la boca, claro que no iba a aceptar que me intrigaba lo que decía

- No me interesa lo que él – señalé el cadáver – ni tu – después a ella – tengan que decir, nada de esto me interesa… quien quiera que venga… - y de pronto me interrumpió, parecía molesta

-¿¡Pero acaso no te diste cuenta¡? Tus flamas escarlata… ¿sabes qué significan? – claro que no sabía que carajos significaban

-¡No sé nada! – tuve que admitir para que me dejara en paz – no necesito a ninguno de ustedes – di media vuelta para irme

- ¿Ni siquiera por ella lo harías? – aquello caló muy dentro, cerré mis ojos un segundo para hacerme el fuerte, ni siquiera la miré

- Ella está muerta – tres palabras que dieron por terminada la charla

- ¿Tú piensas igual? – escuché que le preguntó a Kyo mientras me alejaba

 – Él tiene razón… trabajamos mejor separados – por primera vez estuve de acuerdo con ese gato imbécil

- Son un par de necios – su voz no parecía molesta - cuando llegué el momento… - me giré al no escuchar lo demás, pero noté que no hubo nada más, había desaparecido también.

Las ambulancias llegaron y el revuelo empezó nuevamente, me fui de ahí, no tenía nada que hacer, creo que Kusanagi se quedó, pero no estoy seguro. Al llegar a mi departamento me duché y quise contarte todo lo que está pasando, tal vez mañana le pregunte a mi padre a qué se refería esa mujer. Por ahora debo dormir.

PD: Kusanagi es mío.


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