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Dilema por 1827kratSN

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—¿Qué hace taitita?

 

Dos pares de ojos veían cómo Ecuador utilizaba una gama considerable de pinceles y pinturas para dibujarse en el brazo. Ya llevaban como cinco minutos mirando y preguntando, pero su padre seguía concentrado y solo les chitaba para que se mantuviera ese silencio. Diez minutos después se dieron cuenta que el dibujo bastante detallado era un guayacán en flor, amarillo en cada florecita, minucioso incluso hasta en las ramas, y aunque un poco chueco, eso le daba un aire realista.

 

—Listo —sonrió antes de sentarse correctamente y suspirar—. Valió la pena.

—Oh, ya sé qué es —Imbabura sonrió divertida—. Es un mensaje para tu soulmate, ¿a poco no?

—Sí —Ecuador abanicó su brazo para que los trazos se secaran.

—Cada vez son más llamativos —Azuay asintió repetidas veces—. Me gusta.

—Quiero que el guambrito o guambrita se emocione al ver el dibujo.

—Y yo quiero intentarlo —Imbabura sonrió al levantarse—, después de todo no le he dedicado frase alguna desde hace meses a mi alma gemela.

—¿Y tú? —el tricolor miró a su hijo—. ¿Te has contactado?

—No —Azuay hizo una mueca—. No quiero molestar.

—Solo déjale un saludo al menos.

—Tal vez mañana.

—Solo no te arrepientas después.

 

Vivir sin arrepentirse, en eso pensaba Ecuador cada que se animaba a dibujar en sus brazos. Cuando no quería ser tan evidente, dibujaba en sus piernas, porque era divertido pensar en el rostro sorpresivo de aquella alma inocente unida a él cuando notara la travesura. No sabía si su soulmate se incomodaría, o si sería feliz, pero él seguía insistiendo en cederle todo el cariño que poseía, porque nadie debería sentirse rechazado por el destino. Así de simple.

 

—¿Te respondió?

—No.

 

A veces era así. Sus ánimos bajaban porque no había correspondencia en su deseo por alegrarle el día a su personita destinada, se sentía triste y entraba en la etapa de suspiros que se alargaban hasta tres días. Pero volvía a animarse poco después, él mismo se decía que tal vez su soulmate era bastante tímido, así que decidía dedicarle un dibujito simple y no uno tan elaborado como su última creación.

Le dibujaba un gatito.

Se reía de su dibujo mientras pasaban las horas, seguía con su vida dada entre reuniones y problemas, trataba de no molestarse por las burlas de sus hermanos mayores o simplemente se entretenía con mirar los inconvenientes de los demás. A veces hasta panificaba bromitas y las ejecutaba aprovechando que pasaba bastante desapercibido entre los países más desarrollados de esas épocas.

 

—Ay, qué verga —susurró cuando estuvo a punto de colocar una lombriz en el escritorio de un europeo, pero la mirada de un ajeno se colocó sobre él.

—Te vi.

—No me viste nada —sonreía divertido antes de esconder su pequeña travesura en sus bolsillos.

—¡Ecuador!

—¡Nos vemos después, abuelito! —salió corriendo, porque no quería ser regañado por España.

—¡Regresa aquí, chaval!

—¡Colo! —a veces entraba en pánico, esa fue una de esas veces.

—Esta vez no huirás, ¡Ecu!

—¡El abuelo quiere llevarme con él de nuevo!

 

Sabía que no estaba bien armar esos líos, pero a veces sus travesuras superaban su buen juicio y trataba de escapar de las consecuencias como fuera. Rió nervioso cuando su hermano mayor empezaba otra riña con su abuelo, y es que esos dos no se llevaban bien, gracias a diosito que Vene no estaba cerca o eso se hubiese puesto peor. Hasta quiso decir que fue su culpa en primer lugar, pero después recordó que su prioridad en ese día era volver a casa pronto, porque había prometido iniciar su entrenamiento ese día.

Y ahí llegaban sus dudas.

Sabía que, si se hería en medio de los ejercicios en campo, su alma gemela lo notaría, porque la piel adquiría cualquier seña buena o mala que estuviera en su otra mitad. Por eso era sumamente cuidadoso, porque no quería lastimarse gravemente y asustar a su pequeño compañero…, pero llegaban periodos de tiempo donde eso era inevitable, para ambos lados.

 

—¿Qué te habrá pasado hoy?

 

Había días donde sus brazos amanecían marcados por moretones, o sus piernas tenían cortaduras o heridas pequeñas. Su soulmate debía ser de esos niños que gustaban de aventurarse o de los que se accidentaban seguido, o eso quería pensar, porque desde el primer suceso cuando se dio cuenta que tenía un soulmate nuevo, tenía dudas de si la vida de esa personita era difícil o si sucedía algo más allá de esos “accidentes”.

 

—Ay, pequeña o pequeño —suspiraba mientras dibujaba un pequeño sol sonriente en modo de consuelo—, quisiera estar cerca para ayudar.

 

Su preocupación rendía frutos, su dedicación le traía mejoras, de eso se dio cuenta cuando poco a poco sus mensajes eran respondidos con un tiempo prudencial. En sus brazos aparecían pequeñas figuritas, todas bien definidas, demostrando que su alma gemela tenía dotes artísticas que podrían pulirse hasta que se convirtiera en un verdadero artista, y se lo dijo en una ocasión, pero a sus palabras no había respuesta semejante.

 

—Empezaremos a tener reuniones con todos los demás.

—¿Y eso?

—Ya no quieren más guerras, así que el tal ONU dijo que intercederá.

—Fresco —suspiró mientras se colocaba su traje formal—, ¿pero en serio tengo que usar esto?

—No se queje, chino —un leve golpecito para matar la protesta—, que tampoco me gusta, pero toca.

 

A Ecuador no le gustaban esas reuniones, porque todos parecían muy tensos en épocas indebidas, aun así, se resignó a participar de estas ya que estaba de acuerdo en que alguien detuviera los indicios de una pelea entre naciones. Jamás le puso verdadera atención al asunto, prefería seguir con sus dibujitos en sus brazos, siempre pendiente de si le respondían de inmediato; o así fue hasta que se dio cuenta de que en cierto año extraño… unos niños apenas, llegaron acompañados por su representante humano.

Se veían asustados, tensos, incómodos por estar envueltos en sus pequeños trajes formales, intentando parecer countries adultos y responsables. Vio en esos pequeños a los herederos de naciones extintas, y se recordó a sí mismo y a sus hermanos cuando reemplazaron a su padre. Se vio de nuevo ante su padre, Gran Colombia, quien pereció tras meses enteros de una enfermedad que reflejaba las decisiones de su gente. Cuánta tristeza se agolpó en su pecho hasta el punto en que sintió su garganta cerrarse, tal vez por eso sintió que debería apoyar a esos niños.

Y no fue el único.

Vio a México acercarse a uno de esos guambritos, cederle una caricia en la cabeza, traficarle un dulce a escondidas y fingir que nada pasó. Suponía que eso significaba que aquellos dos tenían alguna relación basada en la pérdida de URSS, pero no quiso preguntar. Lo que sí hizo fue rebuscar entre sus bolsillos hasta hallar los pequeños collares que sus hijos andaban fabricando cuando tenían materiales bonitos a la mano. No era mucho, pero al menos podía ser un detalle.

 

—Suerte en su primer día —sonrió cuando se halló frente a dos de esos pequeños—. Puede ser difícil…, pero se puede aguantar —rio bajito.

 

Escuchó a uno de los pequeños decirle algo en un idioma que desconocía, notó los colores de esa bandera en aquel rostro infantil y marcado por la seriedad, sonrió cuando esos lentes se desacomodaban y el pequeño intentaba devolverlos a su lugar. Intentó comunicarse, pero fue inútil, porque incluso la otra pequeña le dijo algo en lo que identificó como ruso, pero jamás logró aprender más de la base de ese idioma difícil y por eso volvió a quedar en la nada.

Esos ojitos curiosos le hicieron sonreír, porque la pequeña ante él seguramente no sabía lo que pasaba. Entonces le mostró el collar de colores, y en su otra mano mostró una pulsera de mullos brillantes. Le dejó escoger el obsequio y la vio sonreír antes de alejarse para presumir su regalo con los niños más grandes que la acompañaban. Al otro pequeño le ofreció el obsequio alterno, fijándose en que dudaba mucho de sí recibirlo o no, pero al final lo hizo y agradeció —o eso supuso—. Fue un acto muy simple, pero si con eso logró que aquellos niños sonrieran, le bastaba.

Aunque después tuvo muchos ojitos pidiéndole algo parecido, y tuvo que ingeniárselas para darle a cada uno, aunque sea un dije tallado o una pulsera tejida. Fue un incidente menor que terminó cuando los tutores de esos niños los reprendieron y alejaron de él. Incómodo fue cuando incluso España le dio un regaño por molestar a los nuevos miembros, pero no pasó más allá de eso.

 

—Ecu… tienes algo en la mano.

 

“Guten morgen”

 

Las cosas iban mejorando, lo supo cuando un día simplemente aparecieron unas letras en su piel. Suspiró divertido, porque no sería la primera vez que su alma gemela fuera de una región diferente, y era la razón por la que aprendió inglés hace tanto, para poder comunicarse con quien fuese su soulmate. Pero en este caso… la frase no era en inglés, y no estaba seguro de qué idioma trataba, porque incluso preguntó si era francés y se lo negaron. Nadie en su círculo cercano de amigos pudo decirle qué idioma era o al menos darle una pista de lo que dictaban esas pequeñas letras en cursiva, así que… tuvo que improvisar.

 

“Hola. Hello. Salut. Ola.”

 

Risas dadas entre sus provincias por la ironía de que su padre fuera unido con un europeo, porque ese idioma no correspondía a nadie del continente o lo hubiesen averiguado fácilmente. Así que a Ecuador no le quedó de otra que seguir dibujando cosas en vez de escribir palabras, al menos hasta averiguar el idioma natal de su soulmate y empezar con clases intensivas para aprender.

Con lo que no contó fue… con sus propios conflictos internos.

Fue un periodo duro, tanto física como mentalmente, porque tuvo que reintegrarse al campo militar que hace tanto había abandonado. A veces lo odiaba, pero sabía que no iba a quedarse como pendejo y desearía estar al frente de toda la batalla. Así que su misión inicial con su soulmate se truncó y fue reemplazada por largos días de entrenamiento físico y conocimientos que no le gustarían adquirir, porque las armas no eran lo suyo.

 

—Señor Ecuador, su escuadrón lo espera.

—Que no me digas señor, ta’madre —protestaba muy seguido—, ni que estuviera tan viejo.

—En realidad sí lo está —bromeaban.

—A pues —fruncía el ceño—, como que quieren que les dé con el látigo, ¿no?

—Habla como mi papá.

—Y después dice que no está viejo.

—Haber guambras carcosos, ¡a mí no me van a estar respondiendo! —reía mientras agarraba un cinturón.

 

Risas perdidas entre el ajetreo, pensamientos nocivos para él, miedo de que sus heridas preocuparan a su joven soulmate, un destino inevitable que se convirtió en una cruz reflejada en las cicatrices en su piel. Ah sí, fue demasiado duro notar los mensajes que llegaban como tatuajes en su piel, letritas marcadas y firmes que seguramente expresaban preocupación, y a las que no podía responder tan seguido como desearía, porque en vez de pinceles y lápices, en sus manos cargaba un fusil y la esperanza de su gente.

Y tal vez, lo que más le dolió de esos días, fue pensar en el horror de su alma gemela al darse cuenta de que la sangre se le escapaba por la herida más grave de ese periodo. O tal vez fue el hecho de que su orgullo, el de su gente, y la memoria de sus caídos eran un peso que no pudo cargar de pie. Lo que fuese… le quitó largos años de sonrisas y diversión.

Y al volver, se halló con la madurez de la que no pudo ser partícipe.

 

“Your wound healed?”. (¿Tu herida ya sanó?)

 

Su soulmate había aprendido a hablarle en ese idioma que poco a poco comenzaba a considerarse como global, y se sintió un poco tonto por no haberse dado cuenta de en qué momento su compañero destinado empezó a contactarlo de esa forma tan directa.

 

“I’m fine”. (Estoy bien).

 

Sus lágrimas se desbordaron, conmovido y ansioso por lo que en su piel se tatuaba como un mensaje efímero. Estaba tan feliz de al fin poder expresarse en palabras, y por eso, en ese día especial, añadió lo que desde hace años quiso decirle a aquel desconocido o desconocida.

 

“It's nice to meet you”. (Es un gusto conocerte).

 

No esperó respuesta alguna, desde hace tiempo se dio cuenta que su alma gemela era reservada y muy simple en cuanto a intercambiar detalles entre sí. Pero así estaba bien, era lindo de cierta forma. Tal vez por eso no cabía en su felicidad cuando poco después de su mensaje, un poco más abajo de la marca de su bolígrafo, se detalló una frase adorable.

 

“To know each other would be to face you, but in a way, I have already seen your soul”.

(Conocernos sería vernos de frente, pero de cierto modo, ya he visto tu alma).

 

Sinceramente, Ecuador no supo cómo responder a eso, y tuvo que tomarse su tiempo para decidir qué le entregaría como respuesta. Al final optó por volver a su rutina original, tomando un marcador y trazando delicadamente las líneas que formaron un colibrí, porque estaba seguro de que a su soulmate le gustaba… Sentía ese algo intangible que lo llevaba a reconocer la emoción de aquel o aquella desconocida ante su gesto.

 

“I will be waiting for your next message”. (Estaré esperando tu siguiente mensaje).

 

 

 

 

Notas finales:

 

Muy dramática yo XDDD

Bueno, pero después ya haré algo lindo, a ver qué pasa.

Krat los ama~

Besos~


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