Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Regalo Perfecto por SebbyPhantomhive

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Sebastian Michaelis permaneció en silencio en su cama unos minutos, no solía agobiarse con facilidad pero no podía asimilar todo este asunto sin evitar sentir la presión de lo que esto significaba, los grandes cambios que habrían en su ahora más miserable existencia. ¿Cómo debía afrontar este asunto debidamente? No había una forma debida, le resultaba incómodo y sobre todo bastante vergonzoso, un demonio de su casta embarazado por un mocoso de catorce años, era simplemente ridículo.

La frustración fue el primer signo para iniciar la aceptación de este complicado asunto, empuñando sus manos golpeaba la cama con enojo, cerrando los ojos su mente parecía sumergirse en un recuerdo.

Dos semanas antes.

—¡Joven amo...! —Era el grito de Sebastian con aparente desespero al observar como su contratista era lanzado desde ese acantilado, estaba a unos metros de distancia, parecía imposible alcanzarlo, imposible en su forma humana. El ambiente se tornó oscuro, tétrico a su ágil paso, el demonio en ese abismo se sumergía, su presencia oscura, siniestra y sin forma, tomaba a su amo inconsciente lo envolvía con fuerza entre las sombras espesas que de su ser emanaba.

Cayendo en ese abismo por unos segundos sus cuerpos se fundieron, Ciel parecía estar sin aliento, Sebastian se paralizó al sentir su alma perder calidez, el alma que tanto anheló devorar simplemente se desvanecía entre sus perversas garras. No podría comerla si el pacto no se había cumplido, no era el hacía las cosas, su estricta estética de demonio. Por reglas infernales esta alma perdería su exquisita esencia de devorarla ahora, sería solo basura, un despojo sin sabor ¿Tanto esfuerzo por nada? Se reprochó frustrado para si mismo mientras venciendo la gravedad volvían a la superficie.

Sebastian en su demoniaca forma daba aliento a su joven amo para que no muriera, era una especie de beso sin malicia entre dos seres tan diferentes que en otras circunstancias no se hubieran permitido tal molesto acercamiento. Un shinigami a unos pasos aguardaba con una burlona sonrisa mientras fijo observaba tal desesperado acto del demonio por su "comida".

—Deja que se vaya... Deja su alma descansar en paz.

El demonio ignoró su sugerencia, no permitiría que ese entrometido shinigami se llevara esa valiosa alma que anhelaba devorar en algún momento no ahora. Con alivio notó como Ciel empezó a toser, recuperando la conciencia bastante confundido no entendía que había sucedido; lo último que recordaba fue como alguien de siniestra forma lo atacó en su cama en  la madrugada. Observaba como Sebastian volvía a su falsa forma humana, notó en su alrededor como ya era de día, quizás temprano todavía sobre todo no era su habitación. ¿Había sido secuestrado de nuevo? Que vulnerable se sentía, frustración que se reflejaba en su mirada esquiva, su ceño fruncido y su silencio evidente.

—Solo pasaba por aquí, no iba a llevarme su alma. Lamento el susto, demonio. 

Dijo en tono socarrón este shinigami interrumpiendo el silencio que se había formado. Sebastian vio como este se marchaba, a su alrededor buscaba al extraño que había secuestrado a su amo, ese que le hizo un poco difícil la búsqueda porque tardó algunas horas en hallarlos. No entendía el motivo de este extraño secuestro, había algo extraño en todo esto. ¿Qué querían de su amo? ¿Qué le hicieron en esas horas de perdido?

Fin del recuerdo 

Sebastian ahora parecía entender que era lo que quizás estuvo detrás de ese extraño acontecimiento hace dos semanas pero ¿Quién jugaría de esta manera con ellos? ¿Era una broma o castigo del infierno? Como sea ahora se avergonzaba más por la forma en que suponía fue concebido ese niño en su interior, ni siquiera fue resultado de una entrega de placer físico para jactarse. Un aparente roce inofensivo entre su demoníaco ser y su contratista humano de vibrante alma ayudaron a formar esta nueva forma de vida, pequeño ser que compartía las dos naturalezas.

Suspiró profundo antes de levantarse de la cama, ante todo su estricta estética de mayordomo no le permitía seguir recostado en horas de trabajo, sentía la cabeza estallarle aún así debía seguir en sus labores. Decidió no decirle nada todavía a su amo con respecto al pequeño asunto, no hasta el mismo asimilarlo o al menos entenderlo para afrontarlo con algo de dignidad.

Con el orgullo herido, lleno de vergüenza, frustrado, confundido y enfermo, pretendió cada día por dos semanas que nada le sucedía, aún así su perceptivo amo intuía que algo su demonio le escondía, imperceptibles cambios en su actitud habitual lo hacían sospechar que algo le ocurría.

—¿Sigues enfermo? —Cuestionó el conde al ver como su mayordomo palidecía un poco cuando servía la cena esa noche.

—Yo no he estado enfermo pero agradezco su preocupación en este su humilde servidor.

—¿Crees que no me he dado cuenta? Finges no estar enfermo pero noto como palideces o pierdes la agilidad de repente en estos días y todo empezó desde que te desmayaste hace dos semanas. Si estás enfermo debes decirmelo.

Sebastian esbozó en sus labios una forzada sonrisa, sabía lo que su amo diría ahora, al parecer había llegado el momento más bochornoso de su demoníaca vida.

—Dime lo que tienes y no me mientas, es una orden. —Ciel disfrutaba siempre al forzar a su demonio a someterse a sus caprichos por una simple frase, sonreía jactancioso por tener este poder sobre él, un poderoso demonio sometido a un frágil humano.

El malhumorado mayordomo odiaba esa sonrisa, y en este momento la odiaba más que nunca, decidió que la borraría con la confesión que haría, ese secreto que había estado ocultando. 

—Estoy esperando a su hijo y no es broma.

Aclaró con absoluta que no caia en la posibilidad de broma y como lo predijo, el conde borró su sonrisa solo que la cambió por una mueca de enojo.

—¡Dije que no me mientas...! ¡¿Ahora debo aclararte que tampoco hagas bromas estúpidas?! —Le regañaba.

—No puedo mentirle y no puedo hacer bromas de este suceso desafortunado. —Le aclaró con tal seriedad que no habría por qué dudarlo, Ciel impávido no entendía, en su mente trataba de comprender esa aclaración entonces notó como su mayordomo palidecía más y se tambaleaba— Me disculpo por esto...

Dijo en un tenue susurro para caer desplomado al suelo de nuevo, un inesperado desmayo provocado quizás por la presión del momento o simplemente era un síntoma de ese embarazo que le restaba fuerza a su ahora frágil cuerpo.


        


muchas gracias por haber apoyado el inicio de esta historia, me alegra que les vaya gustando y espero no decepcionarles. 

besos!!!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).