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To the beautiful you por OldBear

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Capítulo 13

 

La cabeza le punzaba bastante, y quizás fue eso lo que le hizo despertarse. Se quejó un poco cuando intentó abrir los ojos  y la luz brillante lo cegó. A su memoria llegó vagamente el instante en que se había lanzado desde lo alto del edificio donde vivía, así que lógicamente ya estaba muerto. Por un momento pensó que podía llegar al cielo luego de morir, había hecho bastantes cosas buenas, pero si le dolía el cuerpo de esa forma significaba que debía estar en el infierno, al parecer.

 

—Harry…

 

Escuchaba una voz, pero no lograba identificar de donde venía. Intentó moverse pero en verdad le pesaba el cuerpo, se sentía muy débil, los parpados le pesaban horrores.

 

—Harry, despertaste.

 

¿Severus? Se le parecía demasiado a la voz de Severus, pero él quería mucho a Severus, significaba que no podía estar en el infierno, no se puede sufrir si hay alguien a quien amas. A menos de que fuera un demonio que lo atormentaría con forma de Severus…no eso no podía ser.

 

Terminó de abrir los ojos lentamente e intentó acomodar su vista, aun sin sus anteojos pudo ver que sí era Severus.

 

—Mis ga...fas—se le hacía difícil hablar, tenía la garganta seca.

 

Severus se dio cuenta y le facilitó un poco de agua que le habían dejado junto a la cama, además de agarrar las gafas que estaban en la mesita y colocárselas suavemente.

 

— ¿Mejor?

 

El otro solo asintió.

 

—¿Qué.. suce..dió?

 

—Creo que tú deberías explicarnos eso. —Se puso serio sin quererlo realmente, le habría gustado hablarle de forma más delicada, pero quizás la situación ameritaba que lo enfrentara directamente— Te encerraste con un hechizo en tu departamento, y cuando logramos entrar solo fue para verte caer por el balcón.

 

Harry cerró los ojos y volvió a abrirlos lentamente.

 

—Bebí demasiado.

 

—De eso no hay duda. Pero el problema está en el por qué bebiste.

 

—Severus yo…—intentó levantarse un poco, Severus le ayudó para que quedara medio sentado.

 

—Harry—dijo el maestro cuando el otro no continuó— ¿Qué fue lo que te paso? No hoy, —aclaró— ¿Qué te ha sucedido?

 

—Voldemort…

 

— ¿Esto es un hechizo de él?

 

Harry negó con la cabeza, Voldemort no le había hecho lo que Snape estaba insinuando.

 

—Él me hizo estas marcas—dijo pasando sus manos por encima de la ropa, aun sin verlo Severus recordaba perfectamente las marcas que había visto—él me hizo esta deformidad que soy ahora—siguió hablando mientras su mano recorría las cicatrices que tenía.

 

Eso hizo que a Severus se le estrujara el pecho. Potter se veía tan frágil, tan roto, tan dañado.

 

—Dejaste de comer Potter, y te escondiste detrás de un Glamour.

 

—No quería que nadie viera las marcas, tenía miedo. Luego  estuve con Cedric y a él no le gustaban, me di cuenta de que esconderme era una buena decisión.

 

—No lo era—dijo Snape tajante— nunca fue una buena decisión esconderte, nada de lo que te hiciera Voldemort debía avergonzarte, y si Cedric te hizo pensar eso…— Se detuvo cuando vio los ojos cristalizados de Harry, no era su intención hacerlo llorar, así que debía calmarse. —no debías esconderte. Esas cicatrices…

 

—Estas cicatrices son imborrables Severus, la mayoría fueron hechas con magia oscura, principalmente esta—dijo pasando su mano fuertemente por la que más odiaba—la odio, no puedo verme en el espejo sin sentir asco de mí mismo ¿Cómo no van a sentir asco los demás?

 

—Yo no siento asco —Cortó rápidamente— yo no siento asco de ti de ninguna forma.

 

—Deberías, yo soy un monstruo—interrumpió Harry—deje de comer cuando pensé que quizás ayudaría a no verme tan mal, y Cedric dijo que estaba de acuerdo.

 

Una cosa era segura, Severus iba a matar a Diggory. A matarlo en toda la extensión de la palabra. Si bien estaba entendiendo que lo que tenía Harry no era toda culpa del tejón, ese maldito había contribuido a su estado. Estaba comprendiendo que Potter había estado sufriendo sobre su apariencia sin contarle a nadie, porque mencionó que estaba usando un hechizo para ocultarlas, pero que cuando llegó Cedric a su vida, sus inseguridades se habían confirmado. Snape creía que nada de lo que Sirius le había hecho a Cedric sería suficiente.

 

Y luego lo de la comida, Harry lo había usado como una forma de compensar lo que él pensaba que eran imperfecciones, y el que se suponía que era su novio…

 

— ¿Él te dijo que dejaras de comer? —preguntó, teniendo una idea de la posible respuesta.

 

Harry parecía no querer contestar, pero la mirada que le dedicó el otro no le permitió quedarse callado.

 

—Yo no comía mucho cuando lo conocí…

 

— ¿Él te dijo que dejaras de comer? —repitió.

 

—Solo decía que quizás estaba subiendo de peso, lo decía por ayudar.

 

Era notorio que Harry no culpaba a Cedric por absolutamente nada, y aun así sus palabras demostraban lo culpable que era. De repente, una pequeña duda lo invadió.

 

— ¿Fue por él que dejaste de ir a la cafetería?

 

Se encogió ligeramente de hombros

 

—Me hizo entender que comía demasiados dulces. Aunque lo único que lamento de eso fue que ya no te veía.

 

Severus lo lamentaba también, no iba a esa cafetería por que le gustara, solo iba para encontrarse “casualmente” con Potter, pero quizás no era momento de decir eso.

 

El silencio los inundó por un momento, Snape no sabía bien que podría decir a continuación, tenía grandes ganas de gritarle a Harry muchas cosas. Quería gritarle en primer lugar que él no tenía nada de malo, que esas cicatrices eran la prueba de que era el mago más valiente y entregado que jamás había existido, que se había arriesgado por sus seres queridos, y que gracias a todo el esfuerzo que había realizado, el mundo mágico estaba a salvo. Pero obviamente en el estado en que se encontraba el chico, no serviría de nada.

 

Quería gritarle que nunca debió dejar de comer, que no tenía nada que compensar, que era perfecto. Que Cedric solo era un estúpido y maldito tejón cuya opinión no valía nada, que tenía muchas personas preocupadas por él que jamás pensarían en él como un monstruo, pero quizás tampoco serviría gritar eso.

 

Quería decirle que para él, para Severus Snape, Harry Potter jamás sería un monstruo, jamás sería algo repulsivo, todo lo contrario. Severus hacia mucho había aceptado que Harry significaba todo lo bueno, todo lo hermoso y maravilloso que él jamás podría tener. A ojos del pocionista Harry era la persona más bella en el mundo, aun en esa cama de hospital, aun con lo mal que se veía por su mala alimentación, aun con todo, se seguía viendo como un ángel a ojos de Severus, y eso, aunque quizás tampoco ayudara, era lo único que podría decir.

 

—Potter—dijo, obteniendo la atención del otro—tu no me das asco, todo lo contrario, siempre he sentido que eres alguien…especial.

 

No era que no quisiera decirle cosas especiales, era que simplemente no sabía cómo decirlas. Normalmente se guardaba sus sentimientos, y pensaba que las cursilerías no eran para él, pero Harry necesitaba palabras dulces, de apoyo. Y él se las daría aunque eso significara ponerse en evidencia, exponer sus sentimientos, los cuales seguramente serian rechazados. Pero no le importaba si de algo servían para que el chico en la cama entendiera lo especial que era.

 

—Tú eres especial en todos los sentidos. Eres valiente, amable, eres testarudo, demasiado quizás—dijo sonriendo a medias—y hermoso también. No importa cómo te veas, tú eres simplemente hermoso.

 

Las lágrimas que Harry había estado reteniendo desde un principio se derramaron en ese preciso instante, y Severus las limpió con su mano sana.

 

—Severus…

 

—Tú no tienes nada de malo, quizás ahora no te des cuenta, pero sé que lo harás algún día, te darás cuenta lo especial y hermoso que eres, quizás logres ver en ti lo que yo veo, porque yo te veo como algo tan especial.

 

—Yo…

 

Sea lo que fuera que iba a decir Harry, se vio interrumpido cuando Remus entró con Sirius, ambos hombres se sorprendieron cuando lo vieron despierto y se acercaron rápidamente a la cama. Severus pensó que era momento de irse, pero en cuanto se levantó de la silla Remus le tomó de la manga.

 

—Quédate— le dijo, mientras Sirius abrazaba a Harry.

 

Y Severus se quedó. En todos los sentidos.

 

Pronto llegarían todos los demás a la habitación, y lo hicieron aguantando las lágrimas para no llorar frente a Harry.  Ese mismo día Severus les contó parte de lo que había hablado con el chico —omitiendo su clara declaración—y todos quedaron en que Harry necesitaba ayuda profesional, y con todos, también incluían a Severus. Por qué este, sin darse cuenta como, fue incluido en la “familia” de Harry cuando todos apoyaron al Gryffindor en su recuperación.

 

Y quizás, solo quizás, a Snape no le molestaba ese hecho. Estaba cerca de Harry después de todo, y aunque no lo admitiera en voz alta, no le molestaba estar entre aquella “familia” de locos después de todo.

 


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