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To the beautiful you por OldBear

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Capítulo 7

Sábado 16

Cuando la camisa desapareció, Snape vio con horror el cuerpo del otro. Tenía las costillas marcadas, los brazos eran delgados y estaban llenos de golpes y cortadas, y era bastante notorio que muchas de ellas no eran tan viejas como las que dejó la guerra. Y  así como estaba de cerca, pudo apreciar más sus ojos hundidos y el fino vello que siempre venia acompañando lo que él se imaginaba ya.

 

La mano de Severus temblaba, pero el realmente no lo notaba. Solo podía pensar en lo que estaba viendo, y esta vez deseaba que fuese un sueño, mejor dicho, una pesadilla, y poder despertar con Harry en el sofá durmiendo plácidamente sin que estuviese así…

 

—Harry…

 

—Sal de mi casa Severus, por favor—ese por favor cortado por un sollozo hizo que Severus se diera cuenta que no estaba soñando

………………….

 

El estúpido elfo domestico de Sirius tardó una eternidad en abrir la puerta que desesperadamente estaba aporreando. Y lo sintió más estúpido al tardar una eternidad en decirle que su amo no estaba en la casa.

 

—Ula no puede decirle donde está el Señor Black.

 

En cuanto puso un pie fuera del departamento de Harry, decidió que iría a pedirle una explicación, o mejor dicho, mataría a hechizos a Sirius Black. ¿Cómo era posible que Potter estuviese enfermo y ocultándose bajo un Glamoure? ¿Por qué le permitía hacer eso? El necesitaba ayuda, no un hechizo para ocultarlo.

 

Pero había un problema, era obvio que la elfina no le diría la ubicación de Sirius a un extraño que se apareciera en su casa; y cierto era que Severus jamás había ido a visitar al padrino de Harry. Pero aun así, la rabia que sentía contra Black le estaba cegando, y solo quería que la elfina le dijera dónde estaba su amo para ir y estrangularlo.

 

¿Durante cuánto tiempo Harry llevaba puesto un hechizo para ocultarse? Sabía que se veía algo extraño, pero se lo había achacado al difícil trabajo que tienen los aurores. En parte se culpaba a sí mismo. Siendo él un mago tan habilidoso en el arte del engaño, se había dejado engañar. No estaba analizando lo suficiente que Harry era aún más habilidoso, y que el hechizo que usaba estaba lanzado a la perfección y sin ningún fallo. Aun así estaba demasiado furioso, y más aún con Sirius Black, aquel que se hacía llamar su padrino, y quien debía proteger a Harry a toda costa y siempre estar pendiente de él.

 

Volvió a gritarle a la elfina sobre el paradero de su amo. La pobre criatura no hacía más que bajar las orejas y cubrirse los ojos mientras  le decía al hombre oscuro parado frente a ella que no podía darle esa información.

 

—Maldición, es sobre Harry!!

 

Ula reaccionó rápidamente, y se calmó por un momento para pensar. Era incorrecto decir el paradero de su amo a un extraño, pero si era sobre Harry Potter, a quien su amo Sirius y Remus querían como a un hijo, y a quien ella misma quería bastante, quizás debería reconsiderarlo. Sabía toda la historia del señor Harry Potter, de su trabajo como Auror y como aún se enfrentaba a los mortifagos, quizás sí estaba en peligro. Solo alcanzó a pronunciar “madriguera” antes de que Snape desapareciera hacia la casa de los Weasley. Ula esperó haber tomado la decisión correcta y que Harry Potter se encontrara bien.

 

 

…………………..

 

Hermione acomodó la manta antes de cerrar la puerta despacio. Sus gemelos se habían quedado a dormir en la madriguera junto con Teddy, y al parecer se habían acostado bastante tarde a juzgar por el hecho de que ninguno de los tres parecía dispuesto a despertarse. Se aseguró de que el hechizo de paz que había puesto en la habitación se mantuviera en pie. Fred y George iban a volver con los ingredientes de algún experimento y no quería que despertaran a los niños con alguna explosión.

 

Bajó a la cocina con toda la gracia que una embarazada con una enorme barriga podía hacer, y se encontró con Molly y Remus preparando algo que al parecer, llevaba bastante chocolate, aunque no supiera muy bien que era.

                            

— ¿Siguen durmiendo? — preguntó Molly, al tiempo que ponía frente a Hermione un pequeño plato con chocolate fundido y una cuchara. Sabía que los embarazos de la chica se resumían en muchos antojos por los dulces y nauseas ante los olores fuertes en los meses finales.

 

—    No parece que vayan a despertar por ahora. —dijo al tiempo que hundía la cuchara en el espeso dulce—Siento que los hayas tenido que cuidar para que yo pudiese adelantar más el proyecto. Ron no podía cuidarlos del cansancio.

 

Molly agitó una cuchara llena de chocolate al tiempo que negaba con la cabeza. —

 

 

—    Sabes que me encanta cuidarlos.

 

— ¿Dónde está Sirius? —preguntó Remus. Hermione le había dicho cuando llegaron que tuviera cuidado de pisar cualquier cosa extraña, pues los gemelos estaban planeando algo. Y el hecho de que Sirius no estuviera significaba que podría estar ayudando a los gemelos.

 

Hermione alargó la cabeza para ver por la ventana de la cocina.

 

—Está afuera con Ron, quieren construir una casa de madera para que los niños jueguen.

………………………………………..

Cuando Severus sintió que sus pies volvían a tocar el suelo, comenzó a caminar con toda la furia acumulada con dirección a la madriguera. Estaba verdaderamente furioso y quería respuestas. A decir verdad, él no tenía derecho a irle a exigir nada al padrino de Harry. Si bien era amigo de Potter(o eso pensaba), quizás no tenía tanta potestad para gritarle a Sirius. Pero no le importaba.

 

A lo lejos vio dos figuras que parecían estar discutiendo sobre algo, y tenían madera a su alrededor. Aunque no podía distinguir bien a ninguno de los dos, supo sin dudar que uno de ellos era Sirius. Aceleró el paso y se dispuso a sacar su varita.

 

—Maldito perro sarnoso!!!

 

El grito, como si hubiese sido amplificado, llamó la atención de todos. Cuando los que estaban en la cocina salieron al patio, todos vieron quien era que venía casi corriendo y vuelto una furia. Nadie podía entender que estaba pasando por la mente de Severus Snape.

 

 

…………………………

Harry se dio  cuenta que para que Severus saliera de su departamento, tuvo que sacar al hombre con un hechizo. No recordaba muy bien lo que había sucedido, aunque solo hubiese pasado unos minutos, su mente estaba en un verdadero caos.

 

 

Solo recordó que cuando le pidió al maestro que se retirara, este le tomó del brazo pidiendo una explicación de su estado. ¿Qué explicación necesitaba? La guerra le había dejado cicatrices, en todo el cuerpo. Voldemort se había encargado de dejarle cientos de recordatorios en todo su cuerpo. Torso, cuello, brazos… pero esa, la que más odiaba, la que Snape vio cuando desapareció la camisa que traía puesta….

 

 

La reacción de Snape era normal, el hombre se había asqueado de verlo. Cedric siempre le había dicho que verlo sin la camisa le resultaba más que repulsivo, y eso que nunca se había mostrado sin glamure.

 

Harry no entendía que Snape no se había asqueado al verlo, se había preocupado, aterrado, enfurecido.

 

Le tomó un tiempo darse cuenta de que estaba hiperventilando. Tuvo que aferrarse de la pared más cercana para no perder el balance.

 

¿Y ahora qué?

 

Tanto tiempo había mantenido su mentira, su escudo, y quien se había enterado de entre todas las personas, había sido justamente Snape. Le dolía eso. Verdaderamente le dolía que Severus viera el adefesio real que era.  Además antes de que lograra sacarlo, le había preguntado si su padrino sabía algo. 

 

Esa mirada que vio en los ojos de Snape, el hombre quería respuestas, y estaba muy seguro de que iría con Sirius para obtenerlas. Pero Sirius no sabía nada, nadie debía saber nada.

 

No sabía que haría. Por el momento a su mente solo llegó una idea. No quería que nadie lo viera, se sentía débil, frágil, herido. Se concentró todo lo que pudo en bloquear su apartamento. No quería que nada ni nadie pudieran entrar. Ni siquiera una lechuza. Colocó un campo de fuerza y lo reforzó hasta que sintió que sus fuerzas se agotaban.

 

Se le antojaba gracioso lo poderosa que era su magia  y lo vulnerable que se sentía en esos momentos. Se sentó un momento en el sillón, intentando recuperar sus fuerzas. En verdad que se había agotado. Levantó la vista hacia el frente y vio la botella de Wiskey de la noche anterior que había quedado en la mesita. Necesitaba un trago.


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