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EL SECUESTRO DE SHINDOU SHUICHI por karcris

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Notas del fanfic:

Ésta historia iba a ser un oneshot pero como siempre se alarga. Consta de 4 capítulos y...no, no abandoné mi otro fic. Es solo que ésta idea me encanta.

CAPÍTULO 01: El cazador y la presa

Estaba acostado preparándose para dormir, era extraño saber que estaba solo, su amante se había ido ¿Adónde?...no lo sabía con exactitud después de todo estaba enojado con él. Lo había vuelto a hacer, lo había engañado y como siempre, las palabras del escritor lo habían confundido a tal punto que ahora tenía la urgente necesidad de disculparse. No estaba seguro del por qué. Los ojos de Shuichi ardían, cada vez se comunicaban menos…no lo había dejado de amar ni un segundo pero estaba más que dolido. Se encontraba mirando la t.v., estaba lejos de prestarle atención, no tenía cabeza para ello y tampoco tenía el valor para dejarlo todo, estaba destrozado.
–¿Por qué me hiciste ésto Yuki?
Se apretó sobre sus rodillas en la cama. Lo amaba tan profundamente que más que unas veces le decían que era obsesiva su actitud hacía su pareja, Yuki le había dicho más de una vez que lo atosigaba. Pero todo tiene su límite, hacia un par de días que su actitud comenzaba a transformarse en algo enfermizo y autodestructivo. No tenía voluntad de seguir. Quiso dormir y olvidar, el dolor de cabeza apenas lo dejaba descansar, estaba agotado. Su cuerpo le rogaba desconectarse de inmediato. Apagó la luz y sus ojos ardientes se cerraron.
Era entrada la madrugada cuando un ruido lo despertó, reaccionar rápido hizo que le doliera la cabeza pero aún así intentó ponerse alerta, hasta que el ruido se volvió a repetir…los pasos de Yuki y la forma en la solía tirar las llaves se escuchó de forma lejana. Se preguntó por qué estaba allí, creyó que estaba de viaje ¿Se habría equivocado? ¿Se habría arrepentido? Miró el reloj confirmando que había dormido apenas un par de horas.
Caminó escuchando el sonido familiar de la cafetera encendiéndose. Yuki siempre amaba tomar café por más que fuera de noche, en especial, cuando debía escribir. Se acercó felizmente al ver su espalda amplia y cabello rubio.
–¿Yuki?
El rubio detuvo todo movimiento y se giró. La sonrisa de Shuichi se desvaneció de inmediato a medida que la figura frente a él se enderezaba.
–Hola cariño, creí que dormías. No quise despertarte.
El pelirosa estaba a punto de entrar en shock y sin darse cuenta dio unos pasos hacia atrás. Los ojos falsos lo observaron curiosos.
–¿Qué ocurre, cariño? – Su voz de tono amable era increíblemente bien impostada.– ¿Sabes? Decidí no irme de viaje. Quiero quedarme aquí contigo.
Shuichi temía hacer un movimiento brusco, no sabía si el tipo era peligroso o no. No hacía falta para medirlo en fuerza, era obviamente más fuerte que él. Media un poco menos que Yuki pero su cuerpo formado de espalda ancha revelaba que se mantenía en forma, la camisa unos talles más pequeña apresaba sus músculos. Tenía que pensar rápido y necesitaba tiempo.
–¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?
Sus ojos abiertos, de pupilas dilatadas y despiertos le dieron una señal de peligro, signos de locura inminente. Se aclaró la garganta pensando rápido lo que haría.
–Nada la verdad. Pero…pensé que tendrías hambre. –Dijo señalándole el café.– ¿Quieres un sándwich?
–Sé que no te gusta que beba café de noche, –Dijo levantando la taza que llevaba en la mano.– pero no tengo hambre.
–Pero si no comes te hará mal. Hay…hay un pedazo de pastel, de la panadería que te gusta.
Él se sobresaltó en el asiento levemente aunque su expresión permanecía alegre. Era tan parecido a Yuki, o al menos, lo que debería ser Yuki si tuviera otro carácter.
–¿De Veerdi?
Aquello lo alarmó, cómo sabía ese tipo que Yuki amaba los dulces de Veerdi. Lo observó estirar la mano para tomar la suya pero shuichi se hizo un paso hacia atrás evitándolo, pero no pareció molestarse, es más su rostro estaba algo dolido.
–Amor, sé que no he sido el mejor hombre a tu lado. De verdad, me arrepiento de haberme ido con ella. Déjame demostrarte que puedo cambiar.
Shuichi no pudo evitar que los ojos se le llenaran de lágrimas, la herida era demasiado reciente.
–¿Por qué me haces esto? ¿Qué quieres?
–No llores amor.– Intentó levantarse pero Shuichi caminó hacia atrás, lejos de su alcance.– No quise hacerte daño, yo te amo. De verdad lo hago. ¿No ves que estoy aquí contigo? Le dije que no, ella se fue sola.
–¿Se fue sola?– Repitió sin realmente quererlo.
–Pensé en irme con ella a la gira por América pero decidí quedarme aquí, por ti.
El pelirosa se quedó estupefacto, Yuki se había ido con su amante a América y él estaba aquí con un loco que se creía Yuki o tal vez, el tipo se había inventado aquella parte. Aún peor...tal vez todo era verdad y le estaba confirmado que nadie vendría en su ayuda. Recordó que Yuki volvería en un mes y él estaba de vacaciones, nadie se sorprendería que no fuera a trabajar. No había dudas, éste tipo había planeado todo aquello cuidadosamente, estaba al tanto de su rutina.
–Podemos mejorar, podemos hacer que todo funcione. Estamos bien, estamos juntos.
No pudo evitar desear que el verdadero Yuki le dijera aquello pero ese tipo no era su Yuki. Su cabello era teñido y llevaba el mismo corte, su piel era tal vez más morena, utilizaba maquillaje para aparentar la palidez y las lentillas de color miel eran muy falsas, aún así, la similitud en sus gestos, el tono de voz que utilizaba era escalofriante. Era como ver un buen imitador, uno de tantos que se dedicaban a hacer cosplay de ambos en cada lugar que visitaban. Tomó algo de valor antes de seguirle el juego.
–No quiero que hablar de eso, no debiste haberlo hecho.
–Lo sé, lo siento. Prometo que no volverá a ocurrir. Tú siempre has sido tan bueno conmigo, a veces creo que no te merezco. Nadie...hubiera soportado lo mismo que tú.
Shuichi miró el lugar pero notó algo inquieto que los cuchillos no se encontraban sobre la mesada de la cocina. Inspiró casi sin emitir sonido, comenzó a preguntarse si estaba incomunicado y encerrado en el departamento.
–Quiero ir a dormir, no quiero verte. –Fingió estar más molesto que asustado.– Hablemos mañana.
–¿Algún día me perdonarás?
Shuichi se detuvo no sin ocultar que a pesar de que era una farsa y que tenía un miedo palpable y real, le contestó como si fuera el rubio.
–Me rompiste el corazón varias veces y quiero creer que es la última…pero vuelves a hacerlo peor que antes.
–Te juro que no volveré a hacerte llorar.
Shuichi tembló al escuchar el tono bajo, el falso tono que utilizaba el escritor y que sonaba por primera vez tan...igual. Una gota de sudor recorrió su espalda baja.
–Lo siento, pero aún estoy enojado, necesito espacio.
–Lo entiendo.
Dejó todo allí y al hombre rubio, con los hombros caídos solo dándole una mirada antes de que notara como escondió su propio celular, salió de la cocina y atravesó la sala hasta el cuarto. Le dio miedo ver que si bien era un poco más amplio que Yuki, era bastante parecido. Apenas cerró la puerta notó que el celular no tenía batería y entendió que por eso lo había dejado ir. Miró alrededor y arrastró un gran mueble detrás de la puerta, el ruido lo debió de haber alertado porque lo escuchó acercarse y golpear la puerta “¿Shuichi? ¿Qué estás haciendo?”; “Escaparme de ti maldito psicópata” susurró apretando los dientes. Como sospechó, también el teléfono se encontraba muerto.
Se dirigió hacia la ventana, era casi imposible salir, se habían mudado a un sexto piso para evitar ser observado por los paparazzis que a veces se colgaban de los arboles que daban a los ventanales o los observaban desde edificio a que estaban en frente a la de él. Miró sin demasiado convencimiento la ventana, la abrió y un viento muy fuerte golpeó su rostro haciéndolo tambalear, sus esperanzas de caminar por el borde y llegar hasta uno de los balcones vecinos se había ido al garete. Pensó en que tal vez podría sostenerse con las sábanas.
–Shuichi ¿Qué estás haciendo bebé?
El cantante se apretó a la pared notando el peligro ¿Por qué nadie miraba hacia arriba? Volvió a entrar y buscó el reloj de la mesa de luz, lo arrojó para buscar la atención de los transeúntes. Cuando el reloj cayó un tipo de traje miró hacia arriba molesto porque le podría haber pegado y comenzó a insultarlo en gritos, Shuichi le hizo señas desesperado, le daba igual que creyeran que iba a suicidarse. El tipo poca importancia le dio y las personas a su alrededor poco menos de una mirada le dirigieron. Entonces cayó en la cuenta que había estado gritando por ayuda, la puerta se abrió, quien sabe el por qué aquel psicópata tenía llaves de la habitación. Se alejó de la ventana y sostuvo el mueble, la puerta se abría una y otra vez dejando ver el rostro enfermizo y de dientes apretados del otro lado. “¡Vete o llamaré a la policía!” gritó Shuichi “¡¿Qué quieres? Déjame en paz”
–No quiero hacerte daño. –Dijo conteniendo la furia.– No me obligues a hacerte daño.
–¡Vete o llamaré a la policía!
Shuichi siguió empujando el mueble hasta asegurarse que la misma estuviera bloqueando la puerta, cuando notó que se alejó un poco, miró a su alrededor desesperado y vio que podría encerrarse en el baño. Antes que pudiera pensar, el tipo se encontraba arremetiendo contra la puerta de la habitación nuevamente pero con algo pesado, logrando hacer un hueco en la misma. Shuichi asustado veía como el brazo rojo del esfuerzo intentaba alcanzarlo a través del hueco, entonces de un salto dejó de ejercer presión sobre la cama y corrió de inmediato hacia el baño, cerró con traba la puerta, casi al instante escuchando el golpe de la puerta abrirse con un gruñido animal.
–¡Oh, Dios ayúdame!
Dijo mientras se apoyaba en lo único que lo separaba de su captor.
–Shuichi.– Llamó la voz cantarina.
–¡Ya toma lo que quieras y vete!
–No, no. Shuichi, esto no funciona así.
–¡Ya cállate maldito loco!
Un suspiro antes de escuchar una voz nada amable, profunda que lo llenó de terror.– No soy ningún loco. Podemos hacer esto de forma amable o podemos hacerlo de forma difícil. Me gustan las cosas difíciles.
–¿Qué quieres? –Shuichi ante la desesperación no pudo más que comenzar a llorar, se sentía impotente y débil, totalmente aterrorizado. –¡Ya vete por favor! Te juro que no llamaré a la policía.
Tres golpes pausados metálicos en la puerta lo alertaron de alejarse de ella. Tomó el desodorante de baño mientras respiraba fuerte ante la tensión del momento. Se maldijo por no haberse dado cuenta que seguía descalzo. Cuando la puerta por fin cedió, corrió hacia él empujándolo cuando se vio apresado por un brazo de su captor, le arrojó el desodorante a los ojos, éste gruñó y se libró, Shuichi corrió a la sala pero no había dado muchos pasos cuando sintió en golpe algo metálico en su espalda que lo hizo caer hacia delante por la violencia.
Se giró a mirarlo, el tipo se alzaba frente a él con sus ojos abiertos en deleite, disfrutaba de tener aquél poder sobre alguien más débil.
–No...por favor.
–Es muy tarde.
Y todo se volvió negro...

 


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