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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Tomás regresaba con sus hermanos a través de los árboles, estaba ido por la felicidad que le daba la saciedad.

Odiaba sentir tanta hambre, odiaba sentir su cuerpo deteriorado por la falta de alimentos.

Mateo aullaba nuevamente y los demás reían.

Habían decidido que ninguno saldría con el organismo ralentizado, que estarían más seguros en las criptas, durmiendo.

Tomás amaba la tierra, no le gustaba dormir dentro de esos pequeños lugares tétricos, con fotos de seres que ya nadie recordaba, pero Carlos fue categórico: nadie al aire libre. Y si Tomás quería que sus otros hermanos obedecieran, él debía hacer lo mismo, pero... hacía 3 días que no veía al niño. 

Pudo percibir claramente la frustración del pequeño cuando se enteró que estaba en pareja y si estaba seguro que Jerónimo no tenía nada que ver con la matanza de los vampiros, lo sano era dejarlo ir... pero lo extrañaba.

Jerónimo no quería saber nada más con él... pero diablos! como lo extrañaba! se había negado a si mismo meterse en su habitación y observarlo dormir. 

Cuando anduvo rondando las casas de Pablo y Daniel, intentaba ni siquiera mirar en esa dirección pero ya no aguantaba... no aguantaba... no no no, no aguantaba!

Ingresaron a las criptas y Carlos le mandó un mensaje pidiéndole que fuera a dormir con él, que hacía semanas que dormían separados. Tomás se sintió un tanto culpable. 

Apenas salían de las criptas, cuando el sol comenzaba a ocultarse, Tomás y Carlos compartían una casa en la ciudad. Ahí les llegaba la correspondencia y aparentaban ser una pareja normal ante el resto de los pequeños mortales y desde que las muertes habían comenzado, Tomás ni siquiera pasaba tiempo en esa casa con su hombre. 

Lo estaba descuidando. 

Pero últimamente andaba un poco ido, no solo eran las muertes de sus hermanos, también era ese niño que lo tenía como demente.

"Miraré en los alrededores para asegurarme que todo esté en calma e iré a la cripta"

"No te arriesgues"

"Prometo tener cuidado, solo miraré"

"te estaré esperando"

Tomás sabía que Carlos no lo esperaría, cuando tenía el estómago lleno se dormía enseguida. 

Se dirigió hacia la camioneta que había dejado estacionada en un lateral oculto del cementerio y se cambió de ropa: Había comprado más playeras y Jeans como los que usaba el pelinegro. No pensó en lo que hacía. Intentó mentirse que solo daría unas vueltas en el lugar para cuidar a sus hermanos pero apenas estuvo en el primer árbol, le mandó un mensaje:

"hola"

El mensaje no tardó en ser respondido.

"hola"

Tomás trepó hasta lo alto del árbol y desde ahí saltó al siguiente, casi volando en medio de la noche.

El niño parecía que no diría nada más que un "hola", hacía centurias que no intentaba acercarse a otro hombre que no fuera Carlos y no sabía muy bien como actuar.

"estás en tu casa? quieres ir a tomar algo por ahí?" se arriesgó. Estaba parado en lo alto de un árbol, a casi 6 metros de la tierra. 

"ya estoy tomando algo con alguien que no tiene novio. Gracias. Supongo que en otra ocasión será"

SANDRA!- pensó Tomás releyendo el mensaje, con los ojos rojos y los colmillos apareciendo. Parecía que la niña no aprendía nada.

***

Jerónimo quedó mirando un rato el celular, esperando recibir alguna otra notificación. Quería que Tomás le hiciera un escándalo. Que le pidiera la dirección de donde se encontraba, que le diría que iría a buscarlo.

Hacía 3 días que no lo veía y a Jerónimo la angustia lo estaba consumiendo.

Había encontrado a Sandra esa mañana y le llamó la atención su semblante pálido. Ahora estaba con ella, sentado en un bar de jóvenes, tomando batidos.

Cuando se aseguró que su castaño hermoso no respondería, guardó el celular de mala gana y retornó la mirada hacia ella. La muchacha bebía lentamente su batido con los ojos perdidos en la nada.

-¿Qué te dijo tu madre cuando le contaste lo que te está sucediendo?

-Me dijo que tal vez es estrés. Que lo que experimento parecen ser terrores nocturnos. Que seguramente tengo pesadillas y no las estoy recordando pero me despierto con miedo y por eso creo ver y oír cosas. Pero estoy segura que no las estoy imaginando. Dos noches seguidas alguien se metió en mi casa -gimió recordándolo y haciéndose pequeña sobre su pecho -Tengo mucho miedo. La última vez estoy segura que vi a alguien pegado a la pared en la esquina del techo.

Jerónimo la miró de frente con las cejas levantadas. Le parecía sumamente extraño que Sandra: una mujer fuerte y segura, con una inteligencia superior a muchos de su compañeros, estuviese diciendo eso.

-En el techo?

Ella volteó a verlo.

-No es necesario que pongas esa cara. Sé lo ridículo que suena, pero juro que había algo en la esquina del techo. Entré en pánico, salí corriendo de la casa. Me fui a una vecina y ella regresó conmigo para controlar que todo estuviera bien.

-y?

-No había nada.

Jerónimo lamentó verla así, tan en una estadía pronta a una crisis nerviosa.

-Tal vez es el estrés por los parciales!

Sandra lo miró de mala gana y siguió tomando su batido... nadie le creía, pero ella había escuchado gruñidos en la oscuridad y esa noche... esa noche alguien le había respirado encima.

No se estaba volviendo loca!!!

Alguien le había respirado encima, alguien helado le había respirado en la cara como si sobrevolara sobre ella y cuando abrió los ojos aturdida por el pánico vio dos esferas rojas en la esquina oscura del techo. Parpadeó varias veces intentado encontrarle forma a lo que veía hasta que lo vio moverse. Había alguien allí. Observándola. No! no estaba enloqueciendo!!!

Jerónimo la atrajo hacia él y la abrazó. Ella se desarmó un poco, necesitaba que alguien le creyera y se dejó acariciar. El pelinegro le besó el cuello, la mandíbula, los labios y la mujer tuvo ganas de llorar porque todo la estaba superando.

-Quieres que vayamos a mi casa? -le susurró al oído y ella asintió despacito.

Jerónimo elevó la mirada para llamar al mesero y se encontró con los ojos negros de Tomás. Estaba sentado en la mesa del frente, tenía el ceño fuertemente arrugado, respiraba agitado, podía verle el pecho subir y bajar con potencia.

Ella se achicó aun mas en el cuello de Jerónimo pero Jerónimo lo único que podía hacer era mirarlo.

-Si? -preguntó el mesero y el pelinegro se dio cuenta que mantenía la mano en alto.

-L-l-la cuenta, por favor -tartamudeó.

De pronto se había asustado, era tal la mirada de odio que tenía Tomás que lo único que hizo fue pensar en que lo vio besándola... pero el castaño tenía un novio!! No tenía derecho a llegarse a ese lugar, que estaba seguro que no frecuentaba, y acosarlo enfurecido.

Intentó no mirarlo, pero era imposible, sentía su mirada en todo el sistema sanguíneo.

-Voy al baño, ya vuelvo -le susurró mientras dejaba dinero sobre la mesa y ella asentía.

Apenas se levantó, Tomás también lo hizo, así que se dirigió al baño y lo esperó. Apenas cerró la puerta el castaño la abrió, miró los hombres que estaban adentro, tomó la mano de Jerónimo y lo sacó, dirigiéndolo hacia un sector oscuro que los llevaba a una salida de emergencia por el fondo del local.

-Qué te pasa? -preguntó el pelinegro soltándose del agarre potente del castaño y Tomás lo tomó por el cuello de la campera y lo acorraló contra el muro.

-Ella no es mejor que yo! -le susurró sobre sus labios y Jerónimo se los lamió.

-No, no es mejor que tu... pero no está de novia! -retrucó. 

Lo empujó fuerte, Tomás rebotó contra el lateral contrario del pasillo y Jerónimo se tiró sobre él. Le mordió fuerte los labios, le metió la lengua en la boca, le lamió el cuello, el mentón, el lóbulo de la oreja. Tomás jadeaba fuerte con los ojos cerrados, perdido ante el calor de ese niño que lo atormentaba. Jerónimo se inclinó, le mordió el cuello y luego se apartó.

-Es él mejor que yo? -le preguntó, y luego se marchó con Sandra.


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