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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Jerónimo llegó a la esquina, giró disimuladamente el rostro y lo vio seguirlos así que con una sonrisa de costado, le puso el brazo alrededor de los hombros a ella y siguió con paso lento, apretándola contra su pecho.

Volvió a girar.

Tomás caminaba a una distancia de 5 pasos con el ceño fruncido.

-¿Qué pasa? -preguntó Sandra girando para observar qué miraba el pelinegro y vio al castaño. Ella llevaba un brazo alrededor de la cintura de Jerónimo y se apretó aun más a él. -¿Quien es? nos sigue? -preguntó aterrada.

-No! creí reconocerlo pero no es quien yo pensaba.

-¿Seguro que no nos sigue? -preguntó temblando. Sandra no estaba en su mejor momento, la angustia de noches sin dormir ante algo que la atormentaba estaban minando su cordura. Volvió a girar el rostro y él ya no estaba. Aflojó el agarre y suspiró aliviada, ante la reacción Jerónimo giró también. Los celos de Tomás habían durado apenas unos metros. Sacó el celular para ver si tenía mensajes de él.

No.

El también suspiró... pero de frustración.

La copa de un árbol gigante se movió sobre sus cabezas y ella pegó un alarido aterrado, a Jerónimo casi se le desprende un riñón del susto.

-Qué? qué pasa? -chilló el pelinegro mirando hacia arriba -por qué gritaste así?

-Alguien anda en la copa del árbol, Jerónimo!!! -jadeó horrorizada -¿no lo escuchaste moverse?

-Sandra! Sandra tranquilízate -habló con calma, abrazándola fuerte cuando percibió el temblor en el cuerpo de la fémina. -Pudo haber sido cualquier cosa! desde un pájaro grande hasta el viento!

-¿Pájaro grande? -preguntó con los ojos inmensos, escudriñando la oscuridad profunda de ese follaje.

-Si! una lechuza! o un murciélago!! abundan por estos lugares!!

La mujer dudó, pero también constató que no podría seguir. No podría seguir ni con su vida ni con sus estudios si seguía con ese terror inexplicable. Su padre la había hablado la noche anterior y le dijo que tal vez un cuadro de estrés había desencadenado todo y necesitaba terapia psicológica y descansar.

"Regresa, hija. Tu madre y yo te cuidaremos y cuando estés nuevamente fuerte, podrás retornar" y había tanta preocupación en sus palabras! había tanto amor!!! que se sintió segura hablando con él.

Ahí, parada con Jerónimo en una vereda oscura y sondeando la copa de un árbol en busca del monstruo... decidió que partiría al día siguiente hacia su ciudad.

-Jerónimo, llévame a mi casa, por favor.

-Sandra.

-Disculpame! no podré hacer nada esta noche, no me encuentro bien. Perdón.

-Está bien, niña. No te estoy pidiendo nada. Tranquila -le susurró abrazándola suavemente y besándola en la boca.

***

Sandra lo besó. Se dejó llevar un poco por esas caricias un tanto desesperadas de Jerónimo y cuando sintió la pija dura del pelinegro en la cadera, se alejó sonriente.

-Jerónimo, ve a darte una ducha fría. Yo me iré a dormir.

Jerónimo la apretó aun más a su polla y luego la soltó, risueño.

-Te veré mañana en la universidad?

-No sé. Mis padres querían que fuese a verlos, en una de esas me calma un poco dejar de lado todo y tomarme un descanso.

El pelinegro la miró con los ojos enormes.

-Dejarás todo? 

-No. Regresaré, pero ahora me tomaré un pequeño break.

Jerónimo volvió a besarla, más lento, más tierno y se despidió.

La muchachita ingresó a su casa prendiendo todas las luces, tocó el crucifijo que ahora llevaba al cuello y lo besó mientras se persignaba. Se desnudó e ingresó a bañarse.

Cuando entró a su cuarto, se sacó la toalla y como niña pequeña pegó un salto y se metió entre las sábanas. Ahora que lo había decidido se sentía mejor. Sus padres la ayudarían a salir adelante, como cuando uno es niño y necesita aprender a hablar, caminar,  andar en bici, sumar, restar. Somin sonreía mirando el techo, todo se le antojaba mejor. 

Desde esa noche en la que vio los ojos rojos en la oscuridad... dormía con la luz prendida. 

Paseó la mirada por toda la superficie y al llegar a la esquina vio las marcas de unas manos. La sonrisa se le fue. No eran terrores nocturnos, no era su mente con estrés, no era su imaginación... alguien había estado ahí, adherido al techo como una mosca, como una cucaracha, como una araña.

Se sentó con los ojos inundados de lágrimas, la vista fija en esa esquina y escuchó el gruñido.

Aspiró aire dolorosamente. Tembló en medio de la cama. Lloró más fuerte.

-Padre nuestro que estás en los cielos...

gruñido

-SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA A NOSOTROS TU REINO...

la cama comenzó a moverse.

-HAGASÉ TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO...

una mano larga, con uñas inmensas y negras apareció desde abajo y tanteó el colchón, abriendo y cerrando la mano, intentando asirla, arañarla, atraparla.

Sandra pegó un alarido y huyó del lugar en plena noche.

***

Golpearon la puerta.

Jerónimo estaba en bóxer en su cama, tenía abierto el mensaje de Tomás y miraba la pantalla como si con hacer eso pudiese obligar al castaño a escribirle.

Cuando escuchó los golpes miró la hora, eran casi las tres de la madrugada. Hacía más de media hora que había llegado y antes pasó por la casa de Daniel para hurgar en la heladera del mayor (si hubiese ido hasta su cuarto habría visto que no estaba en la casa... como tampoco Raul o Pablo o Fran o Nicolás). 

A esa hora no podría ser su amigo, era el castaño, si! era él.

Salió apurado, trotó en medio de la oscuridad y cuando espió por la mirilla lo vio, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Se excitó. Tomás estaba molesto... se excito mucho!

-Qué quieres? -gritó sin abrir y Tomás puso la boca sobre la mirilla y habló con odio.

-Estás con ella ahí?

-Sabes que no. Imagino que me estuviste siguiendo. Eres un maldito acosador.

-Ella no es mejor que yo.

-Y estoy seguro que yo soy mejor que tu novio o no estarías nuevamente en mi puerta... no me gusta ser el tercero, si algún día decides dejarlo, búscame. Pero tampoco te esperaré años, tengo a una fila entera de pijas y conchas para elegir.

-Ábreme Jerónimo.

-Nop

-Ábreme! -rugió mientras forcejeaba con el picaporte y Jerónimo reía divertido.

De pronto sobrevino el silencio, el castaño dejó de luchar y el pelinegro arrugó el entrecejo: ¿ya se había ido? ¿solo una vez le había pedido abrirle y ante la primera negativa se fue?

Se puso en puntas de pie y espió.

No estaba.

-Hijo de puta -susurró mirando todo lo más que le permitía el pequeño mirador y escuchó su ventana. Giró asustado y vio una figura negra abalanzarse. Aspiró aire con fuerza cuando el hombre de casi su misma estatura lo levantó por la cintura con facilidad y el pelinegro adhirió sus piernas a su cadera.

-Te dije que me abrieras -bramó mientras le mordía el cuello y Jerónimo con los ojos en blanco y el pecho agitado, respondió entre jadeos.

-Y yo te dije que no te la abriría.

Tomás lo llevó alzando hasta el cuarto, lo tiró en la cama, se sacó la ropa con premura mientras Jerónimo se sacaba su bóxer y se tiró sobre el pelinegro para lamerlo con ansias, con desesperación. Su celular emitió una notificación de mensaje y él pateó el aparato lejos.

Jerónimo dejó escapar una risita cuando vio esa reacción y abrió las piernas metiéndose un dedo ensalivado en su agujero mientras veía a Tomás caer hipnotizado ante su cuerpo.

El castaño apoyó las manos en las rodillas de Jerónimo y las abrió aun más para poder meterse de lleno en ese rincón tibio. Se fue directo con la lengua afuera y lo lamió entero, intentado abrirlo, escuchando el quejido de dolor placentero que se le escapó al pelinegro. Buscó desesperado ese pequeño agujero y lo estimuló con los dedos, los labios, la saliva, la lengua. 

Jerónimo deliraba.

Tomás comenzó a masturbarse mientras metía la pija del pelinegro en la boca y se la chupaba con ímpetu. Jerónimo cerró las rodillas y aprisionó la cabeza del castaño en su sexo, hundiéndolo aun más con la manos, agarrándolo fuerte del cabello al eyacular y gritó rendido cuando Tomás no solo lo tragó sino que jugó con su glande sensibilizado por el orgasmo.

Tomás se elevó sobre su cuerpo con la polla dura y se situó en el lugar exacto para penetrarlo cuando su celular comenzó a sonar.

Se sobresaltó.

Carlos siempre le escribía, solían hacer llamados cuando era algo urgente.

Se tiró al piso y buscó el celular desesperado. Cuando lo encontró miró la pantalla, era Carlos.

-Hola!

-TOMÁS DONDE MIERDA ANDAS? NO ENCONTRAMOS A ISABEL!!!! ESTÁS VIGILANDO? DIME DONDE ESTÁS, TEN CUIDADO, REGRESA YA!!!


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