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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Estaban los 5 en la habitación del hospital. Nicolas había ayudado a Pablo a sentarse y los miraba ceñudo.

-Logré descubrir donde pasan la noche los monstruos.

Se hizo un silencio profundo, Pablo miró a cada uno al rostro.

-Viven en un cementerio antiguo. No puedo levantarme para ir a incendiarlo, pero confío en que alguno de ustedes podrá ayudarme.

Nicolas miró a sus amigos esperando que alguno dijera algo, al menos que se sonrieran para que él largara la carcajada por tamaña broma... pero todos estaban serios.

-¿Quieres matarlos? -preguntó por fin, confuso, luego de unos segundos de duda.

-Siempre hablamos de que deberían dejar de existir. Siempre estuvimos de acuerdo que la sociedad estaría a salvo sin ellos! Hice mi trabajo, investigué y los descubrí. El fuego no los matará, pero hará que salgan de sus escondites. Cuando se encuentren con alguno, deben dispararle, cuando sangran pierden fuerza. Luego le extraen el corazón y le cortan la cabeza.

Nicolás se llevó la mano a la boca, espantado. Raul, Francisco y Daniel seguían mirando al herido con el ceño arrugado.

-Así mataban a los otros... Pablo tu los mataste?? Dios mío, Pablo!!! estuviste matando gente? -gimió el médico sentándose en una silla porque no estaba entendiendo todo lo que sucedía.

Él había estado en las reuniones, él había hablado con sus amigos sobre las bestias, pero la idea original era buscar la manera de mantenerlos alejados de la sociedad, de crear una especie de prisión para ellos. En ningún momento habían hablado de muertes. ¡Él era médico! ¡Él tenía un juramento hipocrático que cumplir!

-Primero: no son gente. -sentencio lapidario Francisco sin mirar a Nicolás, con los ojos clavados en Pablo -Segundo: nunca hablamos de matarlos. Estás incumpliendo las leyes.

-Y ELLOS NO? -gritó Pablo con el rostro rojo -ELLOS ESTÁN MATANDO! DEBERÍAN ESTAR EN PRISIÓN!

Francisco se llevó la mano al cabello y se lo desacomodó. 

-El gobierno tiene un acuerdo con ellos!

-ACUERDO Y MIS PELOTAS! -volvió a gritar y comenzó a sangrarle la nariz.

Nicolás se levantó de un salto y lo recostó de nuevo. Le tomó la presión y llamó a unas enfermeras.

Pablo estaba colapsando. Pablo no estaba preparado, su organismo no estaba diseñado para todo lo que sucedía.

El médico les pidió a sus amigos que esperaran afuera y antes de salir, el rubio le tomó la mano a Raul, se la apretó fuerte y le rogó:

-Ve y quema todo!!! Tal vez todavía estemos a tiempo!! Ayúdame!

***

-Qué haremos? -jadeo Daniel, apoyado en un lateral del pasillo del hospital. Francisco se acercó y lo abrazó, le besó la cabeza cuando lo sintió temblar.

-Iré y quemaré todo -susurró Raul.

-Te acompañaré -vociferó Fran y Dany se aferró aun más a él.

-Yo también iré! -dijo el cocinero con el rostro bañado en llanto.

***

La puerta de la habitación donde estaba internado Pablo se abrió y alguien entró.

-¿Por qué no dijiste que ambos estamos metidos en esto?

-Porque no es necesario que los dos nos metamos en líos. Si algo de ésto se llega a saber, la cosa se pondrá fea. Podría haber cárcel.

-No irás solo. Yo también estoy en esto.

-Es distinto. Soy policía y estoy en constante contacto con ellos. Leí el nuevo reglamento. Hay baches. Estoy presenciando la aberración que cometen y puedo alegar que todo lo hice por un trastorno traumático. -sentenció Pablo.

El amigo se acercó y le dio la mano.

Pablo se la acarició. Ambos se miraban y lloraban.

-Lo estamos haciendo por los que amamos! Lo estamos haciendo por el bien de la humanidad.

El amigo asintió, se secó las lágrimas y se levantó para salir.

-¿Qué harán? -preguntó Pablo casi en un susurro. Cansado. Abatido.

-Iremos a quemar el cementerio.

El rubio sonrió y cerró los ojos.

-Cuida a mi Raul -rogó y el amigo asintió.

***

Carlos miró a Jerónimo de arriba hacia abajo... era un crío!

El niño arrugó el entrecejo y el hombre le encontró cara conocida, amplió los ojos cuando lo reconoció.

-Eres el crío del restaurante.

-No soy un crío. Qué quieres?

-Esa noche estabas ahí!!!! nos seguías?? Entonces tu lo buscas!

-No busco a nadie! qué mierda quieres.

-¿Sabes quien soy!

-Por supuesto, eres uno de los tipos que coge con Tomás -siseó levantando el rostro con un dejo de soberbia.

-Uno de los tipos???

-Disculpa pero estoy preparando una cena, espero visitas. ¿Podrías decirme a que viniste? ¿Tomás sabe que estás aquí?

-Él no sabe nada. Vine para advertirte que debes alejarte de él o...

-O? -preguntó Jerónimo haciendo un paso adelante, sacando pecho, elevando el mentón.

Carlos retrocedió un paso confundido... ¿el crío lo estaba desafiando?

-Mira, terminemos con ésto. No quiero problemas con nadie y menos con un viejo amargado como tú -vociferó sacando el celular. Marcó el nuevo número que su castaño le había dado y esperó mientras se apoyaba en el marco de la puerta y evitaba mirar el hijo de puta que había osado llegar a su casa para amenazarlo.

-Bebé, llego en cinco minutos -le respondió una voz.

-Tomás, no es necesario que vengas a menos que quieras dejar todo en claro. Tu novio está aquí -lo cortó y le dio el aparato a Carlos.

Carlos lo agarró con el ceño arrugado, no sabía que Tomás se había comprado otro celular... no sabía que Tomás tenía otro número!!!

-Quien está ahí?? Jerónimo??? JERÓNIMO??

-Tomás -respondió lacónico y se hizo un silencio hondo. -Tomás donde estás?

-Carlos que haces ahí?

-Vine a buscarte. Nos vamos. Te estaré esperando en casa. Ya tenemos los pasajes, salimos esta noche. Volveremos a empezar y dejaremos todo atrás. -Carlos se dio vuelta dándole la espalda a Jerónimo. El pelinegro estaba apoyado en el muro mirando hacia el interior de su casa pero todos los sentidos estaban en esa llamada. El pecho le temblaba bajo los latidos. El hombre bajó la voz y Jerónimo hizo un paso hacia él para escucharlo -Está todo perdonado, Tomás. No le haré daño pero debemos irnos. Lejos de todo podremos reiniciar nuestras vidas.

-Todo el clan irá?

-Están las maletas listas, tenemos los pasajes.

-Qué piensa de eso Mateo?

-Qué debería pensar? él no puede opinar, ya lo decidí. -Carlos hizo dos pasos hacia la vereda y Jerónimo volvió a acercarse a su espalda -Tomás, te amo. Juramos que siempre estaríamos juntos. 

Cortó sin darle tiempo a responder.

Giró y encontró al pelinegro a un paso de distancia, respiraba agitado.

Carlos le devolvió el aparato, sonrió y lo saludó inclinando la cabeza.

-Me voy, niño. Espero no verte nunca más, porque la próxima vez... no seré un caballero.

***

Se sentía un estúpido, había recibido el celular sin decirle nada, con la garganta cerrada.

Lo que tenía con Tomás era uno de esos amores locos que no todos tienen la mala suerte de tener en sus vidas y que los pocos infelices que se ven tocados por la mano negra de ese enamoramiento fulminante, siempre terminan sufriendo como dementes.

Qué tan estúpido podía ser como para enamorarse en tan poco tiempo?

Qué tan imbécil podía ser como para estar ahí, temblando con el corazón taladrándole el pecho por el solo hecho de creer que estaba perdiendo lo que acababa de conocer?

Caminó hacia el salón y se sentó en el sofá. Necesitaba a Daniel y una cena calentita. Necesitaba a Daniel y uno de sus abrazos sanadores.

¿Por qué le había pegado tan fuerte esa relación? Estuvo esperando enamorarse y justo apareció en su vida ese hombre tan hermoso, enigmático... comprometido.

Qué tan idiota podía ser???

El mentón le tembló y arrugó la nariz.

Las manos le sudaban y tiró el celular asustado cuando la puerta se abrió de golpe.

-JERÓNIMO? -gritó Tomás agitado y cuando lo encontró, corrió hacia él, cayó de rodillas y lo tocó entero. 

-Estás bien?? qué te dijo?? qué te hizo? -vio la primera lágrima en su pelinegro hermoso y Tomás se desesperó -QUE TE HIZO, JERO? TE HIZO ALGO?

-Pensé que no vendrías -susurró intentando calmarse y no hipar por el llanto. No quería verse como un niño. Quería que Tomás lo viera como un adulto, como un hombre que podría suplantar al que tenía.

Tomás le tocó el cuello y cuando constató que no había heridas, se desplomó, de rodillas cayó sobre su pecho y lo abrazó.

-Pensé que te había hecho algo. Lo iba a matar si te hacía daño.

-Viajarás con él? -preguntó mirándole la cabeza en su regazo, tentado a acariciarlo. Pero no quería hacerse falsas ilusiones. Bastante estaba dañándolo ese amor inefable que sentía por ese hombre. Ese amor que parecía salido de otras vidas.

-No viajaré con nadie. -levantó el rostro y lo miró -Quiero estar contigo, Jero. Pero necesitamos hablar, necesitamos hablar mucho.

Jerónimo dejó escapar el aire y rió en medio de las lágrimas, le acarició el rostro.

-Te quedarás conmigo?

-Pero debo contarte mi vida.

-No me importa tu vida. Te quedarás conmigo?

Jerónimo no era el único obnubilado. Jerónimo no era el único acosado por el fantasma de un enamoramiento asfixiante... Tomás estaba enamorado como no lo estaba desde hacía más de 200 años, cuando aun era humano y amaba a otro hombre como él... un muchacho tan parecido a Tomás!! El hinduísmo, budismo y el taoísmo entre otras religiones, creían en la reencarnación: sería posible que su antiguo amor hubiese vuelto a la tierra?

¿Qué pasaría si le contaba a Jerónimo que era un monstruo?

Miró la hora, perdía tiempo, Carlos era capaz de llevarse a Mateo.

Besó a su Jerónimo hasta dejarlo sin aliento y luego le susurró en los labios.

-Me quedaré contigo. Pero necesito hacer una llamada, tengo un hermano menor, le diré que no se vaya con Carlos. Tengo miedo que lo obligue a viajar con él.

A Jerónimo le brillaron los ojitos, Tomás lo había elegido.

-Dile a tu hermano que puede venir a mi casa hasta que todo se calma. Podemos vivir los tres aquí -dijo feliz y Tomás lo miró un segundo antes de mandarle el mensaje a Mateo... se arriesgaría, intentaría estar con ese crío que la vida la regalaba. Lo amaría hasta que todo desbordara. No sabía si podría decirle que era un monstruo... no sabía si podría vivir con su horror o su asco.

El mensaje enviado a Mateo era "Carlos viajará, no lo sigas. Vivirás conmigo. Refúgiate en un lugar seguro y yo te iré a buscar en la madrugada"

Mateo recibió el mensaje y antes que Carlos llegara a la casa, tomó sus cosas y abandonó el hogar, el primer lugar seguro que le vino a la mente, fue el antiguo cementerio que ocupaban.


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