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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Cuatro meses después.

Jerónimo salió a caminar por la ciudad, siempre lo hacía de noche, tenía la esperanza de poder cruzarlo. No importaba si lo veía de nuevo con Carlos, se contentaba con saber que se había recuperado por completo.

Daniel le decía que lo percibía más fuerte y que estaba junto a otro hombre y dos mujeres en un cementerio de las afuera de la ciudad. No sabía en qué lugar, pero no era muy lejos.

Llegó a un parque y se sentó lejos de la gente, en la oscuridad. Inhaló el aire y todo le supo a soledad.

La copa de un árbol inmenso se movió y Jerónimo elevó la mirada.

Últimamente Daniel había adquirido la costumbre de trasladarse a través de los árboles, ni siquiera él podía explicar porqué o cómo lo hacía. En su nueva condición era como si un llamado atávico lo obligara a desplazarse por el aire, fuera de la vista de los humanos. Y era maravilloso verlo! parecía que su cuerpo no pesara nada y aun así tenía una fuerza sobrehumana brutal.

El corazón le palpitó rápido... ¿Tomás también se desplazaría así?

El árbol se mantuvo quieto pero Jerónimo no dejó de observar la negrura de la copa.

-Tomás? -jadeó y esperó... pero nada.

Bajó el rostro. Luego de unos minutos con la nada invadiéndolo se dispuso a levantarse y se le afloraron las piernas cuando lo escuchó.

-¿No me temes?

Volvió a sentarse porque las rodillas le temblaban, hizo un puchero furioso mirando hacia la gente que pasaba por las zonas luminosas y sin mirar hacia arriba, desde donde provenía la voz, contestó.

-¿Por qué habría de temerte? tuviste muchas oportunidades de hacerme daño y no lo hiciste.

Silencio.

-¿No me odias?

Jerónimo tragó duro y negó con la cabeza, pasándose las manos por la cara para secarse el llanto.

-No, no te odio -susurró y elevó los ojos, una mirada roja lo observaba desde lo alto. -¿Ya estás bien? ¿sanaste?

Silencio.

-Me preocupé por ti -volvió a insistir el niño.

-Convertí a tu amigo. -le respondió con frialdad.

Y Jerónimo afirmó mirando los ojos rojos.

-Y creo que lo hiciste por mi. Para no dejarme sin Daniel.

Silencio.

-Lo hiciste por mi? -lloró el muchacho.

-Sentí tu dolor -susurró el hombre.

Jerónimo suspiró y bajó el rostro. Se concentró en mirar a la gente.

-Carlos te cuida bien?

Se escuchó el ruido del follaje y luego la cercanía de su cuerpo.

Tomás se sentó a su lado, a unos centímetros de distancia. El niño quería darse vuelta y besarlo, pero temía invadir su espacio.

-Me cuidó bien. Estoy vivo gracias a él.

Jerónimo sonrió.

-Me alegro. ¿Él está aquí?

-No. Hablé con él. Las cosas cambiaron. No puedo seguir mintiéndole, lo seguiría hiriendo y no es lo que quiero. Necesitaba alejarme del clan. Desde hace tres semanas que estoy solo.

Jerónimo giró despacio y lo miró de soslayo.

-¿Me odias?

Tomás lo observó con las cejas levantadas.

-A tí? por qué debería odiarte?

-Soy amigo de los hombres que intentaban matarte. Que mataron a los tuyos.

Tomás recordó a Mateo y tuvo que apartar la mirada, bajó el rostro.

-Somos enemigos. Nosotros nos alimentamos de los humanos y los humanos tienen la necesidad de eliminarnos. Los entiendo.

Silencio.

-¿Nosotros dos también somos enemigos? -preguntó el niño en voz bajita y Tomás lo miró a los ojos.

Se miraron profundo un par de segundos. La tierra tembló ante esos ojos.

-Seremos lo que desees que seamos. Si decides que soy tu enemigo me alejaré, y si decides darme lo que sea que quieras darme... te lo agradeceré -respondió el monstruo también con voz bajita y Jerónimo elevó su labio inferior en un puchero grande, saltó sobre sus piernas para ponerse a horcajadas sobre él. Lo abrazó fuerte y lo besó.

Tomás rompió en llanto angustiado cuando sintió su boca. No esperaba ser perdonado.

Creía que Jerónimo lo odiaría siempre por su condición de monstruo.

Se paró elevando el cuerpo de Jerónimo con facilidad y trepó al árbol. El crío se adhirió a su cuerpo espantado y cuando llegaron a la copa, Tomás se sentó en una rama gruesa e hizo descansar el cuerpo de su amado sobre sus piernas. Jerónimo miró hacia abajo y se sobresaltó, estaban a casi 5 metros de la tierra.

Tomás le besó la boca, el rostro, los ojos, el cuello, el pecho... estaba desesperado. Había sentido la abstinencia de Jerónimo con horror en sus venas. Lo olió con fuerza. Lo apretó a su pecho casi angustiado ante tanta felicidad.

-te amo, Jerónimo -jadeó el monstruo y Jerónimo lo miró a los ojos, de pronto olvidó su miedo a caer y se prendió a su boca con ansias.

***

-ESTOY PODRIDO DE ESTO!

-a donde vas?

-No sé, Tomás. Me estoy cansando de esta porquería.

-Jerónimo, por favor!!!

-JERÓNIMO NADA!!! HACE 10 AÑOS QUE ESTAMOS JUNTOS. DIEZ! -gritó mostrando los dedos de ambas manos y acercándoselas al rostro a tal punto que Tomás tuvo que retroceder. -Estoy envejeciendo. Pronto pareceré tu abuelo. NO QUIERES QUE VIVAMOS JUNTOS?

-No podría hacerte eso, Jerónimo. La eternidad no es agradable.

-Pues no me quedaré contigo para que dentro de 5 años me abandones por alguien más joven!

-Qué?

-ENVEJEZCO, TOMÁS!!!

-No lo haces! te ves hermoso!

-NO ME IMPORTA LA BELLEZA! NO ME IMPORTA LO ESTÉTICO, NO ME REFIERO A ESO... ENVEJEZCO, TOMÁS! MI CUERPO MORIRÁ EN ALGÚN MOMENTO Y QUEDARÁS SOLO!

Tomás retrocedió ante esa certeza y giró dándole la espalda.

Jerónimo quedó agitado, mirándole la nuca.

-Después de diez años aun no estás seguro de mi? -preguntó intentando calmarse.

-Sabes que no es eso. No podría obligarte a vivir una eternidad.

-No me estarías obligando. No es como cuando Carlos te convirtió. Yo lo quiero. Quiero estar contigo siempre! Odio pensar en que envejeceré y buscarás a alguien más joven!

-No lo haré!!! estaré contigo hasta tu final! -gimió Tomás y Jerónimo salió caminando decidido hacia la puerta. -A donde vas?

-Saldré a bailar, es viernes a la noche. Necesito buscar a alguien que sea como yo. Necesito encontrar a alguien que envejezca y muera conmigo.

-JERÓNIMO

-NO TOMÁS... NO ME CAMBIARÁS LOS PAÑALES CUANDO TENGA 80 AÑOS!!!

-JERÓNIMO!!!

El pelinegro se volvió decidido y elevó el dedo índice poniéndolo en la nariz de Tomás, se acercó mucho y le siseó en la cara.

-Dany ese mismo año convirtió a Fran!!!

-y? eso no significa nada! eso no significa que lo ame!

-Si, Tomás. Dany lo hizo porque había elegido a Fran y Fran lo eligió a él. Daniel lo hizo porque no quería pasar la eternidad sin su amor!!! y tu decisión de no convertirme habla a las claras de lo que quieres. ME VOY!

-JERÓNIMO!

-NO!

El pelinegro se dirigía decidido hacia la puerta cuando Tomás saltó al techo, lo recorrió ligero y descendió delante de él. Lo abrazó antes de que su hombre (ya no era un niño) pudiera quejarse y le mordisqueó el cuello, le lamió el lóbulo de la oreja.

-no me toques -se quejó despacito sin hacerse a un lado y Tomás lo elevó hasta que el pelinegro pasó las piernas alrededor de su cadera, se lo llevó a la cama besándolo dulcemente y Jerónimo no pudo con eso, lo abrazó y se acurrucó en su cuello.

Si Tomás no lo convertía es porque no quería pasar la eternidad con él... pero no iba a dejarlo, envejecería y moriría, no le quedaba otra. No soportaba la idea de vivir sin él.

Llegó a la habitación y Tomás depositó al pelinegro en la cama, se desvistió despacio mientras su pareja hacía lo mismo y cuando estuvieron desnudos, el monstruo recostó su cuerpo sobre el humano y movió la cadera de derecha a izquierda frotando su pija semierecta sobre la otra.

Jerónimo suspiró.

Tomás lo besó con mayor pasión y Jerónimo le pasó la lengua por los colmillos. Amaba sentirlo perder su lado humano cuando se excitaba.

Tomás se separó, apoyó su cuerpo en un codo y lo observó.

-te amo, Jerónimo -le dijo acariciándole el rostro y el humano sonrió al principio, luego se puso serio cuando le vio los ojos rojos y los colmillos largos hasta rozarle el mentón.

Respiró agitado porque verlo así lo llenaba de lujuria y se dejó hacer cuando el monstruo le tomó el mentón y lo obligó a que elevara el rostro.

La mano de Tomás bajó hasta su polla y la masturbó delicadamente, el pelinegro llevó toda su atención hacia esa zona, cerró los ojos para disfrutar lo que su hombre le hacía.

La mordida lo tomó por sorpresa, no fue una mordida erótica como la que Tomás solía darle. Primero sintió ardor y cuando los colmillos atravesaron la piel, el músculo y llegaron hasta la vena, percibió el dolor y luego susto.

Por instinto quiso alejarse pero Tomás lo sostuvo fuerte, se aferró a su cuello y lo sintió chupar con fuerza, tomando su sangre. Sintió un hormigueo en los dedos y luego un fuerte dolor de cabeza. Se mareó, tuvo ganas de vomitar.

-Tomás -jadeó despacio y comprobó que no tenía fuerzas para alejarlo.

Tomás se elevó sobre él, se mordió la muñeca, se abrió una vena y se la puso en la boca.

-Bebe -ordenó y Jerónimo puso los labios alrededor de la herida y bebió.

Todo giró en el cuarto.

Estaba perdiendo fuerzas, los últimos sorbos lo ahogaban, estaba perdiendo el reflejo de la succión y ya no podía ni tragar.

Tomás se alejó y se sentó en el piso, en una esquina de la habitación.

-Ttttom -tartamudeó, intentó levantarse pero no pudo, quiso que siguiera con él. Se tocó la herida y aun perdía mucha sangre. ¿Qué estaba pasando? ¿Algo había salido mal? La figura de su hombre se distorsionó, no lograba enfocar y le faltaba el aire -Tttomás -susurró próximo a la muerte y el castaño no separó los ojos de él.

El cuerpo de Jerónimo desangrándose con rapidez comenzó a convulsionar y luego se relajó, el monstruo observó su pecho. Cuando su hombre dejó de respirar, recién se acercó para sentarse a su lado.

El humano muerto comenzó a enfriarse.

Tomás le acomodó el cabello, le besó los labios que se azulaban con rapidez y le pasó la mano por todo el pecho, admirando su belleza.

Abrió la ventana y miró la noche estrellada.

Carlos andaba lejos, podía percibirlo. Estaba con alguien más. María e Isabel también estaban en pareja. Sonrió recordándolos. A veces los extrañaba.

Volvió a la cama y miró el rostro pálido de Jerónimo hasta que el hombre aspiró una bocanada fuerte de aire y abrió los ojos enormes.

Jerónimo tembló en la cama, lo primero que hizo fue intentar saber qué había pasado y descubrió a su hombre hermoso sentado a su lado, mirándolo sonriente.

Luego percibió la sangre de Tomás corriendo por las venas, podía escucharla... y sintió hambre.

Tomás elevó el brazo, volvió a abrirse la herida que había comenzado a cicatrizar y la puso en su boca, Jerónimo tomó su sangre energizante y cerró los ojos.

-te amo -le susurró tomás.

Jerónimo abrió los ojos rojos y lo observó con intensidad.

-y yo te amaré para toda la eternidad -le respondió.



FIN

Ha llegado a su fin EL EXTRAÑO SANGUINARIO.

Si llegaste hasta este punto te agradezco por haber acompañado a mi Tomás monstruo y a su humano Jerónimo. Espero que hayas disfrutado la historia.

Ten una buena vida.

 


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