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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Un olor dulzón y potente le llegó hasta lo más hondo de las fosas nasales y le produjo un dolor punzante en la frente.

-Dany! -se quejó apartando de un manotazo lo que fuera que estuviera emitiendo ese olor y golpeó un frasco y una mano.

-Estás bien? -preguntó la voz grave y Jerónimo abrió los ojos intentado enfocar con desesperación.

Tenía visión doble, parpadeó varias veces y el rostro del castaño se definió frente a él.

Aspiró fuerte, aterrado, y se encogió en la cama alejándose todo lo posible hasta dar con la espalda en la pared.

-POR FAVOR, POR FAVOR NO ME MATE!! -rogó en un aullido agudo y Tomás se paró de un salto, elevando las manos.

-Jerónimo creo que no me reconoces!!! estuvimos juntos...

-SI SÉ QUIEN ES USTED!! ES EL HOMBRE DE LA CAMIONETA CON CUCHILLOS!!! NO ME HAGA DAÑO, POR FAVOR, POR FAVOR NO DIRÉ NADA. JURO QUE NO DIRÉ NADA -gritó fuera de si.

El castaño vio como la desesperación nuevamente se apoderaba del muchachito. El niño temblaba y lloraba histérico así que se alejó tres pasos, metió la mano en el bolsillo interno de su saco y extrajo una billetera que abrió.

-Jerónimo, por favor niño, tranquilízate. No sé quien crees que soy pero no te haré daño. Soy oficial del F.B.I. -bramó intentado que los aullidos del niño no tapasen su voz y en cuanto dijo F.B.I., Jerónimo dejó de llorar a los gritos. 

Pasaron un par de segundos en los que el castaño se mantuvo con la placa en el aire y el pelinegro de a poco salió del rincón y se acercó lentamente para mirar la placa.

Decía: Buró Federal de Investigaciones​. Agente especial Skrap Tomás y figuraba la foto del castaño. Jerónimo deslizó la mirada hacia el hombre, aun hipando, con todos los mocos y las lágrimas embarradas debajo de la nariz y en el mentón.

-Oh dios mío! -agregó riendo en medio de otra tanda de llanto histérico y el castaño se acercó despacio. Puso la billetera sobre una mesita y con precaución se sentó a su lado.

Jerónimo miró todo el procedimiento entre risa y llanto, hiperventilando y cuando el hombre de traje abrió un poco los brazos, el pelinegro se tiró en su pecho, totalmente aliviado.

-Jerónimo no pensé que te asustarías por la camioneta. Los cuchillos que viste son de utilería. Los estaba usando ese día como carnada en un caso en el que estoy trabajando. Perdón. No podía sacarte de mi mente y tuve que venir a buscarte. Si deseas que me vaya me iré -le dijo despacito, abrazándolo fuerte, acariciando la cabellera negra. Jerónimo negó sintiendo la piel tibia que aparecía por arriba de la camisa del castaño y el aliento caliente cerca de su oído. Tomás no era un monstruo. Su miedo y la paranoia de sus mayores lo habían llevado a un ataque de pánico. Maldijo internamente a Daniel, a Fran, a Pablo... siempre tratándolo como a un crío. Llenándolo de miedos injustificados para que no saliera, para que no conociera gente, para que no tuviera más vida que la que tenía junto a ellos.

-Estuve leyendo sobre unos asesinatos y me asusté -jadeó sobre él y las manos de Tomás acariciándolo en la espalda lo reconfortaron.

-Dejé la puerta abierta -le aclaró sonriente y cuando Jerónimo levantó la mirada para observarlo vio la sonrisa amplia y casi se desmaya de nuevo... o se hace pis. No sabía muy bien qué órganos le seguían funcionando.

-qué?

-No estoy acostumbrado a entrar a una casa a la fuerza, sin ser invitado. Tuve que dejar todo abierto! ¿Puedo quedarme aquí un momento? ¿o prefieres que me vaya?

-Quedate -le dijo sin pensarlo ni un segundo, medio embobado por su mirada.

Tomás sonrió y se dirigió hacia la entrada de la casa y antes de cerrar la puerta miró hacia afuera. Era una noche apacible, fría y solitaria.

Regresó y encontró a Jerónimo más repuesto, estaba parado en la mitad de la habitación con las manos en la espalda.

-Hace dos noches en la fiesta de Raul te pregunté si estabas con Daniel.

-Y te dije que no.

-Pero a Daniel le dijiste que habías llegado conmigo. Sabías mi nombre de antemano. -dijo seguro.

Jerónimo escondía en su mano derecha un pequeño taser eléctrico que Pablo le había regalado unos meses atrás cuando se enteró, por Dany, que su niño cogía con todo lo que fuera cogible y ahora que estaba más seguro de que el castaño no era un asesino serial sino tal vez solo un acosador, iba a usarlo sin dudar.

-Me enteré por un amigo de que ibas a ir a esa fiesta. Un amigo de Raul es amigo mío y sabe que no pude olvidarte nunca. Hace poco retorné a la ciudad y creo que vi mi oportunidad.

-Olvidarme?

-Jerónimo -susurró con los ojos brillantes -no me reconoces? pensé que me habías reconocido!!

Jerónimo achinó los ojos e intentó encontrarle cara conocida... pero no.

Se sintió un poco mal por él, no sería la primera vez que un antiguo amante aparecía y el pelinegro no reconocía ni su rostro y mucho menos su nombre.

-Oh! si! -mintió, y Tomás dibujó una sonrisa tímida y triste.

-No me reconoces! Nos conocimos hace unos años atrás. Tu ibas al último año de la secundaria y yo estaba en la universidad, nos encontramos en una fiesta e intimamos.

-Oh! si! Tomás!!! Si te recuerdo!!! -volvió a mentir. -Recuerdo esa noche!!!

Tomás giró para salir de la habitación y Jerónimo escondió el taser bajo una almohada y corrió detrás de él.

-No me recuerdas. Perdón, fue una estupidez venir de nuevo y encima asustarte.

-Pero ya me paso el susto!! -jadeó Jerónimo llegando a su lado y caminando junto a él hacia la entrada. Tomás abrió la puerta y el pelinegro se interpuso.

-Para qué habías venido esta noche?

-Perdí tu número y quería invitarte a tomar algo.

-Cómo sabías donde vivía?

-No cambiaste tu dirección. Hace 5 años cuando intimamos lo hicimos en tu casa!

Jerónimo miró hacia dentro y abrió grande los ojos.

-Oooohhh!! sí, lo recuerdo!!! -mentira, no lo recordaba. Y no había llevado a muchas personas a su casa, por lo general cogía en otros lugares. Seguramente esa noche había estado borracho. No se sorprendió de no recordarlo.

Una rama se movió en un árbol y Tomás dirigió la mirada hacia ahí para luego retornar al rostro confundido de Jerónimo que aun intentaba hacer memoria.

-Sé que lo de esa anoche fue una cogida sin compromisos y si estás con alguien yo lo entendería...

-NO! no tengo nada serio con nadie! -lo calló Jerónimo poniéndose muy cerca y Tomás lo miró a los ojos con tanta intensidad que el pelinegro sintió cosquillas en el ventrículo derecho.

-Crees que podría tener oportunidad de salir contigo?

Jerónimo sonrió y Tomás admiró las arruguitas que se le hacían a los costados de los ojos.

Las ramas del árbol volvieron a mecerse y Tomás carraspeó.

-Me tengo que ir.

-No te gustaría pasar la noche aquí? -preguntó Jerónimo apoyando su cuerpo en el suyo y Tomás lo tomó por la cintura y le lamió el cuello. Eran prácticamente de la misma estatura y el pelinegro sentía que si lo abrazaba, su cuerpo se amoldaba perfectamente al de él... cursi? seeee!!! pero a Jerónimo le valía madre.

-Hoy no puedo, pero podemos salir cualquier noche de estas, te doy mi número -susurró llevándole aire caliente al oído y Jerónimo cerró los ojos para dejarse llevar por esa voz grave.

-Esta bien -susurró, acariciándole el cabello, el cuello, los hombros. El castaño era un hombre hermoso, como mierda es que no lo recordaba????

Tomás anotó su número de celular, se lo dio, se alejó unos pasos y volvió a mirarlo.

-Jerónimo.

El muchacho lo miró expectante, con la galaxia entera en sintonía con sus ojos.

-Tuve que decirte en donde trabajo para que te calmaras. Pero agradecería que no le contaras a nadie que estuve aquí o a qué me dedico.

-Tranquilo, será un secreto entre los dos -susurró el muchacho y Tomás le besó la boca jugosa, le pasó la lengua por los labios, se los mordisqueó suavemente y aspiró su aliento caliente y hermoso antes de irse.

Jerónimo ingresó a su domicilio bobo.

Había hecho bien en no decirle nada a Pablo, aunque todavía no entendía como no recordaba haber tenido algo en su adolescencia con un universitario con la belleza de ese hombre.


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