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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Tomás caminó hacia la esquina acompañado por el movimiento de los árboles, cuando llegó a una zona oscura miró hacia arriba y desde la copa más alta saltó Carlos.

-Estás seguro que ese niño sabe algo sobre el asesino? No pude verle bien la cara pero parecía ser un crío.

-Estoy seguro -afirmó intentado seguir con su camino.

-Cómo pudiste aguantar el hambre? no pensé que demorarías tanto, creí que solo le pedirías permiso para entrar.

-Se puso histérico! lo viste!! estaba asustado. Si quiero seguir viéndolo para sacar información, debe confiar en mi. Y tienes razón, tengo hambre, fue difícil contenerme. Vayamos a la prisión.

-¿Quieres seguir viendo al crío solo por información? -preguntó Carlos abrazándolo fuerte, llevando la cabeza a su cuello helado y aspirando el aire de la sangre que corría perezosa por sus venas.

-Es por información. -jadeó el castaño cerrando los ojos, pasando los dedos fríos por el cabello.

***

Pablo entró a la jefatura casi trotando, pasó por la oficina de reuniones y de reojo vio a dos policías preparando sus respectivos pasamontañas. Llegó al despacho y abrió apurado. Raul volteó con el ceño arrugado.

-Llegas tarde!

-Perdón, tuvimos internado a Jerónimo.

Raul tenía su pasamontañas a medio poner y quedó con las manos en alto.

-Qué le pasó al niño?

-Se nos desmayó varias veces. Nico cree que podría ser el estrés. Yo creo que Daniel no lo está alimentando bien.

-A veces pienso que Dany está sobrecargado, tal vez los mayores deberíamos tenerlo una semana cada uno.

Pablo se ponía el pasamontañas y lo pensó, pero luego negó.

-Jerónimo ahora se cree grande, no creo que acepte. Y se ha vuelto un irreverente, no hace lo que uno le dice. Daniel lo está malcriando.

Mientras conversaban sobre el niño, se preparaban.

Salieron al corredor y tres policías más se les unieron, todos llevaban pasamontañas que les cubrían el rostro en su totalidad.

Apareció un muchachito joven corriendo y se puso delante de Pablo.

-Jefe, de la prisión estatal nos trajeron solo 3 prisioneros condenados a muerte.

-PERO SE SUPONE QUE TIENEN QUE SER 4! -gritó Raul y Pablo puso un brazo al frente para calmarlo.

-Qué tenemos esta noche en las celdas?

-Solo un par de borrachos que armaron gresca y un indigente detenido por exhibicionismo.

-Indigente? -Pablo lo pensó un momento. Un indigente era lo ideal, nadie preguntaría por él si desaparecía. -Lleven al indigente al cuarto trasero.

El muchachito tragó duro y asintió antes de salir corriendo a cumplir con la orden.

-Estoy podrido de estas bestias -siseó Raul y Pablo puso un dedo en la boca en señal de silencio.

El gobierno tenía un acuerdo con las bestias. Cada dos semanas se les entregaba 4 hombres condenados a muerte o lacras que la sociedad prefería perder y ellos los dejaban tranquilos. Era un trato justo.

Era un trato justo para el gobierno, para la sociedad, para los monstruos... pero algunos policías no creían lo mismo.

Hicieron entrar al indigente al cuarto trasero donde ya se encontraban los otros presos y esperaron en el corredor. 

Eran 6 agentes de policía los que custodiaban el cuarto con los condenados, estaban apostados 3 en cada lateral del corredor y a las 12 de la noche se abrió la puerta de emergencia e ingresaron 5 personas cubiertas con mantas negras que oficiaban también de capuchas dejando todo el rostro en penumbras. Pasaron con paso firme por el medio y Pablo pudo percibir el frío que emanaba de los cuerpos. Antes de entrar, uno de ellos de voz grave, sin voltear a verlos, les dijo:

-Mataron a otro de los nuestros. Daremos con el asesino y espero que el mismo no se encuentre entre vosotros o pagarán todos.

-Es una amenaza? -preguntó Pablo y el hombre de la voz grave giró hacia él.

El rubio intentó mirar debajo de la capucha pero la escasa luz se lo impedía, no sabía quien estaba ahí.

-Por mi sangre, juro que no solo es una amenaza sino que cumpliré con mi palabra. Si llego a descubrir que es un policía, los mataré a todos.

Pablo abrió la boca para responder y Raul le apretó la mano.

Los 5 hombres ingresaron, cerraron la puerta con traba y luego cubrieron la ventana de vidrio.

Los presos estaban sentados a los laterales, esposados y con los ojos vendados.

-QUÉ ESTÁ PASANDO? -gritó uno con ansiedad.

Tomás se sacó la capucha y caminó hacia él con angustia.

Sus compañeros ya iban hacia otros, el castaño eligió a un hombre pequeño de cabeza pelada, parecía sucio y con ropa andrajosa. 

Se sentó a horcajadas sobre sus piernas, le tomó el rostro con ambas manos. 

El hombre al sentir el contacto con la piel helada del extraño comenzó a gritar, Tomás tiró hacia atrás la cabeza, sonriendo rectangularmente, pasándose la lengua por los labios mientras los colmillos avanzaban abriendo las encías. Los ojos se le pusieron rojos y cuando los colmillos de la mandíbula superior rozaban el mentón, abrió desmesuradamente la boca y los clavó en plena cara. El hombre chilló desesperado. 

El primer chorro de sangre que le dio en la úvula descontroló a la bestia. 

Tomó en los brazos al hombre pequeño, lo tiró al piso y le masticó el rostro, haciendo crujir los huesos, desgajando los músculos. Carlos se acercó solo cuando se hubo cerciorado que su hombre se había dado con el gusto de probar la sangre caliente de un hombre vivo y cuando el pobre infeliz murió, recién se abalanzó sobre el cuerpo para compartir la cena con su hombre. Entre los dos tomaron la sangre colapsando las venas y se hartaron de masticar y deglutir las grandes lonjas de músculos.

Tomás elevaba la cabeza totalmente satisfecho y se pasaba la mano por la boca, esparciendo la sangre por el cuello y Carlos creía que era lo más perfecto que la noche podría apreciar.

Comían de esa manera cada dos semanas y cuando llegaba el momento entraban ansiosos, hambrientos... y llenarse el estómago era un placer que rozaba lo erótico.

Carlos se acercó y le besó la boca.

Tomás seguía a horcajadas sobre lo que quedaba del muerto, se había sacado la pija y se masturbaba. Carlos metió la mano dentro de la garganta abierta del despojo humano, se la mojó con sangre y tomó la polla de su hombre para darle placer.

Tomás jadeó con los ojos cerrados, escuchaba los sonidos de saciedad que hacían sus hermanos alimentándose y se sintió pleno.

Cerró aun más los ojos porque quería imaginar que esa mano que lo tocaba era de alguien más.

-te amo -susurró Carlos y Tomás lo observó. 

Para decirle te amo debía mirarlo de frente, porque era compañero de Carlos desde hacía 200 años y no podía confundir una calentura con el amor verdadero.

-te amo -respondió Tomás y se besaron con fuerza mientras se mordían las lenguas, compartiendo la sangre de ambos, la sangre del muerto, la vida de vampiro, la noche sanguinaria que los amparaba siempre.

***

Los 6 policías seguían apostados en el corredor, al menos los gritos de los pobres hombres habían cesado.

Pablo había mandado varios pedidos a los altos funcionarios del gobierno para que las presas fueran entregadas muertas ¿para qué hacer sufrir tanto a esos hombres? pero las bestias los querían vivos. 

La sangre caliente los alimentaba, si hubiese sucedido lo mismo con la sangre fría se habrían dedicado a comer cadáveres... pero no eran carroñeros.

Cuando los 5 vampiros salieron, Pablo aun tenía la cara mojada por el llanto debajo del pasamontañas que lo cubría por completo.

Los vio salir a la noche y juró que buscaría la forma de matarlos a todos.

A TODOS!! 

POR DIOS QUE LOS MATARÍA A TODOS!

POR SUS SERES QUERIDOS, POR LOS QUE AMABA, POR LA GENTE QUE CUIDABA, POR LAS VÍCTIMAS MUERTAS, POR LOS VIVOS QUE EN EL FUTURO SERÍAN PRESAS, POR LA HUMANIDAD ENTERA... LOS BUSCARÍA Y LOS MATARÍA UNO POR UNO.


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