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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Lunes 19,30 hs. el sol comenzaba a ocultarse y en un cementerio viejo, entre las criptas derrumbadas y las viejas cruces oxidadas que databan de más de cien años atrás, un montículo de tierra se removió. Apareció primero su rostro y lentamente el cuerpo comenzó a vibrar hasta que su desnudez se abrió paso en la oscuridad.

Solía dormir desnudo. Sólo cuando sabía que debía ir a una reunión urgente con sus hermanos, descansaba vestido, el resto de las noches disfrutaba de la tierra en la piel. Lo mantenía joven y hermoso.

Los vampiros estaban semiadaptados a la sociedad, tenían puestos de trabajo (nocturnos) y poseían casas por una cuestión burocrática, necesitaban una dirección con correo postal para recibir correos, facturas y todo lo que les hiciera pensar a los demás mortales que ellos no eran diferentes.

Muy pocas personas sabían de su existencia y los que estaban al tanto de esto habían realizado el juramento de no transmitir esta información a la población para evitar crisis de histeria y pánico. Unos de los pocos que conocían de sus existencias eran los policías y detectives encargados del "alimento".

Tomás se vistió, tomó su camioneta y se dirigió a su hogar.

No tenía ningún mensaje de Jerónimo. Habían quedado en que el muchacho le escribiría.

Saldría a patrullar si el chico no le proponía algún encuentro. 

Tomás era el único que había visto al asesino. 

Cuando el hambre se hacía doloroso y faltaba mucho para comer en la comisaría, se alimentaban de pequeños animalitos. 

La sangre de los animales no tenía tantos nutrientes como la de los humanos pero era mejor a sentir como los jugos estomacales consumían su propio cuerpo. Un vampiro con hambre era un personaje lamentable. La piel carecía de brillo y se arrugaba. Perdían fuerza muscular y no podían desplazarse con rapidez.

La noche en la que perdieron a Miguel, Tomás lo había acompañado para recolectar gatos. 

Se dirigieron a una zona montuosa para comer. 

Tomás no tenía tanta hambre y se alejó sólo un momento hasta que escuchó ruido de ramas y creyó que podía ser una ardilla. Una ardilla era un poco más de alimento para su hermano pero cuando regresó... cuando regresó los vio: dos extraños y uno tenía un cuchillo de grandes dimensiones en la mano.

El corazón latió con vértigo cuando percibió un fino hilo de vapor y la sangre corriendo por el filo.

Quienes eran esos hombre y donde estaba su hermano?

Corrió gritando y los extraños huyeron. 

Al llegar al punto exacto en el que había dejado a su par comiendo encontró la peor escenas de todas: MIGUEL ESTABA MUERTO! Le habían separado la cabeza del tronco y extraído el corazón. 

Sabían como matar vampiros. 

Intentó atraparlos pero faltaban dos días para el alimento y Tomás no estaba en su mejor momento. Los humanos fueron mucho más rápidos. Los dos se treparon en un auto y al hacerlo, a uno se le levantó la camisa negra y pudo ver el tatuaje. 

Uno de los asesinos tenía un tatuaje en el torso!

Esa noche no pudo darles alcance, pero siguió al auto saltando de árbol en árbol, camuflándose en medio del follaje. Rugiendo de odio. Estaba por abandonar la cacería porque los había perdido cuando vio al automóvil aparcado en la vereda justo al frente de una casa pequeña. Durante 3 días la vigiló hasta que por fin vio salir a un pelinegro y lo siguió durante unos 5 días más para obtener información: Jerónimo. 22 años. Estudiante. Un malcriado que solía estar rodeado de amigos mayores a él que lo trataban como si fuera de cristal. 

Esa noche en la fiesta... descubrió que no era él. No tenía el tatuaje en el torso.

Sabía que el asesino los atacaba cuando faltaban pocos días para el alimento o cuando terminaban de comer y salían abotagados. 

Los atacaba cuando estaban débiles. 

Tomás llevaba cuchillos en su camioneta, los atraparía y antes de matarlos... los haría sufrir. LOS HUMANOS MALDITOS SUFRIRÍAN!! LES DARÍA LA MISMA MUERTE QUE LE HABÍAN DADO A MIGUEL Y A LOS ANTERIORES.

***

Se desplazó por entre los árboles hasta llegar a la casa de Jerónimo.

Desde una rama alta saltó al techo y luego adhiriéndose a la pared ingresó a la casa por la ventana de la habitación del muchacho. 

Lo escuchó bañarse y cantar.

Por fin pudo recorrer la casa a su antojo, hurgando y mirando en todas partes.

Los vampiros no podían entrar a un hogar sin antes ser invitados. Jerónimo lo había invitado la noche anterior así que ahora ya podía, tenía que encontrar algo que lo ligara a alguien que conociera de la existencia de su raza.

Había muy pocas personas: algunos policías, algunos médicos y gente de la alta esfera de la política. Le tocaba averiguar si Jerónimo tenía amigos dentro de ese círculo.

***

Jerónimo salió de bañarse, eran las 8 y media de la noche. Se tiró sobre la cama desnudo, tomó el celular y sonrió. Tenía ganas de salir y coger. Habían sido días de mucho estudio y se merecía un descanso.

-Veamos -se dijo en voz alta mientras observaba la agenda de su celular -hoy podría ser Sandra o Marcelo. -Se tocó el mentón pensando -Aunque podría ser también el acosador de Tomás. Es raro pero está bien bueno.

Tomás se desplazó por el techo del salón y llegó hasta la entrada del cuarto. Desde arriba lo observó con una media sonrisa de costado.

Lo vio cerrar los ojos y señalar con el dedo la pantalla.

Había sido una elección azarosa.

El muchacho se tocó la pija mientras marcaba el nombre agendado y sonreía.

A Tomás le vibró su celular en el bolsillo del pantalón. Se desplazó de manera ligera hacia otra de las habitaciones, abrió la ventana y salio adherido como araña hasta llegar al techo, de ahí saltó al árbol y cuando estuvo en lo alto de la copa, atendió.

-Hola.

-Tomás?

-Jerónimo!! que grata sorpresa, temía que no me llamaras.

-Cómo no llamarte? eras mi primera y única opción!!!

Tomás sonrió.

-Crees que podamos vernos?

-Estoy por salir de la oficina. En una hora podría buscarte. O nos encontramos en algún bar -propuso Tomás y Jerónimo volvió a masajearse la pija.

El castaño acosador era un hombre hermoso y aprovecharía que lo tenía en la palma de su mano.

-Ando con poco cash. Recuerda que soy un pobre estudiante! Nos podríamos reunir para mirar las estrellas o no me ofendería que me invitaras a cenar!

Cena.

FUCK!

Los vampiros podían consumir la comida de los humanos, pero les hacía mal. Sería una noche larga!

Lo importante era sacar información. Jerónimo debía tener algún amigo que estaba dentro de la esfera de gente que conocía su existencia.

-Por supuesto que te llevaré a cenar. ¿Nos encontramos en algún lado en especial?

-No! ya te dije que ando con poco cash. Si me haces caminar hasta el centro de la ciudad llegaré todo sudado. ¿Te molestaría buscarme?

-Por supuesto que no.

-Entonces te estaré esperando!!! Luego podríamos ir a algún hotel. ¿Puedes o exijo demasiado?

-Te dije que me atraes como loco desde que era un crío. Si me pides la luna, la bajaré para ti.

Jerónimo dejó escapar una risita que a Tomás se le antojó melodiosa.

-Esta bien. Gracias. Pero esta noche que solo sea cena y hotel. Tal vez algún día te pida la luna. Te estaré esperando. No demores!

-Hecho.

Cortaron y Tomás saltó hacia el techo, se desplazó ligero hasta la ventana de la habitación. Por suerte ésta daba hacia el fondo de la casa así que no debía preocuparse por miradas extrañas.

Adherido a la pared, espió.

Jerónimo hizo una llamada más.

Llamó a Sandra, le preguntó como andaba, le dijo que no podía olvidar la última vez que estuvieron juntos y que en ese momento estaba con mucho estudio pero que durante la semana la llamaría para invitarla a salir.

Tomás volvió a sonreír.

Al humano le gustaba jugar.

Le hacía gracia esos jueguitos extraños de seducción que tenían los humanos.

Ya había olvidado lo que se sentía.

Saltó al árbol y desplazándose con tranquilidad regresó a su casa.

A Carlos le dijo la verdad, no estaban acostumbrados a ocultarse información.

Carlos no objetó nada, pero tampoco se sintió conforme.

-Que no coja mejor que yo -le advirtió cuando lo vio listo para salir y Tomás regresó hacia él. Le acarició el cabello, le besó el rostro helado, le lamió un poco el cuello y le juró que nunca nadie cogería como él.

Luego se despidieron. Estaban juntos desde hacía 200 años y se sentían seguros el uno con el otro. Nadie cambiaría eso y mucho menos un insignificante humano.


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