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EL EXTRAÑO SANGUINARIO por juda

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Jerónimo hizo que detuviera el vehículo frente a un... emmm... Tomás miró hacia ese lugar y no supo describir lo que veía. Restaurante no era. Más tarde le contaría a Carlos sobre el local de comidas rápidas con forma de tren donde todos comían parados conversando unos con otros.

Le pareció un lugar atípico.

Le gustó? Tomás estaba parado cerca de la salida con una hamburguesa en una mano y un vaso en la otra, intentando que la gente que pasara no lo chocara. Perdía de vista cada tanto al niño porque las luces eran violetas y la música estaba relativamente alta. 

Le gustó? Tomás dudaba. Pero veía a Jerónimo con esa sonrisa conejil y quería divertirse junto a él.

El castaño había ordenado una hamburguesa vegetariana (le haría mal de todas formas pero se salvaba de comer carne picada que tal vez estuviese contaminada con ajo. Los vampiros eran alérgicos al ajo!)

-Está rica esa porquería? -le preguntó el niño al oído y Tomás asintió. Las luces no le permitían ver bien y por ratos parpadeaba y su visión nocturna le ponía los ojos plateados. No lo hacía a propósito y no siempre podía controlarlo así que estaba tenso.

-El baño? necesito lavarme las manos -explicó.

Jerónimo levantó el brazo y señaló hacia el fondo. Tomás se apresuró hacia ahí, tiró en un tacho de basura el vaso con la bebida dulce de color fucsia y lo que quedaba de la hamburguesa. Ingresó apurado, por suerte no eran de esos baños donde entraban varios humanos a la vez, éste era un pequeño cubículo con un inodoro y lavamanos. Cerró con el pestillo, trepó a la ventana y salió a la parte trasera. No tenía tiempo que perder. Se metió toda la mano en la garganta y vomitó.

Retrocedió mareado cuando terminó, saltó hacia un árbol, trepó con velocidad y miró alrededor con sus ojos plateados, encontró lo que buscaba y en menos de 5 segundos trepó 3 metros más, capturó un ave, le arrancó la cabeza y bebió el líquido sanador.

Salió del baño y encontró a un par de personas molestas porque demoraba.

Se disculpó y avanzó. Jerónimo estaba en la entrada del local y hablaba con una mujer, se metió entre un grupo de personas para quedar oculto y lo observó.

Ella estaba de espaldas, no podía leerle los labios, pero Jerónimo era todo sonrisa y le decía que la había extrañado, que esa semana le escribiría, que ahora había salido solo porque un amigo depresivo necesitaba de su ayuda. Ella miró hacia dentro y Tomás pudo verle el rostro. El niño la llamó por el nombre: Sandra. Recordaba que él la había nombrado cuando hacía un juego azaroso para saber con quien cogería.

"Te buscaré mañana a la noche" le dijo Jerónimo al oído. Desde donde estaba podía sentirle las palpitaciones y la sangre corriendo a toda velocidad por las venas: Jerónimo estaba nervioso e intentaba que la muchacha se fuera antes que él apareciera.

Ella ahora estaba de perfil y podía leerle los labios, le recriminaba que estuviera tan cerca de su casa y que no pensara en pasar a saludarla. Lo instaba a deshacerse del amigo depresivo.

"Estás a un par de manzanas de casa, podrías ir cuando termines tu obra de caridad" le dijo sonriente y Tomás también sonrió a la distancia.

Jerónimo la despidió y ella salió caminando.

Tomás por fin pudo salir de su escondite y se acercó con las manos en los bolsillos, el pelinegro lo recibió con una sonrisa conejil que embrutecía al monstruo. No había manera de no quedar un poco imbécil ante esa sonrisa.

-Ahora me toca ir a mi al baño. Me lavaré las manos y vaciaré la vejiga -le dijo, y el castaño sonrió amplio, muy amplio. Esperó a que el pelinegro se perdiera y giró para ver hacia donde se dirigía la muchacha, no lo dudó ni un instante... la siguió. 

En la tercera manzana ella ingresó a una casa pequeña. 

Ya sabía donde vivía.

Volvió a sonreír.

Regresó acortando el camino, saltando de árbol en árbol. Jerónimo ya estaba en la vereda y lo buscaba con la mirada.

-Te encontré -vociferó Tomás abrazándolo por atrás y el pelinegro giró asustado.

-Me encontraste?? Tu eras el perdido. Donde estabas?

-Maravillándome con la vegetación. No conocía esta zona.

Jerónimo le tomó la mano y lo guió, un bosque cerrado se erigía a unos cuantos metros de distancia. Se internaron un poco. Tomás se dejó guiar. Le gustaba que el niño lo mostrara el camino, que el pequeño humano se adueñara un poco de él. Jerónimo se detuvo entre los árboles y apoyó la espalda en su pecho, instándolo a que lo abrazara.

-No es romántica esta zona? -preguntó el pelinegro y el castaño lo observó de perfil. -Es un buen lugar para enamorarse.

Giró un poco y lo miró a los ojos.

-Estuviste enamorado alguna vez, Tomás?

El castaño afirmó, acariciándole suavemente el vientre con ambas manos.

-Pues eres un hombre con suerte. Deseo enamorarme. Mis amigos me dicen que el amor colapsa los sentidos. 

Jerónimo apoyó la cabeza en su hombro y Tomás le besó la mejilla.

El niño tenía la piel más suave que había tocado. Se sentía a gusto con él. Su calor se sentía bien en sus venas.

-Me gustaría coger aquí -susurró Jerónimo y Tomás le mordió suavemente el cuello.

El pelinegro suspiró, dejándose hacer.

El castaño era un hombre callado pero pasional. Parecía un alma vieja que necesitaba de una dosis de juventud.

-Quiero penetrarte -le susurró en el oído, y Tomás respiró agitado. 

Carlos era el único que lo penetraba desde hacía más de un siglo. Era una forma de demostrarle que su cuerpo le pertenecía. Jerónimo lo excitaba, pero amaba a Carlos.

-Quiero penetrarte -volvió a pedir agitado, besándole el cuello, mordiéndole el mentón, pasándole la lengua por la clavícula.

-Es muy tarde, mi niño, mañana tengo que trabajar. ¿Podríamos dejarlo para otra ocasión?

Y Jerónimo retrocedió dos pasos confundido. 

No estaba acostumbrado a que le negaran algo.

Miró la hora, iban a ser las dos de la madrugada. Él también tenía que lenvantarse temprano para ir a la universidad... pero era la primera vez que le decían que no.

-Ok -respondió un tanto turbado. -Me llevas a mi casa?

Tomás sintió la confusión, no debería importarle... pero no quería verlo mal.

-Tal vez la próxima vez que salgamos podrías cogerme -le respondió en el oído.

Jerónimo se alejó un poco y lo miró a los ojos.

-Ok. Yo te escribiré para decirte cuando puedo salir.

Fuck.

Jerónimo no lo llamaría nunca más. Y no había averiguado donde vivían sus amigos.

Condujo de vuelta en silencio.

-Tus amigos viven cerca de tu casa?

-Si. -respondió cortante.

-Ese Dany parecía una buena persona. Lo escuché desde el cuarto.

-Es buena persona -contestó mirando hacia afuera del vehículo.

Ok. No podría sacarle más información. El niño estaba ofendido. Le tocaría hacer la investigación por su lado. Al menos sabía que los policías se llamaban Raul y Pablo.

-Espero no tener problemas con tus amigos de la policía por traerte a esta hora.

-Ese es tu problema? -contestó girando hacia él con el rostro rojo, mostrándole los dientes -les tienes miedo? soy un hombre grande, puedo coger con quien quiera. No te preocupes.

-No es que les tenga miedo!! era solo una broma. Imagino que tus amigos son tus vecinos y nos verán llegar y luego te recriminarán estar con un "vagabundo". -dijo sonriente, elevando los dedos para graficar las comillas.

Jerónimo lo quedó observando. Respiraba agitado y se lo notaba enfurecido.

-No tenías porqué escuchar la conversación que tuve con mi amigo. De todas maneras parece que te preocupan las apariencias. Pues a mi no! y no son mis vecinos -casi le gritó cuando Tomás estacionó al frente de su casa. 

Se bajó dando un portazo y le pidió que lo esperara en el auto.

Tomás se limitó a mirar hacia las otras casas. En una que estaba en la calle contraria se prendió una luz del salón y vio cuando se hizo a un lado una cortina y reconoció el rostro de Dany espiando.

Luego se prendió otra luz en la casa siguiente y un rubio salió a la vereda, las manos en los bolsillos. El hombre fumaba y miraba el cielo, pero Tomás sabía que estaba atento al auto.

Jerónimo salió decidido y le golpeo el vidrio del vehículo, el castaño lo bajó y el niño le tiró su ropa en la cara. 

-Sácate mi ropa y devuélvemela -le dijo entre dientes.

-Aquí?

-Aquí y ahora. -respondió un poco más alto y Tomás comenzó a luchar con las prendas para sacárselas.

-Jerónimo ... todo bien? -preguntó el rubio que fumaba.

Jerónimo no respondió, seguía esperando que le devolvieran la ropa mientras movía un pie en señal de impaciencia.

Tomás terminó de desnudarse y la pasó por la ventanilla. 

-Yo te llamaré. No me llames tú -exigió mientras giraba y regresaba a su casa.

-Jerónimo todo bien? -volvió a preguntar desde el frente el rubio.

-TODO BIEN, PABLO. REGRESA A TU PUTA VIDA -Gritó el pelinegro antes de entrar.

Pablo.

Tomás lo miró cuando hizo avanzar el auto y Pablo se encorvó un poco para hacer lo mismo.

Ambos se clavaron los ojos encima hasta que el vehículo desapareció.


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