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Media hora por Aurora Artemiva

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Notas del capitulo:

Quinto capitulo y nos acercamos a lo bueno. Extenso al igual que el anterior, pero gratificante. 

En esta ocasión les dejo una sola aclaracíon en cuanto a las expresiones:

-vivo: inteligente, pillo.

Les vuelvo avisar: van haber spoilers de la tercera temporada en adelante, y muchos más a partir de ahora.

Sin mas, disfrutenlo!

21:45 PM

La diminuta biblioteca que había dentro del Cuartel era lo suficientemente afable para Eren, un poco lúgubre y fría por la escasa concurrencia de los soldados allí, pero acogedora para él cuando se sentía muy mal (como ahora).

 Con la tenue luz provocada por una vela en el centro de la mesa, el chico reposaba, escribiendo en su diario los nuevos recuerdos que hacía poco atacaron su mente en imágenes grotescas y poco descifrables. .. Si no era suficiente con tolerar eso, también debía escuchar los lastimeros gritos que aparecían en conjunto con las memorias que iban llegando.

No era la primera vez; hace ya bastante que tiene esos episodios. Comenzaron a llegar luego de leer los libros que su padre guardaba en el sótano; como pesadillas, como recortes de vidas ajenas que se hacían presente para torturarlo, para robarle con cada memoria un poco de vida con el fin de desnudarle la firmeza y cordura.

Los bloqueos también eran constantes. Si no reaccionaba a tiempo, se veía descubierto por sus amigos en un trance inmóvil, ausente del presente. Todo producto de la verdad que conoció y que más tarde deseó no revelar. No porque fuera incapaz de afrentarla, sino por el hecho de que, a medida que rememoraba los actos cometidos por Marley y Eldia, una parte de sí mismo se iba pudriendo.

Ya no sentía la necesidad de llorar o reír como antes, de a poco se convertía en una hoja seca, y lo sabía. Era consciente de su situación y de lo mal que iba a terminar.

Fue por esa razón que hace unos meses comenzó a escribir un diario personal que dejaría como su legado. No era mucho, pero era lo suficiente para hacerle entender, a quien le siguiera en la línea de sucesión, que la guerra no llevó nunca a un buen resultado; ni a la victoria ni a la derrota, solo a un infierno interminable.

Los recuerdos que le atormentaron hace unas horas lo obligaron a irse a la biblioteca y escribir los sucesos que rememoró. Con eso logró quitarse un peso menos de la cabeza, aunque el dolor seguía ahí latiendo en el área pre frontal. Se sobó con la mano la frente para recostar la cabeza en la mesa, encima del diario. Notó que la vela tardaría una hora aproximadamente en morir, y decidió quedarse hasta entonces, luego se iría.

-Hola Eren-

Ya había escuchado unos pies entrar al lugar, no se sorprendió de escuchar una voz familiar.

-Hola Armin- contestó aun con la cabeza reposada y sin mirarlo, con un tono casi apagado.

El rubio se sentó del otro lado de la mesa; traía consigo un candelabro con dos velas encendidas que dejó sobre la madera.

Cuando vio el diario debajo de Eren comprendió la situación.

-¿Otra vez las memorias?

-Sí, cada vez son peores-le confesó al recomponerse para mirarlo.

-Eso se nota, ya empezaste a tener ojeras- se burló mientras el moreno sacaba de la campera de la Legión un cigarrillo; todavía le quedaban tres de uva.

Armin no solo le notó las ojeras; también visualizo la hinchadez de sus ojos y lo rojos que estaban. Sabía que no era por llorar, sino por la presión cardiaca que experimentaba en cada conexión con los recuerdos. Él también lo vivía con las memorias de Berthold; pero a diferencia de Eren, sus ojos nunca llegaron a verse tan muertos, tan sofocados… tan idos. Eso sin mencionar su cara ¡Oh por Las Diosas! El rostro de Eren se denotaba indignado con la vida misma, descontento y desilusionado.

Cuando su amigo le extendió el cigarro para que fumara con él, también observó su mano, llena de pequeñas cicatrices que quedaron por las mordidas al transformarse que ni su composición titánica pudo curar.

Tomó el cigarro y fumó una pitada.

-¿Querés hablar un poco de eso?- le señaló con la colilla el diario. Tal vez si Eren se abría y le contaba lo ayudaría.

-Perdón Armin, pero no…hoy por lo menos no- contesta al tiempo que cierra la tapa- además tengo que acostarme temprano, mañana voy al cementerio.

-¿Al cementerio? Fuimos hace una semana por el aniversario de la recuperación del muro María- le mencionó devolviéndole el pucho- no digo que esté mal, me llama la atención.

-No deberías sorprenderte, a veces necesit-

- Que quieras volver al cementerio no es lo que me llama la atención- le cortó- me parece una gran coincidencia que justo quieras ir el día de fallecimiento del Comandante Erwin.

Mierda, el rubio era astuto en cada puto sentido. Se quedó estático ante la revelación y no dijo nada;  solo se dedicó a terminar ese cigarrillo antes de que Armin descubriera la verdadera razón de ir a la lapida de un comandante con el cual tuvo una relación formal y a una prudente distancia.

Cuando vio los ojos de Arlert ensancharse y mirarlo con asombro, supo que estaba perdido.

-Vas acompañar al Capitán Levi ¿No es así?, es el único que iría por la amistad que forjaron- y estaba en lo cierto, el plan era acompañar a su superior.

Armin torció la boca en un gesto de sonrisa ante la sorpresa de Eren.

-No quiero dejarlo solo en ese momento, que sea fuerte no significa que no sienta- afirmó  el otro con una fuerza naciente desde su interior.

-…

Las velas se apagarían en unos minutos; tiempo suficiente para que cerraran esa conversación.

-¿Ya te diste cuenta Eren?

-¿De qué?

-De que por más que te estés consumiendo y muriendo de a poco, cuando hablas del Capitán, te es imposible no flaquear.

Su amigo ya lo sabía: Levi era un talón de Aquiles para Eren, un punto débil bien guardado al conocimiento del resto.

-Ya sabes lo que siento por él, no es necesario mencionarlo.

-¿Tampoco puedo mencionar la noche que volvieron juntos al Cuartel? ¿Ni el beso que le diste antes de bajar al sótano? Fue hace como dos semanas creo.

Era definitivo, Armin lo tenía arrinconado por todos lados; y como el moreno no pudo contestar, el rubio continuó

-No fue por metido, pero que empezaras a tener conversaciones a solas con él, que se fueran a la terraza en diferentes oportunidades para después aparecer juntos en el comedor, que él te fuera a buscar antes de que arribara una tormenta... todo eso era raro. Y confirmé mis sospechas cuando te vi metiéndole la lengua hasta la garganta esa misma noche.

Si bien no sentía vergüenza por las palabras de su amigo, se sintió desnudo desde el tabique hasta la punta de los pies.

-Es un secreto Armin, espero que sepas guardarlo- apago el cigarro en el cenicero ubicado a un costado.

-No hace falta que me lo digas- extendió la mano para tomar la de Eren- sé muy bien lo mal que la estas pasando; pero cuando hablas del capitán… Guau, te sorprenderías de ver como destellan tus ojos. Con él volves a ser el mismo de siempre, el Eren que todos conocimos en un principio.

Soltó la mano del moreno y se levantó de la silla para irse; las velas ya se extinguirían.

-Si con la presencia del Capitán podes mantenerte cuerdo y humano, me voy a encargar de cuidar el secreto de ustedes como si fuera mío. No te preocupes, Eren. Buenas noches- sentenció al cerrar la puerta de la biblioteca.

¿Todo lo que dijo era verdad? ¿Él recomponía su postura al pensar en Levi? Si Armin lo dijo, debía de ser cierto.

Una parte de él lo reconocía; cada día sonreía menos y se expresaba menos, pero con Levi… No señor, con él  recuperaba las sensaciones que de a poco morían e incluso podía ser totalmente abierto.

Él le devolvía la energía y viveza necesaria para no convertirse en un cuerpo inerte, lleno de odio y repulsión.

Tal pensamiento le dibujó una sonrisa en la cara; la misma con la que se acostó a dormir.

 

10: 28 AM

Las flores que Levi compró en el camino de ida le parecían las adecuadas: claveles rojos. Había leído en un recorte periodístico que éstas simbolizaban la amistad, y no tuvo mejor idea que aferrarse a eso al momento de elegir unas.

A diferencia de los días anteriores, ese sábado era soleado y fresco, con pequeñas nubes esparcidas. Un cielo celeste, puro, bien fuerte; le dolía la vista de enfocar hacia arriba al admirar el paisaje, el color palpaba lo solido.

Se adentró con paso firme entre las tumbas, le dio escalofríos la brisa repentina que sopló sobre su rasurada nuca. Con esa vestimenta informal, nadie lo reconocería a primera vista; y eso era bueno, porque necesitaba estar solo. Por los costados de las lapidas la hierba se revelaba y  se expandía, llegando algunas a tapar el suelo donde yacían los muertos. Unos pasos más por el extenso pasto y llegó, ahí a donde no quería llegar, a la sepultura de su amigo y comandante Erwin Smith.

Parado frente a esa lápida, se le formó un remolino en el pecho abrazante que lo dejó hueco, tal y como se encontraba ese lugar en su corazón que siempre le perteneció a él, a Erwin, ese espacio en su vida donde lo coronaba como un fiel amigo, único y amable, engañoso e inteligente. El primero que le extendió no una mano, sino su brazo entero para sacarlo de la mierda en que vivía.

Era horrible, ir perdiendo amigos a lo largo de su lucha era agotador y nauseabundo. Siempre alerta, con el miedo de descuidarse unos segundos y perder a alguien otra vez; y eso significaba pasar por el dolor durante meses, perderse en la rabia y resquebrajarse al igual que la tierra seca, sin poder unir las partes de su alma ya rota.

Dejó las flores en el pasto, se sentó frente a la lápida y exhaló esperando no sentir tanta angustia. Se quedó quieto y expectante cuando un soldado se posó al lado suyo a dejar gladiolos blancos sobre la tumba. Se volteó para encontrarse con Eren, quien hacía una reverencia.

Con aquel atuendo casual, el chico hizo de su presencia.

-Buenas tarde Comandante, Capitán- el saludo esta vez fue para él.

Depositó su cuerpo al lado del mayor, cruzando las piernas cual indio, observando la tierra que se juntó por sobre la escritura de la lápida y que decidió limpiarla con los dedos.

-Eren, ¿Se puede saber que haces acá?

-Vine a hacerle compañía capitán; ya debería estar acostumbrado a mi constante presencia- contestó mientras terminaba de limpiar el grabado sobre la cerámica- El nombre del comandante no puede estar así de sucio ¿No le parece?- le dijo limpiándose los dedos con un paño blanco que guardaba en el bolsillo.

Levi cerró los ojos y negó con la cabeza; la situación no podía ponérsele peor.

-A ver mocoso, este es uno de los dos días libres que tenés en la semana ¿y venís al cementerio? No te confundas, no es la primera vez que pierdo a alguien, lo puedo soportar solo. No es necesario que estés acá- como era de esperarse, no se dejó llevar por la cercanía del otro

La faceta que adquirió el chico era adusta y firme, no solo por esas palabras, también por el hecho de que lo sabia; estaba invadiendo la fría soledad de su capitán, esa donde se remojaba y salía nuevamente para enfrentarse al mundo.

-No vine por obligación o lastima si es lo que piensa. Quiero estar para usted en este día, ya sea si me necesita o no, solo quiero acompañarlo en silencio- explicó mientras sacaba de su bolso un termo lleno de té caliente; mismo gesto que tuvo el capitán semanas atrás cuando lo fue a buscar al mar - Sé que no desayunó, así que le traje un poco.

Ackerman no lo podía asimilar, el muchacho era una luz por donde se lo viera, tan compañero y bondadoso. Siempre ahí para él cuando se sentía caer. Cuando sus emociones ya no aguantaban el pesar, el chico aparecía a bridarle la fuerza que le faltara para levantarlo.

Tomó un poco de té, era de frutos del bosque, ¡cómo le gustaba!

-¿Por qué gladiolos blancos?

-Dicen que simboliza el honor, y honor es lo que  le profeso al Comandante.

 Se callaron unos momentos.

-¿Me seguiste desde el Cuartel?

-¿Desde dónde sino?

Y rió un poco; el chico tenía los huevos suficientes para admitirlo.

Los refugió un silencio pacifico mientras bebían del termosifón.  Y sin previo aviso, Eren se sentó derecho en su lugar y arrancó una conversación.

-No me va creer lo que ocurrió Comandante-

 Levi lo miró incrédulo, ¿Comandante? ¿Le estaba hablando a la tumba de Erwin?

-Me animé, como me lo aconsejó usted aquella vez, y le comí la boca al Capitán- soltó entre risas mientras le hablaba a la lápida- Usted tenía razón, el capitán es rompe bolas pero tiene un corazón enorme; solo que no esperé que se dejara llevar tan rap-

Ackerman le tiró té caliente sobre la remera, solo un poco para que dejara de hablar y reírse.

-¡Erwin! ¡¿Lo incitaste a que se me tirara encima?!- y sí, ahora eran dos insanos conversando con la tumba- y vos, mocoso de mierda ¿Cómo que te aconsejó?

-Así como se lo digo Capitán. Se dio cuenta solo, ya sabe lo intuitivo que era. Y me dijo que no perdiera la oportunidad cuando se me presentara- comentó emocionado.

-Entonces vos…- dirigió la mirada al grabado de Smith- lo sabías y no dijiste nada. La puta madre.

-Comandante ¡hace poco casi nos encuentran! no sabe el miedo que tuve. Estábamos yendo a la caballerizas y en-

-Erwin, por favor no lo escuches- pidió a la tumba.

 Se cubrió la cara con una mano por la ignominia que sufrió cuando escuchó  a Eren relatar el acontecimiento excitante que pasaron de camino por las caballerizas; cuando no aguantó y lo metió dentro del compartimiento vacio de uno de los caballos, para besarlo y asfixiarlo con su lengua al tiempo que friccionaba sus caderas. Una jugada arriesgada, porque tuvieron que esconderse al escuchar unas voces en el lugar.

-Lo malo es que todavía no me pude acostar con él, si usted estuviera vivo me podría dar algún consejo con respecto al sexo, pero es-

-¡Eren, callate! Erwin discúlpalo, es un estúpido- cortó en seco. Sintió al chico dar la última risa y se relajó.

Los minutos donde albergó el silencio le ayudaron a Levi a ordenar sus ideas y palabras. Sintió que era un buen momento para sincerarse.

-Hiciste bien Erwin-comentó ante la mirada extraña de Eren- hiciste bien en aconsejarle eso. Te encargaste de no dejarme solo para cuando te ausentaras.

Y con una naturalidad inédita, posó sus dedos sobre los de Eren. Estaban tibios, como lo era todo él.

No tenía nada pendiente por decirle al difunto; se habían despedido hace ya mucho.  Cuando sintió el nudo formarse en la garganta, echó la cabeza hacia atrás, admirando las nubes pasajeras. Tragó y se aseguró de retener las lágrimas para que no escaparan. Las fosas nasales se le abrían al humedecerse por el llanto que retenía. No iba quebrarse justo ahora, no después de organizar sus problemáticas emociones. Cerró los ojos con tranquilidad al asegurarse de que la presión en sus cuerdas vocales se esfumaba y ya no sintió el ardor ni acuosidad en los ojos. Cuando los dedos del chico apretaron los suyos, entendió que el duelo no lo pasaba solo. El mocoso estaba ahí para auxiliarlo si su persona llegaba a romperse.

Se levantó del lugar con una grata expresión en el rostro. Eren le siguió.

-Nos vamos. Gracias por escucharnos Erwin, sé que desde algún lugar lo estás haciendo- y emprendieron marcha fuera del cementerio.

Uno de los pétalos del clavel rojo se alzó con la brisa para rebasarlos, y Levi confirmó la infundada teoría de que los muertos acompañan a los vivos a pesar de cualquier circunstancia.

 

Fuera del lugar, sobre la extensa calle de tierra que conecta diferentes puntos dentro de la muralla María, se presentó una incomodidad pesada, producto de la incertidumbre del qué hacer ahora, si irse cada uno a sus propias actividades o encontrar una razón para continuar el día juntos.

Eren sacó el pequeño reloj de bolsillo que llevaba dentro del pantalón negro; se acercaba el mediodía.

-¿Tiene planes para hoy, Capitán?- preguntó mientras caminaban. Los zapatos se les estaban empolvando.

-No. En lo único que pensé era en venir acá.

Sin ningún rumbo, ya se encontraban lejos del camposanto, adentrándose en los paisajes del campo; frondoso e imponente, un talento de la naturaleza. Metros más adelante, la calle se abría en dos: una con destino a la Ciudad, la otra con dirección a los cuarteles de la Legión de Reconocimiento. Ahí fue donde detuvieron su andar, pero Levi lo continuó por el camino izquierdo.

-¿Va volver al Cuartel? ¿No va aprovechar su día no laborable?- Eren aún permanecía en el comienzo.

-No tengo motivo para ir a la Ciudad. Me voy a encargar de revisar los nuevos equipos tridimensionales- levantó la mano en un gesto de saludo- Cuidate Eren.

 No se le iba escapar tan simple al chico.

-¿Le molestaría acompañarme? Tengo que comprar unas hojas de afeitar nuevas y unas cos-

-No sos un nene, no vas a perderte- lo último que quería era cumplir el rol de niñero.

Sin embargo, el menor se le acercó con rapidez para tenerlo de frente

-Capitán, lo estoy invitando a salir- dijo mientras le pasaba una mano disimuladamente por la espalda, acercándolo a su cuerpo- ¿Tan ingenuo es que no puede leerme entre líneas?

Esa última frase despertó el lado dañino del mayor, el cual cobró vida cuando le enterró una rodilla en el abdomen a Eren, haciéndolo toser y doblarse del dolor. La cara de odio del chico le subió por completo los ánimos a Ackerman.

Se encaminó hacia la carretera derecha dejando atrás al otro, quien se tardaba en reaccionar tanto por el golpe como por la decisión de su superior de tomar la carretera que llevaba a la Ciudad.

-¿Y? Dale Jaeguer. Si tenes los huevos para encararme, también tenes que tenerlos para las consecuencias- le gritó ya a 500 metros de distancia- El camino hasta la zona urbana es largo, apurá el paso

Y aún maldiciendo y riéndose por la aceptación del capitán a salir esa tarde con él, se enderezó, sobando el lugar doliente para llegar con Levi. Lo logró, y el contrario se carcajeo al verle la cara agitada por correr tras suyo.

-La próxima vez ¿podría aceptar mi invitación a salir de una forma menos retorcida?- le pidió el chico con el ritmo cardíaco irregular.

 La mirada viciosa y divertida del mayor le dio la respuesta.

-La próxima vez, invítame a salir sin hacerte el vivo.

 

01: 47 AM

El recorrido por los centros urbanos los llevó a comprar no solo las cosas faltantes y necesarias, sino también a regocijarse de ciertos gustos, como las hojas de té saborizadas con boldo, los manuales y libros que habían salido hace poco a la venta y unas prendas de ropa para la próxima expedición.

Entre caminatas y conversaciones deliberadas, Capitán y subordinado patearon las calles pavimentadas, culminando en un bar pasada la medianoche.

¿Qué cómo terminaron allí? El chico aprendió la lección, y cuando invitó a Levi a tomar algo, lo hizo de la manera adecuada, sin querer pasarse de listo.

  La clientela del lugar era amena, y lo fue mucho más cuando aplaudieron y dieron aclamaciones al notar la presencia de dos reclutas de la Legión de Reconocimiento entrando al lugar. Como regalo, la casa les invitó la mitad de los tragos. Con una ambientación clásica, reservada y de luces tenues, iban ya pasados de copas.

De frente, sobre una de las mesas ubicadas en el rincón de la cantina, los dos hablaban bajo.

-Capitán ¿cómo se dieron cuenta que éramos de la Legión? No llevamos puesto el uniforme.

-Sos la esperanza de la humanidad, cualquiera te reconocería- en el fondo de las copas decantaba el hielo ya derretido y los restos de alcohol.

-¿Y usted?

-Conozco al dueño; me hizo un par de favores viviendo en la ciudad subterránea.

La taberna en lugar de vaciarse, se llenaba cada vez más. Los clientes los saludaban al entrar; incluso algunos en su condición de borrachera hicieron el Saludo militar con el puño en el pecho al verlos. Eso era agradable, demasiado. El sentirse tan bienvenido les era emocionante.

-¿No cree que tengamos problemas por esto? Alguien podría vernos y comunicarlo con los de arriba. Tal vez alguien de la Tropa Estacionaria o alg-

-Eren- le cortó- no estamos infringiendo ninguna ley, ni tampoco estamos haciendo nada inadecuado por ahora.

El chico supo que eso era mucho más que una indirecta

-¿Por ahora?- le interrogó, contemplando al contrario tomar lo que restaba en el vaso, cruzando una pierna.

La respuesta no le llegó nunca, y bien acertado es el dicho de que “el que calla, otorga”.

-¿Sabe algo Capitán?- se acercó sobre la mesa para que pudiera escucharlo hablar en ese tono leve, su superior se arrimó- yo también conozco al dueño de este bar, y sé que detrás de aquella puerta, - le señaló un acceso iluminado con poca luz- las cosas son muy distintas.

Levi se llevó una linda sorpresa  ¿el mocoso estaba al tanto de la existencia del  telo al fondo del bar?... Era un asombro constante el chico; y él que aún lo creía iluso.

Sus pensamientos se aturdieron cuando sintió la mano de Eren pasearse debajo de la mesa por su muslo derecho, el que daba contra la pared, de manera que nadie pudiera verlo. Esos dedos se abrieron y contornearon la parte interna del muslo, apretando y masajeando cerca del comienzo de la pelvis. Como si eso no fuera poco, el chico lo miraba fijamente a los ojos mientras lo incitaba, le sonreía con gusto y mordía su propio labio en señal provocativa.

Estaba seguro, la mayoría de las acciones del menor eran fruto del alcohol, del mareo y de los sentidos distorsionados.

-¿Y capitán? ¿No va pedirle un favor a su amigo dueño?-apretó la rodilla de su superior; el  repentino calor empezaba a desesperarlo.

 Levi lo miró con seriedad, apretando la mano de Eren que reposaba en su pierna.

-¿Estas consciente como para entender la situación y lo que va ocurrir si entramos allá? No quiero arrepentimientos- sentenció, tratando de calmar su naciente erección.

El chico rió por lo bajo para contestarle.

-Capitán, fue por esa razón que lo invité a tomar en este bar y no en otro.

Sin nada más que aclarar, Ackerman se levantó de su sitio a pedirle la llave de unos de los cuartos. El señor de edad avanzada se la otorgó, un poco impresionado, pero decidido al momento de ver los billetes que salieron del bolsillo ajeno.

Tomaron sus bolsos y se adentraron al pasillo que conducía a las diversas habitaciones, todas con luces escarlatas. Una ambientación poco visible en la Ciudad, pero excepcional para ese entonces.

-Ya te hiciste a la idea de que no vas a dormir ¿Verdad?- le dijo al abrir la puerta para darle paso a su compañero de entrar.

-No lo sé. Demuéstremelo Capitán- susurró cuando pasó a su lado.

 Levi decidió en ese momento  no darle tregua  ni un segundo en lo que restara de noche.

 

 


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