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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Bueno, me he puesto un poco supersticioso últimamente y supongo que por eso este capìtulo es de esta manera... ya se darán cuenta de qué les hablo.

 

Espero que todos sus sueños se estén cumpliendo!!

Nos leemos!

Marcelo III

 

Además de practicar judo, suelo ir a clases de yoga. Mi mamá es profesora de esa disciplina y es ella quien desde pequeño me ha enseñado que debemos cultivar el cuerpo y la mente al mismo tiempo para no perder la armonía, porque de hacerlo por separado, nos transformamos en personas como Enrique, o lamentablemente, como Patricia.

-Cariño, te veo preocupado, ¿sucede algo en tu trabajo? – Piedad, mi madre, me preguntó al finalizar la clase.

-Siempre sabes cuándo estoy mal –sonreí intentando esquivar la pregunta, pero eso es algo que no puedo lograr con ella, y es que cuando se propone algo no se detiene hasta lograrlo.

Se fueron todos los estudiantes y quedamos a solas en la sala que alquila en el centro para dar sus clases. Me entregó un poco de té yogui que solemos tomar luego de las sesiones, nos sentamos en el suelo, puso sus manos en mis rodillas y me volvió a preguntar.

-Hace poco llegó a Physical el hijo de Patricia, y creo que con él comenzó a aparecer la verdad. Ahora no puedo verla de la misma manera –

-Tal vez siempre supiste cómo era esa mujer y tan solo ahora tienes las pruebas suficientes como para dejar de evitar ese pensamiento. ¿Te estás preguntando por qué la amas? –ella siempre ha sabido todos mis secretos.

-Siempre he imaginado que es perfecta, desde que la veía en la televisión. Creo que caí en la imagen que proyecta, y de esa farsa me enamoré... El otro día, Tomás llegó con todo el rostro herido al Physical, aunque costó que me lo contara, confesó que su mamá le había dicho que nunca lo había querido y que fue un error tenerle. ¿Qué clase de persona puede decirle eso a su propio hijo? Digo, hace poco nadie sabía de la existencia de ese niño, es obvio que lo rechaza, pero ¿por qué? –

-Esas no son preguntas que tú debas responder, solo aléjate de lo que te desvíe de la armonía. Siempre te he dicho que esa mujer te llevará a la ruina, pero no me has hecho caso. Todavía estás a tiempo de enmendar tu camino –

-No, ahora no puedo, Tomás me preocupa demasiado –

Le conozco hace poco, tan solo que el hecho de ser el hijo de la mujer a quien amo me ha hecho quererle, aunque sea un poco. Y debo reconocer que tras saber lo que está sufriendo, me dan más ganas de ayudarle. Siempre he sido así, desde pequeño suelo proteger a los desvalidos, a mis compañeros del colegio de quienes todos se burlaban, a mis alumnos más débiles en clases de judo, a mi madre que siempre ha caído en las mentiras de mi padre.

-¿Piensas que puedes ayudarlo? ¿Cómo? –

-Nunca... -algo en mi interior se contrajo en ese momento, como si me hubiera percatado recién que las palabras que iba a pronunciar eran ciertas. – Nunca había conocido a alguien con la mirada tan triste –

-¿Qué le ha pasado a ese niño? – Piedad estaba interesada.

-No tengo tantos detalles, pero su mamá lo abandonó cuando tenía diez años y supongo que en la escuela le molestaban mucho por su aspecto físico. He visto sus muñecas y parece que se laceraba, ya sabes, alguien que tiene depresión, pero solo tiene dieciocho. Pensó que cambiaría su vida al venir a vivir con Patricia, pero ahora cada vez es peor y su vida se está desmoronando poco a poco. Imagina que lo único bueno que le ha sucedido es que un tarado superficial se ha enamorado de él, tan solo que todo es mentira, le están engañando, ese sujeto y su propia mamá están jugando con sus sentimientos –

-Ay Marcelo, en realidad te preocupa mucho ese niño. Será acaso... ¿Que te ves reflejado en él? –

-Nuestras historias no tienen nada de parecido –

-El rechazo de un padre. Siempre has sentido que tu papá no te quiere, que por eso se separó de mí, que tú eres el culpable de mi sufrimiento. Ya lo hemos hablado, nadie tiene la culpa que ese hombre haya decidido que no somos suficiente para él y haya preferido a una mujer mucho menor , pero tú no eres él, no puedes luchar sus batallas, ni las de nadie. Mi niño, eres muy noble, pero no puedes salvar la vida de los demás. Sería lindo, pero no es posible –

Sé que tiene razón, pero me desanimó mucho escucharlo. Aunque me siento cada vez más alejado de Patricia, quisiera ayudar a que enmendara su camino, y ayudar a Tomás sería una forma de hacerlo. Además que me gustaría que ese pequeño fuera feliz.

-¿Y si lo traigo para que veas su aura? – se me ocurrió de pronto y es que Piedad es muy buena en ella, es un don que tiene.

Desde pequeño mi mamá siempre ha sido muy perceptiva, de esas personas que ven cosas que el resto no vemos. Cuando mi abuelo falleció, ella supo una semana antes que sucedería y solo con verle desde lejos. Ve energías que no son perceptibles a nuestros ojos y por eso decidí que debía ver al gordito en persona.

 

 

 

-A ver, deja resumir. Quieres que vaya a clases de yoga con tu mamá porque piensas que estoy mal en judo y que si practico mi meditación ¿puede que mejore? –preguntó el hijo de Patricia mientras caminábamos esa tarde en dirección al salón de Piedad. Le convencí ese mismo día en el gimnasio.

-Claro, es eso lo que necesitas –

-Si tú lo dices...- se río como si supiera un chiste muy divertido.

Entramos al lugar, nos quitamos los zapatos y nos pusimos sobre los mats a esperar a la profesora. La clase comenzó, hicimos las respiraciones de inicio, pronunciamos los mantras e imitamos las posturas. Tomás intentó todo y no logró nada. Por su envergadura le costaba mucho cada movimiento y terminó en el suelo en más de una oportunidad. Y vaya qué temblor se generaba en el piso.

Estaba todo sudado, por lo que se fue a lavar luego de la sesión. Me quedé ese tiempo a solas con mi madre.

-Aléjate lo más pronto de él, Marcelo. Esto no es una broma, nada bueno puede salir de ese niño –

-¿Qué? ¿De qué estás hablando? –me sorprendí.

Nunca, en mis veinticuatro años de vida la había visto tan descompuesta, como si hubiera visto al mismísimo demonio. ¿Qué había ocurrido? Sé que puede ver cosas que el resto no podemos, y esto solo podía ser que había visto una desgracia.

-A ese niño lo persigue la muerte y cada paso que da lo acerca más a ella, pero no es de esos que se hunde solo, sino que atrae a todos quienes le rodean. Aléjate de él, te lo ordeno, no quiero perder al único hijo que tengo – no eran bromas, en realidad Piedad estaba asustada.

-Me mojé los calcetines porque entré sin zapatos al baño. ¿Tú tienes algunos de repuesto? –preguntó inocente Tomás al regresar.

¿Será verdad todo aquello que me dijo mi madre? ¿Cómo? ¿Cómo es posible que si ya ha sufrido tanto solo le quede la muerte? ¿Acaso no todos vinimos a esta vida a ser felices? 

 


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