Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cacería por Seiken

[Reviews - 71]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

-Basta Minos. 

 

Hades no estaba especialmente satisfecho con ese trato, pero no culpaba a Radamanthys por ello, al acudir al santuario a pedirles ayuda, fue el santuario quien decidió cobrar esa ayuda de una forma tan baja y ruin. 

 

-El tiene razón mi señor, yo solo cambie de verdugos, pero la sentencia sigue siendo la misma. 

 

Radamanthys no deseaba ver a ninguno de sus aliados, mucho menos a Cheshire que seguía aterrado, pensando lo mismo que todos ellos, los refuerzos no lo eran, solo se trataban de unos oportunistas. 

 

-Yo les falle… 

 

Radamanthys se mantuvo de pie, sin embargo, su cabeza veía el suelo, sus puños estaban apretados, sus uñas comenzaban a cortar las palmas de sus manos, debido a la fuerza con la que apretaba sus manos. 

 

-Tal vez, sea cierto lo que dicen, no hay alfas buenos… 

 

Minos estaba a punto de decirle que nunca habían conocido a uno de esos alfas buenos, sin embargo, escucharon unas pisadas, eran ellos, acercándose a su círculo, sin comprender lo que se les había sido ofrecido, que era tan malo como una cacería. 

 

-Hay unas habitaciones especiales para los omegas, son muy grandes, son muy bonitas, estan en perfectas condiciones y solo dos omegas las utilizan, aunque tenemos cuatro omegas entre nuestros santos. 

 

Era el gemelo del anciano que decretó que serían sus esclavos, quien se acercaba a ellos con delicadeza, lentamente, como si esperara que de un momento a otro serían atacados y así sería, de estar Kagaho en condiciones para hacerlo. 

 

-Están a salvo con nosotros, ninguno de nuestros muchachos tomará un omega, aunque no puedo mentirles, les agrada la idea de tener alguna posible pareja entre ustedes, son buenos chicos, no son unas bestias, no les harán daño. 

 

Hades podría pensar que salir de ese sitio era una posibilidad, que podían escapar, pero bien sabía que no tenían otra opción, más que ser Sabinas, al menos, hasta que se les ocurriera algo mas. 

 

-¿Como se que puedo confiar en ti? 

 

Sage suspiro, porque no habia una razon para confiar en ellos y no habia nada que le demostrara que podía creerles, no después del ímpetu demostrado por su hermano, así que suponía, que se trataba del menor de dos males. 

 

-Podría decir que tenemos nuestro honor, pero después de las palabras pronunciadas por mi hermano, no pienso que lo crean, asi que, supongo que seriamos el menor, de dos males. 

 

Tenían hasta la media noche para dar su respuesta, así que Hades no se digno en decirle nada a ese sujeto, que le veía con pena, casi haciéndole pensar que sus sentimientos eran reales, para después, retirarse. 

 

-Así que… es ser tomados por los santos dorados o ser poseídos por todos los demás… 

 

Aiacos susurro, tratando de ser fuerte, pero ya no pudo más, le dolía demasiado la muerte de su alfa, de su pequeña, que siempre fue el, asi que cayendo de rodillas, llevo sus manos a su rostro, antes de empezar a llorar. 

 

-Saldremos de esta… 

 

Pero nadie lo creería esta vez, ni siquiera el propio Hades, que comenzaba a preguntarse, porque tenía tan mala suerte, porque los hados del destino se dedicaban a ensañarse con él y sus soldados, sin darse cuenta que Radamanthys se apartaba, creyendo que aún había algo que hacer. 

 

-Tenemos hasta la media noche, en ese momento, tomaremos una decisión, votaremos para saber qué hacer, si nos quedaremos aquí, si nos liberó de esta carga o si salimos del santuario, para enfrentarnos a los cazadores.

 

Todos asintieron, tomando un lugar junto al otro, algunos de cuclillas, otros sentados, pero cada uno permaneciendo en ese sitio, Pharaoh tratando de confortar a Aiacos que no dejaba de llorar por su alfa, sin darse cuenta que el arquero les observaba, sintiendo demasiada pena por ellos, pero en especial por Aiacos. 

 

-¿Porque nos están haciendo esto? 

 

No eran prisioneros, pero les dejarian moverse a su antojo, aunque alrededor de los omegas, algunos de los santos dorados permanecieron, uno de ellos Sisyphus, otro Albafica que no dejaba de observar al espectro de cabello blanco, y el último era Defteros, que trataba de esconderse de ellos, pero sabían que estaba allí. 

 

-No pienses en eso… 

 

Sin darse cuenta parecían soldados haciendo guardias, o leones esperando por su presa, y esa actitud hacia todo, menos borrar los temores de los espectros, que se mantendrían unidos, creyendo que esa era la única forma de estar a salvo. 

 

-No pienses en eso… 

 

Cheshire que nunca había sentido agrado por Radamanthys, al verle apartarse de los demás, lo siguió en silencio, creyendo que era un traidor, que los había vendido como dijo Minos que había hecho. 

 

Viendo como avanzaba en silencio, ingresando a una de los infinitos templos del santuario, en donde se encontraba Hakurei, fumando de una pipa, esperando por la medianoche, seguro de que les darían la oportunidad de cuidarlos. 

 

-Tu me dijiste que nos ayudarias, que harías lo que pudieras, pero esto no es ayudarnos… 

 

Radamanthys pronunció, desesperado, porque después de la media noche serían cazados, morirían, pero temía que al reencarnar, la cacería se reiniciara, o serían Sabinas, serían los esposos de los santos dorados, que tal vez para ese momento ya se los habían repartido. 

 

-Solo… solo estas cambiando a los verdugos… por que el desenlace será el mismo, nosotros siendo violados por un alfa. 

 

Hakurei seguía fumando con tranquilidad, escuchando las palabras de Radamanthys con una expresión serena, con ese aire burlón que siempre había tenido, aún en un momento como ese. 

 

-Y si mis hermanos sufren algún daño, yo no estoy dispuesto a cumplir mi parte del trato, Hakurei, puedes estar seguro de eso. 

 

Cheshire no entendía lo que estaba pasando, pero no creía que Radamanthys los hubiera vendido como dijo Minos que hizo, aun así, guardo silencio, escuchando lo que ese alfa le diría al dagon. 

 

-Mis muchachos no son unos violadores, están entusiasmados de tenerlos aquí, es cierto, como todo alfa, pero estoy seguro de que no les tocaran un solo cabello a menos que se los pidan, igual que yo. 

 

Hakurei estaba muy molesto, porque si, sus acciones se veían como las de un depravado, pero esos dioses eran aún peores y de no existir alguna regla divina que los detuviera, seguirian la cacería en el santuario y dañarían a los omegas de ese sitio. 

 

-¿Y por eso aceptaste mi oferta? 

 

Radamanthys estaba indignado por esa respuesta, sus vidas estaban en peligro y ese anciano quería actuar como si fuera un buen hombre, como si no fuera un depravado que los deseaba bajo sus pies o dentro de su cama. 

 

-Yo no te habría pedido nada, tu me lo ofreciste a mi, y creeme Radamanthys, yo no aceptaré tus favores, hasta que tu no me desees a mi tambien, por muy agradable que me parezcas. 

 

Hakurei dio otra bocanada a su pipa, mirándole fijamente, con una expresión indescriptible para los dos espectros, caminando unos cuantos pasos, hasta detenerse junto al espectro, que era unos centímetros más bajo al ser omega, no demasiados, pero él era bastante más fuerte que el chico rubio, que le veía con desagrado, casi miedo. 

 

-Pero… para que estés más seguro de nuestra buena voluntad, me asegurare de que ninguno de ellos quiera cobrar sus favores, si a cambio, tu no duermes en el ala de los omegas, sino, tú duermes en mi compañía. 

 

No supo muy bien qué hacer en ese momento el espectro de cabello claro, solo entendió que Radamanthys no los había vendido, sino que se había vendido por su bienestar, así que era injusto el trato que recibió, cuando lo único que deseaba era protegerlos. 

 

-Como si fueras mi esposo, cumpliendo tu promesa. 

 

Radamanthys asintió, permitiendo que Hakurei acariciara su mejilla, para después sostenerlo del mentón, como si quisiera besarlo, pero no lo hizo, dándole la espalda para regresar a su puesto, dejandole ir. 

 

-Esta bien, pero ellos no pueden sufrir ningún daño y tu tienes el poder para evitarlo Hakurei, como el hermano del patriarca, como su ejemplo a seguir. 

 

Radamanthys le daba más poder del que tenía, pero lo usaría a su favor, aunque fuera demasiado retorcido, manipularlo, para que cayera en sus brazos, al verle como su salvador. 

 

-No puedes permitir que ellos se repartan a mi gente, a mis hermanos, a su antojo. 

 

No lo haría, porque sus soldados no eran de esa forma, asi que no tenia porque preocuparse, pero si Radamanthys creía que ellos podían hacerlo y él consiguió que no pasara, podría servirle de mucho, así como las palabras pronunciadas por ese espectro de cabello claro, que escuchaba esa conversación. 

 

-No lo haré, puedes contar conmigo, si yo puedo contar contigo. 

 

Sin mas, escucho como el espectro rubio salía de esa habitación, para regresar con los otros, que no se dieron cuenta de su ausencia, mucho menos que Cheshire había seguido a Radamanthys, a quien veía de una forma completamente diferente, después de eso. 

 

-No es justo… 

 

Sintiendo de pronto como chocaba contra algo duro, pesado detrás de él, volteando asustado, para ver a un muchacho alto, de cabello negro, vestido como lo hacían los aprendices del santuario, quien parecía muy avergonzado de haber chocado contra él. 

 

-Perdon, no veía por donde iba. 

 

Cheshire al principio quiso atacarlo, pero no lo hizo, retrocediendo algunos pasos, antes de comenzar a correr muy rápido, para llegar a donde se encontraban los otros, que al verle tan agitado, se preocuparon, creyendo que tal vez, alguno de los santos dorados quiso lastimarlo. 

 

-¿A donde estabas? 

 

No quiso responder esa pregunta, pero en cambio realizó un gesto especialmente extraño, porque se sentó a un lado de Radamanthys, que cruzaba sus brazos delante de su pecho, sin atreverse a decirle nada a nadie. 

 

-Dejalo, una de sus técnicas es hacerse invisibles, seguro estaba oculto. 

 

*****

 

Thanatos se mantuvo tranquilo a pesar de que Manigoldo lo sostenía de su ropa con fuerza, apretando los dientes, furioso, esperando el momento en el que lo atacara, o le respondiera, pero no hizo ninguna de las dos cosas, cuando Hypnos usando su cosmos, lo durmió entre sus brazos. 

 

-La cacería ha iniciado Thanatos… 

 

Thanatos le había dicho a su hermano que debían escapar, porque sabía que uno de los cazadores esperaba poder poseer a un dios y aunque Hypnos, quiso llevar a los omegas del Inframundo con ellos, no tenían el cosmos suficiente, debían esconderse. 

 

-Lo se, pero que podíamos hacer, ni siquiera el santuario está a salvo. 

 

Después del Inframundo, acudirán al Santuario, para seguir con su cacería, pues, esperaban destruir a cada omega que tuviera cosmos en ese mundo, para que no volviera a nacer uno como ellos. 

 

-Por eso te llevaste a ese cangrejo, para proteger su vida… 

 

Hypnos acarició el rostro de Manigoldo, pensando que le divertían más las guerras santas, pero que desde Athena decidio proteger a sus santos dorados, los dioses habían enloquecido, siendo los peores los que representaban a la cacería, Apolo y Artemisa. 

 

-¿Qué más podemos hacer? 

 

Apolo les perseguía, los cazaba, los violaba, y Artemisa los castigaba por no poder evitarlo, cómo castigaba a sus ninfas cuando estas eran corrompidas, según sus propias palabras, por las manos de algún otro ser. 

 

-No quiero que te lastimen y no quiero que lo dañen. 

 

Tal vez compartir información, hacerles ver que los hermanos cazadores, buscaban cubrir de sangre omega los campos de Athena, los mares de Poseidón y cada recóndito lugar en ese mundo. 

 

-Tal vez, acudir con ellos… decirles lo que sabemos… 

 

Thanatos negó eso, era mucho mejor esconderse en el Erebus, en las grutas donde dormía Hypnos, que acudir al santuario, para ser destruidos junto a los otros dioses, pensando que solo así Manigoldo estaría a salvo, aunque lo hubiera secuestrado. 

 

-Es demasiado arriesgado… 

 

Hypnos negó eso, nada era más arriesgado que estar solos en sus grutas, esperando el momento en el que fueron atacados por los dioses de la cacería, pero no dijo nada, esperando que ese cangrejo, de despertar, pudiera convencer a su hermano de acudir en su auxilio. 

 

-Como tu digas Thanatos. 

 

*****

 

-Mi señora, no puede dar una orden como esa, no es justa y usted es la justicia. 

 

Sage pocas ocasiones se había atrevido a visitar a su diosa en su salón de guerra, donde también se encontraban sus consejeros principales, dos soldados tan antiguos como el, pero que generalmente, nunca eran vistos por nadie. 

 

-¿Desconfias de nuestra diosa Sage? 

 

No era eso, pero tampoco podía permitir que trataran como unos objetos a esos niños, corrompiendo a sus soldados en el proceso, que su hermano actuará como un demente, como algo peor que un libertino, sólo porque deseaba pasar sus últimos años en compañía de un omega, de ese omega en particular. 

 

-No, por supuesto que no, pero si dudo de las razones de mi hermano para realizar un acto como ese, temo que no actúa debido a la bondad de su corazón, pero si debido a su lujuria. 

 

Uno de ellos se levantó, caminando hasta llegar a donde se encontraba Sage, arrodillado, aspirando hondo, un aroma de alfa, puesto que Sage no era un beta, era un alfa, después de todo, eran gemelos, los cangrejos eran idénticos. 

 

-Lujuria dices… 

 

Susurro en su oído, aspirando un poco más fuerte, seguro de que era aquello que podía apreciar, era el aroma de un alfa cuando había visto algo que deseaba, algo atractivo, un aroma ciertamente posesivo, salvaje. 

 

-Yo digo que es posesividad, y no viene de Hakurei, viene de ti, Sage. 

 

Sage no se inmuto al ser acusado de algo tan indigno, tan bajo, tan deplorable, cuando él había acudido con su diosa para solicitarle diera marcha atrás a esas acciones, a esa sentencia, pero, inmediatamente, otro de los guerreros, se acerco a el, mirándole con una expresión burlona. 

 

-Sage qué es tan correcto y puro, que se hizo pasar por un beta, como si ser alfa fuera algo malo, para que su propio hermano no se sintiera desplazado, que no sintiera celos. 

 

Sage estaba cansado de esas palabras, viniendo de algunos soldados tan viejos, que habian aconsejado a su diosa que hacer por los últimos doscientos años, en algunas ocasiones, no sabía muy bien, si estaban en lo correcto. 

 

-No estamos hablando de mí, ni de las razones por las cuales decidí presentarme como un beta, estamos hablando de los santos dorados, de sus soldados, que pensaran que pueden someter a los omegas a su voluntad, si no hacemos algo para detenerlos. 

 

Athena se levantó de su asiento, con la diosa de la justicia en sus manos, en su cetro, segura de la bondad de sus aliados, de sus soldados, que le veían como una fuerza que seguir, observando el santuario, como se alzaba imponente en el paisaje. 

 

-Será una prueba para ellos y para nosotros, sabremos en quien confiar, y aún los espectros, sabrán en quienes pueden confiar, tal vez, después de este desafortunado suceso, la paz sea duradera. 

 

O tal vez la locura reinará en el santuario, cuando los alfas quisieran poseer a los omegas, hacer válida la ley de las Sabinas. 

 

-Sage, tú eres sabio y mesurado, pero en ocasiones, necesitas actuar con más ímpetu, te sorprenderia los resultados que esto podría traerte. 

 

*****

 

hola chic@s, hoy decidi actualizar dos capítulos como una clase de regalo, espero que les guste y deseo saber sus opiniones, muchas gracias por leerme, dejarme estrellitas y comentarios. SeikenNJ. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).