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Cacería por Seiken

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-No vayas Radamanthys, no es una buena idea. 

 

Minos pronunció, tratando de evitar que Radamanthys fuera a encarar a Valentine, por esa mordida, por lo que le hizo, que parecía le dolio mucho mas que todo lo sufrido hasta el momento. 

 

-No he tenido buenas ideas desde que deje que Pandora les abriera la puerta Minos, así que, una más, no cambia nada. 

 

Respondió, dirigiéndose hacia donde estaba Valentine, recordando que Myu le dijo que estaba encerrado en una celda, gravemente herido, no parecía que fuera a sobrevivir, asi que debía darse prisa, si quería comprender, porque le hizo eso. 

 

-No morirás hasta que hayamos hablado tu y yo… 

 

Susurro, sin darse cuenta que una explosión hacia que un cuerpo cayera en picada no muy lejos de él, pues, las celdas estaban demasiado cerca de la sala del trono de la ciudadela, tal vez, debido a que no esperaban tomar prisioneros. 

 

-Hasta que... 

 

El mismo guerrero de la cara marcada peleaba con Ares, con el dios de la guerra y Radamanthys por unos momentos se detuvo para admirar ese poder, esa fuerza sobrehumana, para poco después, seguir su camino, sin mirar atrás. 

 

Sin notar que el alfa de cabello azul y ojos tan profundos como el mar, le observaba fijamente, tratando de levantarse, una actitud extraña, que sorprendió lo suficiente al dios de la guerra, para que solo le sostuviera del cuello. 

 

-Veo que llama tu atención… y ni siquiera lo notas, un gesto aqui, otro alla, preguntandote porque parece que no puedes dejar de mirarle… ya he estado en tu lugar, lo más fácil, es aceptar lo que sientes, asi no pierdes tiempo, no dejas que alguien más trate de morder el cuello de aquel que deseas para ti. 

 

Adonis intentó soltarse, pero no pudo, Ares era demasiado poderoso y él no, él apenas tenía suficiente cosmos para pelear con él, no era tan fuerte como un santo dorado, ni como sus enemigos, él tan solo era un mortal. 

 

-Y no tienes que acudir a su lugar, para asegurarte que esté a salvo, pero, aunque tuviera una mordida, tu sabes que lo deseas, aunque, no quieras aceptarlo, quieres estar con el, conversar, entender que te llama, como si fueras una maldita polilla. 

 

Ares dejó caer a Adonis, al ver que no tenía el cosmos suficiente para mantener sus bravatas, observando el sitio hacia donde se dirigía ese omega que había recibido una mordida, sabía que trataría de matar a ese alfa, y estaba en su derecho, por lo cual, decidió terminar en ese momento esa batalla, Adonis ya había recibido su merecido. 

 

-Y aunque no seas especialmente poderoso, Adonis, sigues siendo un alfa, tal vez, puedas ofrecerle algo que desee… 

 

Adonis no estaba interesado en ese omega, por supuesto que no, así que se levantó con esfuerzo, apretando los dientes, para después golpear una pared, pensando que había buscado la forma de convertirse en alguien poderoso, quería poder, quería astucia, quería gobernar el mundo, o al menos una ciudad, pero, aún le faltaba encontrar una fuente de cosmos que alimentara su cuerpo hasta que fuera un semidiós en todo su derecho, aunque no lo tuviera y esa gloria le hubiera arrebatado a la fuerza. 

 

-No necesito un omega, lo que necesito es poder… 

 

Sin mas pronuncio, como si fuera un animal herido, dispuesto a lamer sus heridas, apartándose de esa zona de la ciudadela, seguro de que había una forma, de que podria tener poder, podría conquistar ciudades, solo necesitaba algo a que venderle su alma, su vida, o lo que deseara, a cambio de su cosmos. 

 

-Y en ese momento, me vengare… 

 

*****

 

-¿Porque lo hiciste? 

 

Pronunciaron en las sombras, una voz que partió de nuevo su corazón, que le hizo encogerse, no por el odio con el que pronunciaban esas palabras, sino, por la tristeza, la decepción que sentía. 

 

-Valentine, como pudiste traicionarme a mi. 

 

Valentine trato de levantarse con mucho esfuerzo, para observar a Radamanthys vestido como un lemuriano, ropa clara que no le quedaba en lo absoluto, que no se le veía bien, jadeando, cuando vio su cuello con esa venda. 

 

-No fui yo… mi señor, no fui yo. 

 

Radamanthys al escuchar esas palabras le observó con mucho más desprecio, sin entender porque pensaba que le creería, porque le mentía de esa forma tan desagradable, cuando los dos sabían que fue el, que casi lo entrega a los demás. 

 

-Piensas que al ser un omega, creeré en tus palabras, cuando me has demostrado la clase de hombre que realmente eres. 

 

Susurro con odio, con demasiado desprecio, esperando escuchar que tenía que decir al respecto, aunque no le interesaba en lo absoluto, convocando su cosmos en su mano, para matarlo. 

 

-Y aun asi, aunque yo he visto tu verdadera cara, ahora vienes aquí, actuando como si sufrieras, acaso deseas burlarte de mi… reirte de mi infortunio, un omega sin destinado, casado con un alfa, con la mordida de otro. 

 

Valentine no se atrevía a pronunciar una sola palabra, ni levantó sus manos cuando su señor usando su lanza, la acercó a su cuello, como si quisiera clavarla en este, cortarle la garganta. 

 

-No fui yo… mi señor, no fui yo… 

 

Radamanthys apretó los dientes y casi clava su lanza en el cuello de Valentine, cortando su piel, deteniéndose cuando no se movió, al escuchar su llanto, ver como caia de rodillas, sin fuerza, comportándose como aquel que conocía, no esa cosa que lo acorralo, que le pedía salir de la sala del trono de su señor Hades. 

 

-No fui yo, mi señor, yo jamas me atreveria a lastimarlo… 

 

Radamanthys sonrio, sin comprender sus palabras, su cinismo, porque Valentine actuaba como si de verdad fuera inocente y de momento lo creía, pero, no era cierto, él sintió el respeto, el amor de su segundo al mando en carne propia. 

 

-Fue él… fue Eros… fue esa voz que no me dejaba tranquilo, que no me dejaba respirar… él, él fue quien lo atacó y aunque yo… yo trate de evitarlo, no pude, no pude hacerlo… 

 

Esa voz en su cabeza que le decía que no debía servirle a su señor Radamanthys, que no tenia porque obedecerle, que debía permitirle comprender que tan solo era un omega, una voz que pudo controlar casi toda su vida, pero, cuando la voz de esa mujer empezó a torturarlo, cuando ella tambien empezo a ordenarle, a decirle que su señor era indigno de su amor, de su belleza, ya no pudo más, estaba demasiado cansado, se desvaneció, al despertar, él estaba sobre su señor, lo estaba violando, y las voces, esos demonios de apariencia desagradable, madre e hijo, deseaban entregarle a los demás, querían que los otros lobos le hicieran daño, robarle la oportunidad para salir de allí. 

 

-Estaba demasiado cansado, y cuando esa segunda voz empezó a torturarme, ya no pude más, me desvanecí, desperté haciéndole daño, con mis propias manos, pero, yo no quería hacerlo, así que, cuando Zelos nos encontró, logre recuperar el control… antes de que diera la alarma, antes de que fuera entregado a esos bastardos. 

 

Radamanthys por alguna razón que no alcanzaba a comprender creía en las palabras de Valentine, pero no podía perdonarlo, aun le desagradaba verlo siquiera, y suponía que su segundo al mano lo comprendió, porque intentó matarse, sosteniendo su lanza, que desvaneció antes de que pudiera dañarse a sí mismo. 

 

-Pero ya era tarde, porque usted me odia… usted me odia tanto como yo lo amo a usted, y no lo culpo, no pude defenderlo, no pude ayudarle a Violate, no pude hacer nada… no soy más que un inútil… 

 

Radamanthys no se atrevía a verle, pero tampoco a cerrar sus ojos, esperando el momento en el que Valentine lo atacara, quien se sentó en el camastro, abrazando su torso, llorando su desesperación, comprendiendo que no era justo, pero aun asi, nada mas podía lograr, nada mas podia hacer. 

 

-¿A qué viniste? 

 

Valentine le vio de nuevo, relamiendo sus labios, si sobrevivía, deseaba proteger a su amado señor, si no lo hacía, al menos tenía suficiente información para entregarle, para que pudiera estar seguro. 

 

-Ellos pensaban que yo estaba sumido en la oscuridad, que no podría recuperarme, aunque no deje de llorar desde que le hice daño… hablaban, sin preocuparse por nada, así que, sé que planean hacer, atacaran en siete días, cuando su celo de inicio. 

 

Valentine guardó silencio unos instantes, para después, proseguir, limpiando la sangre de su boca, recordando cada una de las conversaciones, la información que tenía para darles, pensando, que lo mejor era decirles todo cuanto sabía, para que así, pudieran proteger a su amado señor. 

 

-Después de la caída de la diosa Hera, Zeus estaba tan debilitado que no pudo defenderse, cayó presa de sus propios hijos, que lo consideraron demasiado débil, robaron sus centellas, Apolo les usara como flechas, para destruir las defensas que Hefesto pueda implementar. 

 

Radamanthys no dejaba de pensar en su celo, como este daría inicio en siete días, lo que significaba que al menos perderian veinte guerreros, el mismo Hefesto sería afectado, pero, que dios podía hacer algo tan desagradable como eso, porque razón. 

 

-Pagaran los favores de Erebus entregandole a un omega con sangre divina, al mismo dios del sueño, a Hypnos, pero el tiene un alfa, nacido en lemuria, el gemelo del patriarca del santuario… 

 

Radamanthys jadeo, estaba casado con ese alfa, quien a pesar de que no era su compañero destinado, no parecía dispuesto a dejarlo ir, a dejarle solo, por lo cual, no sabia que hacer, sin embargo, aun faltaba mas, supuso. 

 

-Pero también le prometieron su mano al dios Pan, que está prendado de la diosa Artemisa, pero, eso no es todo, nuestro dios Hades, él será entregado a la misma diosa Demeter, que usara su cosmos para dar inicio a sus celos, cómo puede controlar las estaciones. 

 

Eros no deseaba a su señor, más allá de poseerle algunas cuantas ocasiones o por el placer de verle suplicar, de verle sufrir, y eso no podría perdonarselo nunca, su señor, su amado señor no debía ser corrompido por nadie, mucho menos por la lujuria de un dios. 

 

-Apolo tomará a Minos para el, los demas, aun usted, serán entregados a los lobos, para alimentar el miedo de los humanos. 

 

Los omegas, los ultimos que quedaban con vida, serian reunidos con sus hermanos y hermanas, donde les tenían atrapados, por alguna razón que nadie comprendía hasta el momento. 

 

-¿Qué hay de Pandora? 

 

Pregunto Radamanthys, que recordaba deseaba a su dios como su omega, pero, si había sido prometido a Deméter, eso quería decir, que su traición fue por nada, que abrió las puertas para que el omega que deseaba, fuera entregado a alguien mas que no era ella. 

 

-La engañaron. 

 

Como habían engañado a muchos otros, se dijo en silencio, viendo como Radamanthys comenzaba a bajar su guardia, creyendo en sus palabras, tratando de imaginarse lo que estaba a punto de pasar. 

 

-Nos traiciono por nada… 

 

Valentine asintió, había sido utilizada y cómo la traidora que era, al tratarse de  una simple humana, no recibiría ninguna clase de regalo, ni pago, pues, ella debía servirles, no pensar que se trataba de su igual. 

 

-Los traicionó por la promesa de salvar a su hermano de las garras de los lobos. 

 

Respondió Valentine, recordando perfectamente como esperaba mantener a salvo a su dios Hades, al nombrarlo como su omega, entregando a todos los demás, como un sacrificio por un bien mayor. 

 

-Nada disculpa su traición, de mantener las puertas cerradas, nada de esto habría pasado. 

 

Valentine no estaba del todo seguro, siempre habría un espectro que decidiera entregarlos por un poco de poder, pero, no lo dijo, no creía que su señor quisiera escuchar eso, esas palabras. 

 

-Mi señor… 

 

Pronunció Valentine, algo desesperado al verle retroceder, como si deseara marcharse, viendo con horror, con dolor, que su señor retrocedía asustado de sus manos, como si temiera que volviera a lastimarlo de nuevo. 

 

-No me toques Valentine, no soporto la idea de tus manos tocando mi cuerpo, aunque no hayas sido tú… pero, no te mataré, si nos ayudas en la guerra, si no mientes, tal vez, pueda perdonarte, pero por el momento, agradece que no te corte la cabeza… 

 

Pronunció, antes de apartarse, dejando a Valentine solo en la oscuridad, quien cubrió su rostro, llorando de nuevo, desesperado, escuchando los pasos de su señor apartándose, sin mirar atrás, comprendiendo que se lo merecía, que al no poder salvarlo, al dañarlo, su señor no podía más que sentir desagrado por el. 

 

-Aun lo amo… 

 

Radamanthys se detuvo, para después seguir su camino, había un matrimonio que tenía que disolver, confirmados sus temores, deteniéndose al ver que ese soldado aun estaba cerca, golpeando uno de los pilares. 

 

-Si haces eso, lo unico que lograras sera destruir tus nudillos. 

 

El alfa guardó silencio, para después apartarse, deteniéndose cuando Radamanthys suspiro, llevando una mano a su cuello, recordando que ese alfa pequeño había sido quien lo mordió, esperando que tuviera el valor para matarlo. 

 

-Espero que lo hayas matado… como se lo merecía. 

 

Radamanthys no estaba seguro de que lo mereciera, por lo cual, no quiso responderle, solo se marchó, buscando el cosmos de Hakurei, despertando un poco del dormido corazón de Adonis, que sonrió, suponiendo que el que tuviera sus manos limpias, significaba que no había hecho lo correcto. 

 

-Aunque, tal vez solo seas un omega asustado… esperando por un héroe, pero creeme, los héroes no existen. 

 

Radamanthys no respondió a esas palabras, no estaba de humor para perder su tiempo con discusiones sin sentido, además, no era cosa de todos los días encontrarse con una mordida, con un matrimonio, y sin un compañero. 

 

-No necesito un héroe, mucho menos un maldito alfa, especialmente uno que no puede romper un pilar de un solo puñetazo. 

 

Susurro el espectro, dando un golpe al aire, destruyendo con ese pequeño esfuerzo el pilar de mármol que se elevaba a las espaldas de Adonis, que solo se petrifico al ver semejante poder, sonriendo burlón, al ver como se alejaba. 

 

-Si… como si fuera a fijarme en un omega tan masculino, con esa desagradable ceja en la frente… mi omega será hermoso, será delicado y será sumiso… y yo… yo seré su mundo. 

 

Radamanthys escucho esas palabras, pero solo se rió, pensando que nadie querría ser el amado omega delicado y sumiso de ese debilucho, preguntandose, cuantos omegas delicados habia visto. 

 

-Patético… 

 

*****

 

Ares había visto ese intercambio en silencio, así como había escuchado esa conversación, notando el dolor de ese alfa de cabello rosa, y la falta de delicadeza de Adonis, se veia que habia sido educado por su amante, la que fue su favorita por un tiempo, pero despues, se canso de ella. 

 

Poco después de recibir la carta de Hefesto, para ser exactos, minutos después de leerla varias veces, sintiendo un nudo en el estómago, porque la mujer que amaba ese dios, ese omega, estaba a sus espaldas. 

 

-¡Ahora que hizo mi deforme esposo! 

 

Ares no creía que estuviera deforme, solo tenía cicatrices, y de no ser su fisonomía como lo era, estaba seguro que su cuerpo estaría mucho más dañado, pero, su propio cuerpo se curaba lentamente, borrando sus cicatrices. 

 

-Me pide que te abandone porque eres la única para él, porque te ama. 

 

Afrodita quiso leer esa carta y Ares lo permitió, no sabía muy bien la razón de ello, pero, podía ver como su hermoso rostro se iba contorsionando, primero curiosidad, después desagrado, furia y al final, repugnancia. 

 

-¡Estoy cansada de sus lloriqueos! 

 

Casi destruye su carta, pero no lo permitió, distrayendola con uno de sus besos, para proteger ese pergamino, que aún mantenía a su lado, el que Eris vio como una carta de amor, una carta que demostraba una devoción que deseaba para él, esa clase de amor puro, esa clase de deseo, él quería ser el recipiente de ese amor, así que, busco que los viera, que los descubriera, sin pensar que el seria quien fuera humillado al descubrir su infidelidad. 

 

-Tal vez… tal vez si sea mi hijo… 

 

Susurro para sí, tratando de pensar de quien provenía, pero, al tener tantas amantes, tantos compañeros de lecho, era imposible para él saber quién le había dado a luz, al rey, a la madre de Adonis, a quien fuera con el que tuvo sexo antes de su creación. 

 

-Y es tan idiota como yo… 

 

Pronunció, recordando el miedo y el desagrado que sintió cuando Afrodita quiso morder al dios herrero, como abandono a Eris, cuando estaban juntos, en esa piscina, para asegurarse de que no existiera una mordida, seguro, de que si existía una mordida, significaba que no podría alejarse de su antigua favorita. 

 

Cayendo en la red dorada, siendo rodeado por sus soldados de oro, casi todas mujeres, parecidas a sus amazonas, pero creadas de metal y como todos los seres nacidos de ese dios, imitaban a la perfección uno creado por la naturaleza, hasta parecía que respiraban. 

 

-¿Vienes a burlarte de mi? 

 

Esa pregunta le dolió, por alguna razón que no alcanzaba a comprender, como tambien le dolio verlo malherido, cubierto de vendajes, con una venda en su cuello, notando como se acercaba a él, con un martillo bastante pesado. 

 

-Dame una buena razón para no partirte la cabeza con mi martillo… 

 

Esa fue la primera charla que tuvieron, el tratando de convencer a Hefesto que partirle la cabeza con ese martillo no era una buena idea, al mismo tiempo que trataba de averiguar qué había pasado entre ellos, porque se defendió, cuando antes hubiera recibido esa mordida con demasiado júbilo. 

 

-Porque si me partes la cabeza con tu martillo llenarás de sangre tu taller… y puede que se te pierdan piezas. 

 

No bromeaba, pero Hefesto encontró su respuesta graciosa, así como las que vinieron después, especialmente, porque colgaba de cabeza en una red dorada que no le dejaba moverse. 

 

-Esa es una razón tan buena como cualquier otra, supongo. 

 

*****

 

Hola, muchas gracias por sus hermosos, hermosos, comentarios, sus preciosas estrellas y sus bellísimas lecturas. Algunos ya adivinaron quién es el pre-embaucador de dioses, pero, lo que no saben es porque se volvió tan fuerte, cuando no lo era en el pasado. También, como veo que les gusta el Ares/Hefesto, el siguiente capítulo habrá más de ellos, algunos recuerdos, y estoy abierta a escribir algunos pasajes de su pasado, si desean leer de alguno de ellos en particular. Muchas gracias. SeikenNJ. 


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