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Cacería por Seiken

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Un celo provocado era un acto cruel, sin duda, pero, si contaban los días que faltaban para que Deméter realizará su golpe, ese omega estaría seguro cuando eso pasara, estaría consciente, listo para defenderse, su cosmos brillante, su cuerpo ágil, podría luchar o podría escapar si eso era lo que deseaba. 

 

Era sin duda alguna un intento de su mascota para proteger a ese omega, porque no parecía que esa criatura quisiera orillarle a estar a su lado, porque podría llamarlo a él, hacer que siguiera su aroma. 

 

Erebus podía percibir el aroma de ese omega, que era una extraña mezcla entre el dulce cacao y el amargo café, con unas notas de licor, como de whisky, una aroma dulce en su mayoría, demasiado dulce para su gusto, pero suponía que para su mascota ese aroma era agradable. 

 

En cambio, él prefería el aroma de Hypnos, que era parecido al de las flores, al de la gardenia, con un dejo de sal, de hierba, un aroma extraño para ser el dios del sueño, suponía, pero no importaba, ese perfume era profundo pero sin ser demasiado dominante. 

 

Y suponía que de ser mucho más penetrante, como sabía el aroma de ese omega lo era para su mascota, no podría controlar su deseo de arrebatarlo para el, para que estuviera a su lado.

 

De esa misma forma sabía que su mascota, el mítico dragón marino que nadaba acompañado en los albores del tiempo, cuya pareja fue arrebatada por Zeus, tendría mucho trabajo para no acudir a él, para no acompañarlo en ese celo y borrar la mordida de ese otro alfa. 

 

Que también sería llamado por ese omega, por el simple hecho de tener sus dientes en su piel, un castigo sumamente triste, que el omega siempre pagaba de una forma, completamente injusta.

 

Asi que, aunque había escapado, no se negaría a obtener aquello que deseaba y podría tener en esa vida, sin demasiado esfuerzo, sólo si él conseguía capturar el amor de Hypnos para él. 

 

O bien, regresarlo a la seguridad de su dimensión, para que no sufriera ninguna clase de daño, para que no sufriera a causa de la cacería, porque bien sabía, que no se detendrían hasta que mataran a los omegas que aún quedaban con vida.

 

*****

 

Kasa era sin duda uno de los omegas menos atractivos del planeta, de existir muchos más, porque todos los que había visto eran hermosos, cada uno mas hermoso que el anterior, en cambio, él tenía piel blanca, dientes como de tiburón, ojos amarillos, cabello negro sin gracia, una apariencia enfermiza, no era para nada lo que un alfa desearía a su lado. 

 

Y aunque lo sabía perfectamente, no dejaba de fantasear en que en algun sitio, en algun lugar, algun alfa podría estar interesado en él, lo veria, se enamoraria de el, para tomarlo en brazos, llevarlo lejos, una fantasia que tenia demasiado de niño, que a fuerza de engaños, de traiciones, comprendía que no era más que un sueño estúpido, no era hermoso, era feo, era tan feo que solo durante una cacería, algún alfa podría prestarle atención, supuso. 

 

El podía usar las ilusiones para matar a sus enemigos, tampoco era especialmente fuerte, pero si se plasia de su falta de sentimientos, aunque suponía, que si sus aliados supieran de sus fantasías, las encontrarian especialmente ridículas. 

 

Pero cómo podrían comprenderlo, cada uno de ellos era hermoso, cada uno a su manera, pero él, él parecía alguna clase de lagarto, de salamandra, algo que no asociarías nunca con un omega. 

 

Su nombre no era Kasa por supuesto, pero había tomado ese nombre para honrar al guerrero que estuvo antes que el, usando esa armadura, era por mucho más interesante supuso. 

 

Podía confiar en sus aliados, ellos nunca le habían tratado como algo que no fuera su aliado, pero todos eran omegas, todos hermosos y si les comentará sus temores, estaba seguro, que se reirían de él o le tendrían lástima, que era por mucho peor a que se burlaran de él. 

 

Aunque la segunda sería por mucho peor que la primera, especialmente, cuando no dejaba de pensar en un alfa, un berserker que no quiso matarlo, aunque tuvo la oportunidad de hacerlo. 

 

Un soldado que no era especialmente alto, de cabello negro, de una mirada inquietante, cubierto de cicatrices, con algunas trenzas, un hombre hermoso como ninguno, de piel morena, de ojos azules, extremadamente poderoso.

 

Que nunca se fijaria en él, en un omega como lo era el, asi que lo mejor era dejar de pensar en estupideces, un alfa, que estaba en el coliseo, al que acudieron tras sentir esos cosmos elevándose, ver la prueba de valor de los soldados de Ares. 

 

Comprendiendo algo más, ellos tenían honor, eran mucho más valientes de lo que se suponía, eran guerreros honorables, por lo cual, supuso, mucho menos tendría ojos para él, que era conocido por su desalmada forma de matar a sus enemigos, por destruir sus corazones a traición. 

 

Además, lo había mencionado o no, que nunca se fijaria en alguien como él, aunque no fueron esas sus palabras, pudo escuchar como le decía a su hermano que no estaba interesado en él, en lo absoluto. 

 

Y quién podría culparlo por ello, el no, al menos, sabía que no era hermoso, ni por dentro, ni por fuera, así que, se preguntaba porque le dolía de todas formas, porque se negaba a dejar de fantasear con eso, con la compañía de un alfa. 

 

-Te ves muy deprimido… 

 

Ese era Krishna, quien los había acompañado a ese coliseo y había visto la forma en que Kasa poso su vista en uno de los berserkers, aunque no estaba del todo seguro de en cuál de ellos, si fue en el grande de cabello blanco, o el pequeño de cabello negro.

 

-No lo estoy… solo pienso que es gracioso que la única forma en que un alfa pueda fijar su vista en mi, es durante una cacería… 

 

Krishna se vio sorprendido, preguntándose a qué se refería, pero antes de que pudiera decirle que no era cierto, que cualquier alfa podía encontrarlo atractivo, colocó una mano enfrente de sus labios, pidiéndole que guardara silencio. 

 

-Poseidón ya perdió a todos sus soldados, apenas quedamos nosotros, pero de nuevo seremos cazados, como hace una guerra y está aquí para brindarle ayuda a los dioses, pero también para tratar de protegernos. 

 

Kasa lo había pensado mucho, esa era la razón por la cual ellos estaban en esas tierras, porque Poseidón temía que no pudiera protegerlos como en aquella ocasión, que fueran perseguidos, que los alcanzaran, otra vez, para volver a destruirlos. 

 

-Dime que ya lo habías pensado Krishna, no puedo ser el único que se dio cuenta que nuestro señor Poseidón, bueno, nuestra dama, teme por nuestra seguridad. 

 

Cuando Krishna no le respondió, pudo ver que no habían pensado en esa posibilidad, que no solo los espectros cayeran en las manos de los cazadores y de sus lobos, por lo cual, se rió, una risa extraña que siempre había helado su sangre. 

 

-Siempre han sido tan inocentes… y eso hará que caigan mucho más rápido. 

 

Poco después se marchó, con un paso lento, pensando en esa locura, en la forma en que Poseidón deseaba protegerlos, pero sobre todo, en que la única forma en que un alfa pudiera desearle era si perdia la razon, si dejaba que su mente se nublara por el deseo en una cacería. 

 

-Esa es justo mi suerte. 

 

*****

 

Kokalo tenía la joya que Byaku había dejado caer justo a unos pasos y pudo ver que sonreía cuando le vio recogerla, sin saber porqué lo hacía, tratando de pensarlo, meditarlo, encontrar una respuesta a esas dudas que lo acosaban. 

 

-¿Que podra significar esto? 

 

Medusa seguramente le diría que significaba eso, pero ella no estaba, siempre le daban las mejores misiones, las más divertidas, en cambio, él tenía que esperar por alguna orden de su dios, para poder ingresar en el campo de batalla. 

 

-¿Acaso fuiste criado por unos salvajes? 

 

Phobos se quejo, cruzando sus brazos delante de su pecho, esperando una respuesta de Kokalo, que le veía sorprendido, pensando en esa pregunta, recordando que en el pasado, él no tenía padres, que fueron criados en un coliseo, así que, en teoria, podria decirse que fueron criados por unos salvajes. 

 

-Si, porque lo dices. 

 

Ema al escuchar esa respuesta nego eso, su hermano no tenía porque responderle a Phobos, que obviamente se estaba burlando de él, así que quiso intervenir, sin embargo, su hermano quería saber qué significaba esa joya en el suelo. 

 

-¿Tu sabes algo que nosotros no? 

 

Deimos, que cuando podía acompañaba a Medusa en sus misiones y eso era cuando no tenía que proteger a la diosa Eris, carraspeo un poco, para llamar la atención de todos los presentes. 

 

-Cuando una dama de sociedad, o en este caso, un omega, deja caer un pañuelo para que un alfa o un posible compañero lo recoja, es una forma de decirle que tiene su permiso para iniciar el cortejo. 

 

La sonrisa en el rostro de Kokalo no podía ser mayor, pensando que ese podría ser el caso, pero era una joya, no un pañuelo, así que meditó de nuevo esa información, logrando que Deimos se desesperara un poco, Medusa tenía razón, era como un niño o algo parecido. 

 

-Probablemente espera que se lo regreses Kokalo, lo que no se, es porque llamaste su atención, ni porque piensa que comprenderás ese detalle tan sublime. 

 

Deimos había pensado muchas noches como abordar a quien amaba en secreto, pero no podia, no sabia como y en ocasiones dudaba que le aceptara, que deseara a un alfa a su lado, sin embargo, de tener una señal positiva, no dudaría ni un instante en aprovechar esa oportunidad. 

 

-No metas ideas extrañas en la cabeza de mi hermano. 

 

Ema se quejó, porque Kokalo ya se imaginaba una forma de entregarle ese regalo, junto a otro, tal vez la cabeza de un lobo, aunque, no sabía si ese seria un regalo adecuado para un omega del Inframundo. 

 

-¿Quién está metiendo ideas extrañas en su cabeza? 

 

Antes de que pudiera decirle que el, Kokalo se levantó de su sitio para salir del coliseo, pensando en que debía encontrar algún regalo bonito para ese espectro mucho más bonito, con la esperanza de que Deimos tuviera razón. 

 

-¡Maldita sea Kokalo! ¡Espera! 

 

*****

 

Kasa se vio a sí mismo caminando hasta el coliseo, deteniéndose a pocos pasos, escondiéndose cuando vio salir a dos berserkers, aquel que llamaba su atención y el tipo grande, dos hermanos, por lo que podía ver. 

 

-¿Qué ocurrirá si Deimos se equivoca y ese omega no está interesado en ti? 

 

Le pregunto molesto, escuchando un suspiro del mayor, que volteo con una sonrisa, encogiéndose de hombros, como si no importara en realidad, sólo sabía, que tenía una excusa para ir a verle, una tan buena como cualquier otra. 

 

-Le regreso su joya y puedo verlo de nuevo. 

 

Eso era sencillo para alguien como Kokalo, que no se preocupaba por pensar en los detalles, sin embargo, para Ema era por mucho más difícil, mucho más complicado dejar de meditar en esos detalles, en la posible derrota fuera del campo de batalla donde era invencible si peleaba junto a su hermano.

 

-Como tu deberias ver a ese omega, ese soldado de Poseidón… 

 

Kasa se escondio un poco mejor, escuchando esas palabras, preguntandose de que soldado hablaba, llevando una mano a su pecho, seguro de que no era él, pero no deseaba saber quien sí lo era. 

 

-El que vino a ver nuestra prueba, es bonito y se que te gusta, somos hermanos, no puedes mentirme. 

 

Ema negó eso, llevando una mano a su rostro, tragando un poco de saliva, sin darse cuenta que uno de los soldados de Poseidón escuchaba ese intercambio, especialmente, cuando hablaba del omega que le interesaba. 

 

-No me gusta, ninguno de esos tres omegas son de mi agrado, mucho menos el que parece un reptil, además, no creo que tengan la mínima intención de buscar un alfa en este momento, qué clase de omega haría eso. 

 

Kokalo negó eso, porque estaba seguro que ese espectro de cabello amarillo buscaba compañía y eso no era nada de malo, sin embargo, Ema siempre se había negado a aceptar sus sentimientos. 

 

-Pues deberías hacer algo antes de que otro alfa note su existencia y tu te quedes solo. 

 

Kasa se había marchado en el momento en el que describieron al omega reptil, sabía que se trataba de él y que no era del agrado del alfa que llamó su atención algunos años atrás, cuando lo mandaron a una misión en tierras templadas y decidió darse un baño en una de las lagunas cercanas a su base, pensando que estaba solo. 

 

-Además, no eres nada feo, podrías seducirlo con facilidad. 

 

Ema también recordaba eso, porque sucedió en la noche, cuando la luna estaba en lo más alto y la piel de Kasa se veía mucho más blanca todavía, como si fuera porcelana, o tal vez marmol. 

 

-Como quieras Kokalo, ve a buscar a tu espectro de los ojos raros, yo no estoy interesado en ningún omega. 

 

Kokalo únicamente se rio, porque para él era más que obvio que ese reptil le gustaba, Ema tenía gustos diferentes, supuso, le gustaba la piel pálida, que más pálido que ese tono de piel, ademas, sabia que lo vio desnudo, en una laguna, a la luz de la luna, y por la forma de describirlo, le gusto lo que vio, aunque ese guerrero escapara apenas noto su presencia en ese sitio, sin atreverse a pelear con su hermano. 

 

-Eres un tonto… 

 

Para el una buena señal, porque no lo habia rechazado ni lo habia atacado y creia, que un omega asustado, de no agradarle el alfa que le veía, hubiera tratado de lastimarlo, de hacerle daño. 

 

-Un grandísimo tonto… 

 

Ema regresó entonces al coliseo, después de que su hermano le dijera que era un grandísimo tonto, porque podía perder al omega que decía que le gustaba, pero no era así, sólo llamó su atención, ese tono de piel, con esos ojos y ese cabello, era raro, algo que difícilmente podias encontrar en un omega común, aunque, todos ellos eran hermosos a su manera. 

 

-Kokalo nunca usa la cabeza… 

 

Y tal vez por eso era que tenía razón, supuso, porque le hubiera gustado comprobar si el tacto de ese omega era frío, como el de una serpiente, o cálido, como el de cualquier omega, sin embargo, no estaban allí para buscar compañía, estaban allí para defender a los omegas, para obedecer a su dios, para nada más. 

 

-Tal vez por eso deberías hacerle caso… 

 

Deimos era un alfa de pocas palabras y casi todas eran dirigidas a Medusa, así que cuando pronunciaba algo, lo mejor era hacerle caso, pero en ese momento, no lo haría, no le interesaba lo que sus aliados tenían que decirle. 

 

-O tal vez no… 

 

*****

 

Asmita seguía meditando en compañia de Kagaho, quien iba calmando su molestia y su temor, solo con un poco de su cosmos, sintiéndose seguro por primera vez en toda su vida, sin embargo, esa paz se rompió cuando se escucharon unos pasos, los de un gigante de cabello blanco que se sorprendió demasiado al verlos, avergonzandose inmediatamente, porque tenía una botella de licor en una de sus manos, en la otra dos vasos de cristal. 

 

-Veo que estás ocupado… 

 

Kagaho abrió los ojos para posarlos en el gigantesco alfa, que se inclinó para saludarlo, llevando una de sus manos a su pecho, como si fueron aliados de alguna clase, al mismo tiempo que Asmita le observaba con una expresión que claramente le decía que ese alfa no era peligroso. 

 

-Solo estaba ayudandole a este joven a controlar sus emociones… 

 

Hasgard asintió, con la amabilidad suficiente para no preguntar si era un espectro, ni mencionar nada respecto a eso, únicamente, tomando un asintió donde Asmita se lo indicaba. 

 

-Asmita es bueno en eso… por cierto, mi nombre es Hasgard, soy el santo de Tauro… 

 

Hasgard le ofreció su mano, pero Kagaho no la aceptó, seguian sin gustarle los alfas, especialmente uno tan alto como ese, que ni siquiera parecia humano, aunque, tambien se veia como una persona amable. 

 

-Me llamo Kagaho de Bennu… 

 

*****

 

Hola, espero que les guste este capítulo con una pareja algo singular, pero por alguna razón Kasa es uno de mis personajes favoritos, y en el juego de celular no se ve nada mal, espero que esta locura les guste. Porque a mi me gustan mucho sus lecturas, sus estrellas y sus comentarios, muchas gracias por leerme. SeikenNJ. 


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