Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cacería por Seiken

[Reviews - 71]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hasgard retiró la mano sin darle mucha importancia, manteniendo su expresión jovial en su rostro, observando a Asmita, a quien admiraba por su bondad y su entereza, especialmente, por su forma de ayudar muchachos perdidos como este, o como lo fuera Defteros, que no confiaba en nadie, cuyos demonios eran demasiados. 

 

A pesar de ser el mismo un muchacho, apenas un joven hombre, que se avergonzaba un poco de su ceguera, aunque no deseaba admitirlo muy a menudo, sin embargo, al conversar con él en varias ocasiones. 

 

Al beber juntos, logro que se abriera un poco, que le contara un poco sobre él, descubriendo que era un alfa, algo que no era muy raro, era un hombre amable, que buscaba encontrar la paz, pero, su ceguera le hacía sentirse indispuesto, algunas ocasiones indigno. 

 

-Todos ustedes son tan jóvenes… 

 

Pronunció Hasgard, que nunca le había gustado el silencio ni la tensión, observando a Kagaho, que para él no era más que un niño pequeño, como sus alumnos o ese niño de cabello blanco, demasiado jóvenes. 

 

-Los mayores apenas tienen la edad de Manigoldo o Kardia, tal vez de Dohko… 

 

Tal vez por eso no tenían una oportunidad para triunfar, apenas eran unos niños, demasiado jóvenes, en cambio ellos ya eran considerados hombres o mujeres adultos, ya podían cuidarse a sí mismos. 

 

-Pero eso nunca les ha evitado asesinarnos. 

 

Kagaho de Bennu era uno de los espectros más jóvenes, un muchacho solo, descuidado, enojado con el mundo que nunca había sido bueno con el, que siempre le había causado pesares, que le arrebató a su hermano. 

 

-Ni tampoco les evitó solicitar nuestra vida para ustedes. 

 

Hasgard tampoco estaba contento con Hakurei y sin importar lo que había charlado con Sisyphus o con Aspros, no creía que eso hubiera sido justo, que hubiera sido correcto, porque no lo era, solo asustaron mucho más a sus invitados. 

 

-Pido perdón por eso, Kagaho de Bennu, y estoy seguro que hablo por mis aliados cuando te juro, que ninguno de nosotros tratara de hacerles daño, mucho menos a unos niños como ustedes, no somos monstruos.

 

Kagaho supuso que hablaba de él y de Cheshire, que eran los menores, pero no le creía, seguía siendo un alfa, como el sujeto rubio que estaba sentado en una postura extraña, que le ayudaba a controlar su temor, su enojo, convenciendolo de que sus intenciones eran buenas. 

 

-Los alfas siempre serán alfas y siempre buscarán lo mismo. 

 

Pronunció con cierto enojo, sorprendiendo a Hasgard, que jadeo, pero no por enojo, sino por algo parecido a la pena, a la vergüenza o a la molestia, porque se imaginaba que clase de vida había tenido ese niño. 

 

-Nunca he comprendido como algunas personas pueden lastimar a muchachos como ustedes, pero se que lo hacen, no voy a negar eso y supongo, que debido a ello, es que yo me he dedicado a cuidar de algunos pequeños, para que tengan una oportunidad para ser felices, para tener un futuro. 

 

El cuidaba de niños huérfanos, porque eso era lo correcto, y a pesar de que nunca había conocido a un omega huérfano, sabía, que cuando un niño o una niña estaba mucho tiempo solo, siempre terminaba siendo la víctima de algún monstruo sin escrúpulos. 

 

-Y de conocerte antes, te habría llevado con ellos, para que tuvieras una mejor vida… 

 

Kagaho no quiso creer en sus palabras, pero Asmita asintió, parecía que el si creía en lo pronunciado por el gigante de cabello blanco, que le miraba con una expresión tierna, como no lo había visto nunca, al menos, nadie que no fuera un espectro, uno de sus hermanos de armas.

 

-Pero, no puedo cambiar tu pasado, eso lo se bien, pero puedo hacer esto, tu y ese otro niño pueden venir con nosotros cuando lo deseen, bajo mi cuidado hay más niños de su edad, tal vez les sea mucho más fácil poder hablar con ellos, que con alfas de nuestra edad. 

 

Poco después se marchó, deteniéndose unos momentos, aspirando de pronto al sentir un aroma dulce, algo extraño en la casa de virgo, porque era un aroma como de fresas, con un poco de menta y algo de cardamomo, un aroma agradable, que decidió ignorar. 

 

-Lo mejor será que me retire. 

 

Kagaho no dijo nada, Asmita asintió, no pensaba que el pequeño enfrente suyo quisiera charlar con algún alfa en ese momento, no después de lo que había pasado, especialmente por eso, así que cuando se marchó, puso su atención en el espectro. 

 

-Hasgard es una persona, seria incapaz de lastimar a alguien buscando su dolor, o su humillación y lo que dice es cierto, el cuida de otros niños, desea que tengan una buena vida, darles un futuro. 

 

Sonaba como si Asmita lo admirara, así que suponía, que ese alfa no era una mala persona, aunque todavía no confiaba en él, en lo absoluto, se dijo, tratando de meditar de nuevo, pero de momento sentía un aroma como de piedra mojada, como de madera, un aroma que lo desconcentraba. 

 

-¿A qué huele?

 

Pregunto al hombre ciego enfrente de él, quien trato de encontrar ese aroma que llamaba la atención del muchacho enfrente suyo, pero no lo encontró, para él no había un aroma nuevo en el ambiente. 

 

-Lo siento, yo no percibo nada. 

 

*****

 

Defteros no sabia que hacer en ese momento, no comprendía cómo actuar y estaba comenzando a desesperarse, necesitaba su máscara, necesitaba ocultar su rostro, eso era lo mejor, de esa forma estaría a salvo. 

 

Ya era el gemelo de la desgracia, era el segundo nacido de géminis, era un soldado sin armadura ni futuro, pero sobre todo, había otro secreto que trataban de ocultar a como fuera lugar, porque de saberlo, su vida sería por mucho peor de lo que ya lo era. 

 

Así que tal vez, podría convencer al nuevo dios de regresarle su máscara, porque su hermano, Aspros, ya lo protegía lo suficiente, ya cuidaba de él por ser la estrella de la desgracia, por ser el segundo nacido de géminis, pero con esto, esto sería por mucho peor. 

 

-Mi señor… 

 

Ares había permanecido en la entrada del santuario de los omegas, uno que su hermano decía que solo funcionaba si los alfas deseaban cumplir las reglas, que decía no era seguro y al ver al dios de la guerra haciendo guardia, supuso, que tenia la razon. 

 

-¿Defteros verdad? ¿Eres el menor?

 

Ares se acercó un poco a Defteros, para observar su rostro con detenimiento, era su viva imagen sin duda alguna, aunque tenía el tono de piel de su madre y esos preciosos colmillos, así como su expresión cuando deseaba pedirle algo de vida o muerte. 

 

-Lo soy, yo lo soy, así que por eso he venido a pedirle que me regrese mi máscara, la necesito para sobrevivir. 

 

Ares arqueo una ceja, sin saber muy bien que decirle, preguntandose porque deseaba ocultar su rostro cuando eso ya no era necesario, cuando era un soldado poderoso que podía protegerse a sí mismo, cuando debería estar orgulloso de quien era. 

 

-Dime una razón por la cual tu crees que debes utilizar esa máscara y ocultar el rostro de un semidiós de los mortales. 

 

Defteros no supo qué decirle al principio, desviando la mirada, tragando un poco de saliva, notando que Ares esperaba una respuesta que fuera convincente, que le hiciera ver su necesidad por cubrir su rostro. 

 

-¿No te has dado cuenta de lo que soy? 

 

Ares rasco su barbilla como meditando, mirándolo de pies a cabeza de nuevo, con una expresión meditabunda, dandole esperanzas a Defteros, que era su hijo menor, quien sin duda alguna, era muy apuesto, sumamente fuerte, algo salvaje, era sin duda alguna una digna representación de su progenie, como Deimos y Phobos. 

 

-¿Aparte de sumamente hermoso, poderoso y algo inocente? 

 

Era extraño que ese dios le hablara de esa forma, que le viera de esa forma, como si no fuera más que un soldado, un guerrero poderoso, hasta podría decir que se sentía orgulloso de lo que veía, como si fuera un digno sucesor de su linaje. 

 

-Soy uno de ellos…

 

Defteros trato de ocultar su rostro con su cabello, de una forma en que le hizo ver al dios que su preocupación era cierta, que estaba asustado de que lo pensara algo diferente cuando se diera cuenta de su secreto, así como de la razón por la cual deseaba usar esa máscara. 

 

-Un omega. 

 

Ares medito esas dos palabras con una sombra oscura en su rostro, pensando que pronto le diría que no se había dado cuenta, que no lo deseaba como uno de sus generales, sin embargo, el que decía era su padre, y suponía que tenía razón, porque lo único que lo diferenciaba de ellos era su cabello negro y sus ojos inyectados de sangre, rojos, como las llamas. 

 

-Y uno tan hermoso como yo, tan poderoso, casi, como yo, uno de mis generales, al menos, Medusa ya no tendrá que soportar a esa bola de idiotas ella sola. 

 

El quería de regreso su máscara, pero parecía que Ares no estaba dispuesto a entregarla, pero si coloco una mano en su mejilla, mirándole fijamente, maldiciendo a la diosa Athena por convencer a uno de sus hijos, que ser un omega era un pecado, que ser el segundo de ellos también lo era, cuando se suponía que su hermano debía cuidar de sus gemelos, a quienes mandaba como soldados dispuestos para la batalla, a quienes debería honrar, no tratar como si fueron una basura. 

 

-Eres uno de mis hijos, mis gemelos, eres un semidiós en todo su derecho Defteros, eres fuerte, eres gentil, eres inteligente, para mi tu eres idéntico a tu hermano con la única diferencia de que tu puedes dar a luz, si eso es lo que deseas y si no es así, juro por todo lo divino que aquel que intente hacerte daño otra vez, lo pagará muy caro, suplicara piedad antes de que termine con el. 

 

Defteros aun deseaba su máscara, pero las palabras del dios de la guerra le hacían dudar un poco, quien sabía estaban solos, nadie se atrevería a importunarlo, especialmente, porque dijo claramente que los mataría si se acercaban a ese sitio sin su permiso. 

 

-Hagamos esto mi orgullo, trata de soportar dos días con sus lunas sin la máscara, si no lo encuentras agradable, ven a mi y le pedirás una máscara a Hefesto, para que sea lo que tu necesitas, estoy seguro que no se negara a crear alguna belleza para ti, aunque, tu ya eres lo suficiente hermoso, tu y tu hermano. 

 

Ares se preguntaba si sus halagos podrían contar como el amor desquiciado que narciso sentía por él mismo, o en este caso no era así, porque eran sus hijos, sin embargo, esa pregunta se la haría a Hefesto, estaba seguro de que el podria responderla con mucha más facilidad que el. 

 

-Esta bien, si eso es lo que deseas, padre… 

 

Defteros pronunció sintiéndose un poco extraño, porque decirle padre, a un dios, especialmente, al dios de la guerra, era algo por demás extraño, demasiado irreal para su gusto, por lo cual, suspirando quiso marcharse, pero no lo hizo, cuando Ares sostuvo su muñeca, pensando que en ese momento un buen padre abrazaria a su hijo. 

 

-Tienes la sangre de un dios, eres un semidiós, Defteros, no lo olvides y siempre compórtate de una forma orgullosa, tu sangre es la prueba viviente de que naciste para conquistar a tus enemigos. 

 

No sabia porque le decía esas palabras, tal vez, le habría gustado escuchar algo así del dios Zeus, que siempre mostró predilección por su hermana, la diosa de la sabiduría, que odiaba a los omegas, que no cuidaba a sus soldados, que solo iniciaba guerras cuando suponía que iba a ganarlas y si no, se escondía en un hueco profundo con otras alimañas. 

 

-Espera un poco… 

 

Aspros tenia la armadura de géminis, por lo cual era justo que su gemelo tuviera su propia armadura, una de las muchas armaduras que se quedaron sin sus dueños después de traicionarlo en una de las cacerías, al dejarse llevar por la lujuria, atacando a sus hermanos de armas. 

 

-Esto es para ti, esta es mi armadura, usala cuando lo creas necesario, o cuidala para mi, ya que con esta guerra que se aproxima, no quiero que caiga en las manos equivocadas. 

 

Había demasiados alfas en ese santuario, muchos eran leales a la diosa Athena, asi que suponía, que tarde o temprano demostrarían sus verdaderas caras, ya fueran santos de bronce, de plata, simples guardias, o los santos dorados, que hasta el momento, parecían justos, pero aun los guerreros justos, podrían caer presas de sus propios deseos.

 

-Y mis instintos me dicen que puedo confiar en ti. 

 

Finalizó antes de que Defteros se negara a ello, viendo como Ares únicamente le sonreía de nuevo, con una expresión amable, una expresión que nunca uso Athena con el, asi que, respondió a ese gesto, siendo esa la tercera ocasión que alguien lo abrazaba, que lo trataba con cariño, con bondad. 

 

-Que en esta guerra estaré orgulloso de ambos. 

 

Siendo el primero de ellos Aspros, el segundo Asmita y ahora su padre, el tercero, de quien se separó, pensando que tal vez no necesitaba su máscara, que no volvería a ser necesaria, nunca más. 

 

*****

 

Una vez que Deftero se marchó, Ares llevó sus manos a sus caderas, pensando que esa guerra sería muy complicada y que tenía que proteger a dos seres importantes para él en esa ciudadela, uno su hijo, el menor de ellos, el otro el dios de la creación mecánica.

 

-Yo no hice esa máscara… 

 

Fueron las palabras de Hefesto, quien había visto ese intercambio con una sonrisa, caminando hasta detenerse junto al dios de la guerra, que asintió, sabía que esa cosa no era una creación de su amigo. 

 

-Lo se, tu no lo habrías aceptado, ademas, se quebró en cuestión de segundos… 

 

Hefesto quiso dar un paso más pero de pronto sintió un tirón en su pierna, en sus músculos, haciendo que se agachara, sosteniéndose con algo de dolor, con los dientes apretados, siendo ayudado por Ares, para evitar que cayera. 

 

-¿Te encuentras bien? 

 

Le pregunto Ares, con una expresión preocupada, pero él asintió, solo era su vieja pierna que le dolía un poco más de la cuenta, por que había tenido demasiado trabajo, demasiado esfuerzo en ella. 

 

-Si, solo que a pesar de que trate de rehabilitar mi pierna, nunca ha terminado de doler o molestarme, solo debo descansar un poco. 

 

Ares al ver que trataba de seguir su camino, cojeando un poco más, sin meditarlo demasiado, cargo a Hefesto entre sus brazos, para llevarlo a donde se encontraba una columna, no muy lejos de allí, porque aun no le ponía una guardia adecuada a esos omegas, especialmente, al que estaba en celo.

 

-Dejame ayudarte… 

 

Sabía cómo tratar viejas heridas, así que empezó a darle un masaje a esa pierna adolorida, sin preguntarle a Hefesto si podía hacerlo, acariciando sus músculos con delicadeza, lentamente, de arriba hacia abajo. 

 

-Siempre he sentido admiración por tu resistencia, ningún otro habría sobrevivido como tu a esa caída… aunque no se que quiere decir rehabilitar, tu pierna apenas tiene una ligera cojera, nada más. 

 

Su piel era suave, su pierna era musculosa, torneada, al menos se veia que hacia el suficiente ejercicio, porque no había demasiada diferencia entre las dos piernas, la sana y la otra, como en algunos mortales que sufrían la misma dolencia que el dios que llevo una de sus manos a su cabello, acariciándolo por unos segundos, antes de empujarlo para que detuviera ese masaje. 

 

-Solo necesito descansar un poco, no es necesario que hagas esto. 

 

Pero el si deseaba hacerlo y tal vez, llegar un poco más allá de su muslo, pero no dijo nada, suspirando con cierto fastidio, pensando que Hefesto no se daba cuenta de sus intenciones, aunque él tampoco había sido nada claro. 

 

-Nunca te he agradecido por mi armadura, ni por nada de lo que has hecho para mi, después de como te trate en el pasado. 

 

Hefesto cruzó sus brazos, observando el templo del que acaba de salir, pensando que él había sufrido algunos celos, uno de ellos justo después de su deshonra, cuando encerró al dios que estaba sentado a sus pies en ese momento, quien solo trataba de ser amable con él, y a su esposa, que le había advertido que debía regresar con ella. 

 

-Me has dado tu amistad, eso es un agradecimiento tan grande como cualquier otro, y no me gusta hablar del pasado, de mis constantes humillaciones Ares, lo sabes, por favor, no lo menciones, ni tampoco la menciones, no me gusta como suena su nombre en tus labios. 

 

No había pronunciado su nombre, así que no supo qué decir, solo asentir, levantándose de un salto, que sin proponérselo, le dejó a pocos centímetros del dios Hefesto, que retrocedió, desviando la mirada. 

 

-Lo mejor es que realices algunas guardias en cuanto regresen de su misión. 

 

Fueron las palabras de Hefesto, quien le acompañaría a hacer guardia, hasta que esos muchachos estuvieran seguros, sentándose de nuevo en ese pilar, estirando su pierna para descansar sus músculos. 

 

-Tienes razón… 

 

*****

 

Hola, fue una decisión difícil, pero ya me decidi con su ayuda y como ven, aunque algunos corazones se rompan, Defteros es omega, además del segundo nacido de géminis, por lo cual en el santuario su vida no ha sido nada agradable, hasta el momento. Bueno, muchas gracias por sus comentarios, lecturas y estrellas, saben que adoro recibirlas, además, veo por donde les gustaría que fuera la historia. SeikenNJ. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).