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Cacería por Seiken

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-¿Dijiste cuatro de ellos? 

 

Ares se dio cuenta de la forma en que ese guerrero tocaba a su hijo, pero no era el momento para ponerse protector, además, ni siquiera sabía que clase de relación tenían entre ellos. 

 

-Si, eran cuatro cosmos, cada uno poderoso y siniestro. 

 

Asmita se apartó de Defteros, quien le observaba fijamente, como si creyera en cada una de las palabras pronunciadas por ese soldado, que dio unos pasos en dirección del dios Ares, cuyo cosmos era parecido al que tuvo su diosa en otras vidas. 

 

-Pero hay un quinto, algo que no puedo ver, que no puedo seguir y sin embargo, allí está, como un velo o una sombra. 

 

Ares no era afecto a los acertijos y no le gustaba que sus soldados le hablaran de esa forma, sin embargo, aceptó lo dicho por Asmita como una verdad, pensando que otra deidad podía proteger a cuatro cosmos, asi como que cosmos eran estos que habían ingresado. 

 

-Parece que se han separado, cuatro han traicionado a los demás y estos deben ser los más fuertes… supongo. 

 

Otro dios se acercó a ellos, con un paso lento, este era Pan, que había escuchado las conversaciones de esos dementes, pensando que algunos de ellos no estarían dispuestos a compartir a sus presas, mientras que otros, solo les tomarian para ellos porque podían hacerlo, uno de esos casos era Dionisio. 

 

-El envase de Eros estaba en este sitio, su nombre es Valentine. 

 

El soldado que quiso destruir después de atacar a uno de los omegas de Hades, pero Hefesto le dijo que tuviera piedad de él, que no debía matarlo por los crímenes del dios del amor, pero, estaba equivocado, supuso. 

 

-Eros… Afrodita… 

 

Susurro los dos nombres, el del hijo y el de su madre, fijando sus ojos en una mariposa negra, de la misma especie de las que usaba su antigua amante como sus ojos, seguro de que era una de esos desagradables bichos, una de sus mascotas, la que no debería estar presente. 

 

-Hefesto… 

 

Fue lo único que alcanzó a pronunciar, antes de emprender la carrera hacia el taller del dios, seguido por Defteros y Asmita, que se detuvieron cuando él se detuvo, sosteniendo el martillo de su omega, el que estaba en el suelo, como si no fuera más que basura. 

 

-¡Maldita seas! 

 

Ares comenzaba a perder el sentido, debido a la furia que se apoderaba de su cuerpo, de su mente, elevando su cosmos, jurando venganza, jurando destruir a la diosa del amor, a Afrodita cuando la encontrara, que le haría sufrir, que le haría pagar por esos actos monstruosas. 

 

-Voy a destruirte, no importa a donde vayas, a donde te encuentres, yo daré contigo, yo te mataré. 

 

Defteros colocó una mano en su hombro, esperando llamar su atención, observando su desesperación, como el dios Ares, que era todopoderoso, o al menos actuaba de esa forma, tenía unas cuantas lágrimas en sus ojos, lágrimas de furia. 

 

-Llamen a todos los soldados, necesito saber quienes faltan, a quienes se llevaron. 

 

Ares trataba de tranquilizarse, de pensar con la cabeza fría, pero suponía que no era tan fácil, que era mucho más difícil de lo que sería en cualquier otro, cuando no eras el dios de la guerra violenta. 

 

-Daremos con el… 

 

Defteros quiso calmarlo, esperando que quisiera escucharlo, después de todo era su hijo y desde que conociera a ese dios, este había tratado de ser amable con él, hasta cariñoso con él. 

 

-Mi padre me consideraba una verguenza y no me destruia unicamente porque yo era su hijo, cada uno de mis aliados me han visto como una amenaza, o como un idiota, para ellos lo unico que deseo es la guerra o la batalla, pero él, el me vio como nadie jamas me habia visto y cuando iba a atormentarlo con mis insesantes preguntas, el meditaba mis palabras para responderme con elocuencia, sin negarme el don de la inteligencia o del entendimiento. 

 

Defteros conocía ese sentimiento a la perfección, porque era lo mismo que sentía cada vez que conversaba con Asmita, quien descubrió su existencia por pura suerte, escuchando sus pasos, sintiendo su cosmos, pero esperando hasta que se decidiera a conversar con él, a realizar el primer movimiento. 

 

-Lo encontraremos y lo traeremos de regreso, a él y a cada uno de nuestros aliados, porque la victoria está de nuestro lado, así como la justicia. 

 

Defteros había sido visto como una sombra toda su vida y se sentía como una carga especialmente pesada para su hermano, tanto que no sabía muy bien qué hacer cuando se descubrió que era un omega, estaba asustado, aterrado por saberlo, pensando que pronto sería atacado, pero confiando en las palabras del mayor. 

 

-Eres un buen chico y estoy orgulloso de que alguien como tú haya nacido de mi. 

 

Eso lo dijo porque era un omega, el primero que había nacido de su sangre, era un guerrero poderoso y al mismo tiempo era un soldado pacifico, lleno de bondad, quien le veía con una expresión serena, aunque podía ver uno de sus colmillos asomando entre sus labios. 

 

-Eres el primer omega que tiene mi sangre y creo que esta bien, asi podre acompañarte en algunos momentos de tu vida, enseñarte cómo apartar alfas necios, o verte con un buen compañero, porque si hace algo en tu contra, le arrancaré sus tendones antes de dejárselo a los buitres. 

 

Que sería un castigo adecuado para cualquiera que lastimara a sus seres queridos, a su hijo y a su compañero, por quien podría ir en ese instante, pero, abandonaría el trabajo realizado por Hefesto, suponiendo que el quiso comprar tiempo para los que trabajaban en el interior del taller. 

 

-Debemos terminar los preparativos, cuando terminen los ayudantes de Hefesto, quiero que te pongas uno de los collares y bebas de la medicina que fabricaron, después de eso, tu pelearas conmigo, bajo mi estandarte, se que eres un excelente guerrero. 

 

Defteros asintió, observando de reojo a Asmita, que había comprendido el mensaje del dios de la guerra, pero no mostró ninguna clase de temor ni sentimiento alguno, manteniendo su calma, porque el guerrero que habían hecho creer que era la estrella de la desgracia era lo más puro y perfecto del santuario, así que nunca se atrevería a dañarlo, ni a lastimarlo de ninguna manera. 

 

-¿Qué hay de Asmita? 

 

Ares quiso decirle a su hijo que esa decisión era de Sage, pero no lo hizo, pensando que sería divertido llevar a ese alfa con ellos, asi podria mantenerlo vigilado, de ser necesario, preguntandose si en algún momento, su padre sintió la necesidad de proteger a cualquiera de sus hijos, o siempre fue el bastardo que era en un principio. 

 

-Que venga con nosotros, nos sera de ayuda. 

 

Ares sostenia el martillo de Hefesto, el que usaría para matar a Afrodita apenas le viera, pensando que sería un excelente regalo de bodas, cuando estuviera cubierto de su sangre, esperando que su amado herrero resistiera la locura de esa bestia. 

 

-Además, no podemos quedarnos aquí esperando a ser destruidos, debemos defendernos, llevarles el infierno a su propia tierra. 

 

Defteros no estaba tan seguro de eso, pero aceptó aquellas palabras, caminando detrás de Ares, quien había logrado controlar su furia, únicamente porque eso era lo que pensaba Hefesto habria deseado. 

 

-Demostrarles de que estamos hechos y tal vez, después de este dia, nadie se atreva a levantar una sola mano en contra de los omegas, porque sabrán que los dioses los castigaran con violencia. 

 

Asmita que generalmente era un soldado pacifico, en ese momento pensó que lo mejor era darles un ejemplo, mostrarles porque nadie podía dañar a un omega, asi Defteros jamas tendría que tener miedo de nuevo. 

 

-Esa es una lucha en la cual participaria con gusto. 

 

Ares al escucharlo sonrió, ese era el espíritu que le gustaba, especialmente, cuando era más que claro que su hijo sentía algo más que amistad por él y que el budista ciego le correspondía de alguna manera. 

 

-Me alegra escuchar eso. 

 

*****

 

Hermes deseaba llevarse al cangrejo espectral, pero, este estaba acompañado de Thanatos, quien seguramente no le dejaría solo ni un instante y aunque en la guerra de Troya los dos hermanos pelearon bajo su mando, suponía que en ese momento, el dios de la muerte no violenta, no dudaría en matarlo apenas lo viera. 

 

Manigoldo era hermoso, aunque se veía muy cansado debido a las marcas en su rostro, suponía que debido a realizar tareas que no eran aptas para un omega, como pelear o entrenar para morir en las guerras. 

 

Hermes era muy rápido, tanto como el viento o el sonido, asi que podría llevarse a Manigoldo con él, si lograba que Thanatos se distrajera un poco, apenas unos segundos, tal vez si conseguía que alguno de ellos abandonara el cuarto donde se encontraba el otro. 

 

-¡Manigoldo! 

 

Manigoldo se sonrojó al escuchar la voz del visitante, que era un soldado de cabello azul ensortijado, quien le veía con una expresión divertida, cuando se movió apenas unos centímetros, para sonrojarse un poco más. 

 

-¡Crustaceo tonto, Degel quiere que realices algunas tareas! 

 

Manigoldo se levantó de su asiento, aun vestido como civil, observando al visitante con una expresión incrédula, no creía en sus palabras, pero al menos, ya se había separado de Thantos, quien seguía distraído en sus hogareñas tareas. 

 

-Tio… 

 

Esa voz femenina llamó su atención, era uno de los dioses menores del sueño, aquel que tenía dos cuerpos diferentes, pero solo una personalidad, una muchacha linda, pero, demasiado femenina para su gusto particular, el prefería un omega un poco más grande, como el cangrejo, que escuchaba las palabras de su aliado sorprendido. 

 

-Nuestra madre está en peligro, es él, la oscuridad, ha decidido hacerle suyo y no sabemos cómo detenerlo. 

 

Eso era un grave problema, porque tenía que proteger a su hermano y a su amante, su hermano que era perseguido por el buen Erebus, quien le había dado su protección, o su amante, que solo era pretendido por él, a quien veían como un simple mensajero y no como el dios de la astucia, los caminos y las trampas. 

 

-Hey, tengo que retirarme Thanatos, tengo trabajo que hacer… 

 

Manigoldo no les hizo perder demasiado tiempo e inmediatamente comenzó a alejarse en compañía del sujeto de la mirada inquietante, la que era demasiado extraña, como de un animal rabioso a punto de morder. 

 

-Espera Manigoldo… 

 

Thanatos quiso evitar que se marchara, no deseaba dejarle solo, sin embargo, cuando sintieron el cosmos de Erebus elevarse en ese sitio, en la ciudadela, el dios de la muerte supuso que Hypnos necesitaba de su ayuda, mucho más que su cangrejo. 

 

-Ese cangrejo testarudo… 

 

Hermes no estaba interesado en ver hacia donde iba Thanatos, lo único que le importaba era que Manigoldo se había apartado del dios de la muerte y estaba seguro que el escorpión no era un problema, no era tan poderoso como para detenerlo. 

 

-Esperan que caiga la red al anochecer, Degel me envió por ayuda, mientras más manos sean será mejor, especialmente si son las manos de un omega tan adolorido como tu, asi podrás sentarse unos momentos… te consegui un cojín suave. 

 

Manigoldo no supo que responderle, porque si estaba adolorido, pero no esperaba que Kardia lo supiera, quien comenzó a reírse, deteniendo su carrera, seguro que para ese momento Cid y su espectro ya habían llegado al taller. 

 

-Diablos, no pensé que fuera cierto Manigoldo, quieres que te consiga un bastón. 

 

Manigoldo llevo una mano a su rostro, preguntandose porque era amigo de ese alfa en particular, quien solo reia como un idiota de su predicamento, aunque, no le dolia para tanto, solo era como si hubiera hecho mas ejercicio del que deberia hacerlo. 

 

-Eres un idiota, lo sabias. 

 

Kardia estaba a punto de decirle que no habia sido el quien quiso tener sexo salvaje con un titan, pero, inmediatamente sintio como si Hasgard lo hubiera golpeado con el gran cuerno, sintiendo como algo, o alguien lo atacaba, usando su cosmos, con tanta fuerza que lo estrello por varias paredes con la fuerza de un solo golpe, derivada de su velocidad chocando contra su cuerpo. 

 

-Claro que lo sabe… es un humano. 

 

Manigoldo vio al dios que dijo que lo violaría enfrente suyo, las llamas de su cuerpo ya no eran amarillas, sino negras, así como sus ojos, flotando a pocos metros de distancia, al mismo tiempo que Kardia trataba de levantarse. 

 

-Y aunque tú también seas un humano, me fascinas, ese fuego interno es tan hermoso… cangrejito. 

 

Manigoldo elevó su cosmos, tratando de quemarlo con sus fuegos fatuos, pero Hermes pudo esquivarlo usando su gran velocidad, golpeando dos veces al cangrejo de armadura morada, primero en el rostro y después en el estómago. 

 

-Que lo quiero para mi. 

 

Hermes fue quien entregó a Pandora a los humanos, también fue quien regresó el alma de Eurídice al Inframundo, como fue quien pacto el retorno de Persefone con su madre, convenciendo a la joven pareja que solo asi podrian ser felices, así como fue quien convenció al dios Pan de servirles, dandole un sitio en su corte, como un mero entretenimiento, pero al menos, no lo asesinaron. 

 

-Porque Thanatos te merece… 

 

Así que usando esa potestad para viajar, para moverse a una velocidad que era por mucho mayor que aquella de los santos dorados, cargo a Manigoldo entre sus brazos, al estilo nupcial, para atravesar el yomotsu, el Inframundo, y llegar a su propio templo, la cacería había dejado de interesarle, ya tenía un premio digno de su poder. 

 

-En cambio yo, yo si lo hago. 

 

Su templo se encontraba en un plano diferente al humano o al mortal, no era el Olimpo, no era la tierra, ni el Inframundo, era una dimensión ajena a la comprensión humana, una dimensión en donde otro ser habitaba, pero no le había visto en mucho tiempo, tanto, que pensaba que ya había muerto o simplemente seguía perdida en la inmensidad del espacio, el cual admiraba usando su cosmos, aunque no podía visitarlo. 

 

-Y te trataré muy, muy bien. 

 

Susurro, dejando caer el cuerpo de Manigoldo en una cama mullida, que parecía estar hecha de una materia ajena a la tierra, mucho más parecida a la de una nebulosa o una galaxia, que a cualquier seda o algodón. 

 

-Pequeño cangrejo. 

 

*****

 

Al mismo tiempo Byaku trato de curar las heridas de Radamanthys, quien apenas parecia consciente de sus alrededores, despues de ver como era destruida la barrera dorada, cuya apertura habia sido cerrada por un material negro como la misma noche del que habia sido creado. 

 

-¿Nos atacaron? 

 

No estaban en el santuario de los omegas, sino en la cámara del patriarca, donde varios estaban esperando órdenes, donde Hades apenas podía creer lo que había sucedido en cuestión de minutos. 

 

-El santo de Piscis está casi muerto, Minos no estaba con él, dice que Apolo se lo llevo consigo… 

 

Radamanthys jadeo al escuchar eso, era su culpa, era de nuevo su culpa que hubieran dañado a sus aliados, aunque quiso demostrar que aun era digno, un guerrero poderoso, alguien a quien pudieran admirar. 

 

-Hefesto también cayó y Thanatos está como loco, se llevaron a su omega… parece que solo venían por ellos. 

 

Hades cerró los ojos, para posarlos esta vez en Radamanthys, quien estaba malherido, portando demasiados moretones, sangrando del cuello, preguntandose que había pasado con él, porque estaba como perdido en sus pensamientos. 

 

-¿Qué sucedió con él? 

 

Byaku trajo un poco de saliva, pensando en que decirle a su señor, porque claramente Radamanthys había tratado de detener a Eros, para que no destruyera la muralla, o al menos una parte, sin embargo, también era obvio que había fallado. 

 

-No pude evitar que destruyeran la barrera, él era demasiado fuerte… 

 

Hades no supo que decir, respirando hondo, pero alguien mas que había insistido en acudir ante su señor si supo que pensar, que decir, pero primero se rió, una risa opaca, dolorosa, como de quien piensa que ha sido engañado. 

 

-¿Porque sera que cada vez que caemos tu estas involucrado? 

 

Ese era Kagaho, que hablaba sin pensarlo siquiera, seguro de lo que había sucedido, de que sus acusaciones eran ciertas, Radamanthys era un traidor, los estaba vendiendo, tal vez, solo para él estar seguro, como había visto que pasaba, cuando un omega mayor buscaba a los jóvenes para venderlos. 

 

-Primero con Pandora, después el anciano que dices es tu esposo pero no esta a tu lado y ahora esto… Radamanthys, no eres más que un mentiroso, un maldito perro traidor. 

 

Kagaho sostuvo a Radamanthys del cuello de su ropa, notando como era nueva, de las mejores telas que había visto, riendose al pensar que los había vendido por unos trapos nuevos, notando que una mordida resaltaba del demas daño, creyendo que solo era por un alfa, el omega sin celo los había vendido por un alfa que complaciera sus gustos caros. 

 

-¡Tu nos vendiste a ellos no es verdad! ¡Tu nos vendiste a todos nosotros por un alfa, por una mordida y por algunos trapos! 

 

Radamanthys negó eso, o al menos trato de negarlo, pero no pudo, no se atrevía a pronunciar una sola palabra, sintiendo como Kagaho lo soltaba, pero solo porque un gigante de cabello blanco lo sostenía. 

 

-¡Tu nos vendiste! 

 

Hades no sabía que decir, como controlar a Kagaho y asegurarle a Radamanthys que nada de eso era verdad, que confiaban en él, sin embargo, antes de que pudiera pronunciar alguna clase de sonido, las pisadas de Ares pudieron escucharse. 

 

-No sabemos si eso es verdad, pero por lo que dice este soldado, pareciera que este otro siempre está presente cuando ustedes han estado en peligro, así que, lo mejor, es llevarlo a una celda, hasta que sepamos en quien confiar. 

 

Hades negó eso, no podía creer que Radamanthys los hubiera traicionado, sin embargo, tampoco podía negar que esa posibilidad existía, no evitó que Pandora destruyera los sellos, los había llevado al santuario, con una diosa que odiaba a los omegas, y ahora eso. 

 

-Lo siento Radamanthys… solo será momentáneo, en lo que descubrimos que sucedió en realidad. 

 

Radamanthys no alegó piedad, ni les dijo que era inocente, tampoco luchó con ellos, estaba demasiado cansado para eso y sabía, que si su dios no creía en su inocencia, nadie más lo haría. 

 

-No lo lastimen, por favor… 

 

Byaku quiso intervenir, pero no pudo hacerlo cuando dos berserkers empezaron a llevarse a Radamanthys, quien le hizo un movimiento con la cabeza, no quería que lo involucraran en su supuesta traición, que era real, porque no había podido servir a su señor como se lo merecía, por lo que ese castigo era justo, aunque no hubiera cometido el crimen por el que se le acusaba. 

 

Caminaron en silencio hasta encerrarlo en la celda donde antes había estado Valentine, dejándolo solo, sin suficientes guardias para evitar que Eros ingresara a esa cárcel, quien le veía con una expresión sádica, con una sonrisa parecida a la de un tiburón, sus ojos ocultos debajo de su cabello, dándole una expresión un tanto siniestra. 

 

-Ellos ya no confían en ti, piensan que eres un traidor, después de todo lo que has hecho por ellos, así que cuando inicie la cacería, estarás encerrado aqui, para que los cazadores y sus lobos den contigo. 

 

Eros abrió la celda sin mucho trabajo, aun sintiendo la bendición del dios de la oscuridad eterna en su cuerpo, seguro de que podía escapar con la misma facilidad con la que lo hicieran sus aliados, pero no lo haría sin su juguete.

 

-¿Estás listo para suplicarme por ser mi omega? 

 

Le pregunto divertido, ofreciéndole su mano, esperando que sus pesadillas le dieran el último empuje, que le pidiera ser suyo, a cambio de no sufrir la pena que tendrían los demás omegas que permanecerian en esa ciudadela. 

 

-¿O quieres ser el entretenimiento de todos los demás? 

 

*****

 

Hola, espero que les haya gustado este capitulo, a mi me gustaron sus lecturas, sus comentarios y sus estrellas, les agradezco mucho por ellas. Ahora, ustedes que creen. ¿Radamanthys aceptara la oferta de Eros o no? Espero su respuesta. SeikenNJ. 


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