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Cacería por Seiken

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Radamanthys retrocedió unos pasos al ver a esos dos guerreros en esa habitación, sin comprender qué era lo que hacían allí, quienes estaban completamente perdidos, con los ojos muertos, como las almas errantes del Inframundo. 

 

-No… esto… no… 

 

Eros se levantó con pasos lentos, sosteniendo a Radamanthys de los hombros, besando su cuello para después restregar su nariz contra su piel, admirando su aroma, el que encontraba exquisito. 

 

-Súplica… 

 

Le ordenó recorriendo sus hombros, sus brazos y de nuevo sus hombros, de arriba hacia abajo, esperando que comprendiera lo que deseaba escuchar, porque en esa celda se negó a ello, a obedecerlo, pero allí, esperaba que no lo hiciera. 

 

-Suplicame por ser mi omega… o ellos, esas cosas, tendrán lo que desean de ti. 

 

Si peleaba con ellos, seguramente liberaría a los otros lobos, si le suplicaba, los mandaría lejos, si no lo hacía, cada uno de sus sacrificios hasta ese momento no habrían tenido sentido alguno, pero si lo hacía, su orgullo, lo poco que le quedaba sería destruido por completo. 

 

-Tú serás suyo… o serás mío. 

 

De nuevo Eros pronunció con calma, besando sus hombros, su cuello, viendo como sus dos antiguos soldados permanecían en el mismo sitio, pero parecían dispuestos a saltarle encima en cualquier momento, apenas el dios que estaba a su lado se hiciera a un lado, de alguna forma, le obedecían. 

 

-Pero solo si me lo suplicas, muy dulcemente. 

 

No podía confiar en él, eso lo sabía, pero al mismo tiempo, no sabía qué hacer y había perdido la fuerza para enfrentarse a sus enemigos, para negarse a las caricias de Eros, que llevo una de sus manos a su muslo, acariciándolo con lentitud. 

 

-Tan dulcemente… 

 

Susurro, ingresando su mano en la túnica, acariciándolo lentamente, observando como los soldados se acercaban a ellos con un paso lento, como si no tuvieran mente propia, no eran más que animales o máquinas, nada más que eso. 

 

-Que comience a creer que tu deseas ser mi omega… 

 

Radamanthys comenzó a respirar hondo, pensando en pelear, en alejarse, sintiendo de pronto las manos de Eros en sus muñecas, llevándolas a sus espaldas, al mismo tiempo que los dos espectros se detenían a pocos pasos de su cuerpo, llevando una de sus manos a su mejilla, al menos, eso hacía el minotauro, que sonrió de una forma que no podría describir, sintiendo una de las manos de Queen en su cadera, sosteniendo su ropa. 

 

-Que no me rechazaste en el Inframundo… 

 

Eros aun sostenía sus manos, viendo como Queen empezaba a tirar de su túnica roja, al mismo tiempo que Gordon trataba de besarle, pero no lo permitió, azotando su cabeza contra la del minotauro, apartandolo de su cuerpo, sintiendo en represalia un puñetazo en el rostro y como su túnica era rasgada por la otra bestia. 

 

-Aunque… no niego que me excita demasiado ver como estos dos se apoderan de tu cuerpo… 

 

Gordon volvió a golpearlo, esta vez dos puñetazos en el estómago, robándole la respiración, haciendo que se agachara, sintiendo como Queen tiraba de su cabello, para golpear su rostro, el pómulo derecho, mientras que Eros, aun sostenía sus muñecas, evitandole defenderse. 

 

-Lo harán uno por uno, o los dos al mismo tiempo… 

 

Radamanthys escuchó esas palabras, sintiendo como tiraban de su ropa, destruyendola en cuestión de segundos, uno de ellos agachándose para sostener sus caderas, el otro acariciando sus labios con las puntas de sus dedos, como si quisiera besarlo. 

 

-Basta… por favor… basta… 

 

Susurro por fin, antes de que pudieran besarle o tocarlo, acariciar su sexo con sus sucias manos, escuchando una risa de Eros, quien les hizo una señal a sus esclavos, los lobos, que obedecian sus ordenes, porque el era un dios y un cazador, quien los dominaba de forma absoluta. 

 

-Alto… 

 

La boca de Gordon estaba a pocos milimetros de la suya, al igual que la de Queen de su hombría, quienes se detuvieron inmediatamente, como si fueran máquinas, y el, aun sosteniendo sus muñecas con fuerza, tanta que de un momento a otro rompería sus huesos, espero por lo que debía seguirle a esas palabras desesperadas. 

 

-Soy… Soy tu omega… 

 

No era lo que deseaba escuchar, así que soltó las muñecas de Radamanthys, pero permitió que los lobos siguieran con sus acciones, saltando arriba del omega rubio, que sintió una lengua ingresando en su boca, al mismo tiempo que Queen, sosteniendo de las caderas, caía sobre él, cuando Gordon lo empujo de cuan desesperado estaba por poseerlo. 

 

-¿Y eso que? 

 

Radamanthys golpeó el rostro de Gordon, lanzándolo lejos, al mismo tiempo que con una patada apartaba a Queen, quienes parecían aturdidos, pero, de nuevo lo atacaron, usando sus técnicas al mismo tiempo, provocando que chocara contra una de las paredes de esa habitación. 

 

-Eres un omega muy desobediente y comienzo a molestarme contigo, a pensar, que lo que deseas es tenerlos a todos ellos. 

 

De nuevo esa amenaza, esa locura, esa pesadilla que podía ser verdad y viendo como los dos espectros de nuevo se acercaban a él, Gordon sosteniéndolo del cabello, como estaba debilitado, movió su cabeza de un lado a otro, no sabía porque, pero esperaba que Eros no fuera tan malvado como en sus sueños. 

 

Y aunque podía matar a estos dos, aun estaban todos los demás, esos soldados interminables a los pies de ese templo, no podía enfrentarse a todos ellos, no podría liberarse, si acaso conservaba la razón, y creía, que eso pasaría, que se mantendria cuerdo durante toda esa locura.

 

-Hazme tuyo… por favor… hazme tuyo, convierteme en tu omega… 

 

Susurro apartándose de los dos soldados que antes eran leales a él, sintiendo que algo se rompía en su cuerpo, en su psique, que ya no tenía el poder, ni el valor para seguir peleando, no por ellos, mucho menos por él y aunque sabía, que Eros no era un amante gentil, era mejor servirle a uno solo, que a todos los demás. 

 

-Quiero ser tuyo, reniego de cualquier otro, solo tuyo, sere solo tuyo, pero por favor… por favor… no hagas esto, no me hagas esto. 

 

Eso era suficiente para Eros, porque podía ver que al fin había roto a ese omega tan testarudo, que había peleado, que lo había intentado, pero al final, fue derrotado como todos los de su clase y en ese momento, al fin, comprendía que no tenía forma alguna de escapar. 

 

-No era tan difícil, verdad. 

 

Los cazadores gobernaban a los lobos, y estos obedecían sin hacer preguntas, especialmente, cuando el cazador era un dios, así que, tanto Gordon como Queen, se hicieron a un lado, hincándose frente a Eros, como dos estatuas. 

 

-Largo de aqui, aun no es el momento de comer… pero, no teman, aún hay un lindo basilisco para ustedes. 

 

Radamanthys le miró sorprendido, como si no comprendiera sus palabras o no quisiera creerlas, por lo cual, encogiéndose de hombros, viendo como esos soldados partían de esa habitación, le sonrió, esa mueca desagradable que le hacía ver que tan estupido creía que era. 

 

-La cacería no va a detenerse, Rada, y tu lo sabes, cambiaste tu seguridad por la de tus aliados, así que no me hagas reir con esa expresión de horror, porque no te queda en lo absoluto. 

 

Radamanthys quiso decirle que eso no era lo que pensaba cuando le suplico ser su omega, pero Eros, inmediatamente lo golpeó, una bofetada con el dorso de su mano, tan fuerte, que lo aturdió ligeramente. 

 

-Guarda silencio, de ahora en adelante tu papel es verte hermoso para mí, conocer tu lugar, que está debajo de mi, y siempre ser agradecido, después de todo, te he salvado… mi omega. 

 

Radamanthys llevó su mano a su mejilla, preguntandose si no era mejor, mucho más honorable ser entregado a los lobos, al menos así, podría decir que luchó por su libertad, sin embargo, no pudo encontrar una respuesta cuando Eros lo sostuvo del cuello, agachándose a su altura, acariciando su mejilla con delicadeza. 

 

-Tienes un cuerpo hermoso… 

 

E inmediatamente después comenzó a recorrer sus labios, con su pulgar, relamiendo sus labios, recordando la forma en la cual pudo complacerlo hacía poco tiempo, la forma en que usaba sus labios, su lengua, pero en esta ocasión sería mucho mejor aun, porque ya no estaba presente esa seguridad, ese fuego, ni esa rebeldía. 

 

-Y estos labios… me alegra ser el único que te ha visto cómo en verdad eres… 

 

Eros se apartó entonces, alejándose con un paso cansado, aburrido, sentándose en la cama con las piernas abiertas, señalando el suelo entre ellas, donde deseaba que Radamanthys estuviera, como un buen omega obediente que conocía su lugar en ese sitio. 

 

-Ven aquí Rada, quiero que me complazcas. 

 

Pronunció esperando que se arrastrará hacia él, para brindarle placer con su boca, uno de los primeros actos que realizó la primera ocasión que lo violo, pero esta vez, no era eso, porque él había aceptado ser su omega, vendiendo a sus aliados, destruyendo su orgullo. 

 

-De rodillas.

 

Radamanthys se mantuvo quieto unos segundos, para después, comenzar a moverse, lentamente, tan lentamente que Eros comenzó a desesperarse, pero aun sonreía, al verle obedecer como esa primera ocasión, pero esta vez, su omega no tenía esa odiosa esperanza, haciéndole pensar que podría huir de sus brazos. 

 

-Al fin te comportas como un omega debe hacerlo… 

 

Le dijo sonriente, cuando se detuvo en el sitio en donde lo deseaba, a donde señalaba con uno solo de sus dedos, esperando que Radamanthys tuviera la iniciativa, ya sabía lo que deseaba que hiciera. 

 

Radamanthys no dejaba de pensar si no era mejor pelear, aunque perdiera, si no era mejor arriesgarse a sufrir esa pena, que humillarse con Eros, obedeciendo como si fuera una mascota. 

 

Observando los ojos rosas de Valentine, como le miraba con esa expresión torva, demasiado entretenido con su humillación, esta vez sin importarle las marcas de su cuerpo, la poca sangre que manchaba su piel, esperando que solo así, obedeciera. 

 

-No seas tímido, ya lo hemos hecho antes. 

 

Eros estaba tratando de hacer esa ocasión tan desagradable como pudiera, de eso estaba seguro Radamanthys, quien empezó a acariciar las rodillas del alfa frente a su cuerpo, quien sosteniendo su muñeca de nuevo, la que ya tenía varios moretones, llevó su mano a su entrepierna, para que comenzara a acariciarle, viendo como trataba de apartarse, pero se obligaba a obedecer, acariciando su hombría con lentitud. 

 

Escuchando los gemidos del dios del amor, usando el cuerpo de Valentine a su antojo, cuyo rostro familiar le observaba con esos ojos rosas, mostrando una sonrisa sádica, una desagradable anticipación que le hacía dudar de sus acciones, odiarse por ellas. 

 

-Si… así es como me gusta… 

 

E inmediatamente después llevó una de sus manos a su cabello, sosteniéndolo con fuerza, para obligarlo a llevar su rostro a su entrepierna, para que comenzara a usar esa bonita boca para complacer a su alfa, y eso hizo, cerrando los ojos, tratando de ser obediente, no deseaba que los lobos, que sus cazadores, lo violaran sin descanso. 

 

Radamanthys empezo a lamer su sexo al mismo tiempo que acariciaba sus testiculos con ambas manos, sus ojos cerrados, tratando de perderse en algo mas, supuso Eros, quien le veia con detenimiento, disfrutando de su dolor y su humillacion, viendo con pasmoso agrado como iba rompiendose. 

 

Como unas lagrimas empezaron a recorrer sus mejillas cuando por fin rodeo su sexo con su boca, moviendose de un lado a otro, lentamente, chupando, pegando su nariz a su vello pubico, para despues apartarse, escuchando sus gemidos, sintiendo como llevaba una mano a su cabello, guiando la velocidad y profundidad de sus embiste, notando como Radamanthys trataba de soportar su fuerza, su impetu, empujandolo antes de que pudiera venirse en su boca, manchando su rostro, su pecho y su cabello con su semilla. 

 

-Que seas obediente y sumiso. 

 

Eros le besó entonces, ingresando su lengua dentro de su boca, sin dejarle respirar, sin permitirle recuperar su aliento, viendo como se aferraba de sus brazos, para intentar apartarse, pero ya no podría hacerlo, era su omega, era su mascota y tarde o temprano, le agradeceria ser suyo. 

 

-Ahora sube en la cama, con las piernas abiertas… 

 

Radamanthys por un momento quiso negarse a ello, pero, Eros tiró de su brazo, para subirlo en la cama, aún estaba excitado, aun deseaba mucho más de ese omega, que al caer en el colchón, suave, mullido, lo hizo de rodillas, en la posición que deseaba que lo hiciera. 

 

-Y pensar que jamas me habia interesado en algún omega, hasta que llegaste tu… 

 

Radamanthys volteo para ver como Eros sostenía sus caderas e inmediatamente se empalaba en su cuerpo, de una forma dolorosa para él, pero para el dios, parecía que el placer de poseerlo era incomparable. 

 

-Mi omega… 

 

Radamanthys no peleaba por soltarse, solo trataba de sostenerse en la cama, al mismo tiempo que Eros lo empalaba, moviéndose enloquecido en su cuerpo, sosteniendo sus caderas, para de pronto darle una nalgada, escuchando un quejido de sus labios. 

 

-Mi omega… 

 

Llevando una de sus manos a su sexo, acariciandolo con esta, aun sosteniendose de sus caderas, empujando con fuerza, escuchando los gemidos de dolor de Radamanthys, quien trataba de soportar ese asalto, cerrando los ojos, sin poder pensar en nada más que Eros moviendose en su cuerpo. 

 

-Mi omega… de aroma dulce, como chocolate y licor… mi omega… 

 

Radamanthys negó eso, no era justo, sintiendo a su vez el aroma de Eros, el cual era nauseabundo, al menos para él era tan desagradable como el dios mismo, quien salió de su cuerpo para recostarse de lado, abrazando una de sus piernas, ingresando de nuevo en su cuerpo, esta vez, viendo su dolor, su consciencia, como no lo abandonaba, riendo al pensar que cualquier otro ya no estaría presente, pero si su omega, que se aferraba a las sábanas, por no tratar de luchar contra él. 

 

-Dime a qué huelo… 

 

Su aroma era repugnante, no era su alfa, aunque este conociera su aroma, se dijo Radamanthys, sintiendo una mordida de Eros, que esperaba escuchar una respuesta, que le dijera cuál era su aroma. 

 

-No… no lo sé… 

 

Eros se detuvo, moviendo sus caderas de una forma circular poco después, buscando su próstata, viendo como la desesperación de Radamanthys empeoraba, porque esta vez se sostenía de las sabas, casi hasta romperlas, esperando una respuesta de su omega, quien cerró los ojos, sintiendo de nuevo ese embiste, ese placer, que empeoraba toda esa pesadilla. 

 

-Dímelo… quiero saberlo… 

 

Radamanthys abrió los ojos, cuando Eros dejó de moverse, preguntandose ahora que deseaba ese dios, ese monstruo que no dejaba de mirarle fijamente, esperando una respuesta, quería saber a qué olía, que aroma reconocía Radamanthys. 

 

-Rosas… hueles a rosas… a sangre… a sangre y a rosas... 

 

Y a algo dulce, como carne en descomposición, un aroma repugnante, que comenzaba a marearlo, haciendo que se desesperara cada vez más, cuando Eros empezó a moverse, satisfecho con esa respuesta, derramándose en el interior de Radamanthys, con una sonrisa demasiado satisfecha. 

 

-No fue tan difícil verdad, y tu decías que mi aroma era nauseabundo. 

 

Lo era, para él era nauseabundo, se dijo en silencio, sintiendo como la semilla de Eros dejaba su cuerpo, escurriendo entre sus nalgas, un líquido blanco, caliente, demasiado desagradable. 

 

-Pero nos complementamos, al igual que nuestros cuerpos, tu y yo, somos uno. 

 

Radamanthys no dijo nada, no lo contradijo, no deseaba que Eros quisiera enseñarle cómo eran uno solo, violandolo de nuevo, escuchando como el dios se levantaba de la cama, dirigiéndose a la tina, ofreciéndole su mano, la que en esta ocasión tomó, ya nada más podía hacer. 

 

-Tu eres mi omega… 

 

*****

 

-Tu eres mi omega… Minos, despierta y ve a tu alfa… 

 

*****

 

Hola, espero que el capitulo sea de su agrado, a mi me parecio divertido de escribir, muchas gracias por sus comentarios, lecturas y estrellas, saben, que me encanta recibirlos. SeikenNJ. 


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